Historia Carmelo I
Cfr.: Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
TENTATIVAS DE FUNDACIÓN EN LA ORDEN DE S. TERESA.
Históricamente hablando hubo tres modalidades de fundación, no sucesivas, sino coexistentes ya que al mismo tiempo pretendían restaurar el espíritu y la observancia regular del Carmelo. Tales son:
A. Algunos Generales de la Orden
B. Los Capítulos Generales.
C. Las Congregaciones Reformadas.
A. Tentativas de fundación hechas por los Priores Generales.
Bartolomé Raccoli
Elegido en 1430 después de la renuncia de Grossi, gobernó la orden hasta 1433. Este año Eugenio IV lo elevó hasta la dignidad de Obispo de Marsella. Murió en esa ciudad en 1445.
Juan Faci
Francés, gobernó la Orden de 1434 a 1450 año en que nombrado Obispo de Riez. Durante el gobierno de Raccoli, en calidad de Procurador General obtuvo la mitigación de la Regla. La Universidad de Aviñón lo nombró legado suyo al Concilio de Basilea.
Juan Soreth (Beato).
Este gran General y Santo de la Orden nació en Caen (Francia) por los años de 1405. Adquirió los grados académicos en la Universidad de París en 1438. Fue elegido General de la Orden en el Capítulo de Aviñón el año de 1451. Murió en Angers en 1471, no envenenado como cuenta Villiers y otros muchos , (Monumenta Hist. C., p. 410-11). Fue elevado a la gloria de los altares por Pío IX en 1865.
El 7 de octubre de 1472 obtuvo del Papa Nicolás V la confirmación de la segunda Orden, con los mismos privilegios que ya tenían las monjas dominicas y agustinas. Fue asi mismo su propagador por toda Europa. También fue el fundador de la V.O.T., a la que dio su propia legislación.
Viendo el deplorable estado de la Orden emprendió su reforma comenzando por las mismas constituciones que, corregidas, mandó a imprimir nuevamente y promulgo en 1492, después del Capítulo General de Bruselas.
Dos veces emprendió la tarea de visitar canónicamente todos los conventos de la Orden y trabajó con todas sus fuerzas para imponer en ellos la observancia de la Regla saltem secundum Eugenii Papae mitigationem. Al principio obró con cautela y bondad enseñando más bien con el ejemplo que con las palabras. Posteriormente quiso revocar algunas cosas de la Regla mitigada pero, encontrando la oposición de muchos, no la llevó a cabo. Estableció, sin embargo, severas medidas contra los abuso en el Oficio divino, contra la ociosidad de los frailes, la irregularidad en la vida común, contra los que conferían o dejaban adquirir los grados académicos a los indignos y contra otros muchos abusos. La reforma que pretendía imponer era voluntaria. Ningún convento había de ser reformado sin que la mayor parte de sus religiosos lo pidiese o aceptase. Se les daba entonces la facultad de elegir al Pior que ellos deseasen. Se les permitía también quedar perpetuamente en el convento en el cual profesaban la reforma.
Esta reforma fue más bien externa que interna y no tuvo frutos duraderos. Permitió muchos abusos directa o indirectamente en materia de pobreza.
Cristóbal Matignone
Italiano, Doctor en Teología. Gobernó la Orden de 1472 a 1481. Alcanzó de Sixto IV, muy amigo suyo, un mare magnum privilegiorum et indulgentiarum Ordinis (Cf. Bullarium_O.N. I, 319-346). Promovió la reforma iniciada por Soreth. Murió en 1481. Está sepultado en la iglesia de S. Martin in Montibus, en Roma.
Poncio Raynaud
Elegido General en 1482. Este fue de baja estatura, complexión robusta, aspecto terrible, voz destemplada, con arrojo de león; aunque fue hombre que se dejó llevar por ciertas tendencias de codicia; sin embargo, practicó virtudes y alentó a los virtuosos. Solía decir: No todos han de ser para el coro, no todos, para la cátedra; no todos para el estudio. Continuó la ola reformadora de sus antecesores. Murió en 1502.
Pedro Terrasse
Catalán. Predicador notable, erudito en Sagrada Escritura, de palabra suave, modesto y diligente en el trabajo. Elegido en 1503 gobernó la Orden hasta 1511, año de su muerte. Tuvo que sufrir mucho a causa de la Congregación reformada de Albí.
Beato Juan Bautista Spagnoli (Mantuano)
Ingresó en la Congregación reformada de Mantua (de donde tomó su nombre) siendo su mayor gloria. Rigió como Vicario General 6 veces su propia Congregación, desde 1483 a 1513 en alternados trienios. En el Capítulo General celebrado en Roma en 1513, fue elegido Prior General de toda la Orden.
En la iglesia de S. Crisógono en Roma, fundó un convento que fue la sede de la Procura General de la Congragación Mantuana. Fundó también un convento en la Basílica de Loreto, la cual estuvo a cargo de los Carmelitas durante varios años. La comunidad se componía de 30 religiosos. Desgraciadamente la Basílica se abandonó por decisión de un Capítulo General de la Congregació el año de 1497. La razón de tal decisión la expresa así dicho Capítulo: por los innumerables gastos que causaban el servicio del Santuario y las continuas peregrinaciones de los fieles. De esta determinación nos dice un historiador de la Congregación: Acerca de la reunión general de este año (1497) séame permitido llorar más que hablar, dolerme más que escribir, al traer a cuento aquel adicto, tan de triste memoria, por el que nuestros Padres que nos antecedieron, dejaron aquella sacrosanta casa de Loreto.
No obstante ser de avanzada edad, emprendió la obra reformadora de la Orden con entusiasmo, ya por si mismo, ya por medio de delegados enviados a las diversas Provincias. Murió a los 68 años de edad (20 de marzo de 1516) sin haber terminado el trienio de su gobierno. Fue un insigne humanista. Gran devoto de S. José. El culto del B. Baustista Mantuano fue aprobado por León XIII en 1890.
Bernardino de Sena
Doctor en Teología. Fue Vicario General dos años, después de la muerte de Pedro Terrasse. Era confesor de León X. Gobernó la Orden de 1517 a 1523.
Nicolas Audet
Nació en la isla de Chipre. Fue elegido General de la Orden en el Capítulo de Venecia de 1524. Gobernó la Orden por espacio de 38 años. Murió en 1562, el año mismo de la Reforma Teresiana. Audet fue el verdadero prototipo del reformador. Imitó al B. Juan Soreth y lo superó en su esfuezo reformatorio. Publicó en Venecia en 1524 su obra Isagogicon en que juzga la legislación de la Orden para acomodarla a las circunstancias del tiempo y a su programa de Reforma. Ya por si mismo, ya por medio de sus delegados visitó todas las provincias y fue inflexible en cuanto a la extirpación de los abusos. Siempre estaba dispuesto a preferir que los religiosos salieran de la Orden, antes que tolerar la relajación. No obstante su severidad, las actas del Capítulo dicen de él lo siguiente: Fue sumamente piadoso, por cuya diligencia e ingenio nuestra Orden carmelitana se vio enriquecida de sabios y letrados religiosos.
Juan Bautista Rubeo (Rossi)
Nació en Ravena en 1507. En 1562 Pío IV le nombró Vicario General de la Orden. En el Capítulo de 1564 fue elegido Prior General. Murió en Roma en 1578. Fue sepultado en el convento de S. Martn in Montibus. De él dicen las actas: Fue varón insigne, piadoso, afable en su conversación, ilustre por su erudición y tan grato a Nuestro Santísimo Padre Gregorio XIII, que por el amor singular que le profesaba, no sólo confirmó las indulgencias de nuestra Orden, sino que las aumentó y multiplicó.
Fue el digno sucesor de Audet. Trabajó ardientemente en la reforma de la Orden. De todo corazón protegió y fomentó la Reforma Teresiana. Si alguna vez obró enérgicamente contra los descalzos, lo hizo porque había sido mala y tendenciosamente informado. Su obra específica fue la introducción en la Orden de la reforma general de las Ordenes religiosas establecidas por el Concilio de Trento. Para llevar a feliz término esta decisión del Concilio, fue nombrado por Pío IV y Pío V, Visitador Apostólico. Con esta autoridad comenzó la visita canónica de las Provincias de la Orden. Visitó las de Italia, España, Francia y Portugal. En su visita a España (mayo de 1566) fue recibido con grandes honores por Felipe II; lo mismo en la que hizo a Portugal. Celebró dos capítulos provinciales, uno en Sevilla (1566) y otro en Avila después de haber visitado Portugal (abril 1567). Allí conoció a S. Teresa y habló con ella frecuentemente acerca de la vida reformada que había emprendido en S. José de Avila. En esta ocasión confirm
ó las constituciones que ella había hecho para sus monasterios y le dio licencia para seguir fundando en cualquier lugar de Castilla (27 de abril), más tarde (16 de mayo) confirmó dichas patentes. Posteriormente (1575) este permiso fue ampliado por nuevas patentes, en las cuales se facultaba a S. Teresa para fundar tantos monasterios como pudiese en toda España. Antes que saliese de esta Nación, el P. Rubeo concedió otras patentes a la Santa para fundar dos conventos de frailes (16 de agosto 1567).
En 1575 presidió el Capítulo General de Placencia donde se trató a los descalzos como desobedientes, rebeldes y contumaces, quienes.... contras las patentes y resoluciones del Pior General fundaron y mantienen casas fuera de la Provincia de Castilla....,y no han querido.....acatar con humildad.....las ordenes y cartas del mismo Prior General. (Se habla de los conventos de Granada, Sevilla y La Peñuela). Allí se levantó la tempestad que azotó a la Reforma Teresiana. Por otra parte, el modo de obrar de Rossi en pro de la reforma fue eficaz y digno de alabanza. Nuestra M.S. Teresa lo amó tiernamente.
Historia Carmelo II
Cfr.: Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
B. Tentativas de Fundación hechas por los Capítulos Generales.
La actividad reformatoria de los Priores Generales se va reflejando en las muchas disposiciones de los Capítulos. Ellos comprueban el continuo esfuerzo de los superiores y de los mejores elementos de la Orden por sostener y restaurar su espíritu religioso. He aquí algunos ejemplos:
El Capítulo General celebrado en París en 1456, bajo la presidencia de Juan Soreth manda a todos los Superiores Provinciales y Locales: que con firmeza hagan observar la Regla mitigada por el Papa Eugenio de feliz memoria; y que hagan leer con frecuencia la misma Regla y las constituciones en el capítulo o refectorio; y las traduzcan a lengua vulgar para que todos las puedan entender, y procuren comprometerse a la observancia tanto de la Regla como de las constituciones.
En este Capítulo se hace ya mención de los Hermanos que viven en la observancia (Congregación Mantuana) y se les concede que tengan Prior por elección canónica.
El Capítulo General celebrado en Orleans (1469) prescribe: Estrictamente se ordena a los Priores Provinciales y Locales, a los Vicarios y Superiores, y a cada uno de los Hermanos que se hagan recitar y cantar el oficio divino....despacio y con devoción, con proporción y mesura, con la debida pausa en medio. Igualmente guárdese en todos los conventos y Provincias uniformidad en el vestir, en el canto y en el modo de leer, de salmodiar y de acentuar. Asì mismo, que todos los Priores hagan trabajar con esmero a sus Hermanos, tanto clérigos como legos, y para ello, si fuera necesario, los obliguen y no les permitan andar vagando.
En el Capítulo General de Astí (1472) bajo la presidencia de Martignone se confirmaron y ratificaron las Constituciones Sorehtianas y se mandó a todos los Priores y Provinciales que en sus provincias las tuviese e hiciesen leer: Para que en nuestra Orden haya uniformidad de vida y observancia.
Los conventos reformados se ponen directamente bajo la jurisdicción del Prior General. En cuanto a la forma del habito se establece en este capítulo un cambio notable, pero no consta si se puso en práctica por falta de la aprobación de la S. Sede: Que nuestros clérigos lleven túnicas negras teñidas, con la capucha y el escapulario del mismo color. Y los conversos vistan la túnica de igual color, con capucha y escapulario blanco, al contrario de los Hermanos Predicadores.
El Capítulo General celebrado en 1488 en la Rochelle reprueba los abusos cometidos en los vestidos y arreglos personal: Determinamos que nadie lleve ropajes entreabiertos, ni caudas en las vestiduras.... Ordenamos también que ningún Hermano se deje crecer el cabello, sino que todos y cada uno acostumbren cerquillo redondo y uniforme, con el espacio de cabello de hasta cuatro dedos - Ordenamos además que en toda nuestra sagrada Orden ninguno.......use birretes rojos o de color, sino únicamente negros.
En el Capítulo General de Nimes se dan muchas prescripciones en contra de los abusos en la clausura y en el retiro claustral. También se busca remediar los abusos de los Maestros: Ordenamos que los Catedráticos y Maestros de Sagrada Teología, por la mañana y por la tarde coman en el refectorio común, exceptuando a los Reverendos Provinciales, si les parece conveniente. - (¡) - Prohibimos que los Hermanos tengan en los conventos vino para vender a los seglares; porque de ello se han originado innumerables riñas en la mayor parte de nuestros conventos, con grave escándalo. Se prohibe también a los religiosos los negocios seculares y el ejercicio del comercio.
En el Capítulo General de Piacenza se dan muchas determinaciones contra los abusos en conferir los grados académicos: Con el fin de quitar muchos abusos de no pocos.... ya que por hoy abundan los graduados a medias en relación con los simples Hermanos, razón por la cual, a veces la ciencia no es tenida en más que la ignorancia, lo que acarrea incontables perjuicios; ordenamos que de hoy en adelante...... ninguno pueda ser promovido al Bachillerato, ni al grado de Maestro, si no constare de su sana y clara doctrina, de sus buenas costumbres y conducta.
El Capítulo General de Roma (1513) en que fue elegido el Mantuano, trata especialmente de los abusos que tenían los privilegiados de salir fuera del convento, de comer fuera del refectorio y de legar por testamento sus bienes a otros frailes: Ordenamos (los Padres Capitulares) que todos los Maestros que enseñan sin título, que no han estudiado, ni saben argumentar en público, ni predicar siquiera medianamente la Cuaresma..... que inmediatamente después de la publicación de estas ordenanzas, sean privados del nombre y de la dignidad de Maestros. - De igual modo anularon las cartas de aquellos que tienen permiso de salir fuera de casa sin licencia de sus prelados, o de comer en sus propios cuartos. - Igualmente prohibieron que los bienes de los Hermanos difuntos de hoy en adelante se hereden a otros Hermanos y que alguien pueda en su testamento legar, donar o hacer cosas parecidas.
En el Capítulo General de Venecia (1524) en el cual fue elegido Audet, y en los tres siguientes que se celebraron bajo su presidencia, es decir, el de Padua (1532), Vicenza (1539) y Venecia (1548) se trató verdaderamente de la total y radical reforma de la Orden.
He aquí como se expresa el Capítulo General de Venecia (1524): Ya que la Santidad de nuestro Señor, por divina providencia y la gracia, Clemente Papa VII...... nos exhorta a quienes nos hallamos reunidos en esta ciudad de Venecia para celebrar el Capítulo General, a que, arrancadas de cuajo las espinas, sembremos en el campo de la santa religión plantas fructíferas y que promovamos una reforma total de la Orden.....decretamos que se reforme la vida de nuestros hermanos y la nuestra en toda la Orden, para gloria de Dios y de la Virgen, para conservación y aumento de nuestra sagrada Orden.
A) El oficio divino debe celebrarse con devoción y austeridad, según lo acostumbran los Reformados y los Hermanos de estricta observancia, y en eso debe fundamentarse la primera y principal reforma de la Orden.
B) De la vida común: siendo ella: fundamento de la reforma, de ningún modo se puede juzgar que vivan en genuina vida religiosa quienes, no habiendo renunciado en lo más mínimo al uso de la propiedad, descuidan la vida común...en todas las Provincias se deben establecer algunos conventos para los totalmente reformados, en los que.....(los Hermanos) tengan todo lo necesario según la Regla, pero nada propio.....y en todo lleven vida de comunidad.
C) Del vestido, tonsura y clausura Nadie se deje crecer la barba, y los que ahora la llevan, quítensela inmediatamente, bajo pena de rebeldía.... Se exceptúa el Reverendísimo Maestro de la Orden, porque es originario de los países orientales. - Haya clausura en todo y cada uno de nuestros conventos, de modo que no se distingan los más reformados de los menos reformados en cuanto a clausura se refiere. - .....no se diferencien los totalmente reformados de los menos reformados en la forma de vestir, sino que todos lleven un hábito decente del todo semejante al de los Hermanos reformados en cuanto al tamaño y completo diseño, no asi en cuanto al color.
En el Capítulo de 1532 las prescripciones anteriores se renovaron con mayor energía: En primer lugar ordenamos a todos y cada uno de los superiores Provinciales y Locales, en virtud de la santa obediencia y bajo pena de privación de sus cargos, que alienten y favorezcan la reforma implantada por el Reverendísimo Padre Superior de la Orden; y donde no se halle establecido, procuren por todos los medios introducirla, real y verdaderamente, sin vestigio alguno de simulación.
En el Capítulo de 1539 se insiste de nuevo en la reforma de la Orden: Antes que nada ordenamos....que con todo empeño, sinceramente y sin engaños, traten de implantar y favorecer la verdadera reforma en los conventos y sus comunidades, aboliendo toda propiedad privada y extirpando cualquier escándalo......bajo pena de privación de sus cargos..... - De igual manera, mandamos y ordenamos a todos los Provinciales que se implante la reforma en todos los conventos que se pueda: y si alguno en el plazo de un año no ha reformado ni un solo convento de su Provincia, téngase como removido de su cargo, y los Hermanos no tienen ya obligación de obedecerlo.
Por último en el Capítulo siguiente (1548) se renuevan y ratifican todas las reformas introducidas en los Capítulos precedentes: Estrictamente ordenamos a todos los Priores....que todo esto lo guarden con fiel observancia y procuren hacer leer y obedecer ......principalmente lo que atañe a la reforma de la Orden y a la vida regular.
De todo lo dicho consta que el espíritu de la Orden no había muerto y que se hacía todo lo humanamente posible para renovarlo y hacerlo florecer. Si todo esto no tuvo éxito no fue por culpa de la Orden en sí, sino se debió a la fragilidad humana y a las circunstancias que impidieron que la obra de restauración se llevase a cabo.
Historia Carmelo III
Cfr.: Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
C. Congregaciones reformadas.
Antes de la fundación Teresiana fueron tres las principales Congregaciones reformadas, a saber: la de Mantua, la de Albí y la de Monte Olivete. Aparte de estas existieron otras que tuvieron un carácter meramente privado, como la de Portugal, Chipre y Onda (España). Después de la reforma Teresiana hubo otras más como, por ejemplo, la de Turín, la de S. María de Scala Paradisi, Piemonte, etc. De estas últimas no diremos nada. Todas desaparecieron antes que termina el siglo XIX.
1. Congregación de Mantua (1413 - 1783)
Esta Congregación reformada vio la luz antes de la mitigación de la Regla, en el año 1413, por obra de Jacobo Alberto y el B. Angelo Mazzinghi. Estos dos religiosos comenzaron la vida reformada en el convento de Le Selve, cerca de Florencia. Poco después esta vida reformada comenzó en el convento de Mantua por obra de los PP. Francisco Tomás y Gigón de Francia. En este convento se formaron óptimos religiosos como el B. Bartolomé Fanti y el B. Bustista Mantuano.
En el año 1427 se agregó a la Congregación un nuevo convento, el de la Gironde, en Suiza, en la diócesis de Sitten. Entre los fundadores este convento se nombra a Tomás Connecte, llamado el Savonarola Francés, célebre predicador y reformador violento que murió en Roma quemado vivo por la acusación de herejía no retractada.
Hasta el año 1452 al Congregación de Mantua tuvo solamente estos tres conventos. Después se fundaron los siguiente: Ferrara, Brescia, Lucca, Parma, Modena, Bolonia, Bérgamo, Génova, Milan, Florencia, Pistoya, Venecia, Pavía y otros. Cuando la Congregación fue suprimida contaba con 53 conventos de frailes y 7 de monjas. Estaba dividida en 6 provincias.
En 1442 la Congregación fue aprobada por Eugenio IV con el derecho de elegir su propio Vicario General. Como tal fue elegido Pedro Esteban de Tolosa. Florecieron en santidad el Ven. Tomás de Francia, el B. Angelo Mazzinghi, el B. Bartolomé Fanti, el B. Bautista Spagnoli (Mantuano), la Bta. Juana Scopelli y la Bta. Arcángela de Trino. Dio también esta Congregación dos Generales de la Orden: Cristóbal Martignone (1472 - 1481) y el B. Bautista Spagnoli (1513 - 1516).
Contenido de la Reforma Mantuana. Se insistió más en las cosas exteriores que en la reforma de los individuos, no fue, por tanto, una reforma profunda y radical. Al principio se observaba la Regla Inocenciana y cuando esta fue mitigada (1432) se aceptó la mitigación excepto en la abstinencia. El hábito que usaban los reformados era de color gris y la capa corta, casi como la de los Descalzos, y las sandalias del mismo color del hábito o blancas. Observaban con más rigor el voto de pobreza, sin quitar por esto a los frailes el derecho de gastar dinero. La vida común también se observaba con más rigor. Con todo se mantuvieron firmes los privilegiados de los graduados y de los Revmos. Padres. El oficio de los superiores duraba un bienio o trienio. No podían ser reelegidos sino pasados 4 años de haber desempeñado su oficio. En el siglo XVII cayeron en la relajación. Por último, Pío VI agregó la Congregación a la Orden el 21 de marzo de 1783.
2. Congregación Albí (1499 - 1599)
El promotor de esta Congregación reformada fue el Obispo de Albí, Ludovico de Ambois. Este prelado, después de haber reformado con éxito a los Dominicos y Franciscanos de sus diócesis, quiso también reformar a los Carmelitas. Se valió de la ayuda y consejo del célebre reformador Juan Standonck, Rector del Colegio de Montaigu. Envió al Dominico Durando de Fraccinis a Italia con la misión de pedir al B. Bautista Mantuano frailes reformados para llevar a cabo su reforma entre los Carmelitas. El Mantuano les envió a Alberto de Condeto y a Eligio Dionisio. El primero murió poco tiempo después y sólo Eligió se presentó al Obispo de Albí. El Obispo se valió de engaños para fundar el primer convento reformado. El 10 de agosto de 1499 invitó a todos los Carmelitas del convento de aquel lugar a comer en el palacio episcopal y, mientras comían y bebían alegremente, hizo introducir en el convento al P. Eligió, nombrándolo Maestro de Novicios, los cuales eran jóvenes sacados del Colegio de Montaigu con la licencia de Stan
donck. El hábito se los había impuesto el mismo Obispo en su oratorio privado. Los Carmelitas al regresar a su convento se encontraron con la novedad y tuvieron que someterse; los que no quisieron aceptar la reforma del Obispo marcharon a otros conventos de la Provincia.
Al poco tiempo la reforma se extendió a los conventos de Meaux, París, Rouen y Tolosa. En 1513 la Congregación Reformada de Albí fue aprobada por el Papa León X a instancia del rey de Francia Luis XII y del B. Bautista Mantuano.
Esta Congregación no tuvo muchos conventos, pero sí muchos óptimos religiosos, aunque ninguno alcanzó el honor de los altares.
Por otra parte la Congregación de Albí estuvo en continua lucha con los Superiores de la Orden. La causa principal fue un tal Luis de Lira, reformador del convento de París. Este dándose así mismo la autoridad de Vicario General reformó el convento de París y además emprendió la visita canónica de los demás conventos de la Provincia, tantos reformados como no reformados. En el Capítulo General de 1503 se le amenazó con penas gravísimas para que dejara el oficio de Visitador, pero nada se obtuvo. Al año siguiente se pidió al Papa Julio II que el convento de París volviese a la Antigua Observancia y que se arrojase de ahí a Luis de Lira. Este, apoyado por el Rey se rió de todo y de todos. El General, Pedro Terrasse mandó entonces que saliesen todos los estudiantes del convento y volviesen a sus provincias. Y esto dio ocasión a Luis de Lira para agregar dicho convento a la Reforma de Albí. Durante varios años se vieron interrumpidas las relaciones entre la Orden y esta Congregación. Ni siquiera el Mantuano que había procurado la aprobación de la Congregación pudo hacer algo en pro de la unión y de la concordia. Bernardino de Siena, que sucedió al Mantuano, obtuvo en 1518 la revocación de la aprobación que no tuvo efecto en la práctica porque Adrián VI la confirmó en 1522. Sólo la política prudente del General Audet logró en 1532 agregar nuevamente la Congregación a la Orden.
Poco a poco las guerras religiosas fueron minando la observancia regular. La indigencia y la miseria invadieron los conventos. En 1584 quedaban sólo tres conventos (Meaux, Tolosa y París) con 30 religiosos viejos e incapaces de llevar la observancia regular. En París, donde llegó a haber 300 estudiantes, por aquel entonces solamente quedaba uno.
Por estas causas Gregorio XIII, a instancia del Rey de Francia, Enrique III, suprimió la Congregación por medio de la Bula Pastoralis officil, el 1o. de mayo de 1584. Todavía la ejecución de la Bula encontró dificultades a causa de dos religiosos que se atribuían los títulos de Comisario General y Procurador y pretendían perpetuar la muerta Congregación. Con estos títulos obtuvieron del Papa la confirmación de todos los privilegios precedentes y la expulsión del Rector del convento de París, nombrado por el General Enrique Silvio. Este recurrió a la S. Sede refiriendo todo lo sucedido. Bien informado el P. Clemente VIII suprimió definitivamente la turbulenta Congregación, el día 1o. de junio de 1599. Poco contribuyo esta Congregación a la Reforma de la Orden.
3. Congregación del Monte Olivete (1516 - 1600)
Tuvo su origen en la villa de Multedo (Pegli) en las cercanías de Génova. Los vecinos de dicho pueblo pidieron la reforma. Su fundador fue el P. Hugo Marengo de Novi, de la Provincia de Lombardía. El Capítulo General de Congregación de Mantua trató el asunto y pidió la aprobación de León X. Este la concedió el 2 de agosto de 1516. Una cláusula de la Bula de aprobación decía: los que....vivan en al observancia regular y la vida eremítica según la Regla primitiva, o sea, según el régimen de la Regla de la Orden y el de la Congregación (Mantuana).
Como en la Congregación de Mantua no se observaba la Regla primitiva, esta cláusula impidió que se aceptase dicha fundación. Sin embargo la reforma se hizo y fue puesta bajo el Prior General de la Orden.
Este convento, único de la Congregación, fue edificado con dineros del propio fundador, P. Marengo, que fue Prior vitalicio. El P. Bautista Rossi (Rubeo) lo visitó dos veces en su viaje de ida y vuelta a España. En 1599, antes de la supresión de la Congregación de Albí, Clemente VIII, mediante un motu propio agregó el convento a la Provincia carmelitana de Lombardía, dejando a los religiosos la obligación de cumplir con la abstinencia regular.
Por varias dificultades que se siguieron, el Prior General Enrique Silvio, pidió la revocación del motu propio del año de 1599 y obtuvo otro (31/X/1600) por el cual el convento de Monte Olivete volvía a su antiguo estado. (Bull. O.C., II, 310 - 311)
Por último, a fines del siglo XVIII, fue agregado definitivamente a la Provincia de Lombardía.
4. Otros intentos de reforma.
A) En Portugal, el P. Baltasar Limpo promovió una reforma entre los carmelitas. No consta cuales fueron los resultados de su reforma. Probablemente esta terminó con su muerte en 1558.
B) En Chipre.. Según el P. Felipe de la Sma. Trinidad (Hist.O.C. VI, c.13) existió en esta isla un convento que guardaba la Regla de Inocencio IV. El convento y la observancia desaparecieron cuando en la segunda mitad del siglo XVI, Chipre fue invadida por los turcos.
C) En España. En Onda (Castellón) existió también un convento reformado bajo el título N.S. de la Esperanza. Se observaba allí la Regla primitiva. En 1565 Juan Bautista Rossi, General de la Orden, nombró a Jacobo Montañez, Prior de este convento. Según Zimmerman, este convento nunca fue establecido definitivamente.
Historia Carmelo IV
Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
HISTORIA DE LA FUNDACIÓN TERESIANA EN ESPAÑA, HASTA SU PLENA INDEPENDENCIA JURIDICA.
1. Santa Teresa de Jesús.
Nota. La Bibliografía sobre S. Teresa es abundantísima. Puede últimamente consultarse la de R.P. OTILIO DEL N. JESUS, O.C.D., en la obra S. Teresa de Jesús. Obras completas vol. I (Madrid, 1951) p. 24-127.
A. Su vida.
La vida de S. Teresa se puede dividir en tres períodos, a saber:
a) Su vida como seglar (1515 - 1536)
b) Su vida como religiosa de la Antigua Observancia (1536-1561)
c) Su vida como Reformadora (1562-1582)
a) Su vida como seglar (cf. Historia del Carmen Descalzo I, cc. 1-8)
Nació en Avila el 28 de marzo de 1515. Sus padres fueron D. Alonso Sánchez de Cepeda y Doña Beatriz Dávila y Ahumada. Fue cristianamente educada por ellos. Las primeras pruebas de su fervor religioso las tenemos en su fuga de la casa paterna para morir mártir en tierra de moros y su meditación sobre la eternidad (para siempre, siempre, siempre¡)(Cf. Vida 1,4).
Con el pasar de los años decayó poco a poco su fervor religioso y se entregó a fomentar las vanidades del mundo, propias de las jovencitas de buena sociedad de aquellos tiempos. Estas vanidades no eran graves, sino leves e imprudentes. Se reducían a la artes de tocador, discreteos honestos, pasatiempos de buena conversación (cf. H.C.D. I, 88-91). Las causas que motivaron tales vanidades fueron las siguientes:
- la lectura de los libros de caballería
- el deseo natural de complacer a todos
- la amistad de una pariente de su edad
Hacia 1529 perdió a su madre y se puso bajo la protección de la S. Virgen. No por esto dejó sus vanidades ni la amistad de su familiar y de otra amiga. A tal grado llegaron sus devaneos que su padre, preocupado de su piedad religiosa, se vio obligado a internarla en el monasterio de las Monjas Agustinas de Avila, el mes de julio de 1531. En este monasterio se educaban las jovencitas de la nobleza. (Vida, 2, n.6)
La soledad del monasterio, la compañía y conversación de las religiosas le devolvieron el antiguo fervor, siendo también esta la ocasión en que sintió, por primera vez, el deseo de abrazar el estado religioso. Después de permanecer año y medio en el monasterio se vio obligada a volver a la casa paterna por causa de una enfermedad. Recuperada la salud en casa de su padre, pasó algún tiempo en la de su hermana mayor, en Castellanos de la Cañada. Permaneció allí 7 meses. Regresó después a la de su padre. Estuvo al frente de ella como madre y señora desde fines de 1533 hasta noviembre de 1536, mes en que ingresó a la Orden del Carmen en el convento de la Encarnación. De este período de su vida dice el P. Silverio: fue una época de su vida muy interesante, como quiera que en ella resolvió el fallo irrevocable y tras muchas cavilaciones y dudas, sus futuros destinos definitivos (H.C.D. I, 112).
b) Su vida como religiosa de la Antigua Observancia (H.C.D.I, 112).
Durante los últimos tres años que pasó en la casa paterna sintió con mayor vehemencia los deseos de la vida religiosa, y se propuso manifestar a su padre su propósito. Así lo hizo y obtuvo la negativa más absoluta. Teresa alimentada por su voluntad férrea no desistió de su propósito. La lectura de las cartas de S. Jerónimo acabó de decidirla a pasar sobre todo y sobre todos para hacer realidad sus ideales. Así huyó de su casa y se refugió en el convento de la Encarnación, donde recibió el hábito carmelitano el 2 de noviembre de 1536 y profesó el 3 del mismo mes en 1537, a la edad de 22 años.
Poco tiempo después de su profesión, a causa de la nueva forma de vida y de las graves penitencias que se impusiera a sí misma cayó gravemente enferma y tuvo que abandonar temporalmente el monasterio. A principio de 1538 se trasladó a un lugar llamado Becedas y después de unos meses regresó al monasterio, no solo falta de salud, sino medio muerta y totalmente paralítica. Poco a poco se restableció gracias a la intercesión de S. José.
Restablecida del cuerpo comenzó a enfermarse del alma. La tibieza de su vida espiritual se prolongó algunos años, probablemente hasta 1553. En este año se levanto definitivamente de este estado. La imagen de Cristo atado a la columna y al lectura de las Confesiones de S. Agustín fueron la ocasión de su conversión. (Vida, 9).
Desde el momento de su conversión se entregó totalmente al servicio de Dios, quien la colmó de innumerables favores y gracias. El incremento de estos bienes fue tan grande y rápido, dice el P. Silverio, que en menos de 5 años podemos decir que había pasado por casi todos los grados del amor y la contemplación infusa. (Cf. H.C.D. I, 347-356 )
Hacia 1559 recibió la gracia de la transverberación. Por su parte, hizo el voto de hacer siempre lo más perfecto, probablemente en 1560. Al mismo tiempo que recibía estas gracias padeció ansiedades y dudas acerca de los fenómenos espirituales y gracias que Dios le concedía. Con el tiempo se vio libre de ellas, por obra principalmente de sus confesores y directores de espíritu .
Antes de emprender la obra de la Reforma había llegado a la cumbre de la perfección cristiana. Doña Teresa de Ahumada, - dice el P. Silverio-, tenía ya talla de Reformadora y autoridad para introducir nueva vida en los vergeles un tanto marchitos del Carmelo (H.C.D. I, 528).
c) Su vida como Fundadora (H.C.D. II, III, IV).
Este período de su vida es el más laborioso. En él despliega la máxima actividad de que es capaz. En esta etapa duró 20 años, desde 1562 hasta su muerte.
Las causas que impulsaron a S. Teresa a emprender su fundación fueron entre otras:
- el deseo de su propia perfección y la salvación de las almas (cf. Vida, 32, Camino 1; Fundaciones 1-2).
- el mandato de N.S. (cf. Vida 32; 33)
- el mandato del General P. Rubeo, manifestado expresamente en las patentes que le concedió para las fundaciones (cf. Fundaciones 2)
Los medios que tuvo fueron:
- su esperanza en Dios y su voluntad férrea
- la aprobación de los Superiores
- la ayuda de Dios (cf. Fundaciones 2)
Desde el principio y durante el tiempo de las fundaciones no le faltaron ni consejeros, ni fieles coadjutores. Los principales fueron:
entre los sacerdotes y religiosos: D. Alvaro de Mendoza, S. Pedro de Alcántara, S. Luis Beltrán, Domingo Báñez, O.P., García de Toledo, O.P., Baltasar Alvarez, S.J., Julián de Avila, Gaspar Daza, Gonzalo de Aranda y otros muchos.
entre los seglares: Doña Giomar de Ulloa, Doña Luisa de la Cerda, Francisco de Salcedo, Antonio Gaitán, Lorenzo de Cepeda, Juana de Ahumada, Catalina de Tolosa. Con la ayuda y el consejo de todas estas personas S. Teresa extendió su actividad reformadora por varias regiones de España hasta su muerte. Siendo imposible narrar la historia de tal actividad en pocas palabras, nos contentaremos con resumirla en forma cronológica.
1561-62 Después de muchas vicisitudes, consultas, contrariedades, fundó el convento de S. José en Avila el 24 de agosto de 1562. El mismo día de la fundación tuvo que volver al monasterio de la Encarnación por mandato de sus superiores. Allí permaneció hasta la cuaresma de 1563. Fue entonces cuando pasó al convento de S. José. (H.C.D., II, cc. 1-3, 6-10)
1563-67 Pasó estos años tranquila en el monasterio de S. José. De estos años escribe ella misma: a lo que ahora entiendo, me parece serán los más descansados de mi vida (Fundaciones 1). Durante este tiempo redactó las Constituciones, el Camino de Perfección y probablemente revisó su autobiografía, (H.C.D. II, cc. 11, 14-15).
1567 Este año el P. Rubeo visitó los conventos carmelitanos de España y concedió a la Santa licencias para fundar otros monasterios en Castilla. Con estas patentes S. Teresa emprendió en agosto la fundación de Medina del Campo, con la ayuda del P. Antonio de Heredia, Prior de los Calzados de esta ciudad, de Julián de Avila y de los PP. Jesuitas.
1568 Funda el monasterio de Malagón y el de Vallalodid (H.C.D. III, cc. 5-6).
1569 Funda el monasterio de Toledo y poco después el de Pastrana a petición de la princesa de Eboli, Doña Ana de Mendoza. Este último monasterio pronto desapareció debido a las impertinencias y arbitrariedades de la Princesa. (H.C.D. III, cc. 9-11).
1570 Funda el monasterio de Salamanca (1o. De noviembre). (H.C.D. III, 14).
1571 Pocos meses después funda el de Alba de Tormes (24 de enero). Este año vuelve la Santa a S. José de Avila, por mandato del P. Provincial, F. Angel de Salazar y poco después es elegida por el P. Pedro Fernández, Comisario Apostólico, Priora del convento de la Encarnación. Aceptada con dificultad, la Santa transformó con la ayuda de S. Juan de la Cruz, director espiritual de las religiosas a petición de S. Teresa, moral y espiritualmente el monasterio. (H.C.D. III, 16, 19; V, p. 65 ss).
1573 En febrero de este año el Provincial la mandó al palacio de la Duquesa de Alba para que la consolase. Poco tiempo después de su regreso a la Encarnación tuvo que salir nuevamente para arreglar asuntos de los monasterios de Salamanca y Alba de Tormes. (H.C.D. c. 20, vol. III).
1574 Antes de terminar su trienio de Priora en la Encarnación fundó el monasterio de Segovia. Terminado el asunto el 30 de septiembre regresó a la Encarnación para celebrar el capítulo. Libre del oficio regresó a su convento de S. José, donde ya había sido elegida Priora. (H.C.D. III, 21).
1575 Fundó los monasterios de Beas y Sevilla y mandó monjas para fundar en Caravaca. Permaneció en Sevilla hasta junio de año siguiente (H.C.D. III, cc. 24, 27-29).
1576-80 Este período de tiempo fue el del conflicto con los Calzados. La Santa recibió orden del P. Angel de Salazar, bajo instrucciones del General, de retirarse a un convento de Castilla - el que ella eligiese- con prohibición de salir a nuevas fundaciones. Ella eligió el de Toledo y allí permaneció un año. En el mes de julio de 1577 fue a Avila para poner bajo la jurisdicción de la Orden el monasterio de S. José, que estaba bajo el Ordinario. Este mismo año fue elegida Priora del monasterio de la Encarnación, no obstante la oposición del P. Juan Gutierrez de la Magdalena, Provincial de Castilla que presidía la elección por mandato del Visitador General, Jerónimo Tostado. El P. Gutierrez, viendo el éxito de la elección la dio por nula y excomulgó a las monjas que habían votado por S. Teresa. Convocó a nuevas elecciones, pero las excomulgadas se negaron a ir alegando que la elección canónica ya estaba hecha. Entonces el Magdaleno exasperado nombró a Ana de Aguila y pidió la confirmación del Tostado. No obsta
nte esta arbitraria elección, la Santa gobernó el monasterio durante el trienio. Cuántos trabajos y sufrimientos pasó la Santa durante el tiempo del conflicto no es fácil decirlo. Vuelta la paz y la tranquilidad mediante el breve de separación de Calzados y Descalzos, la Santa reanudó sus fundaciones. (H.C.D. IV, cc. 1-8).
1580-82 En estos últimos años de su vida fundó la Santa todavía 4 monasterios: Villanueva de la Jara, Palencia, Soria y Burgos. Después de esta última fundación regresaba la Santa a Avila, donde había sido elegida Priora el año anterior, pero estando en Medina del Campo recibió orden del P. Antonio de ir a Alba. Obedeció y emprendió el camino, último de su vida. Poco después moría.
Los últimos meses de su vida fueron de sufrimientos continuos, trabajos y contradicciones, por varias causas: la extrema pobreza, o más bien miseria de sus hijas de S. José de Avila; los asuntos íntimos de su familia; los pleitos por el testamento de su hermano Lorenzo de Cepeda; las luchas entre las cabezas de los Descalzos. Todo esto amargó sus últimos días.
El 26 de junio 1582 salió de Burgos en compañía de Ana de S. Bartolomé y de su sobrina Teresita y, pasando por Palencia, Valladolid y Medina del Campo, llegó a Alba el 20 de septiembre. El 29 del mismo mes cayó gravemente enferma. En este convento de Alba, herida por el amor divino, la vejez, los trabajos y la enfermedad, voló al cielo el jueves 4 de octubre de 1582 entre las 9 y 10 de la noche. Vivió 67 años de los cuales, 27 en la Encarnación y 20 en la Descalcez. El día siguiente de su muerte comenzó a computarse el tiempo según la corrección del calendario hecha por Gregorio XIII y, por consiguiente, en lugar del día 5 fue el 15. (H.C.D. IV).
Historia Carmelo V
Cfr.: Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
2. Origenes de las Fundaciones Teresianas.
A. Entre las Monjas.
S. Teresa pensaba que podría hacer por Dios - escribe- y pensé que lo primero era seguir el llamamiento que su Majestad me había hecho a religión, guardando mi Regla con la mayor perfección que pudiese.(Vida 32).
Tales deseos los podía difícilmente cumplir en el monasterio de la Encarnación, primero por la falta de clausura y recogimiento; segundo, porque la Regla que se guardaba era la mitigada.
La idea de fundar un monasterio donde se observase la Regla primitiva, brotó de las conversaciones que tenía con su sobrina María de Ocampo, con Juana Suárez y Doña Guiomar de Ulloa.
Ejecución del propósito y primeras dificultades.- S. Teresa, por orden de Dios, recibidas en una de sus visiones, manifestó a su confesor (P. Baltasar Alvarez, S.J.) sus propósitos y deseos. El P. Baltasar, temiendo dificultades, le aconsejó que lo manifestase al Provincial de los Calzados, Gregorio Fernández y que se atuviese a sus decisiones. El P. Fernández fácilmente aprobó la idea y prometió recibir el monasterio reformado bajo su propia obediencia. S. Pedro de Alcántara también aprobó los deseos de la Santa. (Vida, c.32)
A penas se difundió la noticia por la ciudad se levantó una oposición cerrada y unánime. (Vida, c. 32). La Santa pidió consejo al eminente teólogo P. Pedro Ibañez, O.P., sin decirle nada de la revelación que había tenido. Este le dijo que debería seguir adelante con esa empresa de tanta gloria de Dios. Pero las contradicciones y dificultades aumentaron con el pasar del tiempo. Las monjas de la Encarnación estaban sumamente indignadas con la Santa que - según ellas- con tales pretensiones las trataba de relajadas. Aterrado el Provincial por lo que se decía y comentaba, retiró sus promesas. El confesor de la Santa, al saber la decisión del Provincial y siguiendo un mandato de su propio Rector, P. Dionisio Vázquez, S.J., le prohibió seguirse ocupando del asunto. Ella, afligida pero obediente se sometió a las ordenes del confesor, desistió de la empresa y dejó todo en manos de Dios. Corrían los años de 1560.
Prosigue la empresa.- Si la Santa no podía, ni quería ya ocuparse de la empresa, sus colaboradores no pensaron lo mismo. El P. Ibañez y Doña Guiomar de Ulloa, que no tenían las trabas de la obediencia, prosiguieron el negocio y pidieron a la S. Sede un Breve para la fundación del monasterio. Después de algunos meses llegó el Breve, pero tan genérico e incierto que para el caso prácticamente de nada servía. Mientras tanto, la Santa, a quien ya habían quitado la prohibición de ocuparse del asunto, con toda confianza manifestó sus dificultades al Señor en al oración. Tuvo una nueva revelación en la que se le ordenaba pidiese otro Breve; al mismo tiempo se le mostraban los medios que debía emplear para obtenerlo y la conveniencia de poner el monasterio bajo la jurisdicción del O rdinario. El Breve se pidió a nombre de Doña Guiomar de Ulloa y de su madre, D. Aldonza de Guzmán. Fue pedido en secreto y sin el consentimiento de los Superiores de la Orden.
Mientras el Breve llegaba, pensaba la Santa en preparar la casa. Para hacerlo más en secreto mandó llamar a su cuñado Juan de Ovalle con su esposa, Juana de Ahumada, hermana suya, para que viniesen a Avila y comprasen una casa como si fuera para ellos y la adaptasen para monasterio, según instrucciones que ella les daría. Así se hizo. Las obras comenzaron en el mes de agosto de 1561. Poco después se suspendieron porque el Provincial, P. Angel de Salazar, ordenó a la Santa ir a Toledo para consolar a Doña Luisa de la Cerda. Allí debería permanecer hasta nueva orden. Temiendo por las obras comenzadas, pero obediente como siempre, aceptó S. Teresa la inoportuna orden del Provincial. Marchó a Toledo en los primeros días de 1562 y permaneció en esa ciudad 6 meses. En los primeros días de julio le mandó el Provincial que regresara. El mismo día que llegó a Avila se recibía el Breve. En esto se vio la Providencia de Dios. El Breve había sido dado el 27 de febrero de 1562, en el tercer año del pontificado de Pío IV,
por el Cardenal Ranucio, Prefecto de la Sgda. Penitenciaría. En dicho Breve:
1) Se facultaba a Doña Guiomar de Ulloa y su madre: para que pudieran fundar un solo monasterio, bien estudiada la sujeción a la Regla y Orden de la Bienaventurada María del Monte Carmelo, y bajo la obediencia y guía del Obispo de Avila, sea quien fuere.
2) Se da licencia para hacer la propia legislación: de dictar todas las normas y ordenanzas lícitas y no contrarias al Derecho Canónico, y después que se hayan establecido y prescrito, mejorarlas, reformarlas, y alterarlas en todo o en parte, según lo pidan los tiempos.
3) Dichos estatutos se confirman de hoy para siempre y viceversa tanto los ya redactados como los que deban redactarse, cambiarse o reformarse......
4) Se amonesta a todo los seglares y eclesiásticos, de la misma o de otra Orden, a no atreverse a impedir las disposiciones del Breve.
Apenas recibido el Breve la Santa juzgó que el éxito de la empresa dependía de la prisa que se diera en su ejecución. Le quedaban dos dificultades que superar: El arreglo definitivo de la casa y obtener el consentimiento de D. Alvaro de Mendoza, Obispo de Avila.
Los trabajos de la adaptación de la casa habían sido interrumpidos a causa del viaje S. Teresa a Toledo. Don Juan de Ovalle había enviado a su mujer a Alba, con la intención de marchar también allá. La enfermedad que le sobrevino le impidió cumplir sus planes. Con el pretexto de atenderla la Santa pudo trasladarse a la casa y continuar las obras de adaptación. Fue cosa admirable que la enfermedad que la enfermedad de su cuñado duró todo el tiempo necesario para que la Reformadora terminase su pequeño monasterio. La casa quedó definitivamente preparada en agosto de 1562.
Mayor dificultad fue la de conseguir el consentimiento de D. Alvaro de Mendoza, quien personalmente era contrario a la fundación, sobre todo porque no le parecía que se fundara sin renta. Sólo la autoridad de S. Pedro de Alcántara, a quien el Obispo veneraba profundamente y irresistible influjo de S. Teresa lograron doblegar la renuente voluntad del Obispo. Dio pues su pleno consentimiento para que el monasterio se fundase bajo su jurisdicción y sin renta.
Capilla del Monasterio de San José
Historia Carmelo VI
Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
Inauguración del monasterio de San José de Avila:
Tuvo lugar el 24 de agosto de 1562. Por la mañana una campanilla sorda, pero alegre, anunció a los habitantes de Avila el nacimiento de las Fundaciones Teresianas. Esa misma mañana tomaron hábitos las novicias escogidas por S. Teresa: Antonia de Henao (del Espíritu Santo), hija espiritual de S. Pedro de Alcántara; María de la Paz (de la Cruz), criada de Doña Guiomar de Ulloa; Ursula de Revilla (de los Santos), hija espiritual de Gaspar Daza, y María de Avila (de S. José), hermana de Julián de Avila. Celebró la Misa y puso el Smo. Sacramento Gaspar Daza.
Después de que los deseos íntimos de la Fundadora se transformaron en un propósito más amplio, que la llevó a la fundación del primer monasterio descalzo y a la de otros más, pensó en establecer para sus fundaciones un fin cierto y específico.
El primer fin es la consecución de la perfección propia mediante la observancia de los consejos evangélicos según la Regla Primitiva de la Orden.
El fin especial, es de orar por la salvación de las almas y por los defensores de la fe, sacerdotes y Prelados de la Iglesia (cf. Camino 1, 5). A este fin está ordenada la observancia regular: y cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen en esto que he dicho, pensad que no hacéis ni cumplís el fin para que aquí os juntó el Señor (Cam. 3, 10).
Género de vida. Consecuencia de este fin debía ser el género de vida del primer monasterio fundado. Se impuso la Regla Inocenciana con todo su rigor: perpetua abstinencia, ayuno siete meses al año, retiro de celda, perfecta clausura, continua oración, etc.
En cuanto a la pobreza hay que notar lo siguiente: cuando pensó S. Teresa fundar el primer monasterio no era mi intención - dice - hubiese tanta aspereza en lo exterior, ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera posibilidad para que no faltara nada (Cf. Cam. 1,1). Más aún, parece que S. Teresa ignoraba que la Regla Primitiva mandase pobreza absoluta, puesto que en el Breve de la fundación se establecía que pudiesen tener renta.
Los intentos de la Santa de Avila se mudaron debido a los consejos de S. Pedro de Alcántara y a las conversaciones que tuvo con la Venerable María de Jesús, fundadora del monasterio de Alcalá, en el palacio de Doña Luisa de la Cerda. La Santa obtuvo un rescripto de la S. Sede (5 de diciembre de 1562) en el que se derogaba la cláusula del Breve de la fundación que daba facultad de tener rentas: bienes de cualquier índole, ya comunes ya particulares y se establecía: que de ninguna manera podáis tener y poseer bienes en común o en particular. El monasterio se fundó en absoluta pobreza.
Cuando al rigor externo de la vida, además de lo que se establece en la Regla Primitiva pocas cosas añadió S. Teresa en las Constituciones. Aunque rigurosísima consigo misma, para con sus hijas - y más tarde con sus hijos - se inclinaba más a la moderación. Ella misma lo dice escribiendo al P. Mariano (12/XII/1576): Entienda, mi padre, que yo soy amiga de apretar mucho en las virtudes mas no en el rigor, como lo verá por esta nuestras casas. Y en las Constituciones dice a la Maestra de Novicias: Haga más caso de que no haya falta en las virtudes que en el rigor de la penitencia.
Las Constituciones. Al principio la vida del primer monasterio fundado se regulaba según lo establecido por la Santa. Sustancialmente se seguían las Constituciones de la Encarnación. Después fue preciso establecer reglas fijas, cosa que hizo S. Teresa con la facultad que le daba el Breve. Consta por varios testimonios fidedignos que ella misma redactó las Constituciones.
No sabemos exactamente cuando escribió S. Teresa las Constituciones. Ciertamente antes del año 1567. Fue entonces cuando el P. Rubeo las vio y aprobó. A esta aprobación se refiere sin duda la Santa cuando escribe en las Fundaciones: Hizo (el P. Gracián) constituciones para los frailes, que nosotras ya las teníamos de nuestro Reverendísimo P. General (es decir, aprobadas por él). (c. 23).
Fuentes de las Constituciones. En parte S. Teresa se sirvió para la redacción de sus Constituciones de las del Monasterio de la Encarnación. De esta tomó la división general de la materia; más aún, algunas cosas las transcribió literalmente (v.gr. lo del capítulo conventual, lo de las penas). La mayor parte, con todo, se la dictó la propia experiencia y el consejo de otros. De aquí que muchas cosas de las Constituciones de la Encarnación quedaron suprimidas por su inutilidad; otras se acomodaron a la vida reformada, otras se añadieron (v.gr. las disposiciones sobre la clausura, pobreza, trabajo manual, etc.).
Autógrafo. El autógrafo de las Constituciones de la Santa de Avila que se conservó en el Archivo de la Congregación de España hasta fines del siglo XVIII, ya no existe. Pereció probablemente en la exclaustración de 1835. Con todo, de él se sacaron varias copias. De estas, una la conservan las monjas del monasterio de Alcalá (La Imagen), otra el monasterio de Lisboa.
Contenido de las Constituciones. Consta de 16 títulos sin numeración y de un apéndice sin título. La materia se divide en tres partes: la primera trata de aquellas cosas que pertenecen a la vida regular y espiritual (tit. 1-9); la segunda, de los oficios de la comunidad y del capítulo conventual (tit. 10-11); la tercera, de las culpas y penas (tit. 12-16). En el apéndice se habla de la disciplina.
No hay en estos títulos una cuidadosa y estudiada disposición, principalmente en la primera parte, sino que cada título contiene disposiciones acerca de varias materias. El estilo es espontáneo y familiar. Los textos latinos están puestos según sonaban en los oídos de la Santa, por ejemplo, al final del capítulo de culpas diga la que preside: Sid nomen Domine Benedito. Responda el convento: Eso nunque edusque in secula.
Orden de los títulos.
1. De la orden que se ha de tener en las cosas espirituales.
2. Qué días se ha de recibir al Señor en su oficio.
3. De lo temporal.
4. De los ayunos.
5. De la clausura.
6. Del tomar novicias.
7. De los oficios humildes.
8. De las enfermas.
9. De las difuntas.
10. De lo que esta obligado a hacer cada una
11. Del capítulo de culpas graves.
12. De leve culpa.
13. De media culpa.
14. De grave culpa.
15. De más grave culpa.
16. De gravísima culpa.
(Apéndice). De la disciplina.
Adiciones y cambios. Estas Constituciones no podían ser definitivas, principalmente después que se fundaron varios monasterios y creció la Orden. Muchas circunstancias no previstas aparecieron y motivaron algunas adiciones y algunos cambios en la legislación primitiva.
Muchas circunstancias no previstas aparecieron y motivaron algunas adiciones y algunos cambios en la legislación primitiva. 3 Fueron los principales:
1) En 1571, el P. Pedro Fernández, O.P., Comisario Apostólico, de acuerdo con la Reforma añadió algunas actas a las Constituciones. En ellas se determinaba entre otras cosas: a) que los monasterios reformados estén sujetos al General de la Orden directamente; b) que fueran visitados por descalzos habiendo persona tal; c) que las monjas de la Antigua Observancia que pasaran a la Reforma no pudiesen ser Prioras sino después de haber renunciado a la mitigación; d) que en los monasterios de absoluta pobreza las monjas no fuesen más de 13 o 14, y en los conventos de renta no más de 20; e) que los descalzos no fuesen capellanes de los monasterios.
2) En 1576 el P. Gracián, Comisario Apostólico, confirmó la actas de P. Fernández e introdujo algunas modificaciones más: a) que las horas menores se pudiesen dividir, de tal manera que una o dos pudieran, al arbitrio de la Priora, recitarse después de la misa; b) que la oración que se hacía antes de Maitines, se hiciese después de Completas desde el 14 de septiembre a Pascuas; c) que la hora de lectura espiritual que tenía que hacerse después de Vísperas se contase juntamente con ellas, aunque fuesen cantadas; d) que donde no bastasen las limosnas se tuviesen rentas.
3) Finalmente, el Capítulo de Alcalá de 1581 revisó toda la legislación de la Reforma, incluso las Constituciones de las monjas, las cuales fueron corregidas siguiendo las sugerencias de S. Teresa. Para hacer las (Constitucuiones) de las monjas - escribe el autor de la Reforma de los Descalzos - se vieron las que nuestra gloriosa Madre S. Teresa de Jesús había hecho para el convento de Avila, las que amplio el Revmo. General Bautista Rubeo, y los advertimientos que la Santa envió al Capítulo, que no fueron pocos (Reforma I, 1.V, c. 10).
Historia Carmelo VII
Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
B) La fundadora entre los Frailes.
La fundación del monasterio de S. José no fue sino la semilla de una obra gigantesca. Santa Teresa no descanso con esto. Por el contrario, ardiendo en deseos de ayudar a la Iglesia concibió poco a poco un plan más basto de reforma. Ella misma nos cuenta esta lenta evolución de su pensamiento en el capítulo primero de las Fundaciones. Por este tiempo llegaron a sus oídos las noticias de los males de Francia, y la vida miserable de los indios en América le fue descrita por Fr. Alonso de Maldonado. La impresión que le causaron los sucesos de Francia nos la cuenta en el capítulo primero del Camino de Perfección. Cómo reaccionó ante la narración del misionero franciscano nos lo dice ella misma: Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mí. Fuíme a una ermita con hartas lágrimas; clamaba a nuestro Señor suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio, pues tantas le llevaba el demonio, y que pudiese mi oración algo, ya que no era para más. Había gra
n envidia a los que podía por amor de Nuestro Señor emplearse en esto aunque pasasen mil muertes. Y así me acaece que cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace más ternura y más envidia, que todos los martirios que padecen, por ser esta la inclinación que Nuestro Señor me ha dado, pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos, que todos los servicios que le podemos hacer.
Pues andando yo con esta pena tan grande, una noche, estando en oración, representóseme Nuestro Señor de la manera que suele, y mostrándome mucho amor a manera de quererme consolar, me dijo: Espera un poco, hija, y verás grandes cosas. Y aunque no podía atinar, por mucho que pensaba en ello, que podría ser, ni veía caminos para poderlo imaginar, quedé muy consolada y con gran certidumbre que serían verdaderas estas palabras..... Así se pasó a mi parecer otro medio año, y después de esto, sucedió lo que ahora diré (Fund. c.1).
Lo que sucedió es lo que cuenta la Santa en el capítulo siguiente, a saber, la visita del General, P. Rubeo, que le concedió licencia para fundar otros monasterios reformados, no sólo de monjas sino también de frailes. Así se le abría la puerta para satisfacer, por medio de sus hijos, sus ansias apostólicas. S. Teresa vio en esto el cumplimiento de las palabras de N. Señor:
Acordándome de las palabras de Nuestro Señor me había dicho, veía yo algún principio de lo que antes no podía entender (Fund. 2, 4).
Fin de la Reforma. De estos testimonios de S. Teresa se deduce claramente que el fin que perseguía al reformar a las monjas y a los frailes era esencialmente apostólico. Pueden leerse: Camino 1, 5; 3, 1; 3, 10. - Las primeras religiosas y los primeros descalzos testifican otro tanto, (cf. testimonios de Teresa de Cepeda, María de S. José, Isabel de S. Domingo, en H.C.D. II, 253 - 257). El P. Gracián escribe a este respecto: ..... y como comuniqué tanto tiempo y con tanta particularidad a la Madre Teresa de Jesús, cuyo espíritu era de celo y de conversión de todo el mundo, pegóseme más este modo (Peregrinación de Anatasio III). Otro gran descalzo, el Venerable Juan de Jesús María en su opúsculo Assertio Missionum afirma claramente:
¿Quién osará negar que su intención (de Santa Teresa) era hacer con nuestros hermanos, sus hijos, lo que no pudo hacer con sus hijas?
Y en su Compendio vitae B. V. Teresiae:
Ciertamente no fue un invento nuevo de Santa Teresa el haber lanzado a hombres contemplativos en pos de la salvación del prójimo..... Pero la mayor gloria de Teresa fue que, con una amplia perspectiva, acrecentó el ilustre de un antiguo Instituto el cual, conservando su propia característica, se vio perfeccionado con nuevos valores.
De lo que claramente se deduce que los seguidores de tal Reforma no satisfacen a la finalidad de su Instituto ni al propósito de la Virgen, si unicamente se dedican a la contemplación y al perfeccionamiento propio y, limitando su acción a dichos fines, no aspiran a la conversión de los infieles.
Finalmente, el mismo Venerable en el proceso de Beatificación de S. Teresa respondió así a la pregunta sobre el fin que pretendió ella al reformar a los religiosos:
El fin principal que tuvo al inicial la nueva reforma fue prestar ayuda para la conversión de los herejes e infieles y para el crecimiento de la Iglesia, por medio de la oración y de todos los medios posibles.
Principio de la Reforma entre los Frailes. En 1567, cuando el P. Rubeo estuvo en Avila, la Santa no atreviéndose a pedirle la licencia para la Reforma de los religiosos directamente, lo hizo a través del Obispo de Avila, Dn. Alvaro de Mendoza. El P. Rubeo no quiso concederla temiendo crear dificultades en la Provincia de Castilla.
No se desalentó S. Teresa ante esta primera negativa. Poco después escribió al General suplicándoselo lo mejor que yo supe, dando las causas por donde sería gran servicio de Dios, y (diciendo que) los inconvenientes que podía haber no eran bastantes para dejar tan buena obra, y poniéndole delante el servicio que haría a Nuestra Señora, de quien era muy devoto (Fund. 2, 5).
Historia Carmelo VIII
Cfr.: Camilo Maccise, ocd., Apuntes de Historia de la Orden del Carmen., México, 1978.
La fundadora entre los Frailes. (continuación)
La carta convenció al General. Este concedió la licencia en Barcelona el 16 de agosto de 1567 por medio de unas patentes en las que, supuesto el consentimiento del Provincial actual de Castilla (P. Alonso González), establecía entre otras cosas lo siguiente:
a) Se daba facultad a ambos Provinciales para que puedan recibir dos casas con iglesias en nombre de N. Orden, de n.ra profesión, de n.ra obediencia y n.ro hábito;
b) en dichas casas pongan prior y frayles que querran vivir en toda reformación;
c) tales religiosos vivan perpetuamente juntos en la obediencia de la Provincia de Castilla;
d) aquellos que en cualquier tiempo de cualquier modo con favor de los señores y con breves y otras concessiones de Roma se opusieran a tal determinación, son declarados ya desde ahora e ipso facto, hombres movidos y tentados del mal espíritu, autores de sediciones, de rixas, contiendas y ambiciones con engaños y perdición de almas...... perturbadores de la paz, prevaricadores de su obediencia y de sus promissiones (Regesta Rubei, p. 57). (Acerca del valor jurídico de estas prescripciones, cf. Sanjuanística, p. 420).
Estas patentes fueron enviadas al P. Mariano León, Procurador General para las Provincias de España. Este a su vez envió a ambos Provinciales. Los Provinciales accedieron. A Santa Teresa le quedaban ya sólo por delante dos problemas el de encontrar religiosos aptos y el de conseguir una casa para dar principio a la vida reformada. (cf. Fund. 2, 6).
El primer problema se resolvió pronto. Ese mismo año mientras se ocupaba de la fundación del monasterio de Medina del Campo, manifestó sus intentos al P. Antonio Heredia, Prior de los Carmelitas de esa ciudad, para pedirle consejo. El Padre, entusiasmado se ofreció para ser el primero en abrazar a la Reforma: ...... y me prometió que sería el primero. Yo lo tuve por cosa de burla, y así se lo dije; porque aunque siempre fue buen fraile y recogido, y muy estudioso y amigo de su celda, que era letrado, para principio semejante no me pareció sería; ni tendría espíritu ni llevaría adelante el rigor que era menester, por ser delicado y no mostrado a ello. El me aseguraba mucho, y certificó que había muchos días que el Señor le llamaba para vida más estrecha, y así tenía ya determinado de irse a los Cartujos, y le tenían ya dicho le recibirían. Con todo esto, no estaba muy satisfecha, aunque me alegraba de oirle, y roguéle que nos detuviésemos algún tiempo, y él se ejercitase en las cosas que había de prometer. Y a
sí se hizo (Fund. 3, 16).
Poco después, el mismo P. Antonio le habló de un joven religioso llamado Juan de S. Matías, que en esos días (agosto de 1567) había venido de Salamanca a Medina para cantar su primera misa. Santa Teresa tuvo una conversación con Fr. Juan.
Y hablándole - escribe ella misma - contentóme mucho, y supe que él cómo se quería también ir a los Cartujos. Yo le dije lo que pretendía, y le rogué mucho que esperase hasta que el Señor nos diese monasterio.... El me dio palabra de hacerlo, con que no se tardase mucho. Cuando yo ví ya que tenía dos frailes para comenzar, parecióme estaba hecho el negocio, aunque todavía no estaba tan satisfecha del Prior..... (Fund. 3, 17). Según la tradición, al regresar a su monasterio, la Santa, después del coloquio con Sn. Juan de la Cruz, habría dicho a sus religiosos: Ayúdenme, hijas, a dar gracias a nuestro Señor, que ya tengo fraile y medio para comenzar la reforma de los religiosos. (cf. B.M.C. 5, p. 30 y HCD III, p. 115-116).
Fr. Juan volvió a Salamanca para continuar los estudios. La Reformadora, ocupada en las fundaciones de Valladolid y Malagón se dedicó también a buscar una casa para los frailes. Finalmente un señor de Avila, Rafael Mejía y Velázquez, le ofreció una en un pueblo equidistante 40 Km. aproximadamente de Avila y Salamanca, DURUELO. Allá fue la Santa en junio de 1568, y a su regreso a Medina contó al P. Antonio y a Fr. Juan lo que había visto y les indicó el estado miserable en que se encontraba la casa. (Fund. 13, 3). El P. Antonio respondió: que no sólo allí, mas que estaría en una pocilga. Fr. Juan de la Cruz estaba en lo mismo (ib. n. 4).
Así las cosas, S. Teresa encomendó al P. Antonio el procurar lo necesario para la nueva fundación, mientras que ella marchaba con S. Juan de la Cruz para Valladolid para establecer un nuevo monasterio. Durante los tres meses que Fr. Juan acompañó a la Santa en esa fundación, ella lo tomó por su confesor y lo instruyó acerca del espíritu de la vida reformada. (cf. Fund. 13, 5).
Inauguración del primer convento reformado. A fines de septiembre de 1568, después de haber obtenido la licencia definitiva de los dos Provinciales, Fr. Juan marchó a Duruelo con un albañil, para preparar la casa. No lo pudo acompañar Fr. Antonio, porque el Provincial no le había todavía designado un substituto en el cargo de Prior. La casa se adaptó según las indicaciones de la Santa (cf. Fund. 13, 3).
A fines de noviembre estuvo todo listo. El P. Antonio fue a Duruelo acompañado de otro religioso, todavía no sacerdote, llamado Fr. José y del P. Provincial, Fr. Alonso González. Llegaron a la aldea el 27 de noviembre. Al día siguiente, 28 de noviembre, primer domingo de Adviento, se erigió el nuevo convento reformado bajo la advocación de la Virgen del Carmen. El Provincial celebró la Misa; los tres religiosos renovaron la profesión según la Regla Inocenciana tomando nuevos nombres: Antonio de Jesús, Juan de la Cruz, José de Cristo.
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