Vídeo de la Audiencia con el Papa Benedicto XVI y los Carmelitas Descalzos (en italiano)
Udienza con il Papa Benedetto XVII e i Carmelitani Scalzi. Sala Clementina (Vaticano) 19 maggio 2011. Nel 75º Anniversario della Pontificia Facoltà Teologica del Teresianum. Roma. Audiencia con el Papa Benedicto XVI y los Carmelitas Descalzos.
DISCURSO DEL SANTO PADRE
¡Queridos hermanos y hermanas!
Es un gozo encontrarme y unirme a vosotros en la acción de gracias a Dios por el 75 aniversario de la
Pontificia Facultad Teológica del Teresianum. Saludo cordialmente al Gran Canciller Canciller, al P. Saverio
Cannistrà, Prepósito General de la Orden de los Carmelitas Descalzos, y le agradezco las bellas palabras que
me ha dirigido; acojo con gusto también los Padres de la Casa Generalicia. Saludo al rector, P. Aniano Álvarez‐
Suárez, autoridades académicas, a todo el profesorado del Teresianum, y con afecto os saludo también a
vosotros, queridos estudiantes, Carmelitas Descalzos, religiosos y religiosas de varias Órdenes, sacerdotes y
seminaristas. Han pasado, tres cuartos de siglo desde aquel 16 de julio de 1935, memoria litúrgica de la
Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, donde en el entonces Colegio Internacional del Orden de los
Carmelitas Descalzos de Roma fue erigida la Facultad Teológica. Desde el principio se dedicó a la
profundización de la teología espiritual dentro del marco de la antropología. A lo largo de estos años, se ha
puesto en marcha también el Instituto de Espiritualidad, que junto a la Facultad Teológica constituye el
conjunto académico conocido bajo el nombre de Teresianum.
Echando una mirada retrospectiva a la historia de esta Institución, alabamos a Dios por las maravillas
que ha cumplido en ella y, a través de ella, en tantos estudiantes que la han frecuentado. Ante todo, porque
formar parte de esta comunidad académica constituye una peculiar experiencia eclesial, enriquecida por toda
la historia de una gran familia espiritual como es la Orden de los Carmelitas Descalzos. Pensamos en el amplio
movimiento de renovación originado en la Iglesia por el testimonio de santa Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Ello suscitó aquel reavivarse de ideales y de fervores de vida contemplativa en el siglo XVI, inflamado Europa y
el mundo entero. Queridos estudiantes, sobre las huellas de este carisma también se coloca vuestro trabajo de
profundización antropológica y teológica, la tarea de penetrar el misterio de Cristo, con esa inteligencia del
corazón que es al mismo tiempo un conocer y un amar; eso exige que Jesús esté al centro de todo, de vuestra
afectividad y pensamientos, de vuestro tiempo de oración, en el estudio y en la acción, en todo vuestro vivir. El
es el “libro vivo” como lo fue para Santa Teresa de Avila, que afirmaba: “para descubrir la verdad no tuve otro
libro que Dios” (cf. V 26,5). Animo a cada uno de vosotros a poder decir con san Pablo: “todo es pérdida en
comparación con la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús” (Fp 3,8).
Con este propósito, quisiera recordar la descripción que santa Teresa hace de su experiencia interior
de conversión, tal como ella misma la vivió un día ante el crucificado. Dice: "Apenas lo miré… fue tanto lo que
sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y me arrojé ante
El con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no
ofenderle,"(V 9,1).Con el mismo ímpetu, la Santa parece pedírnoslo también a nosotros: ¿cómo quedarnos
indiferentes ante tanto amor? ¿Cómo ignorar a Aquel que nos ha querido con tanta misericordia? El amor del
Redentor merece toda la atención del corazón y la mente y puede activar en nosotros aquel admirable círculo
donde amor y conocimiento se nutren recíprocamente. Durante vuestros estudios teológicos, tened siempre la
mirada puesta en el motivo último por el que los habéis comenzado, es decir en Jesús, que “nos ha amado y ha
dado su vida por nosotros" (cfr 1Jn 3,16). Sed conscientes que estos años de estudio son un don precioso de la
Providencia divina; don que hay que acoger con fe y vivirlo con diligencia, como una oportunidad irrepetible
para crecer en el conocimiento del misterio de Cristo.
En el contexto actual tiene una gran importancia la profundización en la espiritualidad cristiana a
partir de sus presupuestos antropológicos. Una preparación específica es importante para capacitarnos a la
enseñanza de esta disciplina, pero constituye una gracia aun más grande por el bagaje sapiencial que lleva
consigo orientado a la delicada tarea de la dirección espiritual. Como lo ha hecho siempre, la Iglesia sigue
recomendando hoy la práctica de la dirección espiritual, no sólo a los que desean seguir de cerca a Dios, sino
para todo cristiano que quiera vivir con responsabilidad el propio Bautismo, es decir la vida nueva en Cristo. De
hecho todos, y de un modo particular los que han acogido la llamada de Dios para seguirlo más de cerca,
necesitan ser acompañados personalmente por una guía segura en la doctrina y experta en las cosas de Dios;
ésta puede ayudar a evitar fáciles subjetivismos, poniendo a disposición el propio bagaje de conocimientos y
experiencias vividas en el seguimiento de Jesús. Se trata de instaurar la misma relación personal que el Señor
tenía con sus discípulos, esa relación especial que los ha llevado tras El, a abrazar la voluntad del Padre (cfr. Lc
22,42), a abrazar la cruz. También vosotros, queridos amigos, en la medida en que estéis llamados a esta
insustituible tarea, sacad partido de este tesoro que habéis aprendido en estos años de estudio, para
acompañar a cuantos la providencia divina os confíe, ayudándolos en el discernimiento del espíritu y en la
capacidad de favorecer las mociones del Espíritu Santo, para conducirlos a la plenitud de la gracia, como dice
san Pablo, "hasta alcanzar medida de la plenitud de Cristo" (Ef 4,13).
Queridos amigos, vosotros provenís de muchas partes del mundo. Aquí en Roma, que vuestro corazón
y vuestra inteligencia se abren a la dimensión universal de la Iglesia, estáis invitados a sentir cum Ecclesia, en
profunda sintonía con el Sucesor de Pietro. Os exhorto, por tanto, a vivir siempre una mayor y más apasionada
capacidad de querer y de servir a la Iglesia. En este tiempo pascual, le pedimos al Señor Resucitado el regalo
de su Espíritu, y lo hacemos sostenidos por la oración de la Virgen María; Ella, que en el cenáculo invocó con
los Apóstoles el Paráclito, os obtenga el regalo de la sabiduría del corazón y una renovada efusión de dones
celestes para el futuro que os espera. Por intercesión de la Madre de Dios y de santa Teresa de Jesús y Juan de
la Cruz, imparto de corazón a la comunidad del Teresianum y a la entera Familia carmelita la Bendición
Apostólica.
Ringraziamento di P. François-Marie Léthel ocd., a tutte le Sorelle e Fratelli della Famiglia del Carmelo
e a tutti gli Amici che hanno sostenuto con la preghiera gli esercizi spirituali predicati per il Papa e la Curia Romana
(13-19 marzo 2011)
Cari Fratelli e Sorelle, cari Amici,
Il 4 febbraio scorso, quando la mia nomina è stata resa pubblica, ho scritto subito una lettera per chiedervi il sostegno della preghiera per il compimento di questa missione che il nostro Papa Benedetto XVI mi aveva affidato. Adesso, sento il dovere di ringraziarvi tutti, perché ho sperimentato intensamente di essere portato da un'immensa corrente spirituale, mentre mi sentivo piccolo, tanto piccolo per una missione talmente grande, troppo grande per me. Grazie a voi, tutto è andato molto bene, molto meglio di tutto ciò che potevo pensare. Fra poco, potrete leggere il testo delle 17 meditazioni, che uscirà prima in italiano e che poi sarà tradotto in diverse lingue. Mi limiterò a citare tre brani di queste meditazioni, in relazione con le parole pronunciate e scritte dal Papa alla fine, che riporterò integralmente.
La prima meditazione, pronunciata durante i Vespri della Domenica 13 marzo, davanti al Santissimo Sacramento esposto, iniziava con queste parole:
"Beatissimo Padre, Venerabili Padri, Cari Fratelli,
Quando il Cardinale Tarcisio Bertone mi ha chiamato per dirmi che il Santo Padre aveva scelto me come predicatore degli esercizi spirituali della Quaresima per Lui e la Curia Romana quest'anno, ho subito detto di sì, nell'obbedienza al Signore Gesù attraverso la Persona del suo Vicario, affidandomi alla forza dello Spirito Santo e all'aiuto materno di Maria, per compiere questa missione, una missione troppo grande per me. Era la mattina del 31 gennaio scorso, festa di san Giovanni Bosco. Subito ho voluto celebrare l'Eucaristia a questa intenzione, poi, sono andato al santuario della Madonna del Divino Amore, dove sono rimasto tutto il pomeriggio in preghiera. Lì mi è venuta con grande chiarezza la Luce sull'orientamento di questi esercizi come preparazione spirituale alla beatificazione di Giovanni Paolo II. Mi veniva anche chiaro il titolo: La Luce di Cristo nel Cuore della Chiesa e il sottotitolo: Giovanni Paolo II e la Teologia dei Santi, e anche la scelta delle sante e dei santi che ci guideranno in questi giorni di ritiro. Ho dovuto in seguito scrivere tutte queste meditazioni, cercando di lavorare il più possibile nella preghiera, come lo faceva Giovanni Paolo II, davanti al Santissimo Sacramento, per raccogliere e comunicare la sua Luce".
Il Papa e tutti i partecipanti (circa 80 persone: Cardinali, Vescovi e Sacerdoti), avevano in mano un libretto con una breve presentazione e i titoli di tutte le meditazioni. Sulla copertina si vedeva l'immagine del "girotondo dei santi", dipinta dal beato fra Angelico, dove i Santi e gli Angeli si danno la mano. E' stata veramente l'icona di questi esercizi, che ha colpito tutti e ha molto contribuito per il clima di semplicità e gioia evangelica che ha caratterizzato questi giorni di grazia. L'ultimo giorno, il Papa stesso ha fatto riferimento a questo "girotondo dei santi", e il Cardinale Sodano dopo di lui nel suo breve saluto!
Prima di ogni meditazione, il testo scritto era comunicato a tutti in forma di libretto. Parlavo con grande libertà, cercando di non superare il tempo previsto (30 minuti). Santa Teresa di Lisieux è stata privilegiata, con 4 meditazioni. Nella prima che la riguardava, ho voluto ricordare l'essenziale contributo del nostro Ordine e dei nostri Superiori per il suo Dottorato. Ecco dunque le parole che ho pronunciato davanti al Papa e ai Cardinali:
"Personalmente ho avuto la grande grazia di partecipare alla preparazione del Dottorato di Teresa di Lisieux, con la mia famiglia religiosa del Carmelo, e particolarmente con il nostro Teresianum di Roma. Ricordo come alla fine del febbraio 1997, tramite la Segreteria di Stato, Giovanni Paolo II aveva chiesto al nostro Superiore Generale dei Carmelitani Scalzi, P. Camilo Maccise, di preparare una Positio in pochissimo tempo (solo un mese e mezzo, esattamente lo stesso tempo che ho avuto per la preparazione di questi esercizi!). Subito, il P. Camilo si è impegnato con tanta intelligenza e generosità per animare questo lavoro di gruppo, che è stato sicuramente il nostro più grande servizio al Magistero di Giovanni Paolo II. Ha avuto un ruolo molto importante Mons. Guy Gaucher, vescovo ausiliare di Lisieux, e anche due professori del Teresianum che sono adesso nella Casa del Padre: P. Jesus Castellano e P. Mario Caprioli. La Positio mette in luce la eminens doctrina contenuta nei suoi Scritti e la sua straordinaria ricezione ecclesiale, continua e crescente, in tutto il mondo".
Con queste parole, e anche ad altri momenti, ho sempre voluto esprimermi davanti al Papa ed ai suoi Collaboratori come Carmelitano Teresiano, e non come un semplice individuo, un teologo "privato". E questo ha prodotto un effetto pienamente positivo, a tal punto di essere ripreso dallo stesso Santo Padre nella sua Lettera di ringraziamento! Ed è motivo di grande gioia per noi tutti!
Il giorno più bello di questi esercizi è stato evidentemente l'ultimo, nella solennità di san Giuseppe Redemptoris Custos, Patrono della Chiesa Universale, Patrono di battesimo del Papa, e tanto caro alla Santa Madre Teresa e a noi suoi figli! L'insegnamento della Madre era al cuore dell'ultima meditazione su san Giuseppe. Ho specialmente insistito sul profondo significato ecclesiologico della sua prima fondazione, di questa piccola casa di san Giuseppe d'Avila, nella quale Gesù è presente al centro, mentre Maria e Giuseppe custodiscono le due porte (cf Vita, 32/11). Questo vale anche per l'intera Chiesa, e ne abbiamo fatto l'esperienza con il Papa e i Cardinali durante questi giorni, in un clima spirituale che era proprio quello della Santa Famiglia.
Alla fine di quest'ultima meditazione, mi sono alzato, e davanti a tutti, ho detto al Papa queste parole:
"Beatissimo Padre, l'ultima mia parola è rivolta a Lei. Grazie! Non troverò mai le parole sufficienti per ringraziarla di avermi chiesto questo servizio, questa missione così grande e bella di predicare questi esercizi spirituali per Lei e la Curia Romana. E' stata per me una grazia immensa, sicuramente una delle più grandi della mia vita, insieme alla mia professione religiosa e alla mia ordinazione sacerdotale.
E' stata per me una straordinaria esperienza di Luce, proprio di Gesù Luce del Mondo. La Luce di Cristo nel Cuore della Chiesa: queste quattro parole mi erano venute con tanta chiarezza quando pregavo alla Madonna del Divino Amore, il 31 gennaio, festa di Don Bosco, lo stesso giorno nel quale il Cardinale Bertone mi aveva affidato da parte Sua questa grande missione! Nell'intensa preparazione delle meditazioni, queste quattro parole sono diventate sempre più luminose!
All'inizio, quando ho detto il mio "sì", mi sembrava una cosa impossibile scrivere queste 17 meditazioni in un tempo così breve. Ma poi, pregando di nuovo alla Madonna del Divino Amore, ho capito meglio che "nulla è impossibile a Dio", e ho deciso, contando sull'aiuto della sua grazia, di scrivere tutto prima degli esercizi, sapendo che Lei, Santità, sarebbe contento di avere il testo all'inizio, e che sarebbe bello pubblicare queste meditazioni prima della beatificazione di Giovanni Paolo II.
Posso dirLe che ho scritto nell'obbedienza e nella fiducia, con un'immersione nella preghiera e nel lavoro completamente nuova riguardo a tutti ciò che avevo potuto sperimentare nel passato. Mi sentivo tanto piccolo, sempre più piccolo, davanti ad una chiamata così grande, troppo grande per me. Ma ho vissuto questa piccolezza con Maria, e con l'aiuto della mia grande Maestra santa Teresa di Lisieux, mettendomi totalmente nelle Mani di Dio per scrivere queste meditazioni "su misura" per Lei, Beatissimo Padre. Ho sperimentato più che mai come l'obbedienza ci fa entrare in nuove dimensioni, ed è stata per me una riscoperta, completamente nuova, di questa "grande scienza dei santi", come un immenso tesoro che appartiene alla Chiesa, e non a me.
E' stata per me una grazia immensa pregare ogni giorno con Lei, Santità. Anche ogni giorno andavo a pregare un lungo momento alla tomba di Giovanni Paolo II, pregandolo per Lei per tutta la Chiesa, per tutto il mondo, rinnovando con lui il "Totus Tuus". E' veramente lui che ha guidato i nostri esercizi spirituali prima della sua beatificazione. E' lui che ha guidato il nostro "girotondo" dei santi. E' lui che sarà un eccezionale specchio della Luce di Cristo Risorto per noi e per tutto il mondo.
Beatissimo Padre, in questa solennità di san Giuseppe, suo Patrono di Battesimo, siamo tutti qui riuniti in profonda comunione con Lei. Affidiamo oggi alla protezione di san Giuseppe la Sua Persona, la Sua Missione di Pastore Universale, il suo personale cammino di Santità, affinché Lei continui a portare nel nostro mondo la grande Verità che risplende nel grande Amore, e che è la Luce dell'Amore di Gesù!"
Subito dopo queste parole, il Santo Padre è venuto vicino all'altare e ha parlato spontaneamente, senza leggere. E' stato per me il momento più bello. Era la sua risposta, breve, ma tanto luminosa, a tutto ciò che avevo cercato di esprimere attraverso le meditazioni. Ecco le sue parole:
"Cari Fratelli,
caro Padre Léthel,
alla fine di questo cammino di riflessione, di meditazione, di preghiera in compagnia dei Santi amici di Papa Giovanni Paolo II, vorrei dire di tutto cuore: Grazie a Lei, Padre Léthel, per la Sua guida sicura, per la ricchezza spirituale che ci ha donato. I Santi: Lei ce li ha mostrati come “stelle” nel firmamento della Storia e, con il Suo entusiasmo e la Sua gioia, Lei ci ha inserito nel girotondo di questi Santi e ci ha mostrato che proprio i Santi “piccoli” sono i Santi “grandi”. Ci ha mostrato che la scientia fidei e la scientia amoris vanno insieme e si completano, che la ragione grande e il grande amore vanno insieme, anzi che il grande amore vede più della ragione sola.
La Provvidenza ha voluto che questi Esercizi si concludano con la festa di San Giuseppe, mio Patrono personale e Patrono della Santa Chiesa: un umile santo, un umile lavoratore. che è stato reso degno di essere Custode del Redentore.
San Matteo caratterizza san Giuseppe con una parola: “Era un giusto”, “dikaios”, da “dike”, e nella visione dell’Antico Testamento, come la troviamo per esempio nel Salmo 1, “giusto” è l’uomo che è immerso nella Parola di Dio, che vive nella Parola di Dio, che vive la Legge non come “giogo”, ma come “gioia”, vive – potremmo dire – la Legge come “Vangelo”. San Giuseppe era giusto, era immerso nella Parola di Dio, scritta, trasmessa nella saggezza del suo popolo, e proprio in questo modo era preparato e chiamato a conoscere il Verbo Incarnato - il Verbo venuto tra noi come uomo -, e predestinato a custodire, a proteggere questo Verbo Incarnato; questa rimane la sua missione per sempre: custodire la Santa Chiesa e il Nostro Signore.
Ci affidiamo in questo momento alla sua custodia, preghiamo perché ci aiuti nel nostro umile servizio. Andiamo avanti con coraggio sotto questa protezione. Siamo grati per gli umili Santi, preghiamo il Signore affinché renda anche noi umili nel nostro servizio e così santi nella compagnia dei Santi.
Ancora una volta grazie a Lei, P. Léthel, per la Sua ispirazione. Grazie!"
Era per me un'immensa gioia, di ricevere direttamente la parola tanto luminosa del Santo Padre, una parola pienamente sua, come veniva spontaneamente del suo cuore. Ho sperimentato nel modo più bello e più personale ciò che avevo già notato precedentemente: il valore particolare dei discorsi non scritti ma pronunciati spontaneamente da Lui (come per esempio la sua omelia ai teologi del 1° dicembre 2009, citata nella prima meditazione). Le sue parole riguardo alle due modalità della teologia dei santi come scientia fidei e scientia amoris, e all'eminenza di quest'ultima, hanno evidentemente per me un immenso valore! Mi ha colpito anche molto la sua insistenza sull'umiltà, l'umiltà di san Giuseppe che dobbiamo tutti imitare, ma ancora di più la sua testimonianza di grande umiltà.
Era un momento molto commovente, specialmente quando il Papa ha cambiato il programma previsto. Egli doveva uscire dalla Cappella, e anch'io allo stesso momento, e dovevo salutarlo in un'altra sala vicino. Invece, è rimasto e ho dovuto avvinarmi a lui davanti all'altare. Ed Egli stesso ha messo nelle mie mani la sua Lettera scritta per me, e attraverso di me, per il mio Ordine del Carmelo:
"Reverendo Padre
FRANÇOIS-MARIE LETHEL, O.C.D
Prelato Segretario della Pontificia Accademia di Teologia
Di vero cuore desidero esprimerLe la mia viva gratitudine per il prezioso servizio che Ella ha offerto a me ed ai miei collaboratori della Curia Romana predicando, nei giorni scorsi, gli Esercizi Spirituali. Anche grazie all’impegno da Lei posto in tale circostanza, siamo potuti entrare nel Tempo quaresimale così come la madre Chiesa, seguendo la divina Parola, ci richiede: facendoci più attenti alla voce del Signore.
Motivo di speciale riconoscenza è l’itinerario che Lei, Reverendo Padre, ci ha fatto percorrere attraverso le meditazioni: un cammino spirituale ispirato dalla testimonianza del Venerabile mio predecessore Giovanni Paolo II, la cui prossima beatificazione ha suggerito il tema della santità, da approfondire mediante l’incontro con le figure vive di alcuni Santi e Sante, come stelle luminose ruotanti intorno al Sole che è Cristo, Luce del mondo. Con questa impostazione, Lei si è accordato molto bene al programma di catechesi da me svolto in questi anni durante le Udienze generali, con il proposito di far meglio conoscere e amare la Chiesa così come essa si mostra nella vita, nelle opere e negli insegnamenti dei Santi: a partire dagli Apostoli e attraverso la lunga schiera dei Padri e degli altri scrittori antichi, dei teologi e dei mistici dell’età medievale, con particolare attenzione ad un nutrito gruppo di donne, fino a riprendere la serie dei Dottori della Chiesa, che sto per completare. Questa linea di riflessione e di contemplazione sul mistero di Cristo riflesso, per così dire, nell’esistenza dei suoi più fedeli imitatori costituisce un elemento fondamentale che ho ereditato dal Papa Giovanni Paolo II e che ho portato avanti con piena convinzione e con grande gioia.
So bene, caro Fratello, che il mio ringraziamento Lei lo intende come rivolto anche all’Ordine Carmelitano di cui fa parte. Apprezzo e condivido tale sentimento e lo estendo alla più vasta dimensione ecclesiale, poiché questo corso di Esercizi ci ha fatto sentire più che mai la Chiesa quale comunione dei santi. Alla Chiesa, animata dall’azione dello Spirito Santo, e alla sua Madre, la Beata Vergine Maria, vada la nostra riconoscenza. La Madonna e san Giuseppe, Sposo e Patrono della Chiesa universale, che oggi celebriamo e al quale Lei ha dedicato la meditazione di questa mattina, Le ottengano l’abbondanza dei doni celesti, in pegno dei quali Le imparto di cuore una speciale Benedizione Apostolica, che volentieri estendo a quanti Le sono cari.
Dal Vaticano, 19 marzo 2011
BENEDETTO PP. XVI
Sono dunque tanto felice di condividere questa bellissima Lettera del Papa con tutto l'Ordine Carmelitano e con tutte le persone care, con tutti voi, secondo le sue proprie parole.
Poi, siamo usciti tutti dalla Cappella, e ci siamo ritrovati in un altra sala con i Cardinali e Vescovi, per offrire gli auguri al Santo Padre. E' stato un momento molto semplice e fraterno. Nel suo breve saluto, il Cardinale Angelo Sodano, decano del collegio cardinalizio ha detto al Papa: "Anche noi della Curia, non avessimo gli anni avanzati, vorremmo fare un girotondo intorno a Lei, per dire la nostra gioia". Eravamo tutti nel clima della "infanzia spirituale" di Teresa di Lisieux!
Ma per me, non era ancora finito. Il Papa mi aveva invitato a pranzo con Lui, e ho avuto la grande grazia di stare con lui un'ora, insieme al suo Segretario, Mons. Alfred Xuereb, maltese, ex-studente del Teresianum. E' stato un momento meraviglioso. Ho osato chiedere allora al Santo Padre una grande grazia, non per me, ma per tutti i miei fratelli carmelitani del Teresianum, cioè un'Udienza speciale per noi, evidentemente col Nostro Padre Generale e i suoi Collaboratori. Il Santo Padre ha subito detto di sì, e nei giorni successivi, quest'Udienza è stata fissata per il 19 maggio prossimo.
"Grandi cose ha fatto per me l'Onnipotente e Santo è il suo Nome" (Lc 1, 49). Concludo con queste parole della Madonna. Sì, in questi giorni di grazia, il Signore ha fatto veramente cose grandi per la Chiesa, per l'Ordine, per rendere ancora più profonda la nostra comunione con il Papa.
Martedì 12 aprile 2011
fr François-Marie Léthel ocd