DOMINGO 4-C DE ADVIENTO
NVulgata 1 Ps 2 E – BibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)
(1/5) Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de San Bartolomé Apóstol 21-12-1997 (sp en it po):
«1. "¡Dichosa la que creyó!" (Lc 1, 45). La primera bienaventuranza que se menciona en los evangelios está reservada a la Virgen María. Es proclamada bienaventurada por su actitud de total entrega a Dios y de plena adhesión a su voluntad, que se manifiesta con el "sí" pronunciado en el momento de la Anunciación.
Al proclamarse "la esclava del Señor" (Aleluya; cf Lc 1, 38), María expresa la fe de Israel. En ella termina el largo camino de la espera de la salvación que, partiendo del jardín del Edén, pasa a través de los patriarcas y la historia de Israel, para llegar a la "ciudad de Galilea, llamada Nazaret" (Lc 1, 26). Gracias a la fe de Abraham, comienza a manifestarse la gran obra de la salvación; gracias a la fe de María, se inauguran los tiempos nuevos de la Redención.
En el pasaje evangélico de hoy hemos escuchado la narración de la visita de la Madre de Dios a su anciana prima Isabel.
A través del saludo de las respectivas madres, se realiza el primer encuentro entre Juan Bautista y Jesús. San Lucas recuerda que María "fue aprisa" (cf Lc 1, 39) a casa de Isabel. Esta prisa por ir a casa de su prima indica su voluntad de ayudarla durante el embarazo; pero, sobre todo, su deseo de compartir con ella la alegría por la llegada de los tiempos de la salvación. En presencia de María y del Verbo encarnado, Juan salta de alegría e Isabel se llena del Espíritu Santo (cf Lc 1, 41).
2. En la Visitación de María encontramos reflejadas las esperanzas y las expectativas de la gente humilde y temerosa de Dios, que esperaba la realización de las promesas proféticas. La primera lectura, tomada del libro del profetas Miqueas, anuncia la venida de un nuevo rey según el Corazón de Dios. Se trata de un rey que no buscará manifestaciones de grandeza y de poder, sino que surgirá de orígenes humildes, como David, y, como él, será sabio y fiel al Señor. "Y tú, Belén..., pequeña..., de ti saldrá el jefe" (Mi 5, 1). Este rey prometido protegerá a su pueblo con la fuerza misma de Dios y llevará paz y seguridad hasta los confines de la tierra (cf Mi 5, 3). En el Niño de Belén se cumplirán todas estas promesas antiguas (...).
5. "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hb 10, 7). Al presentar el misterio de la Encarnación, la carta a los Hebreos describe las disposiciones con las que el Verbo divino entra en el mundo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas; pero me has preparado un cuerpo" (Hb 10, 5). El verdadero y perfecto sacrificio ofrecido por Jesús al Padre es el de su plena adhesión al plan salvífico. Su obediencia total al Padre, que ya desde el primer instante caracteriza la historia terrena de Jesús, encontrará su cumplimiento definitivo en el misterio de la Pascua. Por eso, ya en la Navidad se halla presente la perspectiva pascual. Este es el comienzo de la redención de Jesús, que se cumplirá totalmente con su muerte y resurrección.
María, modelo de fe para todos los creyentes, nos ayude a prepararnos a acoger dignamente al Señor que viene. Con Isabel reconozcamos las maravillas que el Señor hizo en ella. "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!" (Lc 1, 42). Jesús, fruto bendito del seno de la Virgen María, bendiga a vuestras familias, a los jóvenes, a los ancianos, a los enfermos y a las personas solas. Él, que se hizo niño para salvar a la humanidad, traiga a todos luz, esperanza y alegría. Amén».
(2/5) Juan Pablo II, Ángelus 19-12-1982 (sp it po)
(3/5) Juan Pablo II, Ángelus 18-12-1988 (sp it)
(4/5) Juan Pablo II, Ángelus 18-12-1994 (sp it)
(5/5) Benedicto XVI, Ángelus 20-12-2009 (ge hr sp fr en it po)
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (...) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones "ex cáthedra", existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la "piedra" en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en itlt po).
LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (...) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).
Texto preparado por Fr. Gregorio Cortázar Vinuesa, O.C.D. España.
Moradas cuartas, cap. 3 Comentario del P. Tomás Álvarez, ocd
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DOMINGO 3-C DE ADVIENTO
«DOMINGO DE GAUDETE»
NVulgata 1 Ps 2 E – BibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)
(1/4) Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de los Santos Doce Apóstoles 16-12-1979 (sp it po):
«"La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sea con todos vosotros" (Flp 1, 2).
Con estas palabras de San Pablo a los primeros cristianos de la ciudad de Filipos, dirijo mi saludo afectuoso a la comunidad parroquial de los Doce Apóstoles (...).
2. El tercer domingo de Adviento nos ofrece siempre acentos especiales de alegría, que se manifiestan como colores vivos en su forma litúrgica. La alegría es antítesis de la tristeza y del temor. Y por esto, el profeta Sofonías proclama, invitando a la alegría:
"No temas, Sión. / No se caigan tus manos, / que el Señor está en medio de ti / como poderoso salvador; / se goza en ti con alegría, / te renovará su amor, / exultará sobre ti con júbilo / como en los días de fiesta" (Sof 3, 16-18).
Ahora ya sentimos la cercanía de la Navidad. El Adviento nos acerca a ella a través de sus cuatro domingos, de los cuales hoy es el tercero.
San Pablo en la Carta a los Filipenses repite la misma invitación a la alegría. Mientras el Profeta ha anunciado la presencia del Señor en Sión, el Apóstol anuncia su cercanía: "Alegraos siempre en el Señor; de nuevo os digo: alegraos. Vuestra afabilidad sea notoria a todos los hombres. El Señor está cerca" (Flp 4, 4-5).
3. La conciencia de la cercanía de Dios, que viene para "estar con nosotros" (Emmanuel), debe reflejarse en toda nuestra conducta. Y de esto nos habla la liturgia de hoy por boca de san Juan Bautista, que predicaba junto al Jordán.
Varios hombres llegaron a él para preguntarle: "¿Qué hemos de hacer"? (Lc 3, 10). Las respuestas son diversas. Una para los publicanos, otra para los soldados: a los primeros les invita a la honestidad profesional, a los otros a respetar al prójimo en los simples problemas humanos. E invita a todos a la misma actitud a la que habían invitado los Profetas en toda la tradición del Antiguo Testamento: a compartir todo con los otros; a ponerse a su servicio según la propia abundancia; a realizar obras de caridad y de misericordia.
Estas respuestas de Juan junto al Jordán las podríamos ampliar y multiplicar, trasladándolas también a nuestro tiempo, a las condiciones en que viven los hombres de hoy. La sensación de la cercanía de Dios provoca siempre preguntas semejantes a las que le propusieron a Juan junto al Jordán: "¿Qué debo hacer? ¿Qué debemos hacer?".
La Iglesia no cesa de responder a estas preguntas. Basta leer con atención los documentos del Concilio Vaticano II para constatar a cuántas preguntas del hombre actual ha dado el Concilio respuestas adecuadas. Respuestas dirigidas a todos los cristianos y a cada uno de los grupos, a la juventud, a los hombres de cultura y de ciencia, a los hombres de la economía y de la política, a los hombres del trabajo...
4. Sin embargo, es necesario que esa pregunta, "¿Qué debemos hacer?", se dirija no solo a todos, sino también a cada uno. No solo a cada uno de los grupos y comunidades según su responsabilidad social, sino también a lo profundo de la conciencia de cada uno de nosotros. ¿Qué debo hacer yo? ¿Cuáles son mis deberes concretos? ¿Cómo debo servir al auténtico bien y evitar el mal? ¿Cómo debo realizar las tareas de mi vida?
El Adviento nos conduce a cada uno, por decirlo así, "a la morada interna del propio corazón" para vivir allí la cercanía de Dios, respondiendo a la pregunta que este corazón humano debe proponerse en el conjunto de la verdad interior.
Y cuando así sincera y honestamente nos planteamos esta pregunta en la presencia de Dios, entonces se realiza siempre aquello de lo que habla Juan junto al Jordán en su metáfora sugestiva: He aquí el aventador para limpiar la era. Él permite al agricultor recoger el grano en el granero, quemar la paja con fuego (inextinguible) (cf Lc 3, 17). Así precisamente es necesario hacer más de una vez. Es necesario concentrarse dentro de sí, con la ayuda de esta luz, que el Espíritu Santo no escatimará, delinear en sí y separar el bien del mal. Llamar por su nombre al uno y al otro, no engañarse a sí mismos. Entonces esto será un verdadero "bautismo" que renovará el alma. El que viene "está cerca" (Flp 4, 5), viene a bautizarnos en el Espíritu Santo y fuego (cf Lc 3, 18).
El Adviento –preparación a la gran solemnidad de la Encarnación– debe estar unido a esta purificación. Que se reanime la práctica del sacramento de la penitencia. Si ha de ser auténtica esa alegría de la proximidad del Señor que anuncia el domingo de hoy, debemos purificar nuestros corazones. La liturgia de hoy nos indica la doble fuente de la alegría: la primera es la que se deriva de la realización honesta de nuestras tareas en la vida; la segunda es la que se nos da por la purificación sacramental y por la absolución de los pecados que gravan sobre nuestra alma.
5. "El Señor está cerca", anuncia san Pablo en la Carta a los Filipenses. Con este hecho se vincula la invitación a la esperanza. Porque, aun cuando nuestra vida puede oprimir a cada uno de nosotros con un múltiple peso, "Dios es mi salvación" (Is 12, 2). Si el Señor se acerca a nosotros lo hace para que podamos sacar "con alegría el agua de las fuentes de la salud" (Is 12, 3), a fin de que podamos conocer "sus obras", las que ha realizado y realiza continuamente para bien del hombre.
La primera de todas estas obras es la creación, el bien natural, material y espiritual que brota de ella. He aquí que nos acercamos a la nueva obra espléndida del Dios viviente, al nuevo mirabile Dei: he aquí que viviremos de nuevo en la liturgia de la Iglesia el misterio de la Encarnación de Dios. Dios Hijo se ha hecho hombre; el Verbo se ha hecho carne para injertar en el corazón del hombre la fuerza y la dignidad sobrenaturales: "Les dio poder de venir a ser hijos de Dios" (Jn 1, 12).
Y he aquí cómo mirando hacia el Jordán, que en la liturgia de cada año constituye el recuerdo de este gran misterio, grita el Apóstol: "¡Por nada os inquietéis!, sino que en todo tiempo, en la oración y en la plegaria, sean presentadas a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias" (Flp 4. 6). ¡No os inquietéis por nada! Nunca. ¿No es verdad que debemos realizar nuestros deberes y nuestras tareas con tanta escrupulosidad como hemos oído de labios de Juan Bautista? Ciertamente.
La cercanía de Dios nos pide todo esto. Pero simultáneamente la misma cercanía de Dios, su Encarnación, su voluntad salvífica para el hombre nos exigen que no nos dejemos absorber completamente por las solicitudes temporales, que no vivamos de tal manera como si solo fuese importante "este mundo", que no perdamos la perspectiva de la eternidad. La venida de Cristo, la Encarnación del Hijo de Dios, nos pide que abramos nuevamente en nuestros corazones esta perspectiva divina. Esto es precisamente el Adviento. Esto quiere decirnos el "Alegraos" de hoy. La perspectiva divina de la vida, que sobrepasa las fronteras de la temporalidad, es la fuente de nuestra alegría.
6. Esta perspectiva es también la fuente de la paz espiritual. Para el hombre contemporáneo, que tiene diversos motivos para la inquietud y para el miedo, deben tener un significado especial las últimas palabras de la segunda lectura de hoy: "Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Flp 4, 7). He aquí el deseo de la Iglesia para cada uno de nosotros en la cercanía de Navidad.
En nombre de la Iglesia, deseo esta "paz de Dios" a los padres y a las madres (...), para que, en la fidelidad plena a su misión conyugal, sepan ayudar con su vida y con su ejemplo, a sus hijos a madurar y crecer en la fe cristiana.
Deseo esta paz a los jóvenes y a las jóvenes (...), para que estén siempre convencidos de que la violencia no da alegría, sino que siembra odio, sangre, muerte, desorden, y que la sociedad soñada y entrevista por ellos será fruto de sus sacrificios, de su compromiso, de su trabajo, en el respeto solidario hacia los demás.
Deseo esta paz a los ancianos y a los enfermos (...), para que sean conscientes de que sus oraciones y sus sufrimientos son muy preciosos para el crecimiento de la Iglesia.
Así sea».
(2/4) Juan Pablo II, Ángelus 14-12-2003 (ge sp fr en it po)
(3/4) Benedicto XVI, Ángelus 17-12-2006 (ge hr sp fr en it po)
(4/4) Benedicto XVI, Ángelus 13-12-2009 (ge hr sp fr en it po)
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (...) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones "ex cáthedra", existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la "piedra" en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en itlt po).
LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (...) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).
Texto preparado por Fr. Gregorio Cortázar Vinuesa, O.C.D. España.
Moradas cuartas, cap. 2 Comentario del P. Tomás Álvarez, ocd
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DOMINGO 2-C DE ADVIENTO
NVulgata 1 Ps 2 E – BibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)
(1/4) Juan Pablo II, Ángelus 4-12-1994 (sp it): «1. "Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas" (Lc 3, 4). Con estas palabras, hoy, segundo domingo de Adviento, el evangelio nos exhorta a disponer el corazón para acoger al Señor que viene. Y la liturgia de este día nos propone como modelo de esa preparación interior la figura austera de Juan Bautista, que predica en el desierto invitando a la conversión.
Su testimonio sugiere que, para salir al encuentro del Señor es preciso crear dentro de nosotros y a nuestro alrededor espacios de desierto: ocasiones de renuncia a lo superfluo, búsqueda de lo esencial, y un clima de silencio y oración.
San Juan Bautista invita, sobre todo, a volver a Dios, huyendo con decisión del pecado, enfermedad del corazón del hombre, que le impide la alegría del encuentro con el Señor.
El tiempo de Adviento es especialmente apto para hacer experiencia del amor divino que salva. Y es sobre todo en el sacramento de la reconciliación donde el cristiano puede hacer esa experiencia, redescubriendo a la luz de la palabra de Dios la verdad de su propio ser y gustando la alegría de recuperar la paz consigo mismo y con Dios.
2. Juan en el desierto anuncia la venida del Salvador. El desierto hace pensar también en muchas situaciones contemporáneas graves: la indiferencia moral y religiosa, el desprecio hacia la vida humana que nace o que se encamina a su última meta natural, el odio racial, la violencia, la guerra y la intolerancia, son algunas de las causas de ese desierto de injusticia, de dolor y de desesperación que avanza en nuestra sociedad.
Frente a ese escenario, el creyente, como Juan Bautista, debe ser la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndose plenamente a su Evangelio y testimoniándolo visiblemente en el mundo».
(2/4) Juan Pablo II, Ángelus 7-12-1997 (sp en it po): «Amadísimos hermanos y hermanas: 1. Celebramos hoy el segundo domingo de Adviento, tiempo propicio para dejar que la palabra de Dios ilumine más profundamente nuestro corazón y nuestra mente, a fin de que el Espíritu Santo nos disponga a acoger dignamente al Señor que viene.
En la liturgia de hoy destaca la figura de Juan Bautista, profeta enviado a preparar el camino al Mesías. Su voz grita "en el desierto", adonde se retiró y donde –como dice el evangelista san Lucas– "vino la palabra de Dios sobre él" (Jn 3, 2), convirtiéndolo en heraldo del Reino divino.
¿Cómo no acoger también nosotros su enérgica invitación a la conversión, al recogimiento y a la austeridad, en una época, como la nuestra, cada vez más expuesta a la dispersión, a la fragmentación interior y al culto de la apariencia? A primera vista, el "desierto" evoca sensaciones de soledad, de extravío y de miedo; pero el "desierto" constituye también el lugar providencial del encuentro con Dios.
2. Resuena de generación en generación la exhortación de san Juan Bautista: "Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado; lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos" (Lc 3, 4-5). ¡Cuán urgente y actual es esta exhortación, tanto a nivel personal como social! Dios quiere venir a habitar con los hombres de todos los lugares y de todas las épocas, y los llama a cooperar con él en la obra de la salvación.
Pero ¿cómo? La liturgia de hoy nos da la respuesta: "enderezando" las injusticias; "rellenando" los vacíos de bondad, de misericordia, de respeto y compresión; "rebajando" el orgullo, las barreras, las violencias; "allanando " todo lo que impide a las personas una vida libre y digna. Solo así podremos prepararnos para celebrar de modo auténtico la Navidad.
3. En la víspera de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, dirijamos nuestra mirada a María, humilde esclava del Señor, que cooperó en la acción del Espíritu Santo.
Que el mismo Espíritu Santo, que inflamó de fe, esperanza y caridad su corazón inmaculado, renueve nuestra conciencia para que, allanando los caminos de la justicia y del bien, nos dispongamos a acoger al Emmanuel, el Dios con nosotros».
(3/4) Benedicto XVI, Ángelus 6-12-2009 (ge hr sp fr en it po): «Queridos hermanos y hermanas: En este segundo domingo de Adviento, la liturgia propone el pasaje evangélico en el que san Lucas, por decirlo así, prepara la escena en la que Jesús está a punto de aparecer para comenzar su misión pública (cf. Lc 3, 1-6). El evangelista destaca la figura de Juan el Bautista, que fue el precursor del Mesías, y traza con gran precisión las coordenadas espacio-temporales de su predicación. San Lucas escribe: "En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto" (Lc 3, 1-2).
Dos cosas atraen nuestra atención. La primera es la abundancia de referencias a todas las autoridades políticas y religiosas de Palestina en los años 27 y 28 d.C. Evidentemente, el evangelista quiere mostrar a quien lee o escucha que el Evangelio no es una leyenda, sino la narración de una historia real; que Jesús de Nazaret es un personaje histórico que se inserta en ese contexto determinado. El segundo elemento digno de destacarse es que, después de esta amplia introducción histórica, el sujeto es "la Palabra de Dios", presentada como una fuerza que desciende de lo alto y se posa sobre Juan el Bautista.
(...) Tomo de san Ambrosio un comentario a este texto evangélico: "El Hijo de Dios –escribe–, antes de reunir a la Iglesia, actúa ante todo en su humilde siervo. Por esto, san Lucas dice bien que la palabra de Dios descendió sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, porque la Iglesia no tiene su origen en los hombres sino en la Palabra" (Expos. del Evangelio de Lucas 2, 67).
Así pues, este es el significado: la Palabra de Dios es el sujeto que mueve la historia, inspira a los profetas, prepara el camino del Mesías y convoca a la Iglesia. Jesús mismo es la Palabra divina que se hizo carne en el seno virginal de María: en él Dios se ha revelado plenamente, nos ha dicho y dado todo, abriéndonos los tesoros de su verdad y de su misericordia. San Ambrosio prosigue en su comentario: "Descendió, por tanto, la Palabra, para que la tierra, que antes era un desierto, diera sus frutos para nosotros" (ib.)
Queridos amigos, la flor más hermosa que ha brotado de la Palabra de Dios es la Virgen María. Ella es la primicia de la Iglesia, jardín de Dios en la tierra. Pero, mientras que María es la Inmaculada –así la celebraremos pasado mañana–, la Iglesia necesita purificarse continuamente, porque el pecado amenaza a todos sus miembros. En la Iglesia se libra siempre un combate entre el desierto y el jardín, entre el pecado, que aridece la tierra, y la gracia, que la irriga para que produzca frutos abundantes de santidad. Pidamos, por lo tanto, a la Madre del Señor que nos ayude en este tiempo de Adviento a "enderezar" nuestros caminos, dejándonos guiar por la Palabra de Dios».
(4/4) Juan Pablo II, Ángelus 10-12-2000 (ge sp fr en it po): «Mi saludo cordial a todos los catequistas y profesores de religión (...), a quienes entrego como recuerdo jubilar el Catecismo de la Iglesia católica, repitiendo a cada uno la orden que dio Dios al profeta Ezequiel: "Come este rollo y ve luego a hablar a tus hermanos" (Ez 3, 1)».
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (...) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones "ex cáthedra", existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la "piedra" en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en itlt po).
LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (...) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).
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Moradas cuartas, cap. 1 Comentario del P. Tomás Álvarez, ocd
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DOMINGO 1-C DE ADVIENTO
NVulgata 1 Ps 2 E – BibJer2ed (en) – Concordia y ©atena Aurea (en)
(1/4) Juan Pablo II, Homilía en la parroquia de San Clemente 2-12-1979 (sp fr it po): «1. Deseo saludar a toda vuestra parroquia en el nombre de su patrono: San Clemente, uno de los primeros sucesores de San Pedro, Obispo de Roma, que vivió a finales del siglo I después de Cristo, testigo de la fe apostólica, exiliado y mártir. Dirija él nuestros pasos (...), interceda por nosotros y nos hable con la elocuencia de ese testimonio apostólico en el que vivió esta ciudad en sus tiempos (...), la ciudad de una elección particular por parte de Dios: que podamos merecer siempre, con nuestra vida y nuestra conducta, esta elección única. Que pueda servir a esta finalidad también la visita de hoy a vuestra parroquia.
En conformidad con la tradición apostólica, comienzo esta visita con un saludo dirigido a Dios y a nuestro Señor Jesucristo, "que es, que era y que viene" (Ap 1, 8). Y al mismo tiempo con un saludo dirigido a toda vuestra comunidad en Cristo (...).
2. Adviento: primer domingo de Adviento.
"He aquí que vienen días –oráculo del Señor– en que yo cumpliré las promesas..." (Jr 33, 14): leemos hoy estas palabras del libro del profeta Jeremías y sabemos que anuncian el comienzo del nuevo año litúrgico y, al mismo tiempo, anuncian ya en esta liturgia el momento inminente de la venida del Hijo de Dios que nace de la Virgen. Cada año nos preparamos para este momento en el ciclo litúrgico de la Iglesia, para esta solemnidad grande y gozosa. Deseo que también mi visita de hoy a la parroquia de San Clemente sirva para esta preparación. Efectivamente, el día en que nace Cristo debe traernos, como anuncia el mismo profeta Jeremías, esta alegre certeza: que "el Señor es nuestra justicia" (cf Jr 33, 16).
3. La Iglesia se prepara para la Navidad de un modo totalmente particular. Nos recuerda el mismo acontecimiento que ha presentado recientemente al final del año litúrgico. Esto es, nos recuerda el día de la venida última de Cristo. Viviremos de manera justa la Navidad, es decir, la primera venida del Salvador, cuando seamos conscientes de su última venida "con poder y majestad grandes" (Lc 21, 27), como declara el Evangelio de hoy. En este pasaje hay una frase sobre la que quiero llamar vuestra atención: "Los hombres exhalarán sus almas por el terror y el ansia de lo que viene sobre la tierra" (Lc 21, 26). Llamo la atención porque también en nuestra época el miedo "de lo que deberá suceder sobre la tierra" se comunica a los hombres.
El tiempo del fin del mundo nadie lo conoce, "sino solo el Padre" (Mc 13, 32); y por esto, de ese miedo que se transmite a los hombres de nuestro tiempo, no deduzcamos consecuencia alguna por cuanto se refiere al futuro del mundo. En cambio, está bien detenerse en esta frase del Evangelio de hoy. Para vivir bien el recuerdo del nacimiento de Cristo, es necesario tener muy clara en la mente la verdad sobre la venida última de Cristo; sobre ese adviento último. Y cuando el Señor Jesús dice: "Estad atentos... De repente vendrá aquel día sobre vosotros como un lazo" (Lc 21, 34), entonces justamente nos damos cuenta de que él habla aquí no solo del último día de todo el mundo humano, sino también del último día de cada hombre. Ese día que cierra el tiempo de nuestra vida sobre la tierra y abre ante nosotros la dimensión de la eternidad es también el Adviento. En ese día vendrá el Señor a nosotros como Redentor y Juez.
4. Así, pues, como vemos, es múltiple el significado del Adviento, que, como tiempo litúrgico, comienza con este domingo. Pero parece que sobre todo el primero de los cuatro domingos de este período quiere hablarnos con la verdad del "pasar" a que están sometidos el mundo y el hombre en el mundo. Nuestra vida en el mundo es un pasar, que inevitablemente conduce al término. Sin embargo, la Iglesia quiere decirnos –y lo hace con toda perseverancia– que este pasar y ese término son al mismo tiempo adviento: no solo pasamos, sino que al mismo tiempo nos preparamos, nos preparamos al encuentro con él.
La verdad fundamental sobre el Adviento es al mismo tiempo seria y gozosa. Es seria: vuelve a sonar en ella el mismo "velad" que hemos escuchado en la liturgia de los últimos domingos del año litúrgico. Y es al mismo tiempo gozosa: efectivamente, el hombre no vive "en el vacío" (la finalidad de la vida del hombre no es "el vacío"). La vida del hombre no es solo un acercarse al término, que junto con la muerte del cuerpo significaría el aniquilamiento de todo el ser humano. El Adviento lleva en sí la certeza de la indestructibilidad de este ser. Si repite: "Velad y orad..." (Lc 21, 36), lo hace para que podamos estar preparados a "comparecer ante el Hijo del hombre" (Lc 21, 36).
5. De este modo el Adviento es también el primero y fundamental tiempo de elección. Aceptándolo, participando en él, elegimos el sentido principal de toda la vida. Todo lo que sucede entre el día del nacimiento y el de la muerte de cada uno de nosotros constituye, por así decir, una gran prueba: el examen de nuestra humanidad.
Y por eso la ardiente llamada de San Pablo en la segunda lectura de hoy: la llamada a potenciar el amor, a hacer firmes e irreprensibles nuestros corazones en la santidad; la invitación a toda nuestra manera de comportarnos (en lenguaje de hoy se podría decir "a todo el estilo de vida"), a la observancia de los mandamientos de Cristo. El Apóstol enseña: si debemos agradar a Dios, no podemos permanecer en el estancamiento, debemos ir adelante, esto es, "para adelantar cada vez más" (1Ts 4, 1). Y efectivamente es así.
En el Evangelio hay una invitación al progreso. Hoy todo el mundo está lleno de invitaciones al progreso. Nadie quiere ser un "no-progresista". Sin embargo, se trata de saber de qué modo se debe y se puede "ser progresista", y en qué consiste el verdadero progreso. No podemos pasar tranquilamente por alto estas preguntas. El Adviento comporta el significado más profundo del progreso. El Adviento nos recuerda cada año que la vida humana no puede ser un estancamiento. Debe ser un progreso. El Adviento nos indica en qué consiste este progreso.
6. Y por esto esperamos el momento del nuevo nacimiento de Cristo en la liturgia. Porque él es quien (como dice el Salmo de hoy) "enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes" (Sal 25, 8-9).
Y por tanto, hacia aquel que vendrá, hacia Cristo, nos dirigimos con plena confianza y convicción. Y le decimos: ¡Guía! ¡Guíame en la verdad! ¡Guíanos en la verdad!
Guía, oh Cristo, en la verdad a los padres y a las madres de familia (...): estimulados y fortificados por la gracia sacramental del matrimonio y conscientes de ser en la tierra el signo visible de tu indefectible amor a la Iglesia, sepan ser serenos y decididos para afrontar con coherencia evangélica las responsabilidades de la vida conyugal y de la educación cristiana de los hijos.
Guía, oh Cristo, en la verdad a los jóvenes (...): que no se dejen atraer por nuevos ídolos, como el consumismo a ultranza, el bienestar a cualquier coste, el permisivismo moral, la violencia contestataria, sino que vivan con alegría tu mensaje, que es el mensaje de las bienaventuranzas, el mensaje del amor a Dios y al prójimo, el mensaje del compromiso moral para la transformación auténtica de la sociedad.
Guía, oh Cristo, en la verdad a todos los fieles (...): que la fe cristiana anime toda su vida y los haga convertirse, frente al mundo, en valientes testigos de tu misión de salvación, en miembros conscientes y dinámicos de la Iglesia, contentos de ser hijos de Dios y hermanos contigo de todos los hombres.
¡Guíanos, oh Cristo, en la verdad! ¡Siempre!».
(2/4) Juan Pablo II, Discurso a los enfermos y personal sanitario del hospital Regina Margherita 20-12-1981 (it po): «La vida es el tiempo de gracia, el "kairós" (2Co 6, 2), en el que Dios pone a prueba al ser humano, a su corazón y su mente, mediante el compromiso cotidiano de creer, de esperar y de amar; tiempo de gracia en el que cada uno está llamado a enriquecerse –dándose– de valores duraderos para la eternidad, que estará marcada para siempre por la medida del amor que hayamos logrado expresar aquí abajo».
(3/4) Juan Pablo II, Homilía 29-10-1994 (it): «Ver el rostro de Dios "cara a cara" (1Co 13, 12) es la vocación definitiva de todo hombre. La fe nos prepara para esa bienaventurada visión, en la que Dios se da al hombre en la medida del amor con que el mismo hombre ha respondido al Amor eterno, revelado en la Encarnación y en la Cruz de Cristo».
(4/4) Benedicto XVI, Ángelus 3-12-2006 (ge hr sp fr en it po) y 29-11-2009 (ge hr sp fr en it po)
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LA PALABRA DEL PAPA.– «Jesús, al dar a Simón (...) el título, más aún, el don, el carisma de la fuerza, de la dureza, de la capacidad de resistir y sostener –como es precisamente la naturaleza de una piedra, de una roca, de un peñasco–, asociaba el mensaje de su palabra a la virtud nueva y prodigiosa de este apóstol, que había de tener la función, él y quien le sucediera legítimamente, de testimoniar con incomparable seguridad ese mismo mensaje que llamamos Evangelio» (Pablo VI, Audiencia general 3-4-1968 fr it). «El mensaje de Cristo, de generación en generación, nos ha llegado a través de una cadena de testimonios, de la que Nos formamos un eslabón como sucesor de Pedro, a quien el Señor confió el carisma de la fe sin error» (Pablo VI, Homilía 20-9-1964 it). «Junto a la infalibilidad de las definiciones "ex cáthedra", existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo concedido a Pedro y a sus sucesores para que no cometan errores en materia de fe y de moral y para que, por el contrario, iluminen bien al pueblo cristiano» (Juan Pablo II, Audiencia general 24-3-1993 sp it). «Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su Vicario, ha querido que sea la "piedra" en la que todos puedan apoyarse con seguridad» (Benedicto XVI, Homilía en la capilla Sixtina 20-4-2005 ge sp fr en itlt po).
LOS ENLACES A LA NEO-VULGATA.– «Esta edición de la Neo-Vulgata puede servir también (además de especialmente para la liturgia) para que la tengan en cuenta las versiones en lengua vulgar que se destinan a uso litúrgico y pastoral, y (...) como base segura para los estudios bíblicos» (Juan Pablo II, Constitución apostólica Scripturarum thesaurus 25-4-1979 ge sp fr en lt po). «La palabra sagrada debe presentarse lo más posible tal como es, incluso en lo que tiene de extraño y con los interrogantes que comporta» (Benedicto XVI, Carta al presidente de la C.E. Alemana sobre un cambio en las palabras de la Consagración 14-4-2012 ge sp fr en it pl po).
Texto preparado por Fr. Gregorio Cortázar Vinuesa, O.C.D. España.
Moradas terceras, cap. 2 Comentario del P. Tomás Álvarez, ocd
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INDICE GENERAL
P. Eduardo Sanz
Los personajes del Adviento 2011 (Ciclo B) 20 kb Ver Descargar
Antífonas mayores, en la liturgia de los últimos días de Adviento (Ciclo A, año 2010) 68 kb Ver Descargar
Adviento 2010. (Ciclo A) 28 kb Ver Descargar
Sobre actualidad del Adviento y la Navidad 2009 14 kb Ver Descargar
3er Domingo de Adviento 2009. 36 kb Ver Descargar
4to Domingo de Adviento 2009. 20 kb Ver Descargar
P. Publio Díaz Rengifo, ocd
Tríptico Adviento 2011. (P. Publio Díaz Rengifo) 42 kb Ver Descargar