Para poder realizar un discernimiento, debemos tener en consideración los 10 mandamientos de Dios:
1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás actos impuros.
7. No robarás.
8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.
Los tres primero mandamiento hacen referencia al amor a Dios por sobre todas las cosas. Suponen reconocer y adorar a Dios como creador de todo cuanto existe, rindiéndole culto individual y comunitariamente.
Los restantes, aluden al amor al prójimo. Vivirlos lleva:
• Considerar que la familia es el primer lugar donde el discípulo debe prácticar el amor.
• Respetar y favorecer siempre la vida
• Evitar los actos, las intenciones y motivaciones dominadas solo por el deseo de un placer individualista, aún a costa de abusar de otras personas.
• Ser sinceros e incansables buscadores de la verdad
• Trabajar por una justa distribución de la riqueza y evitar la avaricia y la envidia.
Por otra parte debemos considerar las bienaventuranzas que nos entregan más que una guía de conducta adecuada, nos muestran al Dios de la vida:
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos traban a los falsos profetas!
(Lc 6, 20-26)
Por último, dentro de este proceso de discernimiento, debemos considerar el “mandamiento nuevo” o “Mandamiento Mayor”, entregado por el propio Jesucristo:
Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.»
(Mt 22, 34-40)
De esta forma, podemos observar que Jesús nos muestra un camino estándar de seguirle, igual para todos. El cristiano debe encarnarse y dar respuesta a las interrogantes morales que se planteen, intentando siempre vivir en cada una de estas circunstancias los valores fundamentales del evangelio.
Todo ello exige al cristiano una gran responsabilidad tanto en la formación de su conciencia como en la práctica de su vida moral. Pero en esta tarea no está solo. La vive en comunidad, junto con otros hermanos que buscan igualmente la voluntad de Dios, disponiendo de las palabras de Jesús en el evangelio y de las orientaciones que la Iglesia le ofrece.
Es así como el discernimiento cristiano, consiste pues, en distinguir lo que es la voluntad de Dios aquí y ahora en la situación concreta de mi vida. Esta es una tarea que no se improvisa, sino que exige una labor continuada de vivir cerca del evangelio y de ejercitarse en la actividad moral consciente.
Pasos para el discernimiento Cristiano
1. PERCEPCION: Para poder descubrir lo que Dios quiere de ti, tienes que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Dios se vale de diversos intermediarios para hacerte oír su voz. Escúchate a ti mismo: ¿A qué se inclina tu corazón? ¿Qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean, ¿qué te está diciendo Dios a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de su esperanza, de su necesidad de Dios...? Escucha al Padre que, a través de la historia concreta de los hombres, te revela maneras como quiere que colabores en la instauración del Reino. Solo si aprendes a escuchar, a mirar y a estar atento, podrás descubrir la decisión que quiere Dios en el juicio que harás.
2. INFORMACION: Para descubrir la voluntad de Dios, es necesario que conozcas las diversas informaciones que existen de la problemática o de la situación de la cual darás un juicio Aunque ordinariamente cuando observas la situación te sientes atraído por un juicio específico, siempre debes observar los pros y contras de la situación. La Información te llevara a tomar una mejor decisión en el juicio que realizaras en tu discernimiento. De esta forma lograras descubrir lo que el Señor infunde en tu corazón.
3. REFLEXION: "¿Quién de ustedes, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcularlos gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:" Este comenzó a edificar y no pudo terminar " (Lc 14, 28-30). Los juicios que realizamos sobre problemáticas o situaciones concretas son muy importantes, por esto, no puedes lanzarte a ella sin antes haber reflexionado seriamente, y con la debida calma, sobre ti y sobre la situación en cuestión. Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento de su voluntad. El quiere que tú pongas en juego tu inteligencia y tu capacidad de reflexión y juicio para que puedas su querer. El te da la luz de su Espíritu Santo para que descubras qué es lo que quiere de ti.
4. ORACIÓN: Para descubrir lo que el Señor quiere de ti, lo primero que debes hacer es dialogar con Dios: orar. Sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el Espíritu Santo afina tu oído para que puedas escuchar: "Habla, que tu siervo escucha" (Is 3,10). Sólo en el diálogo con Jesús podrás oír su voz que te llama: "ven y sígueme"(Lc 18,22); o bien, escucharás que te dice: "vuelve a tu casa y refiere lo que Dios ha hecho por ti" (Lc. 8,38).
5. DECISION: "Te seguiré vayas donde vayas" (Lc 9, 57).
Una vez que vayas descubriendo la voluntad de Dios por medio de los pasos anteriores, no te queda sino dar el paso y realizar tu juicio.
Debes pedirle al Espíritu Santo esa capacidad de respuesta y la ayuda necesaria para elegir bien, consiste pues, en distinguir lo que es la voluntad de Dios aquí y ahora en la situación concreta de mi vida.
6. ACCION: La decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No cedas a la tentación de diferir el ingreso: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero... " (Lc 9, 59-61). Con la decisión has comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. No podemos realizar un juicio y dar una postura y ejecutar otra completamente incoherente. Tienes que vivir todo momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia la meta. Debes ser fiel a tu juicio y sobre todo, al querer de Dios que se hace presente en tu discernimiento.
¿Cuál es el fin de cada una de estas acciones?
¿De que manera se pueden realizar estas acciones? da tres ejemplos
Preguntas para Discernir
¿Pueden comulgar las personas homosexuales?
El Catecismo de la Iglesia Católica establece lo siguiente (nn. 2358-2359):
'Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana'.
Esto significa que la tendencia homosexual no consentida interiormente (pensamientos o deseos) ni exteriormente (actos impuros solitarios o acompañado), es compatible con la gracia santificante. Y por tanto, en ese estado de gracia se puede recibir la comunión eucarística.
¿Es correcta la pena de muerte?
La doctrina de la Iglesia no ha cambiado sobre la licitud o ilicitud de la pena de muerte. Tradicionalmente se sostuvo que el Estado podía recurrir a esta pena para castigar determinados delitos. Eso es precisamente lo que dice la Encíclica 'Evangelium vitae' y el Catecismo de la Iglesia Católica. Por ejemplo, este último: 'La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si ésta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto, las vidas humanas. Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor l seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona' (n. 2267-2268).
En cambio, es innegable un cambio respecto a dos cosas:
a) Éste ya no parece ser el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto. Hoy en día, la justicia tiene, o puede tener si quiere, más medios para proteger del agresor injusto sin tener que recurrir a la muerte del mismo. Si no lo hace es porque no quiere.
b) Se ha perdido el sentido de la 'vidicta' como virtud, es decir: del restablecimiento de la justicia por medio de este castigo. Hoy en día, hay más peligro de que se vea la pena de muerte como una simple 'revancha' del ofendido contra el ofensor. Estaríamos ante una especie de 'linchamiento' permitido por el Estado.
A esto se suma otro motivo en el que el Papa ha hecho mucho hincapié. En la actualidad una muerte, incluso merecida (como puede ser la del culpable) no alimenta el sentido de la justicia sino el sentido o cultura del desprecio, o al menos menosprecio, de la vida. La Iglesia está más urgida a dar un testimonio de su lucha por la vida en todos los frentes. Reivindicar la pena de muerte, ante una sociedad sedienta de sangre, hace perder fuerza moral a la Iglesia en su lucha contra el aborto, contra la eutanasia, contra la drogadicción, contra la guerra injusta, etc.
Sume a esto, otra constatación conyuntural: el 80 por ciento de las penas de muerte que se aplican en el mundo tiene por objeto a personas que sólo han cometido el 'delito' de profesar una religión distinta de la del estado (es el caso de la pena de muerte a los cristianos en los países árabes donde se practica la ley de la sharia) y por delitos menores (como es el caso de los simples ladrones de carteras en China). Por ejemplo: en 1995 se ejecutaron 2931 presos en 41 países, de los cuales 2190 ejecuciones se realizaron en China, 192 en Arabia Saudita y más de 100 en Nigeria; es decir, el 85% del total (Cf. Rev. NOTICIAS, 20 de julio de 1996, p. 97). A su vez, en países como en Estados Unidos, se aplica en procesos de dudosa legalidad y con una marcada línea racista antihispana, como han acusado algunos jueces americanos.
Por supuesto, como puede ver, se trata de opinar sobre la necesidad o no de llegar a tal extremo o si se da o no se da tal necesidad social e histórica. En este caso, siendo opiniones, puede usted opinar en contrario.
¿Es correcto hacer sufrir o maltratar a los animales?
La enseñanza de la Iglesia sobre este punto está resumida en el Catecismo de la Iglesia nn. 2414-2418:
'El séptimo mandamiento exige el respeto de la integridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanimados, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura. El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del universo no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio concedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuidado de la calidad de la vida del prójimo incluyendo la de las generaciones venideras; exige un respeto religioso de la integridad de la creación.
Los animales son criaturas de Dios, que los rodea de su solicitud providencial. Por su simple existencia, lo bendicen y le dan gloria. También los hombres les deben aprecio. Recuérdese con qué delicadeza trataban a los animales san Francisco de Asís o san Felipe Neri.
Dios confió los animales a la administración del que fue creado por él a su imagen. Por tanto, es legítimo servirse de los animales para el alimento y la confección de vestidos. Se los puede domesticar para que ayuden al hombre en sus trabajos y en sus ocios. Los experimentos médicos y científicos en animales, si se mantienen en límites razonables, son prácticas moralmente aceptables, pues contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas.
Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. Es también indigno invertir en ellos sumas que deberían remediar más bien la miseria de los hombres. Se puede amar a los animales; pero no se puede desviar hacia ellos el afecto debido únicamente a los seres humanos'.