Papa Luna

Papa Luna. Benedicto XIII

Nacionalidad: Iglesia Católica

Illueca 1328 - Peñíscola 1424

Papa 1378 - 1414

Aragonés nacido en Illueca, de familia ilustre y de nombre Pedro Martínez de Luna, comenzó la carrera militar y estudió derecho canónico en Montpellier, alcanzando el grado académico de doctor. En 1375 es nombrado cardenal diácono, y viaja con el papa Gregorio XI desde Avignon a Roma. En 1378, a la muerte del papa, se reúne el cónclave cardenalicio para designar sucesor. La composición del colegio, con 16 miembros divididos en tres facciones (partido limosín, partido francés y partido italiano), y la reciente vuelta de la Santa Sede a suelo romano, hacían prever una elección difícil y complicada. Además, la presión del exaltado pueblo romano, temeroso de que la elección de un papa francés se llevase de nuevo la Santa Sede, rodeó de problemas el cónclave, temiendo los cardenales por su integridad. La elección de Urbano VI (Bartolomé Prignano, arzobispo de Bari) fue apresurada y en modo alguno unánime (faltaban seis cardenales, que permanecían en Avignon, y otro más que ejercía de representante en el Congreso de Sarzana), planteándose como una solución de urgencia ante los tumultos del exterior. Los acontecimientos que se sucedieron no provocaron sino confusión, invadiendo el pueblo romano la sala antes de haber finalizado el cónclave. En el alboroto, algunos participantes creyeron que el nuevo papa era el cardenal Tibaldeschi, al que ya se le empezaron a preparar honores mientras algunos cardenales huían. El equívoco se deshizo poco después al darse a conocer el nombre del italiano Urbano VI, quien será coronado el 18 de abril con el beneplácito del pueblo. Sus modos dictatoriales, sin embargo, comienzan pronto a levantar recelo entre algunos de sus cardenales, especialmente entre los franceses. Además, en clara oposición a estos, amenaza con ordenar cardenales a mayor número de italianos para que su facción obtenga la mayoría en el colegio cardenalicio.

El enfrentamiento se materializa el 9 de agosto de 1378 con la retirada a Anagni de trece cardenales y la redacción de una declaración en la que se hace constar que la elección de Urbano VI es nula de derecho porque ha sido elegido bajo amenazas. Pedro de Luna intenta mediar en el conflicto pero más tarde se convence de sus postulados y se une a los cardenales franceses. Urbano VI envía como mediadores a los cardenales Orsini, Brossano y Corsini, quienes ofrecen el perdón del Papa a los cardenales díscolos a cambio de desistir en su actitud. Sin embargo, los tres mediadores se pasan también al bando contestatario.

Así las cosas, el 20 de septiembre de 1378 los cardenales sublevados designan al cardenal Roberto de Ginebra, familiar del rey francés, como nuevo papa en oposición a Urbano VI y con el nombre de Clemente VIII. La intervención diplomática de Pedro de Luna consigue atraer hacia el nuevo papa las simpatías de importantes reinos cristianos, siendo Castilla la primera monarquía en reconocer al nuevo papa, a la que seguirán Juan I de Aragón y Carlos III de Navarra. Como representante de Clemente VIII, viaja también a Francia, Flandes, Lieja, Escocia, Irlanda e Inglaterra, logrando el favor de sólo de Escocia y Francia. El reino de Nápoles y el sur de Alemania se declararán también partidarios suyos, mientras Portugal alternará su favor entre ambos papas en función de su situación política. Por parte de Urbano VI, le apoyarán Inglaterra, norte de Alemania, Hungría, Polonia, Dinamarca, Suecia, Noruega e Italia, excepto el reino de Nápoles.

Planteado el cisma en toda su crudeza, Clemente VIII se dispone a acabar con su oponente mediante la fuerza, si bien el intento de invadir Roma se salda con la derrota de sus ejércitos en Carpineto. Decide entonces instalar su residencia en Avignon acompañado de tres cardenales. Para acabar con la división, que alcanzaba no sólo a las naciones, sino también al interior de los conventos, se plantearon diversas soluciones, propuestas por los teólogos Gerson y D´Ailli de la Universidad de París de acuerdo con la tesis de que la autoridad real y efectiva de la Iglesia recae sobre el Concilio General de los cardenales y obispos, y no sobre el papa. La primera solución postulaba la vía cessionis, esto es, la renuncia de ambos papas. La segunda solución al problema, la vía Compromissi, establecía que una reunión entre ambos papas y sus partidarios podría aclarar cuál de los papas tenía razón y legítimamente ocuparía el trono pontificio. La tercera, vía Concilii, postulaba la convocatoria de un Concilio universal que depusiera a ambos papas. Pedro de Luna se muestra partidario en principio de la primera solución, la via cessioni, pero la muerte de Clemente VII y su elección por los cardenales de Avignon como nuevo papa bajo el nombre de Benedicto XIII le hacen cambiar de opinión, pese a las presiones de Francia. Así, en 1398, Francia le retira su apoyo y el Consejo Real obliga a los cardenales de Avignon a salir de la ciudad, quedando tan sólo cinco junto a Benedicto XIII. Se produce entonces el asalto a la ciudad por parte de las tropas de Godofredo de Boucicaut, favorecidos por la rebelión popular promovida por el cardenal Juan de Neuchatel, y el asedio a la fortaleza en la que Benedicto XIII ha de refugiarse, hasta que es liberado por las tropas que envía Aragón al mando de Jaime de Prades, en 1403.

La diplomacia y astucia de Benedicto XIII consiguen el perdón de Francia y su apoyo de nuevo a su causa. Se ensaya entonces la vía compromissi para acabar con el cisma, comprometiéndose Benedicto XIII y Gregorio XII (sucesor deInocencio VII, quien a su vez había sucedido a Urbano VI) a encontrarse en la ciudad de Savona en 1407. El papa de Avignon estaba seguro de poder convencer a su oponente, asentado a su sólida formación jurídica y sus dotes dialécticas; sin embargo, el encuentro nunca llegó a producirse por la ausencia del pontífice romano. A partir de 1408, la presión de las monarquías cristianas sobre Benedicto XIII se hace mayor, forzándole a convocar un concilio en Perpignan para recabar apoyos. La oposición francesa conseguirá aislar al papa Luna, quien contará sólo con el favor de Navarra y Aragón.

En 1409 prospera la propuesta de la Universidad de París de solucionar el conflicto mediante la vía concilii. Así, seis cardenales de cada bando se reunieron en Livorno y formaron un colegio cardenalicio autónomo. Escribieron a todos los reyes y obispos y convocaron un Concilio ecuménico a celebrar en Pisa el 25 de marzo de 1409. Benedicto XIII tiene previsto presentar su renuncia durante el Concilio, para lo que envía legados plenipotenciarios. Sin embargo, el rey francés opta por intervenir de manera directa en el conflicto para lograr la deposición de ambos papas, retrasando la emisión de salvoconductos que impiden la llegada a tiempo de ambas legaciones. Así, durante la sesión XV y en ausencia de los representantes de Gregorio XII y Bendecito XIII, se derroca a ambos papas por "herejes y por fautores del cisma", se declara la Sede vacante y se elige a Alejandro V, un franciscano de origen griego, como nuevo papa. La decisión no fue acatada por los papas depuestos, quienes convocaron sus respectivos concilios en Aquileya y Perpignan en busca de apoyos a sus pretensiones.

La cuestión se complica aun más al fallecer en 1410 el papa Alejandro V y ser elegido Juan XXIII. El Concilio de Constanza (1414), auspiciado por el emperador Segismundo, pretende acabar con la tricefalia de la Iglesia mediante la renuncia de los tres papas y la elección consensuada de un nuevo pontífice. El modo de elección, por naciones y no individualmente, y a cargo tanto de laicos como de eclesiásticos, perjudica notablemente a Juan XXIII, quien se ve obligado a dimitir. Gregorio XII, por su parte, presentó su renuncia durante la reunión XIV. Benedicto XIII pretende quedar como único papa alegando haber sido elegido antes del Cisma, en vista de lo cual hubo de ser depuesto por el Concilio. En 1417 fue elegido papa el cardenal Otón Colonna, con el nombre de Martín V, dando así por concluido el Cisma de Occidente.

Los últimos apoyos que le quedaban dejan solo a Benedicto XIII, al acatar sus cardenales las determinaciones del Concilio y al retirarle su reconocimiento los reinos de Castilla, Navarra, Aragón y Escocia. Retirado en el castillo de Peñíscola, Pedro de Luna muere en 1424.

Benedicto XIII de Aviñón

Para otros usos de este término, véase Benedicto XIII.

Benedicto XIII

Antipapa de la Iglesia católica

28 de septiembre de 1394-23 de mayo de 1423(anulado el 12 de marzo de 1403)

Retrato de Benedicto XIII en el Palacio de los Papas de Aviñón

Ordenación 3 de octubre de 1394

Consagración episcopal 11 de octubre de 1394

Proclamación cardenalicia 20 de diciembre de 1375por Gregorio XI

Predecesor Clemente VII

Sucesor Clemente VIII y Benedicto XIV

Información personal

Nombre secular Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor

Nacimiento 25 de noviembre, 1328

Illueca, Reino de Aragón

Fallecimiento 23 de mayo de 1423

(95 años)

Peñíscola, Reino de Valencia

Escudo de Benedicto XIII

Escudo del Papa Luna en un báculo episcopal.

Benedicto XIII, nacido Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor1 (Illueca, 1328-Peñíscola, 1423), más conocido con el apelativo de«Papa Luna», fue papa en la obediencia de Aviñón y cardenal desde diciembre de 1375. Actualmente es considerado antipapa.

Origen y formación

Nacido en Illueca, localidad de la actual Provincia de Zaragoza, en el Reino de Aragón, era miembro de la familia Luna, una de las principales familias aragonesas, emparentada con arzobispos y reyes. Empezó la carrera militar, como era usanza para los segundones de las casas importantes, pero luego pasó, como también era usanza, a la iglesia. Estudió leyes en la Universidad de Montpellier, en la que más tarde fue profesor de derecho canónico.

Carrera eclesiástica

Nombrado cardenal por el papa Gregorio XI en los turbulentos años de la sede de Aviñón, acompañó al pontífice cuando, a instancias de Santa Catalina de Siena, éste volvió a Roma. El papa Gregorio XI falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón, huyendo de los conflictos y revueltas en Roma.

Cónclave de 1378

Cónclave de 1378

El cónclave para elegir al sucesor de Gregorio XI inició el 7 de abril de 1378, con la presencia de sólo 16 de los 22 cardenales electores, ya que no se esperó la llegada de los que se encontraban en Aviñón. Los cardenales estaban divididos en tres facciones, lemosinos, galicanos e italianos, cada una con su propio candidato. Solo el cardenal Pedro de Luna, junto a Roberto de Ginebra, se consideraban neutrales.

El pueblo de Roma, temeroso de la elección de un papa francés, manifestaba en la plaza de san Pedro, pidiendo la elección de un papa romano o por lo menos italiano, algunos intrusos irrumpieron en el cónclave, pero luego fueron expulsados. El cardenal Pedro de Luna, junto a Jean de Cros, propuso la elección del arzobispo de Bari, Bartolomeo Prignano, quien no era cardenal y por ende no estaba en el cónclave, para contentar a los romanos y para superar el conflicto entre las dos facciones francesas (lemosinos y galicanos). Así se hizo, el 8 de abril Prignano fue elegido papa, tomó el nombre de Urbano VI

Obediencia a Urbano VI

Los magistrados de Roma se excusaron con el cardenal Pedro de Luna, por causa de las revueltas causadas por la turba en la ciudad, y por la confusión, al pretender coronar como papa al cardenal Tebaldeschi. Aceptadas las disculpas se dirigió junto con los cardenales Corsini, Brossano, Du puy y Glandéve, a donde se encontraba el recién elegido papa para rendirle sus cumplidos.

Hasta ese momento a ninguno se le hubiera ocurrido declarar la elección como falsa, la cristiandad entera se persuadió de que Urbano había sido elegido legítimamente. Luna, junto a los cardenales que quedaron en Roma, participó de la ceremonia de coronación del nuevo pontífice, el 18 de abril de 1378 en la basílica de Letrán.

Declaración de Anagni y Cisma

Cisma de Occidente

Pronto el carácter de Urbano VI se mostraría poco diplomático, lo que hizo que varios cardenales comenzaran a alimentar la idea de que se podía declarar nula su elección. Cosa con la que Luna nunca estuvo de acuerdo. De hecho, cuando supo de las intenciones cismáticas de los cardenales franceses, que se encontraban en Anagni, se les juntó el hacia el 24 de junio, con la intención de hacerles desistir de sus ideas. Insistió que él por su parte había elegido a Urbano con plena libertad. Solo cuando los demás le aseguraron que ellos había actuado bajo presión y que en circunstancias normales no habrían elegido a Prignano, fue cuando el cardenal Luna comenzó a dudar.

Tras la llegada de los restantes cardenales que no habían podido acudir a Roma a tiempo para la elección del papa, se consultó nuevamente a Pedro de Luna sobre la legitimidad del cónclave y con los datos aportados canónicamente le convencieron de que la elección de Urbano no había sido legal,2 puesto que se había votado, no por convicción, sino por miedo. El 2 de agosto de 1378 firmaron un documento en el que declaraban nula la elección del papa, por los motivos planteados.

Los cardenales se trasladaron a Fondi, donde el 20 de septiembre se reunieron en cónclave y eligieron a Roberto de Ginebra como papa, quien tomó el nombre de Clemente VII, que volvió a Aviñón. Pedro de Luna rindió obediencia al nuevo papa, siendo partícipe de uno de los períodos más convulsivos de la historia de la Iglesia, el cisma de Occidente. Pedro de Luna fue legado de este pontífice durante 16 años.

Papado como Benedicto XIII

A la muerte de Clemente VII (1394), Pedro de Luna fue elegido pontífice por 20 votos de 21 y tomó el nombre de Benedicto XIII. No obstante, Francia se opuso a este nuevo papa de Aviñón que había mostrado no ser tan manejable como sus antecesores, y que además era súbdito de la Corona de Aragón, por lo cual resultaba difícil obligarle a mantener lealtad a lamonarquía francesa. En 1398 Francia terminó por retirar su apoyo político y financiero a la sede papal de Aviñón y se presionó a Benedicto XIII para que renunciara, a lo que el antipapa se negó alegando un daño irreparable a la Iglesia.

Tras un bloqueo militar de los franceses sobre su palacio papal en Aviñón, Benedicto XIII logró huir de la ciudad en 1403, buscando refugio junto a Luis II de Nápoles. El fin del apoyo francés hizo que también Portugal y Navarra dejaran de reconocerlo como papa, mientras que 17 cardenales abandonaban la obediencia a Aviñón, quedando sólo cinco cardenales leales a Benedicto XIII. Su papado era reconocido ahora solamente por los reinos de Castilla, Aragón, Sicilia y Escocia.

Aunque en un momento dado hubo tres papas simultáneamente (Juan XXIII, Gregorio XII y él), Benedicto siempre adujo que su papado era el válido dado que él era el único papa que había sido elegido cardenal antes de que se produjese el Cisma de Occidente y, por tanto, el único realmente legítimo. En 1406 Benedicto XIII inició conversaciones con Gregorio XII para renunciar de manera conjunta y unificar la sede papal, pero esta posibilidad fracasó al insistir Benedicto XIII en su exclusiva legitimidad. Incluso alentó la llamada Disputa de Tortosa en1413 entre canónigos católicos y dirigentes religiosos judíos, en un intento de revitalizar su actividad papal y de contrarrestar el menguante apoyo a su causa.

Deposición y fallecimiento

Finalmente, las tesis conciliaristas, que defendían que el concilio era superior al papa, triunfaron y, al negarse nuevamente a renunciar, Benedicto XIII fue condenado en el concilio de Constanza de 1415 como hereje y antipapa, y depuesto junto con el antipapa Juan XXIII. Mientras que el papa Gregorio XII de Roma renunció a favor de la unificación de la Iglesia. El Concilio designó a Martín V como pontífice único.

Según cuenta el mismo Benedicto, unos embajadores fueron enviados por Martín V con la misión de envenenarlo, pero no tuvieron éxito. El antipapa gozó aún de la protección de Alfonso V de Aragón por cuestiones políticas, pero sin real influencia en el resto de Europa. Murió en 1423, a los 96 años en el Castillo de Peñíscola, a donde había mudado la sede papal, en el antiguo castillo de la Orden del Temple.

Conflicto de Sucesión

Tras ello sus cardenales eligieron a su sucesor, Gil Sánchez Muñoz, que tomó el nombre de Clemente VIII, último papa de la obediencia de Aviñón, en el Salón del Cónclave del castillo dePeñíscola, lugar donde residió hasta su abdicación en Martín V. Ésta se produjo en San Mateo, en el Maestrazgo castellonense, el 26 de julio de 1429, principalmente debida a las presiones políticas del rey de la Corona de Aragón, Alfonso V, inmerso en la conquista del reino de Nápoles.9 Con esta abdicación se considera que el Cisma finalizó.

Benedicto también fue sucedido por el prelado francés Bernard Garnier, el antipapa Benedicto XIV, que actuó como "papa en secreto" después de haber sido designado como tal por Jean Carrier, uno de los cuatro cardenales designados por Benedicto XIII en Peñíscola y el único que se opuso a la elección de Clemente VIII. Una carta del Conde de Armagnac a Juana de Arco revela que el arcediano de Rodez conocía el paradero de Benedicto XIV y que lo aceptaba como papa. Dos novelistas franceses, Jean Raspail y Gerard Bavoux imaginan que la línea sucesora continuó. Algunos incluso creen que hoy existe un papa de esta sucesión con el título de Benedicto XL.

Monumento a Benedicto XIII en Peñíscola

Obras

Se le atribuye un Tractatus contra iudaeos y se conserva un sermón castellano que pronunció en Pamplona en 1390 con motivo de la coronación de Carlos III el Noble, rey de Navarra. Pero su principal obra es el Libro de las consolaciones humanas, en el que sigue al "noble Boeçio", como señala en el prólogo, esto es, el De consolatione philosophiae de Boecio; la obra fue seguramente redactada en latín y luego traducida al castellano por él mismo o por un autor también aragonés. No está clara la fecha de su redacción; hay quien piensa en una fecha anterior a su cardenalato, pero otros dan por fecha el 1414, momento en el que sufre el mayor acoso por parte de las potencias europeas. El tratado se divide en quince libros y 68 capítulos, que enseñan diversos procedimientos para enseñar al individuo a superar las adversas circunstancias de la naturaleza humana.

Referencias en la Literatura

Vicente Blasco Ibáñez escribió la novela El papa del mar.

Jesús Caudevilla Pastor publicó en 2009 la novela Los silencios del Papa Luna y en 2014 la novela El juglar del Papa .

Baltasar Porcel habla en varios momentos del Papa Luna en su novela Cavalls cap a la fosca.

Jesús Maeso de la Torre noveló la vida del pontífice en El Papa Luna.

Fernando Oscar Marcionni escribió la novela La Rebelión de los Títeres el Papa Luna -del cual realiza una apología- es protagonista de los sucesos fantásticos que ocurren.