En las experiencias evangelizadoras de la iglesia primitiva encontramos en la Primera carta a Timoteo que San Pablo le recomienda que en su ministerio apostólico nadie lo menosprecie en su juventud (cf. 1 Tm 4,12). Seguramente, algunos integrantes de las comunidades lo veían demasiado joven para llevar adelante su trabajo apostólico y no confiaban en él. Hoy, en la Iglesia nos puede suceder lo mismo, pidamos a María, la joven de Nazareth que nos ayude a confiar en los y las jóvenes para que juntos construyamos la Iglesia y nuestro país.
María, joven de Nazareth, ayúdanos a no discriminar a los jóvenes de nuestra comunidad y podamos reconocer en ellos a personas apasionadas y creativas para el bien del país y la Iglesia.
Te saludamos Madre nuestra con la ORACION INICIAL DEL MES.
Cantemos a nuestra Madre
Uno de los títulos que le daban a Jesús sus contemporáneos era la de Hijo de David. Esto porque David había sido un rey muy importante para Israel, porque fue un hombre según el corazón de Dios. Los israelitas esperaban a un descendiente de David porque estaba prometido que de su descendencia viniera el Mesías. La Palabra que escucharemos a continuación relata el momento que Samuel unge a David como rey cuando todavía era muy joven. Escuchemos. Del primer libro de Samuel (1Sam 16,6-13):
Cuando ellos se presentaron vio a Eliab y se dijo: “Sin duda está ante el Señor su ungido”. Pero el Señor dijo a Samuel: “No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón”. Llamó Jesé a Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, que dijo: “Tampoco a éste ha elegido el Señor” Jesé hizo pasar a Sammá, pero Samuel dijo: “Tampoco a éste ha elegido Yahveh”. Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: “A ninguno de éstos ha elegido el Señor”. Preguntó, pues, Samuel a Jesé: “¿No quedan ya más muchachos?” Él respondió: “Todavía falta el más pequeño, que está guardando el Rebaño”. Dijo entonces Samuel a Jesé: “Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido”. Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo El Señor: “Levántate y úngelo, porque éste es”. Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos. Y a partir de entonces, vino sobre David el espíritu del Señor.
Jesé estaba seguro de que el ungido para ser rey de Israel iba a ser su primogénito, sin embargo, el profeta lo sorprende cuando le dice que la voluntad de Dios es ungir al más pequeño de los hermanos. Porque Dios no mira las apariencias sino el corazón. Puede ser que como comunidad nos suceda que miramos las apariencias y siempre busquemos para liderar la comunidad o tener una responsabilidad las personas más maduras pero no reconocemos que los y las jóvenes que, aparentemente, no tienen experiencia pueden hacer una buena labor porque Dios se ha fijado en ellos y los ha elegido para la construcción del Reino.
¿Alguna vez hemos mirado a los y las jóvenes con los ojos de Dios? ¿Reconocemos la labor que los y las jóvenes han realizado para la construcción del Reino? ¿es posible que yo, como joven, pueda ser elegido para construir el reino de Dios en esta sociedad?
(si lo deseas, puedes ver otro recursos para la reflexión AQUÍ -en la sección recursos)
Oremos junto a nuestra Madre y digamos: María ayúdanos a construir el Reino.
a) Por tu intercesión le pedimos al Señor por el Papa Francisco que les siga regalando un espíritu de acogida a los jóvenes en la renovación de la iglesia.
R: María ayúdanos a construir el Reino
b) Por tu intercesión le pedimos al Señor por nuestra parroquia (capilla, colegio) para que nos ayude a no discriminar a los y las jóvenes por sus apariencias, sino que los integremos plenamente a la vida de la comunidad.
R: María ayúdanos a construir el Reino
c) Por tu intercesión le pedimos al Señor por los y las jóvenes de nuestro país para que entre nosotros no surjan acciones discriminatorias y de violencia. R:
R: María ayúdanos a construir el Reino
d) Por tu intercesión le pedimos al Señor por las vocaciones sacerdotales, religiosas, misioneras y laicales para que los y las jóvenes sen generosos en responder tu llamada. R:
R: María ayúdanos a construir el Reino
Digamos todos/as: Contigo, María, signos del Reino.
En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad.
Unos adultos manifiestan su compromiso de mirar la realidad con los ojos de Dios, poniéndose unos lentes.
Te pedimos Señor que nos regales tu mirada para ver a nuestros hermanos y hermanas además del país que nos regalaste vivir, con la oración que tú nos enseñaste.