Caminando juntos a María seguimos este mes bendito, ya que la hemos llevado a ella al corazón de nuestra casa, mirándola a ella nos hemos levantado y nos hemos convertido en discípulos y misioneros en salida. Ella le ha dicho a su Hijo que nos sanara nuestra ceguera espiritual y hoy estamos viendo mejor y eso nos lleva a dejar de lado la espiritualidad de las lamentaciones y de las añoranzas del pasado. El ver bien nos hace pasar de un malestar a un servicio que hoy la realidad necesita.
Hagamos oración cantando juntos.
María nos invita a abrir nuestros corazones para acoger la Palabra de su Hijo Jesús (Jn 13, 1-17):
“Se levantó de la mesa, se quitó el manto y, tomando una toalla, se la ató a la cintura. Luego echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía a la cintura. (…) después de lavarles los pies, Jesús se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿entienden lo que acabo de hacer con ustedes? (…) ¡Felices serán si entienden esto y lo practican!"
Palabra de Dios
El evangelio que hemos escuchado es para nosotros una clara invitación, no basta hablar e incluso hablar bonito, tenemos que actuar como lo hizo el Hijo de María. Esto nos lo exigen nuestros jóvenes sobre todo los que están alejados. La mejor síntesis de los evangelios lo encontramos en el texto de lavados de los pies. Hoy necesitamos lavarnos los pies los unos a los otros, especialmente a los cansados. Para hacer realidad este evangelio es necesario dejar de lado todo lo que nos impide hacer un buen servicio. Nosotros somos Jesús para los demás por eso levantémonos de nuestras mesas que nos hablan de seguridad; quitémonos el manto que son los cargos y títulos y pongámonos la toalla que sirve para secar esos pies de Cristo que son los pies de nuestros hermanos. Si hacemos estos seremos felices, seremos bienaventurados.
Madre de Jesús y Madre nuestra, ayúdanos a expresar con nuestra vida, con sus gestos y palabras, el valor del servicio y la caridad para con todas las personas.
Te invitamos: Trataré de conversar con algún pobre de mi barrio, interesándome por él. Ayúdame, Madre, porque me cuesta hacerlo.
Recemos juntos la oración final de nuestro mes.