Estamos finalizando esta segunda semana de nuestro Mes de María, recordemos que la hemos llevado a la casa de nuestros corazones, con ella nos hemos levantado y su Hijo mirándonos con cariño nos ha hecho discípulos y misioneros en salida para así ver lo que pasa en nuestra realidad, en nuestra historia y servir a nuestros hermanos especialmente a los jóvenes despojándonos de todo y volviéndonos puentes y no en muros y mucho menos en aduana. María en su Hijo nos lleva a todos, todos, todos en su corazón. Nosotros la hemos llevado en nuestro corazón y ella también, que alegría y esto nos hace bien.
Cantemos a nuestra Madre...
Ayúdanos, María a poner nuestro corazón en escucha de tu Palabra y a realizar gestos y acciones en favor de los que buscan un nuevo horizonte para su vida y para la sociedad.
María nos invita a abrir nuestros corazones para acoger la Palabra de su Hijo Jesús, cantemos. (Fl1, 3-11):
“Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. En todas mis oraciones por todos ustedes siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio desde el primer día hasta ahora. Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. Es justo que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón; pues, ya sea que me encuentre preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia que Dios me ha dado. Dios es testigo de cuánto los quiero a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús. Esto es lo que pido en oración: que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio. Así podrán discernir lo que es mejor y ser puros e irreprochables para el día de Cristo; llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”
Palabra de Dios
Que hermoso y que entusiasmante el texto de Pablo a los Filipenses, y ese texto es para cada uno de nosotros y de manera especial es para nuestros jóvenes, si para ellos. Hoy podemos decir que agradecemos a Dios por ellos –los jóvenes- y que nos acordamos con cariño y afecto. Que rezamos por los jóvenes y queremos decirle que sean evangelio es decir buena noticia en el aquí y en el ahora. Les decimos que los llevamos en nuestros corazones y que estemos unidos para dar testimonio de Cristo a todos, esta tarea, este desafío lo realizaremos tomados de la mano de María ya que sin ella nada podemos hacer.
Te invito a ponerte en presencia de María, madre de bondad, para que pienses en algún joven compañero de curso, de trabajo o del vecindario o un amigo por el que quieras rezar. Te invitamos a que en un momento de oración digas el nombre de uno de ellos (o bien lo escribas en un papel).
Madre de Jesús, fortalece y enciende en nuestro corazón joven, la capacidad profética de ser denunciantes de los males sociales y anunciadores de vida buena para todos. Amén.