Estimados/as jóvenes: nuestro país está muy preocupado porque la violencia y la delincuencia que ganan cada vez más terreno en pueblos y ciudades. Queremos acudir a María, madre de Jesús, para que nos guíe por este clima de dificultad porque ella también vivió un tiempo de violencia social.
Cantemos a nuestra Madre: María tu eres mi madre… (u otra afín al tema)
María, tú que viviste tiempos de violencia y persecución bajo la opresión de un país invasor, ayúdanos a cultivar desde el seno de nuestras familias y colegios, la educación a la no violencia activa como modo de oponernos a lo que no es justo y verdadero para cada habitante de esta tierra.
El Papa Francisco, con preocupación sale al encuentro del clima de violencia que se agudiza en algunos países (Papa Francisco, Christus vivit, n. 72- 73. 75):
““Muchos jóvenes viven en contextos de guerra y padecen violencia en una innumerable variedad de formas: secuestros, extorsiones, crimen organizado, trata de seres humanos, esclavitud y explotación sexual, etc.”. Y más adelante agrega: “Son muchos los jóvenes que, por constricción o falta de alternativas, viven perpetrando delitos y violencias: niños soldados, bandas armadas y criminales, tráfico de drogas, terrorismos, etc. (...) Muchos jóvenes son ideologizados, utilizados y aprovechados como carne de cañón o como fuerza de choque para destruir, amedrentar o ridiculizar a otros. Y lo peor es que muchos son convertidos en seres individualistas, enemigos y desconfiados de todos, que así se vuelven presa fácil de ofertas deshumanizantes y de los planes destructivos que elaboran grupos políticos o poderes económicos. No seamos una Iglesia que no llora frente a estos dramas de sus hijos jóvenes. Nunca nos acostumbremos, porque quien no sabe llorar no es madre. Nosotros queremos llorar para que la sociedad también sea más madre”.
Seguramente Jesús, en su adolescencia y su juventud, fue testigo activo de lo que sucedía con su pueblo. Vivió con indignación lo que sucedía y sobre todo, apostó por reaccionar desde la no violencia activa en cuyo seno prima el amor por sobre la venganza y el odio.
Joven, que estás preocupado por la violencia de otros y del clima que se acentúa en algunas localidades. Te invito a “no temer” como nos pide Jesús. Pero también a educarnos en la no violencia activa, como recurso valioso que la Iglesia propone para quienes se oponen legítimamente a lo que es injusto y mentiroso en la vida de nuestro país.
Se preparan fotos con rostros de jóvenes atrapados por la violencia (se pueden proyectar). Y se invita a realizar la oración final, especialmente, por ellos.
Te invitamos a orar (o cantar) junto a María la oración de San Francisco:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.