Para abordar las causas profundas de los factores de riesgo que predicen resultados adversos para los jóvenes, como el abuso de sustancias o la mala salud mental, y los factores de protección que amortiguan esos resultados negativos, debemos pensar en los complejos sistemas en los que existen esos problemas. Piense en el problema (por ejemplo, el abuso del alcohol, la depresión o la ansiedad, etc.) como el subproducto de una máquina. Todas las partes de la máquina están interconectadas y trabajan juntas para producir ese problema. Para crear un cambio positivo y equitativo, tenemos que examinar todas las partes de la máquina, o sistema, que ayudaron a crear ese subproducto. Si observamos de cerca, veremos que algunas de las piezas de la máquina son más evidentes: políticas o prácticas, campañas educativas, flujos de recursos financieros y personas en puestos de liderazgo organizativo. A medida que desmontamos la máquina, empezamos a encontrar piezas más difíciles de ver, como las relaciones, las dinámicas de poder, los prejuicios, los valores y las normas culturales. Algunas partes de la máquina que se sienten invisibles son el resultado de sistemas aún más amplios que se pusieron en marcha para beneficiar a determinadas poblaciones y no a otras, dando lugar a sistemas opresivos (por ejemplo, racismo, sexismo, edadismo, discapacidad, homofobia, colonialismo de las poblaciones asentadas, cultura de supremacía blanca, capitalismo).
Descomponer la máquina en sus partes y examinar la interconexión y alineación de las partes que conducen a determinados resultados es el pensamiento sistémico. Utilizando el pensamiento sistémico, podemos identificar y cambiar intencionadamente las condiciones (o partes de la máquina) que mantienen un problema en su lugar, lo que permite el cambio de sistemas. Para cambiar los sistemas, deben aplicarse estrategias integrales y equitativas que identifiquen y aborden los componentes básicos de los sistemas para obtener un cambio positivo y sostenible.
A veces sólo es necesario cambiar una parte o un componente de un sistema. Otras veces, es necesario cambiar muchos componentes del sistema o un sistema entero. Si examinamos un sistema teniendo en cuenta los componentes básicos del cambio sistémico, podemos descubrir qué partes de la máquina necesitan ser reparadas o modificadas para que podamos crear cambios positivos y sostenibles en los resultados de los jóvenes.
Los sistemas siempre cambian, por lo que el cambio de sistemas es un proceso continuo, sin un punto final exacto. Por ello, los sistemas de nuestras comunidades deben evaluarse, supervisarse y mantenerse con regularidad. Debemos examinar y reexaminar todas las piezas del engranaje del sistema y adaptar nuestro enfoque según sea necesario para lograr nuestro objetivo. El cambio de los sistemas en su totalidad puede ser un proceso largo y lento. Ser capaces de reconocer y celebrar cuando los componentes de un sistema, por grandes o pequeños que sean, se reparan o mejoran es crucial para la sostenibilidad del trabajo. Hacerlo contribuirá al compromiso, la motivación y la conexión de los socios con el trabajo que se está realizando.
Los componentes básicos del cambio de sistemas pueden desglosarse en tres niveles (Kania, Kramer, Senge, 2018). Cada nivel contiene áreas de capacidad que desempeñan un papel en el mantenimiento de un problema o en el desbloqueo de soluciones que conducen a cambios positivos y sostenibles. Independientemente de lo explícitas o implícitas que puedan ser estas áreas de capacidad, es importante investigar cada nivel para obtener una foto instantánea auténtica y completa del sistema que contribuye a un resultado adverso.
El primer nivel es estructural. Las estructuras son partes explícitas del sistema que pueden ser más fáciles de identificar. Algunas áreas de capacidad en las que puede enfocarse aquí son:
Administración/Operaciones- Procesos existentes en todos los sectores que ayudan a crear una capacidad sólida del personal y los voluntarios y a alinear los esfuerzos.
Distribución de Recursos: la asignación y el uso de recursos que crean un entorno en el que todos pueden prosperar en las distintas dimensiones del bienestar (por ejemplo, financiera, emocional/mental, medioambiental, física, espiritual, intelectual, social y ocupacional).
Políticas/Regulaciones/Reglas- Estructuras formales que guían y apoyan la forma en que una población actúa y toma decisiones dentro de una comunidad u organización.
Comunicación/alcance- Mensajes que circulan en la comunidad y los medios y la importancia del mensaje para lograr un cambio positivo y sostenible.
Mantenimiento/sostenibilidad- Apoyos establecidos que contribuirán a la longevidad del cambio de los sistemas, incluido el uso de prácticas basadas en pruebas y la supervisión y mejora de los esfuerzos.
Conocimiento, compromiso y apoyo de los líderes formales de la comunidad que influyen en la toma de decisiones en sus organismos y en toda la comunidad.
El segundo nivel es el social. Este nivel semiexplícito se basa en las fuerzas sociales que existen dentro de una comunidad. Estas son las partes de la máquina más difíciles de identificar, pero con una mayor conciencia se pueden identificar mejor. Aquí examinamos las relaciones, las conexiones y la dinámica de poder. Estas fuerzas sociales vinculan el trabajo realizado por múltiples individuos, instituciones y sectores. Las conexiones, las relaciones y las dinámicas de poder influyen en la capacidad de recuperación de una comunidad y contribuyen al crecimiento del sistema. Por otro lado, las relaciones centradas en sistemas opresivos pueden dar lugar a una colaboración ineficaz y al acaparamiento de poder. Aquí nos centraríamos en:
Poblaciones alcanzadas: las comunidades afectadas y la pertinencia de los esfuerzos realizados en ellas.
Liderazgo informal- Individuos y/o grupos que no se encuentran dentro de una institución/organización formal y tienen influencia para crear un cambio positivo dentro de una comunidad.
Relaciones/conexiones: nivel de confianza, límites, apoyo y comunicación establecidos entre individuos, grupos y organizaciones que trabajan para crear el cambio.
Dinámicas de poder: personas u organizaciones que tienen la capacidad de establecer la agenda, tomar decisiones, conseguir nuevos apoyos, dirigir el flujo de recursos y determinar quién se sienta a la mesa.
El tercer nivel se basa en la mentalidad. Este componente básico es implícito y se centra en las mentalidades o modelos mentales, ideas y creencias que nos ayudan a dar sentido al mundo que nos rodea. Las mentalidades son los principales impulsores de todas las demás partes del sistema, guiando nuestros comportamientos e interacciones dentro de nuestras comunidades. Todos los elementos de este componente básico pueden ser extremadamente difíciles de ver, ya que las mentalidades evolucionan constantemente. Aquí nos centraríamos en:
Expectativas/Normas Sociales: comportamientos que se consideran aceptables y se imponen socialmente en una comunidad.
Prejuicios: personas, grupos u organizaciones considerados más valiosos que otros, o actitudes y estereotipos negativos hacia los demás.
Autoestima/Valor: cómo se siente una persona consigo misma, sus capacidades, su valor percibido y su lugar en un grupo o comunidad.