Mi filosofía educativa

Mi filosofía educativa se fundamenta en desarrollar la capacidad de adaptarse a los cambios constantes de la sociedad. Es una de base cognoscitivista-humanista con un enfoque constructivista. A medida que progresamos, asimilamos el cambio, dándole un sitial a lo nuevo dentro de lo existente para así crear un concepto, útil y práctico. A tenor con el pragmatismo se deben formar seres críticos, analíticos y creativos capaces de resolver problemas y contribuir a la sociedad donde se desempeñan. Por tal razón, considero es sumamente importante desarrollar la capacidad de pensar y de razonar para producir el aprendizaje, fomentando el pensamiento crítico y los procesos científicos. La escuela es el escenario para desarrollar estas capacidades por medio de la integración de materias, la aplicación de los conocimientos y la práctica de los mismos. Es importante fomentar mentes abiertas al aprendizaje analítico donde se desarrollan nuevas ideas y se ponen en práctica.

Hay que tener presente que los niños aprenden de distintas maneras y que aunque todos tienen la capacidad de aprender lo hacen a su paso y a su forma. Entonces los maestros debemos estar preparados para desarrollar esas inteligencias que se presenten en el salón de clases. En mi filosofía, el pensamiento y el razonamiento necesitan acompañarse de la educación moral. Ésta comienza en la casa y continúa en la escuela. Los valores son intrínsecos y algunos se van a desarrollar en el transcurso de la práctica, como la responsabilidad y el compromiso, ya que ambos son fundamentales para entablar un proceso de educación-aprendizaje efectivo. La honestidad, la responsabilidad, la tolerancia, la humildad, el respeto y la sociabilidad, entre otros, serán cultivados porque son las herramientas fundamentales para la formación del ser humano.

Entiendo que nuestro rol como maestro es servir como un mentor, un guía activo y sensible, que sea capaz de orientar y proveer, en su relación con nuestros alumnos, la claridad para sus proyecciones individuales y colectivas. Creo que el maestro debe estar comprometido con la vida de sus alumnos, y fundirse en un proceso de realización mutua donde los frutos de los alumnos se convierten en los frutos del maestro. Tal como dice Freire: “el maestro debe ser un artista, un esteta”(Freire, 2007), capaz de darles nuevos matices lleno de posibilidades a sus contextos. Debe ser ente dialógico, buscador de verdad, de belleza y de comprensión. Además debe fungir como guía intelectual de los esfuerzos de sus estudiantes, sin caer en dogmatismo, ni parcialización, sino instrumento deliberativo de la razón. Debe ser mentor en los ejercicios de indagación y los procesos investigativos. También debe estar al tanto de la problemática de nuestros tiempos y de las corrientes globales. Creemos también que la tarea más fundamental como maestro es sembrar la semilla de la curiosidad y el deseo de seguir aprendiendo en mis alumnos y alumnas. Lograr el compromiso con el conocer, a través del desarrollo y conocimiento de sus propios procesos, es la misión que nos dará norte inmediato en esta empresa. No se trata de enfatizar que pensar, sino de enfatizar en cómo lograr pensamiento y base a sus propios procesos.

Nuestra tarea como maestro es la de ser guía del entendimiento, deliberador dialógico de las experiencias individuales y compartidas de nuestros educandos. Entiendo que la tarea educativa tiene en una finalidad humanizadora, donde entramos en un intercambio accidentado con las vidas de nuestros educandos y en donde se produce una nueva sensibilización de esa realidad colectiva que vivimos como pueblo, como nación y como colectivo, parte del mundo.