El conocimiento es como la libertad; no puede ser otorgado, concedido, regalado, impuesto; debe ser deseado, conquistado, defendido. El enseñante debe ser un transmisor y un apoyo, un fermento y una guía.
Stirner, hace ya más de ciento cincuenta años, escribía en Las leyes de la escuela que un buen enseñante es un trámite entre el escolar y la ciencia, y demostrará ser capaz cuanto antes se emancipe de él el estudiante y sea autónomo, capaz de aprender por sí solo, de no necesitar guía. Enseñar quiere decir convertir al alumno en maestro de sí mismo.
La enseñanza está en la base de la vida, no solo en la escuela, porque para vivir es necesario aprender de todo, empezando por el lenguaje, para comunicar, para pensar, para recordar, para aprender. Enseñar, en griego, se dice didasko, que literalmente significa "ayudar a alguien a crecer". Y este es el significado más importante del verbo enseñar, ayudar a las personas a crecer.
Así que es el proceso mediante el cual se prepara al individuo para asumir la responsabilidad de su autoformación en el contexto científico-tecnológico y esto se logra desarrollando habilidades, destrezas, actitudes y valores, siendo éstas las competencias para la vida. El aprendizaje es el proceso mediante el cual el individuo incorpora los conocimientos asumidos durante la enseñanza haciéndolas suya. Estos dos términos se encuentran íntimamente ligados, ya que ambos se complementan.
Los buenos maestros y profesores no se consideran a sí mismos expertos ni creen saberlo todo, de hecho, son conscientes de que les queda mucho por aprender y se preocupan por mejorar sus aptitudes e incorporar nuevas habilidades que mejoren su enseñanza, para que sus estudiantes aprendan más y mejor, pues el primer desafío viene de los estudiantes. Son ellos quienes desafían con sus preguntas, sus intereses, sus conocimientos, afirmaciones o negaciones sobre los contenidos a trabajar; su percepción sobre cada maestro o profesor sobre su rol, capacidad y comportamiento.
Enseñar y aprender es una estrategia que funciona. La relación personal profesor-alumno beneficia a ambas partes y ayuda a aprender a ambos. El profesor debe enseñar a los estudiantes a aprender. Y los estudiantes deben enseñar al profesor a enseñar mejor, ya que la enseñanza efectiva se deriva de la calidad de la relación entre el maestro y el alumno.