Corresponsaleando desde la ciudad del Turia

Post date: Dec 5, 2011 9:40:51 PM

De grande siempre quise ser guitarra de mariachi cosmopolita “made in Jalisco”. Pero lejos de toda pretensión inalcanzable, me tocó ser, por arte de las moiras griegas, corredor de fondo en su más justa medida. Es decir, un cruce genético entre una tortuga ninja y un antílope desbocado, el máximo exponente de un híbrido en fase experimental por tierras de Aguere y otros variopintos lares, donde el diablo llegara a perder los calzones. Dº Miguel Abreu “el benahorita” era cómplice de dichas moiras y compadre de los dioses del Olimpo, atribuyéndosele la representación de los mismos en Las Peras Road y en aquellas bodegas donde Baco nos abría sus puertas. Señalándome enérgicamente con el dedo, al estilo Tío Sam, me reclutaba inexcusablemente para el “Guachinche Maratón Veterans Team”. La historia volvía a repetirse. En tiempos pretéritos, el viejo comandante benahorita me había fichado para el ya extinto Comando “Patos Salvajes”, donde los krugers sin filto y los donuts de chocolate eran los suplementos más apetecibles para unos lobos de mar bien echados en “Guanarteme Cliff”. Qué tiempos aquellos!!!.

Nuevamente volvía a hipotecarme con el “viejo” comandante, que al igual que Nacho Cano, también había nacido en febrero del 63. Jurando lealtad al más puro estilo de los caballeros de la mesa cuadrada del rey de Siam, la nueva captación borraba de mi mente la idea de seguir soñando con mariachis cosmopolitas y otros oficios pocos usuales en este complejo mundo de los mortales.

Así que puestos a la faena preparé mi maleta de cartón piedra tipo “Paco Martínez Soria” y con boina incluida enterrada hasta la frente me dispuse a cruzar el charco rumbo a la Capital del Turia, para completar mi sexto maratón.

Era el viernes 25 (aprovecha la rima, Alvarito…) y la expedición guchinchera encabezada por el Ilmo. Sr. Presidente Dº Santiago Orduña (“El Alquimista”), quedaba retratada para la posteridad con la presencia incondicional de Miguel Benahorita, Manolo Queen, Victor School, Josito Teleko, Álvaro Obregón, Jesús Inoxsur y el que humildemente suscribe, con el apelativo de “el de la mochila azul”. La incorporación estelar al grupo quedaría de la mano de los Doctores en Sociología y Educación Física, respectivamente, Dº Manolo Santana y Dº Bernardo López, probables candidatos a ficha en el honorable “Guachinche Maratón Veterans Team”.

El Hollyday Inn Express sería nuestro cuartel general, ubicado en pleno pulmón expansivo de Valencia. Estancia más estratégica no podíamos haber encontrado al estar a tiro de piedra de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, lugar de salida y llegada del maratón.

Previo al día “H” decidimos hacer un rodaje de poco más de cuarenta minutos a primera hora de la mañana, para disfrutar anonadadamente de las instalaciones y zonas verdes incrustadas en el cauce del Turia, el mayor jardín urbano de España, con 1.100.000 m2. Una ducha, un buen desayuno y unas tomas fotográficas nos encaminaron hacia la feria del corredor, donde recogimos los respectivos dorsales. Algún que otro souvenir hacía echar chispas a alguna que otra VISA, por lo que apuramos el paso para salir del majestuoso antro en busca de agua de Valencia, birra, mistela y otras pócimas hidratantemente efectivas. El centro neurálgico de la ciudad hablaba por si sólo. Otro mundo, otra cultura, otra riqueza.

Los chirriantes estómagos empezaban a conformar una amplia orquesta, por lo que decidimos, con brújula en mano, buscar uno de los tantos santuarios de exquisita paella autóctona. La marabunta que representábamos hubo de dejar las amplias paelleras más limpias que una escopeta. Y como una escopeta salí de aquel ya olvidado restaurante de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando el camare@ de turno –no sé a cuento de qué- propuso “mantenerme” si me quedaba por allí con nuevo pasaporte valenciano. El cachondeo duró hasta las 09:00 horas del día “H”. En ese momento y, tras el pistoletazo de salida, cada uno de nosotros sufrió su particular metamorfosis y, ya una vez dejándonos llevar por una multitud de siete mil participantes, cada cual fue haciendo su carrera en base a los objetivos trazados.

Toda la tropa guachinchera tiró pa´lante a excepción de Manolo Queen (lesionado) y el que suscribe (siempre lesionado), los cuales, haciendo de “Guardia Pretoriana por un día” decidimos escoltar a dos sabios maratonianos de dilatada trayectoria: Mr. Orduña y Mr. López. Siempre vigilantes y cautos en la retaguardia. Aunque pensándolo bien, quizás fueron ellos quienes nos escoltaron a nosotros. Cuando sea grande, ¡¡¡Sí que quiero ser como ellos!!!, porque al fin y al cabo, ellos si que son ¡¡¡grandes!!!.

Resumiendo: El abanico de tiempos del primer grupo rondó entre 3:18 y 3:23. Evidentemente “se salieron”. El segundo grupo registró tiempos de 3:50, evidenciado por un ritmo totalmente aeróbico, donde el sufrimiento a duras penas se hizo notar. El único inconveniente fue el padecido por el amigo Bernardo, que tras pisar una de esas tropecientas botellas esparcidas por el asfalto, le produjo tal pinchazo en el abductor, que tuvo que llegar a meta como buenamente pudo, bordando sobre 4:15, como un verdadero campeón. ¡Ah! el amigo Manolo Santana, con el que no coincidimos en ningún momento de la carrera, mejoró su marca personal en 3:08, según anunciaba Matías Prats, en exclusiva, en el telediario de la noche.

A diferencia del maratón del pasado año en Lisboa, sí que guardaremos un buen recuerdo del presente con máxima puntuación en cuanto a organización, climatología, recorrido, animación y todas aquellas pequeñas cosas que dieron origen al esplendor del mismo.

Del día después de la carrera evocaremos las blancas barracas de la extensa albufera, el buen atendimiento recibido en el “Cañas y Barro” de El Palmar, y todos aquellos templos del buen condumio que, sin querer dejarlos en el tintero, marcaron buenas impresiones en los cinco días de hospedaje que pasamos por tierras de iconos imborrables, como Nino Bravo, Bruno Lomas y Carlos Goñi

Nos vemos en Las Peras…

Pedro Expósito Reverón