H I S P A L I N K
MODELIZACION REGIONAL INTEGRADA
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MODELIZACION REGIONAL INTEGRADA
Redacción: Ana M. López, Instituto L.R.Klein-UAM, Coordinadora red Hispalink.
Cierre de predicciones: 17 junio 2025
Transcurridos los primeros seis meses de 2025, la red de equipos universitarios Hispalink presenta la actualización semestral de las predicciones de crecimiento económico regional en España. En esta ocasión, para la revisión del cierre del año 2024 y las perspectivas de evolución en los años 2025 y 2026 en el contexto presente. Será a finales de año cuando se conozca el primer avance oficial del crecimiento del Producto Interior Bruto PIB por CC.AA. en 2024 (ahora mismo cifrado en un 3,2% para el conjunto nacional) que publicará el Instituto Nacional de Estadística INE. Mientras tanto, las previsiones anticipan la situación económica.
Entorno internacional
En esta primera mitad de 2025 el panorama económico global se ha deteriorado respecto al escenario recogido en el informe de diciembre de 2024. Se presentan más incógnitas que certezas, lo que redunda en un empeoramiento de las expectativas. Por un lado, se han mantenido diversos factores que continúan suponiendo un reto de geopolítica y estrategia, con repercusión no solo económica también en otros múltiples aspectos. Factores que impiden una consolidación del crecimiento en la senda de recuperación tras la pandemia, como son las múltiples zonas en conflicto activo y fragmentaciones geopolíticas (guerra en Ucrania; situación en Oriente medio, especialmente en Israel-Palestina, Siria-Yemen), además de otras zonas o focos de atención tensionados (Groenlandia, Taiwán, Corea, Sudán).
A este contexto se suman las crecientes fricciones comerciales derivadas de las luchas de poder a escala mundial, con los principales protagonistas identificados en las superpotencias estadounidense y china. Unas presiones al alza, no solo en términos comerciales sino también por la pugna en la carrera hacia el liderazgo tecnológico. De este modo, una parte significativa de las perspectivas futuras dependerán de los cambios en la política comercial mundial derivados de los efectos de la aplicación de los aranceles establecidos en la nueva presidencia estadounidense. En definitiva, un año 2025 caracterizado por la fragmentación geoeconómica.
Las perspectivas de crecimiento mundial continúan en tono moderado (por debajo del 3,0%) en comparación con etapas previas. El Banco Mundial advierte de una desaceleración de la economía mundial en 2025, que se sitúa en una tasa del PIB del 2,3%, con el crecimiento más bajo desde 2008 (sin considerar las recesiones globales) y cerca de medio punto porcentual inferior a la tasa prevista al inicio de este año. En su informe sobre perspectivas económicas mundiales pronostica una reducción del crecimiento en 2025 en el 70% de las economías. Una ralentización que achaca al aumento de las tensiones comerciales, la incertidumbre y consecuente volatilidad de los mercados financieros. Esta desaceleración del crecimiento tendrá mayor repercusión final en las economías en desarrollo, suponiendo un freno directo a la creación de empleo y, por tanto, con mayores dificultades para hacer frente a la reducción de la pobreza extrema. En suma, se mantiene la desigualdad identificada con la persistente brecha en ingresos per cápita respecto a las economías avanzadas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OCDE también rebaja las previsiones de crecimiento mundial, marcando un ritmo de aumento del PIB del 2,9%, afectado por la intensificación del proteccionismo como consecuencia de las nuevas barreras comerciales, el endurecimiento de las condiciones financieras y el aumento de la incertidumbre política presente en varios países. Son tasas de variación dentro de lo que se considera un crecimiento sostenido, suficiente para países de tamaño poblacional medio pero insuficiente para el conjunto mundial. Este freno en el ritmo de crecimiento mundial afecta, principalmente, y de forma directa a las grandes economías que, en consecuencia, disminuyen las expectativas de inversión y de consumo afectando en cadena, ya sea por la vía comercial o la vía financiera, al resto de países. Un panorama caracterizado, en términos generales, por unas economías avanzadas con un crecimiento débil y estancamiento en ciertas economías en desarrollo. En un contexto en el que la demanda privada muestra signos de agotamiento y la política monetaria continúa condicionada a los vaivenes de los precios. Bajo la presión inflacionista latente ante el previsible incremento de los costes comerciales que dificulta la fluidez de las cadenas de valor. Como resumen “la economía mundial ha dejado atrás un periodo de crecimiento resiliente y de descenso de la inflación y se adentra en una senda más incierta”.
En la misma línea, las previsiones del Fondo Monetario Internacional FMI marcan una disminución en el crecimiento mundial. El título del informe “Un momento crítico en medio de cambios en las políticas” es suficientemente explícito acerca de la situación económica. Aunque parecía que la economía mundial se había estabilizado, con tasas de crecimiento mantenido después de una serie larga de shocks enlazados, finalmente se ha visto afectada por la incertidumbre global. Unos niveles de incertidumbre que se han disparado hasta niveles históricamente máximos, según diferentes indicadores contrastados (por ejemplo, Economic Policy Uncertainty, Banco de España, FMI, CEPREDE). Además, esta desaceleración del crecimiento de la economía mundial se manifiesta a la vez que una intensificación de ciertos riesgos de deterioro. En conclusión, el FMI recorta las estimaciones de crecimiento del PIB mundial tanto en 2025 (2,8%), medio punto porcentual menos que a comienzos del año, como en 2026 (3,0%).
De igual modo, el Foro Económico Mundial WEF apunta a una desaceleración del crecimiento mundial en 2025, con un ritmo por debajo del 3%, debido a la creciente incertidumbre geopolítica, alimentada por las tensiones comerciales y los conflictos geopolíticos. Junto a ello, destaca que, pese al proceso de desinflación experimentado a escala global apoyado en el descenso de los precios de la energía, se mantienen las presiones inflacionarias persistentes que no terminan de ser controladas en un escenario volátil.
Respecto al detalle por áreas geográficas, las revisiones son generalizadas, con recortes significativos para 2025 en las economías avanzadas, que presentan gran volatilidad, y reducciones algo menores para 2026. EE.UU. desacelera sus ritmos de crecimiento, y queda obligada a retroceder respecto a algunas cuestiones del diseño de su política comercial y la aplicación del planteamiento MAGA (Make American Great Again). Una política encaminada a la reducción de los desequilibrios comerciales, la reindustrialización, el control del déficit público junto con otros intereses estratégicos y expansionistas no tan claros. En este escenario geoeconómico, China ha ganado peso comercial y geopolítico, además de liderazgo en tecnologías disruptivas. Mientras tanto, la Eurozona está prácticamente en modo mantenimiento (“stand-by”) y con interrogantes respecto al proyecto de una Unión Europea fuerte y consolidada. Se aprecian mayores dinámicas en las economías emergentes, destacando Asia y África, aunque con discreto crecimiento.
Entorno europeo
En Europa, se mantienen las previsiones en un panorama ciertamente heterogéneo (Figura 1). Las tensiones comerciales y la incertidumbre global están ensombreciendo las perspectivas de la economía de la zona del euro. El Banco Central Europeo proyecta que el crecimiento del PIB conjunto se incremente de forma ciertamente moderada, un 0,9 % en 2025 y un 1,1% en 2026. La OCDE se pronuncia en cifras similares, con una revisión a la baja que sitúa la previsión económica en el 1,0% en 2025. Fundamentada en un aumento de los riesgos geopolíticos y comerciales, materializada en una pérdida de confianza de consumidores y de mercados, y trasladada a una debilidad de la inversión.
Por economías, merece mención especial la alemana (que supuso en 2024 el 28% del PIB de la UEM) que continúa atrapada en una dinámica de crecimiento que resiente la situación económica de otros países vecinos dada su capacidad exportadora, ahora frenada y siendo un lastre para la valoración del conjunto europeo. Francia e Italia también experimentan ligeros ajustes a la baja, con crecimientos por debajo del 1%, siendo la economía española la que destaca con previsiones de crecimiento del 2,6% para 2025. Según las previsiones de primavera de la Comisión Europea, cuyo informe también tiene un título revelador y directo a la cuestión de fondo “Crecimiento moderado en medio de la incertidumbre económica mundial”, el crecimiento real del PIB en 2025 será del 1,1% en la UE y del 0,9% en la zona del euro, similares a las tasas alcanzadas en 2024.
Figura 1. Previsiones de crecimiento en Europa en 2025 (% variación PIB)
Fuente: Comisión Europea (mayo 2025).
Spring 2025 Economic Forecast.
A priori, las tensiones comerciales entre Estados Unidos-China y la incertidumbre global afectan directamente a la industria europea, tanto por el aumento de costes derivado que supone como por el descenso de la demanda interna. No obstante, algunas estimaciones iniciales realizadas por distintos analistas (FMI, Comisión Europea, Banco de España) señalan un efecto global sobre la UE moderado, incluso si se contempla la aplicación de los aranceles máximos anunciados por la administración Trump para la UE. Cuestión aparte es la incidencia en algunas regiones europeas donde el impacto puede ser significativo, dependiendo de la mayor exposición directa al comercio con EE.UU. y de la mayor participación en las cadenas globales de valor.
Ahora bien, el previsible deterioro comercial, consecuencia de las tensiones existentes ya señaladas, podría tener consecuencias fiscales adicionales. En sentido negativo, una recuperación más débil y ,además, prolongada implica un registro menor de niveles de ingresos públicos, que pueden comprometer la sostenibilidad fiscal. Considerando un contexto donde se precisan mayores esfuerzos para atender demandas crecientes en digitalización o la consabida transición energética, además de nuevos focos como la seguridad nacional. En sentido positivo, el incremento del gasto en defensa e infraestructuras que debe afrontarse en Europa (dependiendo de la composición del gasto) debería actuar como impulso del crecimiento a medio plazo, junto con el aumento de las rentas de los hogares. Ahora bien, todo depende de la evolución de los factores de riesgo señalados a escala mundial. Por tanto, a medio plazo, se mantienen las expectativas de una aceleración gradual de la actividad económica en la UE, apoyada en la demanda interna y en un cierto impulso fiscal que pueda derivarse del incremento de gasto público en defensa e infraestructuras en la UE.
Entorno nacional
Con un panorama global incierto, la economía española mantiene su dinamismo, en un contexto de creación de empleo, hecho que ha ido consolidándose a lo largo del año 2024 y en esta primera parte de 2025, de modo que se han ido revisando al alza las previsiones iniciales de crecimiento del PIB de España para el año 2025, aunque considerando una desaceleración respecto a 2024, por el escenario de incertidumbre y menor confianza. Pese al entorno desfavorable y a la atonía del crecimiento europeo, la economía española sigue mostrando una resiliencia relativa dentro de la UE. De este modo, mantiene un comportamiento relativamente sólido en el conjunto europeo gracias al dinamismo del consumo privado, la mejora de las rentas reales y el empuje del sector servicios; especialmente, el turismo que registra un comportamiento muy dinámico. De hecho, el consumo privado es la componente que más aporta al crecimiento, gracias a la buena evolución prevista para la renta disponible, el empleo y la población.
Entre los principales factores de riesgo, como señala el Banco de España en su informe de junio, se encuentra la evolución de las actuales tensiones comerciales; especialmente por el impacto final de la aplicación de los aranceles, que afecta de forma desigual a determinados sectores, actividades y, por consiguiente, regiones, además del comportamiento de los mercados financieros internacionales. De su evolución dependerá el grado de confianza/incertidumbre aplicada a las decisiones de gasto de los agentes económicos (hogares y empresas) y su repercusión. Algunas empresas, dependiendo de su actividad económica, apostarán por trasladar el aumento de costes a precios, anticipar compras de determinados productos o componentes, diversificar la cadena de suministro para evitar una mayor exposición y debilidad no controlada, abrir nuevos mercados/inversiones e incluso trasladar la producción a países cercanos (deslocalización u offshoring). En suma, decisiones alternativas y complementarias que incidirán en la respuesta final. Como sostén del conjunto de la economía, el último empuje derivado de la aplicación de los fondos Next Generation EU, aunque, como señalan algunos analistas, sería preciso un ritmo de ejecución más dinámico en lo que resta de tiempo (Fedea).
En este contexto, el Banco de España ha revisado a la baja la previsión de crecimiento del PIB de la economía española para 2025, situándola en un 2,4% frente a tasas del 2,7%-3,0% estimadas previamente. Una revisión basada en los aspectos ya mencionados relativos a la incertidumbre internacional, el impacto final de los aranceles bilaterales entre EE.UU. y la UE, además de la evolución menos dinámica inferida de los nuevos datos de contabilidad nacional trimestral. La Comisión Europea pronostica un crecimiento sólido del PIB real español, de modo que alcance el 2,6%, y se suavice en 2026 hasta el 2,0%. Fundamenta una actividad económica respaldada por la demanda interna; especialmente por el crecimiento del consumo privado debido al buen comportamiento del mercado laboral, y también por el fortalecimiento previsto de la inversión, gracias también a la aplicación del plan europeo de recuperación y resistencia.
Como resultado de la agregación de las predicciones regionales de Hispalink, las perspectivas de la economía española traducen en crecimientos del PIB del 2,5% en 2025 y 2,2% en 2026, superiores a la eurozona (0,9% en 2025 y 1,4% en 2026 según la Comisión Europea). La demanda interna seguirá siendo el principal motor del crecimiento, aunque con menor impulso que en 2024.
Perspectivas de crecimiento regional
El punto de partida para el desempeño regional, recogido en la Tabla 1, es un escenario de cierre del ejercicio de 2023, con un crecimiento del PIB de España del 2,7% respecto a 2022, mostrando así un notable dinamismo, con un desempeño heterogéneo por Comunidades Autónomas, desde el crecimiento máximo del 5,7% de Baleares al moderado ritmo del 2,0% de Murcia, siempre comparado con Europa. La actualización Hispalink de los ritmos de crecimiento del PIB en 2024, revela que todas las CC.AA. alcanzaron ya los niveles de PIB prepandemia (PIB 2019=100), constatado ya en el informe previo de hace seis meses. Precisamente, los archipiélagos balear y canario, que fueron las regiones más castigadas por el impacto de la pandemia COVID-19 debido a su gran dependencia del sector del turismo, han presentado un comportamiento muy dinámico desde entonces.
No obstante, se aprecia un avance desigual en la intensidad del crecimiento regional en 2024. De hecho, la horquilla de crecimientos varía desde el máximo de crecimiento del 4,1% de Baleares a la tasa del 2,0% de Galicia, marcando un diferencial superior a dos puntos de porcentaje p.p. pero más reducido que el registrado en 2023 de tres y medio p.p. De este modo, se confirma, igual que hace seis meses, un mayor dinamismo motivado por el mejor comportamiento del consumo y por el impulso del turismo, beneficiado por las circunstancias desfavorables de otros destinos, y observado en aquellas regiones con una estructura productiva afín a estas circunstancias (archipiélagos y regiones del arco mediterráneo, principalmente). En 2024, las regiones que sufrieron con mayor intensidad los efectos de la crisis energética y el impacto de la inflación en determinadas ramas productivas progresan con una menor dinamicidad comparada, aunque con un crecimiento superior al de la eurozona (0,7%). Son regiones caracterizadas por una mayor presencia del sector industrial en sus economías (Tabla 2).
Al tratarse el año 2024 de un ejercicio ya cerrado, pero sin conocerse aún la estimación oficial, es obligado acudir a fuentes alternativas de estimaciones conjuntas del crecimiento económico regional, como pueden ser, además de Hispalink, AIReF, BBVA Research, CEPREDE y Funcas. Al comparar las diferentes estimaciones realizadas para el año 2024 se aprecian mayores discrepancias en Baleares, La Rioja y Murcia, regiones donde las diferentes fuentes presentan unas valoraciones más alejadas, en términos de la diferencia entre el valor máximo y el valor mínimo. Por el contrario, las mayores coincidencias se producen al comparar las previsiones realizadas para Cantabria, Comunidad Valenciana y Galicia. Atendiendo al consenso entre las cinco fuentes señaladas, lideraron el crecimiento en 2024 Baleares, Canarias y Comunidad de Madrid. Se quedan en las últimas posiciones, por debajo de la media nacional (3,2%) pero siempre superiores al crecimiento de la eurozona (0,7%), País Vasco, Cantabria y Extremadura. Para una información más amplia sobre la comparativa entre fuentes alternativas dedicadas a las estimaciones de crecimiento económico regional, se recomienda el reciente artículo “The challenge of modelling and forecasting Regional Economic growth in Spain”, publicado en la revista Estudios de Economía Aplicada/Studies of Applied Economics vol 43-2, que hace referencia al 35 aniversario de Hispalink.
Tabla 1. Crecimiento regional 2024-2026
Fuente: Hispalink, junio 2025
Tabla 2. Crecimiento regional y detalle sectorial en 2024
Fuente: Hispalink, junio 2025
Las perspectivas económicas regionales para 2025 indican, en términos generales, el inicio de un proceso de desaceleración de los ritmos de crecimiento respecto al año 2024, aunque con revisiones al alza respecto a las previsiones realizadas hace seis meses (Gráficos 1 y 2). Se identifica al sector turismo, que ya recuperó sus niveles prepandemia, como un motor clave, especialmente en regiones mediterráneas e insulares, que mantienen un perfil de crecimiento robusto, aunque con cierta moderación respecto a las previsiones previas. El archipiélago balear, lidera el posicionamiento, en términos de ritmo crecimiento económico, de las regiones españolas en estos años de post pandemia. Pero, de nuevo, apoyado exclusivamente en el sector turismo, sin oportunidad de explorar otras posibilidades de restructuración productiva y acentuando la exposición a la volatilidad de la demanda externa, muy focalizada en determinados países europeos que están presentando, además, escaso crecimiento en la actualidad. Algo que también afecta a Canarias.
Es preciso señalar el impulso de otras ramas de servicios, como la consultoría, banca, transporte, que han visto incrementada su actividad gracias a la digitalización y que sostienen el crecimiento de regiones con mayor presencia en su estructura productiva como puede ser la Comunidad de Madrid. En este sentido, las regiones más expuestas al comercio exterior de bienes (Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco) podrían experimentar una leve desaceleración debido al impacto de los nuevos aranceles, mientras que las exportaciones de servicios son el principal motor del crecimiento económico (Tablas 3 y 4). En general, los factores comunes del impulso regional son el turismo, el consumo privado, generalizado en todo el país, pero con mayor impacto en regiones con mayor renta disponible y el mercado laboral, con una creación de empleo más intensa en regiones urbanas y costeras. Y, como se ha comentado, el impulso de los fondos europeos, especialmente relevantes en regiones con proyectos de inversión pública en marcha.
En definitiva, cuando se observan las regiones que se posicionan por debajo del crecimiento medio nacional, aparte de los condicionantes externos ya comentados, hay que considerar la persistencia de brechas estructurales de dotación en infraestructuras y capital humano que limitan las posibilidades de acceso a determinados recursos productivos (Gráficos 1 y 2). Además, en ese tradicional enfoque de convergencia regional aplicado a los ritmos de crecimiento económico, hay que considerar la reducida, por no decir escasa, posibilidad de competir en igualdad de condiciones. Una capacidad mermada para poder atraer inversión extranjera dirigida al desarrollo de iniciativas económicas que consoliden el crecimiento, modernización y la cohesión social. Una inversión extranjera que se ve afectada también por la incertidumbre, la regulación y la estabilidad institucional y política, donde la imagen de reputación-marca país juega un papel relevante. Alguna reflexión al respecto debería ser tenida en cuenta.
Gráfico 1. Revisión de las predicciones de crecimiento económico regional para 2025, tasa variación anual del PIB real
(comparativa predicción actual junio 2025 vs diciembre 2024
Gráfico 2. Previsión de ranking de crecimiento económico regional para 2025 (tasa variación anual del PIB real)
Tabla 3. Crecimiento regional y detalle sectorial en 2025
Fuente: Hispalink, junio 2025
Tabla 4. Crecimiento regional y detalle sectorial en 2026
Fuente: Hispalink, junio 2025
Finalmente, atendiendo al bienio 2025-2026, Las top 3 regiones con mayor crecimiento serán, previsiblemente, las siguientes, según las predicciones de Hispalink: Baleares, Murcia y Comunidad de Madrid, con crecimientos del PIB superiores al 2,6% (2,4% en el promedio nacional). Este devenir dependerá del impacto final de las tensiones geopolíticas y comerciales, marcadas por los nuevos aranceles de la política comercial estadounidense y cómo terminen afectando los demás condicionantes externos. A ello se suman desafíos estructurales como la baja productividad, la crisis de vivienda y la elevada deuda pública (en % sobre el PIB, especialmente, en algunas regiones).
En todo caso, debe entenderse que, dado el entorno global de incertidumbre, las predicciones para 2025-2026 deben interpretarse con la cautela precisa y siempre como una extrapolación de la tendencia subyacente de la evolución de las diferentes ramas productivas, determinadas en función del escenario de partida previsto para el entorno nacional y que proporcionan CEPREDE e Instituto L.R.Klein-UAM. Además, pese a haberse superado ya los niveles de PIB prepandemia, aún es pronto para la configuración de la estructura de ritmos de crecimiento e identificación de los motores regionales en España.
Acuciado por los factores externos descritos en este informe, queda retornar a lo que serían ritmos de crecimiento consolidados y no sujetos a tantas fluctuaciones, lo que implicaría el retorno a la senda de crecimiento potencial de cada comunidad autónoma. En este contexto, habrá que seguir vigilando de cerca el paradigma de lo que distintos analistas denominan las 5D, con alguna variación, y que marcan el escenario de evolución económica a escala global y de cada país en particular. Así, según la tesis de Singular Bank, serían: Digitalización, Descarbonización, Demografía, Desconfiguración del orden internacional, Desglobalización, que se identifican como fuerzas clave que están remodelando el panorama económico y geopolítico global.
Redacción: Ana M. López, Instituto L.R.Klein-UAM, Coordinadora red Hispalink.
Cierre de predicciones: 17 junio 2025
Situación actual y Perspectivas de las regiones de España
junio 2025
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