Samuel Ibarra

Repaso a la Clase

MATRIMONIO, DIVORCIO Y SEGUNDAS NUPCIAS

Del hno. Samuel Ibarra Sánchez


Por: Jesús Briseño Sánchez

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INTRODUCCIÓN

El 12 de junio del 2011, se inicia en la iglesia de Cristo en Gómez Farías una clase sobre el tema del matrimonio, titulada “Matrimonio, Divorcio y Segundas Nupcias”, conducida por el hermano Samuel Ibarra Sánchez.

El propósito del presente escrito, es llamar la atención sobre algunas de las declaraciones vertidas por el hermano Samuel durante el desarrollo de la clase, en las cuales nos parece que existen diversas aseveraciones no bíblicas, y aun contradicciones con la Palabra de Dios.

Cabe recordar que el hermano Samuel Ibarra, en la introducción a la clase, dijo:

Vamos a demostrar cada idea, cada punto, vamos a soportarlo con la Palabra de Dios.

Obviamente, cuando haya que poner ejemplos, se van a poner ejemplos, de la Biblia, para soportar todo con la Palabra de Dios.

Caminar todos, pensando y creyendo lo que Dios dice, no lo que yo opino o lo que opine tal o cual hermano, lo que Dios dice solamente.

El compromiso de este servidor es demostrar cada punto con la Palabra de Dios.

A pesar de estas declaraciones, y de las expectativas creadas, no solo el objetivo y compromiso quedaron muy lejos de cumplirse, sino que se pervirtió notoriamente la Palabra de Dios, como fácilmente podemos deducir al comparar el contenido de las lecciones con lo que enseñan las Sagradas Escrituras.

“DIOS NO HA DICHO NADA”

En la lección numero 3, Samuel Ibarra comienza diciendo:

Estamos queriendo buscar una forma de dar una definición acorde a lo que es el matrimonio respecto a las cosas que Dios nos ha enseñado. Estamos encontrando qué nos dice Dios al respecto.

Sin embargo, y de forma abrupta, Ibarra afirma:

Pero Dios no dio leyes al respecto. Dios no ha dicho nada de lo que se deba hacerse o no deba hacerse cuando llegue el momento del matrimonio.

Según las palabras de Samuel Ibarra, es el matrimonio una institución divina en la cual Dios no ha puesto ninguna ley; no es Dios entonces quien nos da sus características ni nos dice la forma en que deba establecerse un matrimonio.

La intención que el hermano tiene, es la de constituir como valida cualquier cosa que el hombre haya inventado o añadido al concepto o al establecimiento de un matrimonio.

Como todo falso maestro, Samuel Ibarra se enfrenta a las consecuencias absurdas de sus conclusiones:

Ø Si Dios no ha dicho nada acerca del establecimiento del matrimonio, luego entonces no es un tema bíblico, no es algo donde Dios haya hablado.

Ø Lo más delicado es que deja de ser una institución divina, o se convierte en una institución “divina” en donde solo el hombre pagano pone sus reglas y formas.

Contrario a su afirmación, la Biblia, que es la Palabra de Dios, sí nos dice lo que constituye un matrimonio, y lo que hay que hacer:

Ø Las leyes de Dios sobre el matrimonio vienen desde el principio: Mateo 19.8

Ø Es Dios quien junta y produce el matrimonio: Mateo 19.6

Ø El matrimonio es un pacto entre un hombre y una mujer: Malaquías 2.14

Ø Ese pacto es hecho con la aprobación y el testimonio de Dios: Proverbios 2.17

Ø Es necesario que el pacto matrimonial se ratifique haciéndose publico: Rut 4.10

Ø El hombre deja padre y madre y se une a su mujer: Génesis 2.24

Nuestro hermano Bill Reeves lo comenta así:

“La Biblia sí nos dice específicamente qué constituye el matrimonio (Gén. 2:24; Mat. 19:4-9; Mal. 2:14; Prov. 2:17). Dios determina los requisitos para el matrimonio, no el hombre pagano."

MATRIMONIOS PAGANOS

Luego pasa el hermano Ibarra a convertir la clase bíblica en una lección de historia, explicando como el ser humano se fue organizando en familias, y formando comunidades. Y como hubo la necesidad de establecer leyes para la convivencia y la organización humana.

Después Ibarra afirma:

Dios solamente legisló de manera única al pueblo de Israel.

Pero antes de Sinaí, ¿Cómo se regulaba el matrimonio?

Los pueblos gentiles que no se regulaban por la ley de Dios ¿como regulaban sus matrimonios?

Según el dilema de Samuel Ibarra, no puede existir el matrimonio si no es regulado.

Luego, y en respuesta a su necesidad creada, Ibarra supone:

Pues mediante las leyes que cada pueblo, cada nación, hubo de hacer para regular aquello.

No se puede hacer las cosas así por así. Hay que hacerlas de acuerdo a como lo ordene la ley de Dios en el pueblo judío o las leyes civiles que están haciendo los pueblos para regular, no solo el matrimonio, la conducta del ser humano.

Las cosas que hay que hacer con respecto al matrimonio, hay que hacerlas como lo ordene Dios, independientemente del tiempo o nación.

Continúa Ibarra sus conjeturas:

Los demás pueblos que se casaban ¿no valían sus matrimonios delante de Dios? Seguro que si valía, aunque no estuvieran regulados por el Antiguo Testamento.

Se supone, mas no se prueba, que en los pueblos gentiles los gobiernos regulaban y avalaban los matrimonios. Existen varias preguntas:

Ø ¿Cuáles pueblos específicamente?

Ø Si las gentes de esos pueblos se “casaban por la ley”, ¿lo hacían porque Dios así lo mandaba? ¿lo hacían así para estar bien con Dios?

Ø Estos matrimonios según las leyes gentiles, de haber existido, eran validos delante de Dios, pero ¿Por qué eran validos, por cumplir los requisitos de Dios al respecto o por casarse por sus leyes humanas?

Ø ¿Es concebible que pueblos paganos hicieran algo correcto que el mismo pueblo de Dios no hacia?

Prosigue el hno. Ibarra:

Y eso también nos abarcaba a nosotros los gentiles que no estábamos en el pacto de Dios. Los gentiles del tiempo de Cristo estaban fuera de la ley de Dios, y ellos también tenían sus normas propias cada pueblo, cada nación, de cómo regular este evento llamado matrimonio.

Supongamos que la idea no probada de Ibarra fuera cierta, y que algunos pueblos regularan sus matrimonios según las leyes civiles. Obviamente, tendríamos que reconocer asimismo que existían otros pueblos sin ningún tipo de regulación civil sobre sus matrimonios.

Yo pregunto: ¿en los pueblos que no regulaban civilmente sus matrimonios, valían estos delante de Dios o no?

La verdad es que los matrimonios que se unan de acuerdo a los requisitos puestos por Dios, son validos delante de El. Tanto los matrimonios existentes antes de la ley de Moisés, como los existentes dentro y fuera del pueblo judío, y aun hasta la fecha, son validos si cumplen con la voluntad de Dios.

El matrimonio es una iniciativa e institución de Dios semejante a la iglesia, Dios es su único legislador; existe independientemente de lo que el hombre o sus leyes le pretendan añadir, quitar o incluso modificar.

Samuel Ibarra, basándose en sus dilemas creados, en vagos datos históricos y en suposiciones convenientes, llega a una estupenda conclusión:

Entonces nosotros podemos entender de ahí que la ley si, si, avala el matrimonio.

De ninguna manera, por lo dicho por Samuel Ibarra, se puede llegar a semejante conclusión.

Si por suponer que algunos pueblos gentiles regularan civilmente sus matrimonios se concluye que las leyes humanas son las que avalan los matrimonios actuales, igualmente se podría concluir lo contrario, esto es: que como algunos pueblos gentiles no regulaban sus matrimonios civilmente, concluimos que no se requiere ningún tipo de regulación civil.

¿Puede el hermano Ibarra probar que todos los pueblos gentiles regulaban civilmente sus matrimonios? Si no, ¿los matrimonios de gentiles en pueblos no regulados civilmente, pero que cumplían los requisitos básicos, valían delante de Dios o no?

Algo creado por Dios donde El da leyes claras, no requiere validación civil.

Por eso el falso maestro con frecuencia recurre a la Historia, a la lógica y al pensamiento del hombre, porque no puede probar con la sola Escritura sus falsas enseñanzas.

Sigue Ibarra su clase de Historia:

Acordémonos que Dios hizo un pacto con Israel en Sinaí nada mas. A partir de aquí entra en vigencia la ley de Moisés, pero lo que ocurrió de Adán a Sinaí y lo que ocurrió fuera del pueblo de Israel entre las naciones gentiles esta avalado por Dios de todos modos porque el matrimonio es una iniciativa de Dios.

De acuerdo, siendo el matrimonio una iniciativa de Dios, Dios avalaba los matrimonios gentiles hechos de acuerdo a sus normas, tanto los que sucedían en pueblos donde se registraban civilmente los matrimonios como los que sucedían en pueblos sin ningún tipo de regulación humana.

Aunque los gentiles no se normaran por la ley de Moisés, Dios veía bien la unión entre hombre y mujer.

Aquí entra Abraham, entra Noé, entra Isaac, entra Jacob, entran muchos de ellos, ellos también se casaron, tuvieron su matrimonio, y no vamos a decir que por no estar normados por Sinaí estaban mal, no, estaban bien delante de Dios.

Exactamente. Tampoco podemos decir entonces, que por no haber sido casados por alguna autoridad humana estaban mal. Ninguno de estos personajes bíblicos estuvieron bajo la ley de Moisés, todos estuvieron bajo alguna autoridad humana y, sin embargo, ninguno fue casado por el gobierno civil o por alguna otra entidad equivalente.

Bill Reeves comenta así:

“Aun en el caso de Isaac y Rebeca (Gén. 24:67, un casamiento más sencillo) todo fue hecho en pleno conocimiento y aprobación de los padres y familiares de ellos. En ningún sentido fue cosa de “propio capricho o estado mental.” Pero tampoco tuvo parte alguna corte civil o fiesta de bodas.”

Si hubiera sido la voluntad de Dios el que sus hijos registraran sus matrimonios o se “casaran por el civil”, nada más sencillo que su palabra así lo expresara. Sin embargo, nunca, ni en la era patriarcal, ni en la era mosaica, ni en la era cristiana, aparecen las autoridades civiles avalando, validando o constituyendo un matrimonio.

OTRAS OPINIONES

Aunque es verdad que no deben basarse los argumentos en las opiniones falibles de humanos, es cierto que siempre es sano contemplar el punto de vista de otros hermanos versados en las Escrituras.

Sobre todo, debe de interesarnos la opinión que sobre el asunto en controversia han emitido hermanos predicadores con muchos años en el evangelio y en el estudio y exposición de las Santas Escrituras.

A continuación, cito textualmente lo que estimados y reconocidos hermanos han afirmado en numerosas ocasiones.

Bill H. Reeves

El hermano Bill Reeves es quien mas copiosamente ha escrito sobre el tema del matrimonio. A continuación, su opinión es tomada de la interrogante número 1233 de su serie “Interrogantes y Respuestas”:

“Dios no da de antemano aprobación universal a cualquier cosa que todos los gobiernos en el mundo quieran exigir del matrimonio. La ley de Dios sobre el matrimonio no está sujeta a “cualquier cosa que la ley civil exija del matrimonio.” Pero la controversia no trata de la legalización del matrimonio, sino del establecimiento de él, si Dios lo establece o el hombre. No confundamos las dos cosas.

Dios determina los requisitos para el matrimonio, no el hombre pagano. La ley civil sí registra el matrimonio para darle reconocimiento legal, pero no valida el matrimonio. Lo que Dios hace no necesita validación del hombre. ¿Qué pasa cuando la ley civil no valida lo que Dios une? Ser “legal” (según las leyes del país) es una cosa, ser escritural o bíblico o con aprobación de Dios, es otra cosa. Debemos ejercer cuidado al expresarnos.

La pareja, casada bíblicamente, no tiene que legalizar su matrimonio. Lo puede hacer; puede ser que le convenga hacerlo (por razón de ciertos privilegios y consideraciones que la ley otorgue), pero ¡ya están casados por Dios! Es cruel e injusto que algunos les designen de fornicarios.

Si trata de una pareja que tiene derecho bíblico para matrimonio y si hace pacto consigo y con Dios, habiendo hecha pública su plena intención de vivir como esposos. A los tales Dios une en matrimonio y no tienen una unión de fornicación. ¡Qué acusación más loca! Dios no une en fornicación. Dios es quien une (Mat. 19:6), no alguna corte civil de hombres paganos.”

Para el hermano Reeves, es importante hacer una clara distinción entre lo que es la constitución de un matrimonio y lo que es su registro ante la autoridad. Nadie niega lo conveniente de registrarlo civilmente, pero no es eso lo que le da validez delante de Dios.

Wayne Partain

Nuestro hermano Wayne comenta lo siguiente en su renombrado estudio “El Hogar”:

“Pero Dios junta en matrimonio a los que cumplan con los requisitos básicos (el compromiso o pacto entre ellos y con Dios; dar evidencia pública de que ahora serán esposos; y vivir juntos). Cuando dos personas cumplen con estos requisitos básicos del matrimonio, el no cumplir con requisitos legales no equivale a la fornicación ni al concubinato, como algunos her­manos afirman.”

Cumplir los requisitos básicos y bíblicos es lo que constituye un matrimonio.

Lorenzo Luévano

La opinión del hermano Lorenzo Luévano Salas es tomada del estudio bíblico “Casamiento Y Registro Civil”.

Aunque el hermano Lorenzo Luévano insiste mucho en su estudio que los matrimonios deben registrarse ante la autoridad para dar buen testimonio para con los de afuera, en cuanto a la controversia sobre si es el gobierno quien casa a las parejas o es Dios, Luévano define su postura:

“No quiero afirmar en contra de la Palabra de Dios, que el "registro civil" case a un hombre y una mujer, pues es Dios quien casa cuando un hombre y una mujer libres para casarse, deciden hacerlo y vivir así hasta que la muerte los separe (Mateo 19:4-6).

Cuando un hombre y una mujer libres, deciden juntarse, Dios, efectivamente, los “junta”, los “une” o los “casa”, aún cuando no intervengan el civil o la iglesia (Marcos 10:7-9). Como vemos, los actores en un matrimonio son tres: La mujer, el hombre y Dios. Es el Señor quien “casa” o “junta” a un hombre y una mujer que han “decidido” vivir juntos hasta que la muerte los separe (Romanos 7:2-3).”

Para Luévano pues, decir que el registro civil casa a las parejas es afirmar algo en contra de la Palabra de Dios.

Luévano vuelve a comentar en Facebook: "Si las personas se "UNEN", entonces se "CASAN", ¿no "se casa" el que repudia a su mujer por otra causa que no sea fornicación? (Mateo 19:9, dice, "y SE CASA con otra, adultera"). Entonces, la cuestión es, ¿quién casa legítimamente? La Biblia dice, "lo que DIOS JUNTÓ", Dios casa, no el hombre, ni la ley civil, ni la iglesia, ni nadie, sino DIOS. Ahora bien, si quiere gozar de los beneficios que la ley civil otorga a los que han decidido casarse, entonces pueden celebrar un "CONTRATO MATRIMONIAL", el cual otorga derechos y obligaciones a ambas partes. En México no es OBLIGATORIO, y no conozco ningún país en el que sea una LEY. Si fuera una ley, entonces habría multas y castigos de parte de la ley al que se casa sin su celebración. Luego, yo recomiendo que si alguien ha decidido casarse, entonces celebre un contrato, para beneficiarse y protegerse legalmente. Algunos hermanos dicen que no celebrar dicho contrato es "fornicación", o es "pecado" por no "obedecer la ley". Pero tales cosas son incorrectas. No es fornicación, es matrimonio. No es desobediencia a la ley, porque no es una ley, es un "derecho". El problema es que muchos hermanos hablan de él, con desconocimiento de la ley, y peor aún, con desconocimiento de lo que la Biblia dice".


Gardner Hall

En su boletín Creced, nuestro hermano Hall comenta lo siguiente:


"Adan y Eva fueron casados sin gobierno porque no existió gobierno en su tiempo. Dudo que Abraham y Sara, Isaac y Rebecca y otros de la edad patriarcal hubieran "registrado" sus matrimonios con el gobierno porque los gobiernos no ejercían mucho control entre los nómadas de ese tiempo. Por tanto, Acepto que es posible que haya pacto matrimonio sin el gobierno porque ¡El gobierno no casa a la gente! Por esta razón creo que en teoría puede existir un matrimonio sin el gobierno. Negar este punto es negar que Adan y Eva, Abraham y Sara, etc. eran casados."


Aunque nuestro hermano no ve aceptable delante de Dios un matrimonio no registrado civilmente, el punto bajo discusión lo aclara y muy bien: "el gobierno no casa a la gente".


Mark Copeland

El hermano Mark, en sus obras sobre el Evangelio de Mateo, comenta así:


"ÉL ATRIBUYE LA INSTITUCIÓN DEL MATRIMONIO A DIOS, NO AL HOMBRE...

1. Note, fue Dios quien dijo “Por esto...” - Mt 19:5; ver Gén 2:24

2. ¡Entonces las preguntas acerca del matrimonio (tales como el divorcio y las segundas nupcias, deben ser contestadas por Dios, no por el hombre (ni por las leyes de los hombres)!

ÉL ENFATIZA QUE EN EL MATRIMONIO DIOS CREA UNA UNIÓN...

1. Él hizo de los dos una sola carne - Mt 19:5-6; ver Gén 2:24

2. ¡Ellos son unidos por ningún otro sino por Dios mismo!"


No pueden las leyes humanas responder lo que a Dios agrada acerca del matrimonio, el divorcio y las segundas nupcias, según Copeland.


Josué Godínez Romero

Nuestro hermano Josué comenta en Facebook: "Lo estipulado por Dios con referencia al matrimonio que Él instituyó:

El género (hombre y mujer. Gn 1:27). La durabilidad (hasta que la muerte los separe Rom 7:2-3; Mateo 19:10-12).

El compromiso (pacto voluntario de tres personas, un hombre para una mujer siendo Dios TESTIGO de la unión y ÚNICO JUEZ ya que el matrimonio ÉL lo instituyó. Mal 2:14-16). La intimidad (serán una sola carne. ya no son dos sino uno. Ef. 5:28-31; 1 Cor. 7:1-5)."


Para Godinez, el único juez presente en el matrimonio es quien lo instituyó: Dios.


Hoswaldo Moreno

El hermano Hoswaldo comenta al respecto en su estudio titulado “¿Cuándo nos sujetamos a las leyes del gobierno?”: “¿Es un estado de fornicación que el cristiano no registre su relación ante las autoridades civiles? No, es un pecado de no obedecer las leyes civiles impuestas por Dios. Cuando una pareja cumple los requisitos por Dios para que él los una esto es un matrimonio según Dios. Esta unión es espiritualmente. Génesis 2:24: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Si una pareja ha hecho estos votos y acuerdos delante de Dios siendo el atestiguando, estos hermanos NO están en fornicación por el simple hecho de no cumplir la ley de Dios con referencia a registrar su relación marital ante las autoridades civiles.”

Para Hoswaldo Moreno entonces, si una pareja cumple los requisitos puestos por Dios, son un matrimonio según Dios.

Josué Hernández

Nuestro hermano evangelista Josué, en su estudio “Repaso a El Matrimonio”, dice de la siguiente forma: “Dios no ha dado a las autoridades el poder de “unir” en matrimonio. La declaración de los gobiernos no es esencial para existencia del matrimonio. Si el caso es de otro modo, ¿Cuál es el texto que habla de la participación del Estado como imprescindible para que el matrimonio sea ratificado por Dios como valedero? Romanos 13:1-2 y 1 de Pedro 2:13-15 no tocan el asunto, Dios no dice nada de que los gobiernos sean imprescindibles para la existencia del matrimonio. Los gobiernos no han recibido esta facultad divina.”

Según Josué Hernández, el establecimiento de un matrimonio es una facultad divina.

Israel González Zuñiga

Nuestro hermano Israel comenta así en su estudio "Marido Ama a tu Esposa": "Ha habido mucha controversia sobre el matrimonio 1.Que el juez civil determina el matrimonio delante de Dios, que porque hay que estar sujeto a las leyes terrenales. Objeción. Aquí en México no existe un artículo en la constitución donde te exija que te cases civilmente y si no lo haces se te aplica un castigo o multa por dicha desobediencia. Por lo tanto no hay ley que te obligue a casarte delante de un juez".


Emilio Acevedo

"Nosotros...creemos que es Dios quien une en matrimonio, no la ley civil".


Guillermo Alvarez

Nuestro hermano Alvarez ha escrito: "En el matrimonio hay tres participantes. Mat.19:5-6. 1. El hombre deja todo y se une a su mujer. 2. La mujer deja todo y se une a su marido. 3. Dios hace la unión. (Casar- Unir). El casamiento es un pacto y una unión que no requiere la participación de ninguna otra persona, solamente el hombre, la mujer y Dios..."


Alfredo Chee Amador

Alfredo opina en Facebook: "Si un hombre y una mujer (que siendo libres para entrar al matrimonio), se encuentran viviendo juntos como esposos, pero que no han inscrito todavía su unión ante el gobierno, no están en fornicación, ni en unión libre, porque se han unido en matrimonio conforme a la ley de Dios (Mateo 19:4-6; Efesios 5:31), Dios es quien une, no el hombre. Y lo hace cuando el hombre y la mujer se comprometen el uno al otro para unir sus vidas y llegar a ser uno, para formar un hogar."


Jorge Maldonado

Nuestro hermano predicador Jorge, comenta así, en su estudio titulado: "El Matrimonio, un hombre, una mujer, para toda la vida": "Según el diccionario, el matrimonio es una “Unión legal del hombre y la mujer” (Dic. Larousse). Pero, según las Escrituras, es Dios quien “une”.

El matrimonio es una “unión” hecha por Dios. Fue instituido por Dios desde el principio de la creación. Nuestro Señor Jesucristo dijo: "… pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Marcos 10:6).

Así que, no es el gobierno civil quien “case”."


Andres Miranda P.

Nuestro hermano Andres opina en facebook: "Según la Biblia, Dios determina la legitimidad de un matrimonio. No la autoridad civil. Si alguien cree algo diferente, puede anotar el texto que así lo enseña. Mi punto hno. ____________ no es quien registra el matrimonio. Sino quien "junta", "casa" a la pareja. La Biblia dice: "por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre." Mt.19: 6. Es el mismo principio de Génesis 2:22-24. Si cambió dicho principio, cítame el texto que así lo enseña, cuándo y dónde. El hombre no puede juntar ni separar. Es Dios y solamente Dios quien junta. El gobierno, según sus leyes registran, registran lo que tampoco es correcto, ellos registran de todo. Pero es Dios quien determina la legitimidad de una unidad. ¿Qué es lo difícil para su comprensión?"


Mario Javier Moreno Chávez

Nuestro hermano Mario dice en su libro Un Estudio sobre el Matrimonio que Dios Desea: "Dios es el único que casa. Mateo.19:6. Ni la iglesia ni el gobierno casa, solo Dios es el único que tiene ese poder y esa autoridad de casar".


Oscar González Chávez

Durante una conferencia en la iglesia de Cristo en Tonalá, en Diciembre de 2015, nuestro hermano Oscar dice: "El casamiento, es un pacto y unión que no requiere la participación de ninguna otra persona más que del hombre, de la mujer y Dios. Ni la iglesia tiene la autoridad, ni el predicador, ni la ley civil casa, hay que estar bien conscientes en esto, solo Dios".

Aunque las opiniones de nuestros queridos hermanos no sean base de autoridad bíblica, resulta interesante que todos los hermanos consultados coincidan en la misma opinión:

No son las leyes escritas por el hombre las que unen a las parejas en matrimonio, y Dios no ha establecido autoridades humanas para que validen el matrimonio, que fue, es y seguirá siendo, una institución divina.

LA PALABRA LÍCITO

En la misma lección numero 3, Samuel Ibarra dice:

Juan el bautista le dice a Felipe, hablando de Herodías: “no te es lícito tenerla por mujer”. Yo le pregunto: ¿en qué se basaba Juan el bautista para decirle a Felipe que no era lícito tenerla por mujer, (y usa la palabra “lícito”, es decir, una cosa que esta ligada a la ley) en la ley de Moisés o en las leyes civiles?

El era judío de origen, pero también era romano, y por ambas leyes estaba mal, de acuerdo al punto de vista de Juan el bautista. Vamos a escarbarle a la ley romana a ver porque dice Juan eso.

Samuel Ibarra vende, y muy bien, la idea de que Juan el bautista le reclamaba a Herodes su violación a las leyes romanas. Samuel supone además, sin probar, que la palabra “licito” significa o guarda relación con lo legal.

La consecuencia más grave de la teoría de Samuel Ibarra, es que:

Ø Ya no es lo que dice Jesús acerca de Juan: “el mas grande profeta nacido de mujer” Mateo 11.7-14

Ø No es quien dijo el profeta Isaías: “el preparador del camino del Señor” Mateo 3.1-4

Ø No “tenía el espíritu restaurador de Elías” Mateo 17.10-13

Samuel convierte a Juan el bautista en un mártir del imperio romano, en alguien que muere por defender una ley pagana.

Contrario a las afirmaciones de Ibarra, la palabra “licito” no tiene relación alguna con cuestiones legales, según todos los diccionarios consultados; veamos algunos:

Diccionario Strong:

está bien (mediante la idea figurativamente de estar en público):- dar, lícito.”

Diccionario Tuggy:

Es permitido, es lícito o propio, es posible, está bien.”

Diccionario Vine de Palabras del Nuevo Testamento:

“se permite, es legítimo (eimi, ser, prefijado por ek, de entre). Se traduce «se os puede» (Hch 2:29); «bien puedes» (Hch 8:37), texto este que aparece en algunos mss.

Verbo impersonal, que significa «es lícito», «está permitido»; o, interrogativamente: «¿Es lícito?» Aparece con la mayor frecuencia en los Evangelios Sinópticos y Hechos; otros pasajes (Jua 5:10; Jua 18:31; 1Co 6:12, dos veces; 1Co 10:23, dos veces; 2Co 12:4); en Hch 2:29 se traduce « ¿Se os puede decir?»; en 8:37: «bien puedes»; en 21:37: «¿Se me permite?»”

Diccionario Swanson:

es posible, "puede suceder", (Hch 2:29, Hch 21:37; Hch 8:37 v.l.); deber, es decir, estar obligado, (forma impersonal) es admisible, es lícito (Mat 12:2; Mar 10:2; Luc 20:22; Jua 5:10; Jua 18:31; 1Co 6:12; 1Co 10:23; 2Co 12:4)”

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

“(Del lat. licitus). Justo, permitido, según justicia y razón. Que es de la ley o calidad debida.”

Quizá por eso la Biblia de Jerusalén y la versión Latinoamericana traducen “no te esta permitido”, y los interlineales Bizantino, Westcott y Hort y Nestlé Aland utilizan la palabra permisible.

¿Acaso Pablo dice en 1Corintios 10:23: “Todo me es jurídicamente legal, pero no todo conviene; todo me es jurídicamente legal, pero no todo edifica.”? (Pablo utiliza el mismo vocablo griego que usa Marcos)

No hermanos, Herodes no estaba mal “de acuerdo al punto de vista de Juan el bautista”, ni según el derecho romano, sino según la Palabra de Dios.

Táctica carnal del falso maestro, es no solo torcer pasajes, sino cambiar significados de palabras, dándole a todo el texto un contexto diferente.

HAY QUE OBEDECER A LAS AUTORIDADES

En la lección numero 6, Samuel Ibarra expone:

Cuando se menciona esto, algunos hermanos que no se han convencido de la parte que tienen las autoridades, inmediatamente nos presentan que difícilmente puede ser por lo civil los matrimonios porque las autoridades son corruptas, porque aprueban leyes que van en contra de la voluntad de Dios.

No es por medio de lecciones de Historia que se puede convencer a los cristianos que son las autoridades civiles las que casan, sino por medio de los pasajes bíblicos que lo enseñen. El argumento de que “las autoridades no casan o hay que desobedecerlas porque son corruptas” ignoro quien lo haya presentado, pero es muy poco inteligente.

Nadie ha dicho que por ser los gobiernos malos ya por eso no casan; así como nadie podría afirmar que porque son buenos sí casan. El punto es qué dice Dios, no la santidad o corrupción gubernamental.

Táctica carnal del falso maestro, es atribuirle declaraciones a la otra parte para luego derrumbarlas y aparentemente probar su errada postura.

Pero no se justifica el hecho de que las autoridades no deban participar en esto.

Si Dios dijera que las autoridades validan los matrimonios, así sería aunque fueran las más perversas del mundo.

Palabras de Cristo que no tienen vuelta de hoja: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Entonces Cristo esta reconociendo que nosotros tenemos que reconocer la participación de las autoridades.

¿La participación de las autoridades en qué hermano, en el matrimonio? ¿Cuándo Cristo dijo: dad al César lo que es del César quería decir que debemos reconocer que las autoridades validan el matrimonio? Si a eso se refiere Samuel Ibarra, cuando no cae resbala, pues es una afirmación increíblemente torpe.

Buenas o malas eso es otra cosa, corruptas o no eso es otra cosa. Si nosotros decimos: “yo no obedezco porque el que gobierna es un corrupto” eso no lo exime de que usted obedezca la ley.

Totalmente de acuerdo, se debe obedecer a la autoridad en todo lo que tenga facultad de mandar.

En la lección numero 7, un servidor comenta y pregunta lo siguiente: “en realidad estamos deliberando ya, cuando no se ha establecido todavía el papel de las autoridades en relación con el matrimonio. Es algo que nos sigue atorando y seguimos ahí.”

Por toda respuesta, Samuel Ibarra responde:

Para allá vamos hermano, nomas, momento que ando lento.

En vez de citar los pasajes precisos que enseñan el papel de las autoridades con respecto al establecimiento del matrimonio, el hermano pasa a exponer su herejía sobre la carta de divorcio, error explicado a detalle mas adelante.

Algo que confunde a muchos hermanos dentro de la presente controversia, es el papel o facultad que tienen las autoridades civiles respecto al establecimiento o validez del matrimonio.

Existen varios textos bíblicos que mandan obedecer a las autoridades:

Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. (Romanos 13:1-6)

Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. (Tito 3:1)

Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. (1Pedro 2:13-14)

¿Qué enseñan estos textos?

Estos versículos enseñan que los cristianos deben obedecer a los gobiernos de la tierra en todo lo que manden, (obviamente, siempre y cuando no sea algo que contradiga lo que la Biblia dice). Al mencionar la espada y el castigo, se deduce que habla de cuestiones que pueden llevarlo a uno a la cárcel, en caso de haber desobediencia.

En los países donde la ley civil mande registrar los matrimonios, aun sin existir una pena por no obedecer, los cristianos deberán registrar su matrimonio. Registrar el matrimonio ante la autoridad civil no va en contra de la voluntad de Dios. Aun en países donde la autoridad no exija el registro del matrimonio, el cristiano buscara tener el mejor testimonio posible ante los demás, y lo registrará por ser algo conveniente y tendiente al buen orden.

Cabe decir que si un cristiano, pudiéndolo hacer, no registra su matrimonio, esta mal delante de Dios; pero no esta mal en su matrimonio, sino en su desobediencia a la autoridad puesta por el Señor.

Ahora bien, y aquí es donde radica el punto principal de la controversia: una cosa es registrar el matrimonio que Dios ha unido para contribuir al buen orden social y otra cosa es acudir al gobierno para que este sea quien case a la pareja. Dios es quien une en matrimonio según la Palabra de Dios (Mateo 19.6), este matrimonio unido por Dios va al registro civil para dar ejemplo de orden y buen testimonio. Si se resiste a registrarse ante la autoridad, es un matrimonio que no desea el buen testimonio, pero es matrimonio delante de Dios.

La idea que resistimos por considerarla contraria a la Palabra de Dios es la siguiente: Dios ha puesto las leyes civiles para regular al matrimonio, el gobierno es quien une a las parejas y quienes no registren su matrimonio ante la autoridad son fornicarios por no estar casados.

En esta idea es donde se expresan multitud de errores con relación al tema del papel de las autoridades respecto al matrimonio:

Ø Dios no ha puesto a las leyes civiles, ellas son producto del pensar de los gobiernos puestos por Dios. Hay una diferencia muy grande y evidente en esto.

Ø Si Dios no es autor de las leyes civiles, menos aun las ha puesto Dios para regular al matrimonio. No existe pasaje bíblico que diga semejante cosa; el matrimonio es una institución divina regulada por Dios donde El, y solo El, pone sus normas.

Ø No es el gobierno quien une a las parejas en matrimonio al registrarlo, la autoridad solo registra el acontecimiento, así como registra los nacimientos y los fallecimientos. El gobierno no produce matrimonios, así como no da la vida ni la muerte a nadie.

Supongamos por un momento que fuera verdad que Dios ha hecho y puesto a las leyes civiles para regular y validar los matrimonios:

Ø Siendo leyes de Dios serían infalibles, y aun parte de la Palabra de Dios.

Ø Teniendo las autoridades la facultad divina, no se equivocarían, o aun haciéndolo, tendríamos que aceptar todas sus decisiones, tanto al casar como al divorciar. O tienen la facultad o no la tienen; si la tienen aceptemos todo, si no la tienen, rijámonos por la Palabra de Dios.

Entonces, no es el gobierno quien une ni separa, sino Dios por medio de su palabra.

Quien diga que estos textos mandan casarse civilmente, esta torciendo pasajes y por lo tanto sosteniendo falsa doctrina. Las autoridades, por lo menos en México, no mandan registrar los matrimonios, ni castigan a quienes no lo hacen. Y aun mandándolo, no es el registrar civilmente el matrimonio lo que le da validez delante de Dios.

Bill Reeves comenta lo siguiente al respecto de Romanos 13:

“Rom. 13:1 no trata nada acerca del establecimiento de matrimonios. Por años yo he pedido a muchos hermanos que me citen una ley civil en su país que exija que para que un hombre y una mujer vivan como esposos los dos tengan que cumplir con cierto requisito civil, y que si no lo hacen, son multados o castigados por vivir como fornicarios. Hasta la fecha nadie me cita nada de lo solicitado. La razón por qué no lo hacen es que no existe tal ley. Romanos capítulo 13 no tiene nada que ver con registrar civilmente casamientos.”

Respecto a que las leyes civiles son de Dios, Reeves afirma:

“Dios no ha establecido las leyes particulares de los hombres, sino son los hombres mismos que establecen sus leyes. Dios ha establecido las autoridades (gobiernos civiles) que hay (Rom. 13:1). Es de Dios que haya gobiernos civiles; es su voluntad que existan para alabar a los buenos y castigar a los malos, pero las leyes que ellos hagan son producto de su propio pensar y conveniencia.”

Acerca de este punto, Lorenzo Luévano Salas comenta:

"El contrato matrimonial es un beneficio, y no atenta en nada contra el plan de Dios para el hogar. No obstante, hay hermanos que llevan ese beneficio o derecho, al terreno de ley, y entonces vienen los juicios, las excomuniones y hasta el negar el bautismo a quienes primero no hagan un contrato matrimonial. Este es el efecto no de la verdad, sino de un supuesto: Que el contrato matrimonial es una ley que debe ser obedecida. No es cuestión de "obedecer la ley", pues no hay "ley" que mande al hombre y la mujer celebrar un contrato matrimonial. Los derechos de las personas en ciertos países, sean homosexuales o no, es que pueden celebrar un "contrato matrimonial" y a "disolverlo" si así lo desean. No obstante, ni es ley que tengan que celebrarlo, ni tampoco es ley que tengan que disolverlo. Todo el caso de "contratos" tiene que ver con el querer gozar con las garantías legales que dichos contratos otorgan. Pero, no es "ley" ni tampoco "delito" no gozar de dichas garantías. No tenemos derecho a crear leyes humanas, ni bíblicas, e inventar pecados donde no los hay, para lograr así la aprobación de la sociedad. Acusar a hermanos de "pecado" al afirmar cierta desobediencia a una "ley" que no existe, es pecado."

SEPARACIÓN Y DIVORCIO

Siguiendo con la lluvia de errores doctrinales, el hermano Samuel Ibarra (dentro de la lección numero 7) hace una falsa distinción entre los términos bíblicos “separar” y “divorciar”. El dice:

Si la mujer resulta engañada, tiene que ver que hace, o perdona, se separa (y se queda sin casar) o se divorcia.

No es lo mismo, porque aquí en la separación sigue existiendo el vinculo matrimonial y en el divorcio se rompe el vinculo matrimonial, es la diferencia.

Entonces, y de acuerdo a la nueva doctrina de Samuel Ibarra, una cosa es separarse un cónyuge del otro y otra cosa muy distinta es divorciarse. El cree, quizá contagiado por la percepción moderna, que la palabra o el hecho de separarse no disuelve el matrimonio, sino hasta llegar a un divorcio legal. Según él, una persona victima del adulterio tiene tres opciones:

Ø Perdonar al culpable y continuar el matrimonio.

Ø Separarse del culpable y quedarse sin casar.

Ø Divorciarse del culpable quedando libre para casarse nuevamente.

Conforme a la costumbre de Samuel Ibarra, no presenta ningún texto para avalar su falsa doctrina.

Jesucristo, el hijo de Dios, contradice a nuestro hermano Samuel, diciendo:

Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. (Mateo 19:6)

Jesús utiliza la palabra “separe” en contraste con estar juntos, y la utiliza, según el contexto, como respuesta a la pregunta de los judíos sobre el repudio.

Pablo, el apóstol inspirado de Dios, tampoco esta de acuerdo con la idea de Samuel Ibarra:

Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; (1Corintios 7:10)

Dice Pablo entonces, que separarse es lo contrario a estar “unidos en matrimonio”. No conocen los escritores de la Biblia la distinción entre separación y divorcio.

La prueba irrefutable de esto son las palabras siguientes del apóstol:

Y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer. (1Corintios 7:11)

En el original griego las palabras “sin casar” vienen de un solo vocablo compuesto: agamos, que significa literalmente “no casada”. Por ello las versiones Al Día, Latinoamericana, Dios Habla Hoy, Nácar-Colunga y la Nueva Versión Internacional, dicen: “que no se vuelva a casar”.

Para Dios pues, dos personas que se separan están “no casadas”, o sea: divorciadas.

Quien se separa de su cónyuge sin la causa de adulterio, es quien no debe volver a casarse; quien repudia a su cónyuge por fornicación, puede volver a casarse, según el permiso y la voluntad de Dios. Samuel Ibarra inventa una distinción entre separación y divorcio, y afirma (mas no muestra textos) que alguien puede separarse de su cónyuge por adulterio pero no tiene permiso de casarse nuevamente.

¿Comprobará el hermano Ibarra su falsa doctrina o se arrepentirá de sus mentiras?

Wayne Partain lo concluye así:

“La Biblia no hace distinción, pues, entre "la separación" y "el divorcio". Si los esposos están separados (porque el hombre o la mujer ya no "consiente en vivir" con su cónyuge), es "repudio". Es decir, la persona que "se separa" "repudia" a su compañero(a).”

“DIOS CASA A TODOS LOS MATRIMONIOS”

En la lección numero 9, del domingo 21 de agosto, el hermano Samuel Ibarra introduce una nueva herejía. El dice:

Dios hace la unión. Dios une al hombre y une a la mujer. Sin embargo, hay uniones, que aunque Dios las hace, no están correctas. Porque Dios hace la unión, y si la pareja va al registro civil y formaliza su unión, Dios hace la unión, sin embargo hay uniones que no son correctas delante de Dios. Dios hace la unión, pero hay uniones licitas y hay uniones que son ilícitas.

Luego el hermano Samuel cita Marcos 6, en el caso de Herodes y Herodías. Según Samuel Ibarra, al decir la Biblia que ellos estaban casados, quiere decir que Dios los había casado.

Entonces, y según las palabras del hermano Samuel, Dios une o casa a todos los matrimonios, aunque algunos de ellos estén unidos de forma incorrecta. Dios los casó, pero no están bien en su matrimonio.

Esta idea humana es muestra de un pésimo estudio del tema general y tiene evidentemente consecuencias tan graves como absurdas:

Ø Si Dios une a una pareja aun estando mal, entonces ¿Por qué luego les reclama? Si Dios ha unido a unos homosexuales, ¿Por qué los condena?

Ø Si esta falsa doctrina fuera cierta, Dios estaría siendo el consumador de aquello que El mismo ha prohibido.

Contrario a esto, y de acuerdo a las Santas Escrituras, es necesario hacer algunas aclaraciones:

Ø La Biblia no afirma que Dios una a todas las parejas.

Ø Dios solamente ha juntado a los matrimonios que se unieron de acuerdo a sus reglas.

Ø Hay personas que están casadas, pero Dios no las ligó, no las juntó El.

En su significado, la palabra “casar” no explica quien es quien casa.

Nuestro hermano Wayne Partain lo explica de la siguiente manera:

“La palabra "casarse" (y las otras palabras que expresan la misma idea) se emplean con referencia a la unión del hombre con la mujer, sin referencia a la legitimidad. Los casados deben estar seguros de que Dios los juntó. Dios no junta a toda pareja que desee casarse. Dios no junta a los que no tienen el derecho de casarse.”

RATIFICAR EL PACTO MATRIMONIAL

En la lección numero 10, del 28 de agosto, Samuel Ibarra afirma:

La Palabra de Dios enseña que los pactos, cualquier pacto que se hizo, fue ratificado de acuerdo a las costumbres que se usaban en aquellos tiempos.

A pregunta expresa de cual es el texto bíblico que enseña que el pacto matrimonial debe ser ratificado, Samuel Ibarra, como todo falso maestro, responde:

¿Y que texto aprueba lo que opina?

Al decírsele que quien afirma algo es quien debe probarlo, de la manera más carnal Samuel Ibarra contesta:

No, yo se la estoy volteando.

¿Es el lenguaje de Samuel Ibarra digno de un maestro de la Palabra de Dios?

Al tratar con falsos maestros, es importante estar atentos y demandar texto sobre cada punto que se afirme. Táctica común de quienes no enseñan conforme a las Palabras de Dios, es no presentar el texto requerido, responder con otra pregunta o demandar el texto que prueba lo contrario.

Como ejemplo de los “hermanos” liberales, ellos afirman que se pueden utilizar instrumentos de música en los cantos; cuando se les pide texto que lo aprueba, sencillamente responden: “dame el texto que lo prohíbe”.

La verdad es que el pacto hecho por dos personas para ser matrimonio, es ratificado por Dios, quien tiene exclusivamente esa facultad, cuando la pareja anuncia públicamente su compromiso.

El evangelista Josué Hernández comenta lo siguiente:

“Si entendemos la Biblia: ni la iglesia ni el gobierno “ratifican” una unión matrimonial. Dios ratifica el matrimonio desde los cielos mediante su palabra, Él hace valedero y cierto un matrimonio, no los gobiernos ni las iglesias (Juan 12:48-49; Mateo 19:4-6). Si se cumplen los requisitos divinos: Dios une en matrimonio y ratifica (aprueba, dando por cierto y valedero) ese matrimonio.”

Por su parte, nuestro hermano Bill Reeves opina:

“La Biblia no habla de “ratificación del pacto matrimonial”. No hay indicación alguna de una tercera entidad en el establecimiento del matrimonio. El matrimonio es un pacto entre dos personas, un hombre y una mujer, y entre ellos y Dios (Mal 2:14; Prov. 2:17).

La palabra “ratificar” puede significar “establecer”. Dios es testigo del matrimonio; él es quien lo establece. Dios no espera que primero el hombre “ratifique” un dado caso de matrimonio antes de que Dios pueda establecerlo.”

LA CARTA DE DIVORCIO

Propio de falsos maestros es hacer una mezcolanza de leyes y Escrituras, cuando la Biblia no sostiene lo que falsamente se afirma. Es precisamente lo que ocurre con la famosa carta de divorcio.

En diversas lecciones a lo largo de la clase, Samuel Ibarra se estará refiriendo constantemente a la carta de divorcio que los judíos debían entregar a sus mujeres al repudiarlas. En la lección numero 10 correspondiente al 28 de agosto, el hermano Ibarra aparenta iniciar una exegesis minuciosa “palabra por palabra” del siguiente texto:

Mateo 19:3-9

(3) Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?

(4) El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,

(5) y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?

(6) Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

(7) Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?

(8) El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.

(9) Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.

¿Qué enseña este pasaje?

Antes de considerar las interpretaciones y aplicaciones que el hermano Samuel Ibarra hace de este texto, es necesario extraer lo que el pasaje verdaderamente enseña. Vamos a detallarlo:

Ø Versículo 3. La pregunta de los fariseos determina el tema: ¿esta permitido repudiar por cualquier causa? Es importante contemplar el contexto histórico del acontecimiento: a Jesús le preguntan judíos, Jesús le responde a judíos y dentro aun de la era mosaica.

Ø Versículos 4 y 5. La respuesta de Jesús los conduce no a la ley de Moisés, sino al primer caso de matrimonio en la historia, en el mismo principio de la creación. Los judíos deberían saber que quien creo al hombre instituyó el matrimonio, dejando sus leyes desde el principio.

Ø Versículo 6. Importantísimo texto que enseña quien es quien junta en matrimonio y quien es el que solo puede separarlo. Como respuesta a la pregunta de los judíos, no tiene el hombre facultad de unir en matrimonio, ni tampoco posee la autoridad, la jurisdicción ni la prerrogativa de separar un matrimonio, pues pertenece a la voluntad soberana del Señor.

Ø Versículo 7. Tendenciosamente, los judíos afirman que Moisés les mandó dar carta de divorcio pudiendo así repudiar a sus mujeres.

Ø Versículo 8. Jesús les aclara que Moisés no se los mando, sino que se los permitió. También les dice la razón del porque se los permitió: por la dureza del corazón del hombre. Les vuelve a recordar el principio y les enseña que según la voluntad de Dios lo que hacían estaba mal.

Ø Versículo 9. Jesús utiliza sus bien conocidas palabras: “Yo os digo”, demostrando no solo su superioridad respecto a Moisés, sino la potestad de hablar siendo Dios mismo.

Ø Las palabras “cualquiera que” hacen notar el carácter universal de la enseñanza de Cristo respecto al matrimonio. Moisés les permitió a los judíos, el Señor manda a todo el mundo.

Ø Jesús dice que quien repudia a su mujer sin causa de fornicación y se casa con otra, comete adulterio.

Ø Fácilmente se infiere que quien repudia a su mujer teniendo la causa de fornicación, y luego se casa con otra, no comete adulterio.

Ø Nótese que ya Jesús no habla de la carta de divorcio, sino que dice sencillamente “el que repudia”. La carta de divorcio era un papel escrito por el marido y puesto en la mano de la mujer, con el cual se desligaba de ella, de acuerdo a la ley del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento se hablará solo de repudiar o de separar, pero ya no se menciona la carta de divorcio.

Ø Jesús también enseña que la mujer que ha sido repudiada sin haber cometido fornicación, no queda libre para casarse, también adultera si lo hace.

Aunque es este uno de los textos bíblicos mas ricos en enseñanza, lo hasta aquí detallado es a grandes rasgos su contenido principal.

Pues bien, después de leer dicho pasaje y de definir su enseñanza en una forma aproximadamente correcta, Samuel Ibarra afirma:

El inocente, si se da esta situación, tiene de parte de Dios el derecho de rehacer su vida, pero antes tiene que dejar terminada su relación matrimonial, mientras no lo haga sigue siendo marido o sigue siendo esposa de aquel que lo engaño, porque no ha disuelto el vinculo que lo ataba. Por eso dice el texto: “el que se casa con la repudiada adultera”. Ha de estar separado antes de entrarle a otra relación.

Basándose en el mismo texto, posteriormente se dirige en forma directa a una hermana que ha repudiado públicamente a su esposo por adulterio y le pregunta:

Hermana, ¿está usted divorciada si o no?

La hermana responde que si, ante lo que Ibarra dice:

No hay juicio de divorcio en ninguna corte. Usted esta casada por lo civil y no hay juicio de divorcio por ningún lado. Entonces si usted no esta divorciada no puede entrar a otra relación. Es casada civilmente y se divorcia civilmente.

Luego entonces, y según la nueva doctrina de Samuel Ibarra, una persona que ha sido victima de adulterio, que se ha separado de su cónyuge adultero y repudiado públicamente, no es libre de su vinculo matrimonial, hasta que no lo determine una corte civil.

¿El texto bajo análisis dice eso? No, el texto, en el versículo 9, dice muy claramente que quien repudia a su mujer sin causa de fornicación y se casa con otra comete adulterio; se entiende que si repudia por causa de fornicación y se casa con otra no comete adulterio. Fuera de ahí, el texto no dice nada acerca de lo que Samuel Ibarra afirma; de hecho ningún pasaje del Nuevo Testamento habla de un divorcio delante de alguna corte humana como requisito para disolver el vínculo matrimonial.

Bill Reeves comenta:

“La persona que repudia bíblicamente en eso queda libre de sus votos; Dios le libra.”

Las autoridades civiles están lejos tanto del establecimiento del matrimonio así como de su disolución. No es el gobierno quien declara casada a una pareja, y por lo tanto, no es quien los declara divorciados. No es de su facultad, no puso Dios a las autoridades para casar ni divorciar en los miles de años que abarca la narración bíblica, y no lo hace ahora.

Por lo menos, el texto presentado por Samuel Ibarra no lo enseña, y es pecado añadirle a la Palabra de Dios:

Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso. (Proverbios 30:5-6)

No un servidor, sino Dios, le llama mentiroso a quien afirme algo que sus Escrituras no dicen, y además sentencia:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. (Apocalipsis 22:18)

Debiéramos de pensarlo mucho mas de dos veces, antes de afirmar que “esto es mandamiento de Dios”, o “aquello es pecado”; cuidado con decir “esto esta bien” o “aquello esta mal”, cuando la Palabra de Dios no lo diga así. Cuidado con leer un pasaje bíblico y luego torcerlo de acuerdo a nuestras ideas, cuidado con irnos mas allá de lo que esta escrito (1Corintios 4.6).

Ahora bien, es recomendable que quien haya registrado ante el gobierno su matrimonio, de la misma forma registre su divorcio, antes de volver a unirse en matrimonio con otra persona, pero es un trámite conveniente, no un principio bíblico ni mucho menos requisito para quedar disuelto el matrimonio delante de Dios.

El Señor no espera hasta que el hombre declare disuelto un matrimonio para luego El desligar a la pareja o liberar al inocente.

Bill Reeves lo dice así:

“Para razones de conveniencia sí conviene que haya un divorcio legal antes de formarse un matrimonio nuevo. Es recomendable pero no es requisito absoluto.”

Refiriéndose a la naturaleza de la carta de divorcio, Bill Reeves anota lo siguiente:

“Lo descrito en Deut. 24:1, la preparación y entrega de la carta de divorcio, no fue acción de parte de alguna corte civil, sino ¡del marido mismo!”

LA PALABRA REPUDIAR

El vocablo griego “apoluo” tiene en la Biblia los significados de: Repudiar, dejar, despedir, enviar, soltar, perdonar, librar.

Pero nunca, jamás tiene que ver con procesos legales ante jueces o autoridades. Repudiar y lo que se hace para disolver un matrimonio civil, no tienen entre si nada que ver, son dos cosas muy distintas.

A continuación, se dan las definiciones de los principales léxicos y diccionarios bíblicos y seculares.

Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento de W. E. Vine

“dejar suelto de, dejar ir libre (apo, de, desde; luo, soltar, desligar). Se traduce «repudie» en Mat 5:31; «repudia» y «la repudiada» (v. 32); «repudiar» (19.3; 7,8); v. 9: «repudia» y «repudiada». Se usa también en el mismo sentido en Mc 10.2, 3, 11; Luc 16:18: En Mat 1:19 se usa asimismo en este sentido, traducido: «dejarla» (RV, RVR, RVR77: VM, VHA: «repudiarla»). El Señor lo utiliza también en el caso de una esposa divorciándose de su marido (Mc 10.12), caso que se daba entre griegos y romanos, pero no entre judíos.”

Diccionario de la Concordancia Strong

libertar completamente, i.e. (literalmente) aliviar, soltar, dimitir (reflexivamente partit), o (figurativamente) dejar morir, perdonar o (específicamente) divorciarse:-perdonar, poner en libertad, repudiada, repudiar, retirar, soltar, enviar, dejar libre, despedir.”

Léxico Griego Español del Nuevo Testamento - A. Tuggy

“Dejar libre, libertar, rescatar, morir. Estar o andar libre, partir, irse. A) Rescatar, libertar, perdonar, soltar. B) Divorciar, repudiar. C) Enviar, despedir, despachar. D) Irse.”

Diccionario Swanson

“1. despedir, dejar ir (Mat 14:15); 2. enviar, hacer que otro parta (Hch 15:30); 3. poner en libertad, soltar (Luc 23:22); 4. divorciar (Mat 1:19); 5. perdonar, otorgar clemencia, condonar (Luc 6:37); 6. salir, retirarse (Hch 28:25)”

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española

“(Del lat. repudiare). 1. Rechazar algo, no aceptarlo. Repudiar la ley. Repudiar la paz. Repudiar un consejo. 2. Rechazar a la mujer propia.”

Diccionario Enciclopédico Ibalpe 2004

“Desechar o repeler la mujer propia. Renunciar.”

OTROS ERRORES

Dentro de las lecciones dadas, el hermano Samuel Ibarra cayó en más errores doctrinales. Citarlos y responderlos todos requeriría un libro aun más extenso.

Comentando la carta de divorcio en Deuteronomio 24, dice Samuel que el hombre podía repudiar a su mujer por cualquier causa, aun por “quemársele los frijoles”. Eso contradice la enseñanza del texto, que claramente especifica: “por algo indecente”.

Dentro del tema del divorcio por adulterio, introduce Ibarra un nuevo estado del matrimonio al decir que el cónyuge engañado puede seguir viviendo con el adultero sin tener relaciones maritales. O sea que puede continuar en un “medio matrimonio”. Dios dice que quien ha sido engañado puede perdonar y continuar su matrimonio, o puede perdonar y ejercer su derecho al repudio. Jamás dice que pueden seguir viviendo juntos pero sin relaciones, o sea, en un “medio matrimonio”.

Constante en su costumbre, Samuel no presenta ningún texto que avale sus “opciones”.

CONCLUSIÓN

Además de burlarse de la Palabra de Dios y de sus oyentes, el hermano Samuel Ibarra demerita la labor de hermanos sabios que por décadas han estudiado y enseñado todo lo concerniente a las Santas Escrituras. En la misma lección numero 10 del 28 de agosto, él dice:

Mucho se ha escrito acerca de la situación del divorcio entre hermanos nuestros de mucho renombre que han aportado su granito de arena. Sin embargo lo que los hermanos digan u opinen, no es la última palabra.

Para Samuel Ibarra entonces, lo que digan Wayne Partain, Bill Reeves y otros estimados hermanos, no es definitivo o concluyente en el tema del matrimonio. Yo pregunto:

Ø ¿Lo que diga Samuel Ibarra sí es la última palabra?

Ø ¿Samuel Ibarra tiene en el tema a discusión la exclusividad de la verdad?

Evaluando sus afirmaciones sin pruebas bíblicas, sus respuestas evasivas y sus múltiples errores doctrinales, se puede concluir que lo que diga Samuel Ibarra esta muy lejos de ser conforme a las Palabras de Dios.

Con todo lo expuesto hasta aquí, se puede concluir que el matrimonio por las leyes humanas no es parte de la fe dada una vez a los santos (Judas 1.3), no es según la Palabra de Dios (1Pedro 4.11) y no es parte de la doctrina bíblica en la cual se debe perseverar (Hechos 2.42).

Están disponibles para quien lo desee las lecciones de Samuel Ibarra en audio mp3, tanto para cerciorarse que así haya expresado sus ideas y palabras, tanto para comprobar que no presenta más textos o explicaciones diferentes.

Dejamos abierta también la posibilidad de que el hermano Samuel Ibarra se retracte de alguna o de todas sus herejías; otra posibilidad es que sustente sus afirmaciones con nuevos textos y evidencias. En cualquier caso la replica del hermano será publicada integra y contestada bíblicamente.

Producir, sostener, enseñar, promover, apoyar, practicar y aun tolerar falsas doctrinas, es una mala elección surgida de una voluntaria decisión que llevará a muchos al fuego del castigo eterno (2Pedro 3.1-3). Nuestro Dios nos manda contender por la fe dada una vez a los santos (Judas 1.3), y además nos encarga fijarnos en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina y nos apartemos de los tales (Romanos 16.17).

Jesús Briseño Sánchez

Guadalajara, Jal. Septiembre de 2011

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