Gioconda Belli

Soñando con la lámpara de Aladino

Siento que me voy a morir

de pensarte y quererte,

genio maravilloso:

¿donde estará mi lámpara de aceite,

donde el poder para frotarla y hacerte surgir

en medio de mí

armado de truenos y arcoiris?

¿donde la mágica evocación,

el ciclón que borre mis palabras malditas,

el tiempo interpuso entre nuestras sombras?

Froto mi corazón

para traerte entero hacia mí,

así tal como sos,

como te amo,

con todas tus queridas palabras

tus rabias, tus silencios inquietantes,

la dulzura que descubrí

como inagotable panal de miel

para empalagarme y llorar de alegría

contra tu sombra dormida

en la almohada de la noche.

Amor redondo y definitivo como la curva del mundo,

no abandones mi playa de veleros y naufragios,

ni las caracolas sonoras gritando esta pasión,

esta ternura como lengua larga sobre la arena,

brinca el erizo que quiso estorbar

la construcción de nuestra casa de algas marinas;

vos, amor, que has conocido de pantanos

y selvas y muertes,

no devolvás tus pasos

a la hosca soledad inalcanzable a mis gritos.

Yo instalaré mullidas alfombras

para que camines sin tropiezos

y esperaré por años y siglos enteros

en cualquier casa sobre los arboles, a

que descifres los mapas,

borres la huella

y cantes otra vez, la tormenta

con la que me arrullabas en las noches.