Gioconda Belli

Permanencia

Duro decir:

Te amo,

mira cuánto tiempo, distancia y pretensión

he puesto ante el horror de esa palabra,

esa palabra como serpiente

que viene sin hacer ruido, ronda

y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,

ahuyentándola como un mal pensamiento,

una debilidad,

un desliz,

algo que no podemos permitirnos>


-ese temblor primario

que nos acerca al principio del mundo,

al lenguaje elemental del roce o el contacto,

la oscuridad de la caverna,

el hombre y la mujer

lamiéndose el espanto del estruendo-


Reconocer

ante el espejo,

la huella

la ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.


Sentir que hay

un amor feliz

enjaulado a punta de razones,

condenado a morir de inanición,

sin darse a nadie más

obseso de un rostro inevitable.


Pasar por días

de levantar la mano,

formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.

No poder con el miedo,

la cobardía,

el temor al sonido de la voz.

Huir como ciervo asustado del propio corazón,

vociferando un nombre en el silencio

y hacer ruido,

llenarse de otras voces,

sólo para seguirnos desgarrando

y aumentar el espanto

de haber perdido el cielo para siempre.