Gioconda Belli

Te escribo, Sergio

Te escribo, Sergio

desde la soledad

del mediodía asoleado y desnudo

mientras azota el viento

y estoy, gatunamente,

enrollada en la cama

donde anoche te quise y me quisiste

entre tiempos, sonrisas y misterios.


Va quedando lejano

el mundo que existía antes de conocerte

y va naciendo un nido de palabras y besos,

un nido tembloroso de miedo y esperanza

donde a veces me siento retozando entre trinos,

y otras veces me asusto,

abro los ojos y me quedo quieta,

pensando en este panal de miel

que estamos explorando,

como un hermoso, hipnotizante laberinto,

donde no hay piedritas blancas,

ni mágicos hilos

que nos enseñen el camino de regreso.