Gioconda Belli

Conjuros de la memoria

No sé si un sol desmedido y burlón

me atravesará de punta a punta

cuando salten de mi pecho todos los gritos guardados

cuando se rompan las oscuridades

de mi perfecta catedral secreta

con el sostenido sonido del órgano medieval

ululando su voz de parto,

su alarido de queja y de tristeza.


Estoy como nací-desnuda-

mojada de lágrimas con el pelo chorreándome nostalgia

y un cansancio vetusto acomodado en mis huesos

y mientras me dejo ir en el humo,

viene su mano y me sostiene

y me levanta y me hace tronar de júbilo,

me zarandea las ganas de vivir,

me dice verde con ojos de monte

azul con el pelo espumoso de mar

estrella con las uñas brillantes

viento y sopla mi angustia y la desperdiga

y me hace nadar en el aire, retozar en los arroyos,

romper los relojes del tiempo,

borrar la huella de mis pequeños pecados

vueltos trascendentes por los oscuros designios

de su otro yo iracundo hermano de este duende iluminado

que me persigue en el sueño

en el que corro huyendo, siguiéndole yo a mi vez

juego de gato y ratón hasta que viene la lluvia

y la risa y volvemos a ser amantes helechos hojas atrapadas

en las correntadas de mayo y todo vuelve a empezar

cuando cruzamos lavados y nuevos

el umbral del paraíso.