Seleccionando prospectos

Seleccionando prospectos

Por Germán Pérez Llamas

Le madrugué. De por sí diario me levanto temprano. Pero ese día, me aprevine, quería evitar que el puto del Inspector viniera a cagar el palo. Se hizo rápido la machaca. Y es que los agarré dormidos. En cuantito recibí el paquete me lancé en chinga. Todavía estaba bien oscuro. Agarré la bicla y que les caigo ahí donde las vías. Había un chingo. Levantaba una cobija y estaban hasta como ocho, parecían cucarachas apeñuscadas buscando lo calientito. Pegaditos unos a otros. Y aunque a uno le han hecho fama de malvado, tengo alma buena, me lo dijo mi Amá una vez, hace mucho pues, cuando ella vivía. La verdá ni me acuerdo casi, pero de que me lo dijo me lo dijo. Por eso les llevé las tortas que me había traído un mandadero del Inspector. Nomás las olieron, y les valió madres el frío. Se arremolinaron todavía en pelotas unos, jajajaja, yo se las di. Ni modos que me fuera a tragar tanta pinche torta. Todavía los esperé a que se las bajaran con el agua de un garrafón que les llevé, en la bici, pero no en una bici de las que se imaginan, porque manque así le digo, es un triciclo de carga que les expropiamos a los de las flores que venden afuerita del Agua Azul. Se pusieron al brinco los más rucos y unas ñoras, pero nel, un bato de con ellos les alvirtió, les dijo que yo era bien chingón.

Pa no hacerla larga pues, me los llevé a todos pal edificio, los junté en el patio. Olían bien culero, —pero ni pedo, —dije yo. Pa lo que iban a hacer. Hasta eso, me agarraron respeto los batillos, también los más grandes, sabe si me ubicaban, o a lo mejor por las tortas que les di, sabrá pues. Yo no había ensayado el rollo que les iba tirar, como lo hace el Inspector, que hasta se maquilla y se peina como mil veces, jajajaja, se pone bien acá edá, viendo al espejo, y le habla como si fuera un chingo de gente. Yo me la aventé así, directo:

—Haber todos, ¡Pongan atención! Ustedes han de creer que siempre fue así ¿No?, pues ni madres, hay que partírsela bien y bonito. Ahorita que venga el Inspector les va explicar la transa. Pero eso sí ¡eh! no se vayan a pasar de rosca con él, cabrones, porque me los reviento a putazos. Noooo, si ustedes ya la están agarrando bien pelada, antes había que liarse a chingadazos con cualquier pendejo que llegaba de bocón ajerando a la banda. Cuando yo llegué aquí al Profeco había un chingo de maleantes y malvivientes en el piso de hasta arriba, a todos me los receté, yo y el Inspector pues, aunque él más bien solo me decía quién era el que seguía en la lista. Pero no crean que era cosa de quebrarlos nomás por que sí. El Inspector tenía planes. Quería la prosperidad para los niños de la calle. Y ya ven cabrones. Tienen trabajo ¿No?, ¿Qué más quieren?

¿O la van hacer de pedo? ¡A ver tú, pinche pelón, ven pa´ca!, ¿Cómo te dicen?

—A mí me dicen El Tiznado, y él es mi carnal, el Topo.

— ¡¿Y quién chingado te preguntó por él?! Zoquete. Aprenda a responder, si serás menso.

— ¿Por qué me pega?

—Por wey. Todos deben saber que aquí nomás hay una regla para sobrevivir sin pedos: Obedezcan y no abran el hocico más que pa decir ¡sí señor!, como en el ejército. ¿Entendido? ¡Ey tú! ¿Estuviste en el ejército o qué? Tienes cara de sardo mi cabrón, ¿Estuviste?

—No jefe, no estuve, pero ya me habían dicho que parezco, hasta me agarraron a putazos unos batos del Fresno, ahí en las vías, que porque no querían a los guachos.

—¿De dónde eres?

—De Guerrero, Jefe.

—Pus con razón, los de allá son muy bravos, tienen esa fama, y luego se les echa de ver, por eso te madrearon más bien. ¡Ya pues!, ya estuvo bueno de tanta platicadera, los trajimos pa trabajar no pa estar como viejas en el mercado, aquí van dormir ¡eh!, parece que se va a caer, pero no le saquen, ya tiene muchos años así, y ya ven, no se ha caído. Pero eso sí les digo, nomás me dejan entrar a los mariguanos del Tianguis Cultural y se las van a ver conmigo, me entero que se metieron y me quiebro al cabrón que los dejó pasar. ¿Ustedes de qué chingados se ríen?, ¿La creen de hule? A ver, Manotas, tráeme a ese par de hijos de la chingada que se están riendo. Ahorita van a ver, ponlos ahí junto a la pila. Dejen que llegue el Inspector. Y se las voy a fiar nomás porque acabo de desayunar, sino yo mismo les partía la madre.

—No nos haga nada jefe, no nos reíamos de usted.

—¿Entonces de qué? pinche pitufo.

—Es que alguien está zurrando en el tercer piso y se ve por el tragaluz.

—jajajajajajajajajajajaja.

—jajajajajajajajajajajajaja.

—jajajajajajajajajajaja.

—¡Ya cabrones!, ¡A callar!

—Manotas, ve manda a chingar a su madre a esa gente, ¡ya te había dicho carajo! no los quiero ver por aquí a estas horas. ¿Qué no es de los que regentea el cura?

—Pos no sé, ya deberían andar limosneando todos.

—¡Chingado! Por más que uno quiere que vivan bien, - ¡pinche raza! -, son unos putos cerdos.

—Jefe, jefe, ¿ya nos podemos ir a nuestros asientos?

—Váyanse a la verga, pinches ignorantes, de cualquier pendejada se ríen, se ve que no tienen escuela.

—Yo sí tengo, jefe, llegué hasta primero de prepa, y además también usted se rio, ¿Qué no?

—¡Cállate! Pinche morro meco, que estudiaste ni que la chingada, me vas a decir que andas en la calle por gusto, cabrón.

—Pos no, padre, pero sí estudié, y mi carnal, el de allá es matemático.

-Ah chingá, chingá, ahora sí me va crecer. Entonces olvídense del encargo que les vamos a dar, mejor ponemos una universidad, Jajaja Jajaja, no mames cara de menso. Nomás eso me faltaba, que vengan a enseñarle a freír carnitas al chicharronero. Sepan bien, todos ustedes no son más que una bola de…Inspector, Inspector, pase, pase, bienvenido, ya empezamos la reunión aquí con los muchachos.

—Oye Toro, ¿y pa que chingados es toda esta gente?, ¿No te dije que unos cuantos?

—Pos yo le entendí que los quería pa peinar todo el centro. Son muchas manzanas, jefe.

—Si serás pendejo Toro, se nota que no fuiste a la escuela ni madres, el jefe los quiere a todos bien peinados en el Centro, pero para que reciban los premios simbólicos que les trae la primera Dama de Viena.

—¡Ah cabrón! Pos así está más pelado jefe. Pero, estos no se saben comportar.

—No mames. A ver, ¿Quién de ustedes no sabe leer?... ¿Y escribir?... ¿Ves pinche Toro?, y no la chinges güey, mita y mita, no trajiste ninguna chingada muchacha.

El Inspector se metió a un cuarto, Yo me acerqué a los muchachos:

—Oye Matemático.

—Dígame, padre, ¿qué ordena?

—¿Qué es eso de la Primera Dama de Viena?

—Viena es en Austria padre, es la capital, y la Primera Dama debe ser la esposa del Alcalde de la ciudad que viene a visitar Guadalajara.

—Viene, Viena, yo ya no entiendo ni madres. ¿Te bañaste?, pa proponerte como maestro de ceremonias, ¿o ahí no se usa eso?

Germán Pérez Llamas

De Mogotes, Nayarit, México

Tengo medio siglo de vida.

Estudié Sociología Rural en la Universidad Autónoma Chapingo

y Economía en la Universidad de Guadalajara