(Una pequeña reflexión sobre la intelectualidad española con tres ejemplos a partir de la figura de Guy Debord. Encabezado por el mensaje que acompañaba el archivo enviado al periódico El País)
Señores de El Pais,
esto que os envío lo escribí después de ver algunas publicaciones de "grandes" intelectuales españoles sobre la figura de Guy Debord en vuestras hedientes páginas,
no es más que mi personal denuncia de cómo utilizáis la recuperación para reducir lo revolucionario a simple objeto espectacular vacío como vosotros, vuestras informaciones manipuladoras y los intelectuales a sueldo que trabajan para vosotros, el estado y el capital,
nada más que eso, seguís haciendo muy bien vuestro trabajo,
HASTA QUE EL TSUNAMI SOCIAL OS BORRE DEFINITIVAMENTE DE LA HISTORIA
seguid así,
con todo nuestro desprecio,
FANDANGO-REVOLUCIÓN.
CONTRA LA CANALLA INTELECTUAL ESPAÑOLA
Comencé a escribir este texto, unos días después de la abajo mencionada búsqueda en internet de material de Debord, en el cercanías que me llevaba a París, y lo continué en un banco de la Place d’Italie antes de llegar a la fiesta de un amigo, cuando, a pesar de lo que digo a continuación, una cierta indignación continuaba a flor de piel, lo cual siempre es necesario para que no decaiga la tensión. Pensaba hablar en principio sólo de los artículos de Goytisolo y de Vila-Matas, y ahora que finalmente he leído el artículo de Arrabal comprendo que la primera era la opción correcta. En su infernal artículo, escrito unos días después de la muerte de Debord, Arrabal, simplemente, no dice nada. Seguramente porque nada tiene que decir. Y se limita a evocar, a partir de una conversación fortuita en los pasillos de un laboratorio cinematográfico donde ambos trabajaban en sus respectivas películas, su (de Arrabal) relación con el infierno desde su infancia, aprovechando así para demostrar su gran sabiduría mitológica, que no ponemos en duda desde luego, pero que resulta completamente innecesaria para recordar a Debord. De éste, -además de llamarlo “doctor en nada”, sumándose así a los calificadores universales que encuentran cierta gracia en descalificar irónicamente cuando ellos, simuladores de malditos, lo consideran un elogio-, sólo encontramos algunas citas de “La sociedad del espectáculo” colocadas como al azar, como haría todo hijo del espectáculo y de la farándula mediática vanguardista. El creador del situacionismo por lo menos se mantuvo a la altura de lo que rechazó. Nos endiña el colega al final del último párrafo, es decir, su vida, sus ideas, sus acciones fueron desastrosas pero al menos supo ser consecuente consigo mismo hasta el día de su muerte. Pues sí, habría que contestar, al menos él nunca trabajó para el Estado, el Capital o sus muchos tipos de guardianes represivos o intelectuales.
Y como colofón me acabo de topar con la necrológica publicada por el País el 3 de diciembre de 1994. Tras comenzar exponiendo los intentos de recuperación de comunistas, anarquistas e izquierdistas su autor añade: Imposible. Debord también leía a Jorge Manrique, Baltasar Gracián y François Villon, y, sobre todo, bebía. Aquí sí que me permito no hacer ni un solo comentario.
* * *
Dejar que la rabia se apacigüe para que nuestros insultos sean más certeros. Eso aprendí yo de Guy Debord o, para no caer en la misma mistificación de mis protagonistas, de la Internacional Situacionista y la Internacional Letrista. Y una vez que la rabia ha pasado ¿por qué leer dos artículos de El País? A lo peor por el mismo misticismo que llevó a estos dos sujetos a escribir estos artículos. O a lo mejor por cierto aburrimiento masoquista, por un cierto spleen de París, por citar a vuestro adorado Baudelaire. No importa.
El caso es que si uno escribe “Guy Debord” en Google España lo primero que aparece son estos artículos, y uno más de Arrabal que hasta ahora no había leído. Y al leer estos dos artículos ¡en El País! uno no puede evitar sorprenderse. ¿Es que estamos acaso ante dos revolucionarios (carcajadas en lata) o algo por el estilo? Claramente no, ellos mismos lo dejan bien claro casi desde el principio de sus bien-pagados artículos.
Uno, Vila-Matas, aprovecha la oportunidad para hacer literatura, en el peor sentido de la palabra. No hay ni una maldita idea en su brillante anunciamiento de la vuelta del situacionismo, madre mía, el tío profeta ni siquiera sabe, o hace como si no supiera, lo que detestaban los situacionistas el término situacionismo. ¿Cómo va a volver algo que nunca ha existido? -dirían ellos. Afortunadamente nada ni nadie va a intentar que vuelva. Y la revolución, si un día conseguimos que llegue, pondrá a estos individuos en su sitio, en sus escondrijos atemorizados del, para ellos, populacho salvaje, rodeados de sus estéticas literaturas “subversivas”.
El otro, Juan Goytisolo, que reconoce abiertamente haber preferido el camino de la fama y el agasajo literarios, como sus ídolos Sartre, Camus o Malraux, con una literatura mucho más sencilla que el anterior, se dedica a evocar el tiempo en que conoció a Michèle Bernstein y Guy Debord. Y aunque no dudamos que fue así, me permito recordarle que en 1954 la parejita no pudo mostrarle ningún número de la revista Internationale Situationiste ya que el primer número de la misma no apareció hasta 1959, aunque imagino que esto no es más que un lapsus de escritura o se refiere más bien a Potlach, el boletín de la Internacional Letrista. En cualquier caso eso no tiene demasiada importancia. Lo que aquí llama la atención es que un afamado escritor de su categoría y su posición social, ese sueño suyo hecho realidad, se dedique a alabar a un tipo al que conoció en su mejor momento y antes de participar en uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX, y del que se apartó conscientemente, de la I.S. quiero decir, él mismo lo dice sin pudor, para abrazar su sueño de gran escritor de pacotilla, cosa que como digo ha alcanzado con creces. Desengáñate Goytisolo, a pesar de todos los éxitos intelectuales y literarios cosechados, de lo único que puedes presumir es de haber conocido a un proscrito del mundo cultural y artístico, a un pseudofilósofo de suburbio.
Una vez dicho esto, y dejando tranquilos en sus aposentos del limbo de la cultura a estos tres individuos, sólo me cabe decir que espero que estos tres artículos sirvan o hayan servido en su día (son de 1994, 1999 y 2003) para dar a conocer a algunos jóvenes ávidos lectores ese movimiento revolucionario que fue la Internacional Situacionista para que, si es posible, aprendan a despreciar, no creo que se merezcan el odio, a estos impostores como en su día hicieron los situacionistas con sus ídolos Sartre, Camus, Robe-Grillet, etc. He vivido, en suma, en todas partes excepto entre los intelectuales de ésta época. Lo cual es natural, ya que los desprecio ¿a quién que conozca sus obras completas le extrañaría? Escribía Debord en 1985 en “Consideraciones sobre el asesinato de Gérard Lebovici”.
Por si no ha quedado claro repito que estos tres artículos aparecieron en El País, busca, a lo mejor los encuentras similares en las páginas de sus amiguitos de El Mundo, nunca es mal año por mucho enterrador. Estos tres artículos están por tanto blindados por el copyright adorado de los artistas millonarios y las multinacionales explotadoras. ¿Qué pensaría Goytisolo de la inscripción -todos los textos publicados en “Internationale Situationniste” pueden ser libremente reproducidos, traducidos o adaptados, incluso sin indicar su fuente- en las revistas de la I.S. que sus amigos Michèle y Guy le enviaban? Parece que nada, porque ha demostrado no haber aprendido nada.
Por las fechas en que leí estos artículos, un grupo de activistas interrumpía la emisión de France Culture, en el teatro l’Odéon en el Barrio Latino de París donde celebraban el aniversario del mayo francés simulando su ocupación, para denunciar públicamente la detención de dos compañeros bajo la ley anti-terrorista por llevar clavos y bengalas de humo, en un intento por aplacar las luchas contra los Centros de Retención para Sin-papeles. En España el sindicato anarquista CNT mantenía un conflicto abierto contra los secuestradores de la cultura en nombre de los “derechos de autor” (SGAE). La crisis no había hecho su aparición en los media aunque la mayoría de los trabajadores ya la sufría. El movimiento revolucionario de Oaxaca había sido aplacado unos meses antes y las revueltas griegas no habían encontrado aún su desgraciado detonante para ponerse en marcha. No cuesta trabajo imaginarse la opinión de nuestros intelectuales al respecto de todas estas luchas y de muchas otras en las que se baten miles de activistas en el mundo, en todos los frentes, para que un día la revolución lo barra todo… como ellos, los situacionistas, un día soñaron e intentaron, pero sin necesidad de que vuelva el situacionismo, utilizando sus teorías en la medida de nuestras posibilidades y de su pervivencia, no enterrándolas como pretende la canalla intelectual de todo el mundo, como se ha podido comprobar en el cuadragésimo tiro de gracia que las conmemoraciones del 40 aniversario le han propinado al mayo del 68.
Haciendo una imagen que seguro que agradaría a todos estos asalariados de la intelectualidad, a estos trabajadores de la “industria de la propaganda” en términos de Ted Kaczynski, terminaremos diciendo que ellos creen que está muerto, pero el espectro de Guy E. Debord vive aún para desacreditar a recuperadores, aprovechados y contrarrevolucionarios de todo tipo.
jose a. miranda