Seis cosas sobre el dolor crónico que no sabías que sabías

(Traducción de “6 Things about Chronic Pain You Didn’t Know You Knew”, publicada en el blog Invisible Illness Battle. La autora, Kristen, cuenta en este blog sus experiencias con el dolor crónico. Traducción: Alejandra Guasp, Red EDA, 12/09/2014)


El dolor crónico no es solo dolor constante; aunque eso solo sería más que suficiente de manejar para cualquiera, lo cierto es que el dolor siempre trae amigos. Los retos adicionales son obvios, pero muy rara vez son tenidos en cuenta por la gente “sana”. Recordar que como todos los bravucones, el dolor anda con una pandilla, puede ayudar a comprender mejor la vida de alguien con dolor crónico. El dolor es agotador

Todos hemos tenido un dolor de cabeza fatal, un esguince de tobillo o una distensión muscular, y al final del día ha sido para nosotros un esfuerzo tremendo simplemente leer el mail. Podés no haber tomado conciencia de esto, pero el dolor que ha estado fastidiándote durante el día entero te ha consumido implacablemente, tanto como cualquier gripe. Incluso si tratás de ignorarlo, el dolor siempre está en tu mente, gritando para que le prestes atención, agotando toda tu energía. Cuando tenés dolor crónico, esto se amplifica, porque no es solo un día; son meses, o años, en los que te esforzás por vivir con este mono demandante sobre tu espalda. Me cansa el solo hecho de pensar en eso.

El dolor hace que duermas mal

Podrías pensar que luego de un largo día luchando contra el dolor constante, el sueño es un gran alivio. Por desgracia, este es solo un sueño (y el juego de palabras es intencional). Primero, el dolor crónico dificulta que te duermas y que permanezcas dormido. El dolor te saca del sueño profundo. Muchos pacientes con dolor toman medicamentos para dormir, porque el sueño es vital para la salud; tengas o no dolor crónico. Incluso si dormís, las señales de dolor continúan en tu cerebro y hacen que el sueño se corte, no sea reparador, y aunque parezca mentira, sea agotador.

El dolor te pone de mal humor

Quienes sufren dolor crónico no son (todos) cascarrabias por naturaleza. El dolor te agota, física y mentalmente. Cuando tenés dolor, incluso las cosas más simples parecen abrumadoras, y la gente tiende a reaccionar de manera acorde.

Podés haberle preguntado a tu pareja con dolor crónico simplemente si quería ir al cine, pero en su cabeza quizás él/ella esté considerando si va a poder quedarse sentado/a durante tanto tiempo, cuánta medicación va a necesitar, si tiene energía suficiente, si podrá mantenerse despierto/a durante toda la película, cuánto es su dolor ahora y cuánto podría aumentar, si ir al cine hará que levantarse mañana sea más difícil, y lo más importante, dado todo esto, si realmente será divertido. No se queja porque tiene ganas; es solo que el dolor hace muy difícil recordar que los demás tienen una perspectiva diferente, en la que una película es… solo eso, una película.

El dolor afecta tu concentración

La mayoría de los pacientes con dolor crónico se esfuerzan como locos por llevar una vida normal. Tratan de ignorar el dolor y vivir cada uno de sus días, pero eso no es tan fácil. Incluso si ignorás el dolor, lo ocultás en tu mente y te enfocás en, digamos, trabajar, el dolor no se rinde. Podés sentarte en tu escritorio, trabajar en tu computadora, tratar de concentrarte, mientras tu dolor juega el papel de un bebé desesperado por tener tu atención. El dolor se entromete, te tironea la ropa, derrama jugo en tu teclado, grita tu nombre y trata de usar tu brazo y tu pierna como práctica para las barras asimétricas. No importa lo mucho que trates de desconectarlo, parte de tu cerebro siempre está procesando el dolor y a menudo lleva tu concentración a niveles tremendamente bajos.

El dolor daña tu autoestima

El dolor te ha vuelto cansado, malhumorado, y ha bajado tu concentración. Estar exhausto todo el día hace que todo parezca mucho más difícil de lo que debería; tu mal genio ha tensionado o destruido las que alguna vez fueron relaciones interpersonales, y tu incapacidad para concentrarte ha socavado tu desempeño laboral. No podés hacer lo que quisieras con tu tiempo, incluso si lo intentás, y parece que todos están enfadados o infelices con vos, sin importar tus esfuerzos. La vida como la conocías se está desmoronando…. Y todo esto es tu culpa?

La mayoría de las personas que tienen dolor crónico se culpan a sí mismos por estos fracasos, recordando que antes eran capaces de hacer todo. Ellos ven el dolor crónico como un signo de debilidad o como un defecto personal que deberían poder superar. El resultado final es que por sobre todo lo demás, el dolor crónico ha dañado su autoestima.

El dolor produce aislamiento

Cuando tenés dolor en forma constante, la última cosa que querés es ir a una fiesta con la gente de tu trabajo, al asado del vecino de al lado, o inclusive a pequeñas reuniones con tus amigos íntimos y familiares. Tu familia y tus amigos todavía son la luz de tu vida, pero la energía física y mental que se necesita para salir y ser social puede ser simplemente difícil de manejar. Empezás a excusarte de las fiestas y a cancelar planes, no porque no quieras ir, sino porque sentís que no podés. Eventualmente, la gente dejará de invitarte, de llamarte para hacer planes, y lo peor de todo es que no te importa. Lenta, pero inexorablemnte, el dolor te ha aislado.

Algunas estrategias para afrontar el dolor crónico: