(Traducción del artículo: How to Live Well with Chronic Pain: Steps You Can Take Today. Autora: Rebecca Rengo (*). Fuente: sitio web “Beyond chronic pain”. Traducción: Alejandra Guasp, Red EDA)
(*) Rebecca Rengo-Kocher es psicoterapeuta, oradora y educadora con más de 25 años de experiencia. Es presidente de la Missouri Pain Initiative (Iniciativa de Missouri contra el Dolor) y autora de “Beyond Chronic Pain: A get-well guidebook to soothe the body, mind and spirit.” (Más allá del dolor crónico: Una guía de recuperación para aliviar el cuerpo, la mente y el espíritu). Rebecca ha convivido con el dolor crónico durante 33 años.
Es fácil sentirte agobiado cuando vivís con dolor crónico. Cada día puede ser una lucha que parece imposible superar. Te esforzás con cada pizca de energía hasta el alma, pero parece que allí no hay nada.
Las actividades simples que otros dan por sentadas pueden ser tareas trabajosas, como sentarte a mirar el juego de un hijo o nieto, ir al supermercado, o tratar de concentrarte durante una reunión.
Es especialmente frustrante cuando la familia, los amigos, incluso los médicos y enfermeras te dicen que deberías sentirte mejor, que no te estás esforzando lo suficiente, que sos adicto a los medicamentos para el dolor, o que solamente sos un “quejoso”. Exhausto, deprimido y dolorido, vos sólo querés sentirte mejor.
Vos sos tu prioridad.
Muchas personas se sienten “culpables” haciendo esto, pero es egoísta no hacerlo. Porque si te sentís mejor, sos más capaz de estar con quienes te rodean.
Entonces preguntate, ¿qué me hace sentir mejor, más feliz y más contento con mi vida? Y asegurate de reservar tiempo cada día para tus necesidades.
Los momentos de tranquilidad son necesarios, ya sea a través de la meditación, el rezo, una caminata o la lectura.
A veces parece que todo lo que deseamos está fuera de nuestro alcance...
Pensá en actividades que seas capaz de realizar, aún en tus peores días. ¿Es un baño de espuma?, ¿mirar programas de entretenimiento?, ¿recibir un masaje? Cada día hay algo para cada uno de nosotros.
También encargate de tus necesidades emocionales. Valorate y rodeate lo más que puedas de personas positivas y que puedan ayudarte.
Aceptá cuál es tu situación y los sentimientos que tenés.
No luches contra tu situación o tus sentimientos. Esto solo dificultará tu recuperación. Aceptá las cosas como son y atraé pensamientos pacíficos. Identificá cuál es tu situación en este momento y cómo te sentís.
Igual que alguien que hace una dieta necesita conocer su punto de partida, es importante prestar atención a tu punto de partida cada día.
Fijá metas realistas y alcanzables.
Concentrate en lo que podés hacer ahora y celebrá cada pequeño nuevo logro. ¡Tomá las cosas con calma!
Resistí la tentación de hacer demasiado en un buen día. Eso puede comenzar un ciclo descendente hacia el dolor.
Regulando tus actividades, gradualmente aumentarás tus días y empezarás a sentirte “más normal”. Empezarás a desarrollar estabilidad.
No minimices tus logros.
Sentite orgulloso de lo que puedas hacer y no te compares con los demás. Muchas veces, poder terminar el día es un gran logro. Date a vos mismo una palmadita en la espalda. Animate y felicitate a vos mismo como lo harías con un buen amigo.
Usá con frecuencia el diálogo interior a lo largo del día.
¿Estás criticándote internamente? Reemplazá estos pensamientos con estímulo y amabilidad. Pensá que estás haciendo un buen trabajo. No te contengas. Tu bienestar emocional y tu estado de ánimo tienen un profundo impacto en tu energía y tu dolor. ¡Levantá el ánimo!
Reflexioná sobre qué es realmente importante.
Concentrate en lo que te hace sentir bien. Si estás participando en actividades o situaciones que te hacen sentir peor, tratá de evitarlas. Si no podés evitarlas ya, tratá de limitar tu participación e intentá elaborar un plan para evitarlas. Vos sos tu mejor defensor.
Fortalecete.
Esta es tu vida.
Hablá con los médicos y con otros profesionales de la salud sobre tus metas.
Escribí preguntas y obtené información.
Pedí ayuda a los demás cuando la necesites.
Unite a organizaciones para informarte y defenderte/ayudarte junto con otras personas.
Enfrentá tus miedos.
Mantenete abierto a todas las posibilidades, pero confiá en tu propio juicio.
Hacé lo que sentís que es lo mejor para vos.
Lo más importante, querete para ayudarte a estar mejor.
Decidí qué es lo correcto y lo bueno para vos. Sentite bien antes de dar. Sé responsable, para satisfacer tus necesidades, emocionales, físicas y espirituales.
No te sientas culpable por necesitar cosas diferentes que otras personas. Lo que pueden parecer “caprichos” de hecho puede ser lo que se necesita para que te sientas mejor.
Si otros no lo entienden, es su problema, no el tuyo.
Implementar solo uno o dos de estos pasos en forma continua puede tener un efecto positivo, profundo, en la disminución de tu dolor y en el aumento de tu energía.
Creé que tu salud y tu vida pueden mejorar. Esto no ocurre de la noche a la mañana, pero si te cuidás bien y ponés en práctica estos pasos positivos, notarás la diferencia.
Tu dolor es real. Cómo vivís con tu dolor es algo que tenés que controlar.
Tenés que ir de a poco. No te preocupes por tus progresos o la velocidad con que se producen; solo seguí moviéndote en la dirección correcta.
Una vida con dolor crónico puede ser una vida que se disfruta y se vive bien.
Comienza con un solo paso.
No estás solo.