Matrona

Ahora, años después, puedo decir que tengo la profesión más bonita del mundo, porque no hay nada más fascinante que poder recoger la vida con tus propias manos.

La matrona es arte y ciencia. Pero sobre todo arte. El arte de conectar con la madre, transmitirle serenidad, calidez, tener la palabra adecuada en el momento adecuado, aprender a esperar, el arte de empoderar a la mujer y ayudarla a confiar en su propio cuerpo.

También, a veces, es el arte de acompañar la pérdida, consolar y escuchar, porque no podemos olvidar que la vida y la muerte van de la mano.

La comadrona (con la madre), observa sin ser vista, cuida y no cura. Es la persona que vela por la madre para que pueda vivir su parto con intimidad, seguridad, respeto y plenitud.

Si queremos cambiar el mundo es necesario cambiar la forma en la que recibimos a nuestros niños. Un buen comienzo en esta vida es lo que todos necesitamos para ser felices y hacer felices a los demás. Por eso la primera caricia que recibe un bebé tiene que ser la del pecho y manos de su madre y el primer olor que perciba el de su piel. Hay un sitio mejor?

Hace poco, en un congreso se lanzaba esta pregunta al aire: ¿Cómo será el parto en el año 2050?

En el año 2050 la utopía ya no puede ser tal, sino una realidad.

La mujer puede elegir cómo, dónde y con quién vivir la experiencia de su parto. Tanto ella como su bebé se sienten únicos y respetados, protagonistas. La oxitocina fluye y el amor lo impregna todo, recordándonos que la vida es maravillosa y el nacimiento un momento mágico, casi sagrado. Entonces se habrá cumplido mi sueño.

Sara Sánchez, socia de Lactalmeria, es madre de un niño de dos años y medio al que aún amamanta. Trabaja como matrona en el Hospital La inmaculada de Huércal Overa desde 2006.

Desde que tengo memoria siempre he querido ser comadrona. El mundo de las madres y bebés me atraía como un imán.