Ío

Para ocultarla de Hera, su esposa, Zeus convirtió a Ío en una vaca blanca. Hera mandó al gigante Argos, de cien ojos a vigilarla. Cuando Ío lloró por el horrible sabor y textura de los pastos, Zeus cambió sus lágrimas en delicadas violetas de dulce aroma que sólo ella tenía permitido comer.

La mitología romana cuenta una historia distinta, la de unas hermosas doncellas de la antigüedad que fueron víctimas de la ira de Venus cuando Cupido las juzgó más hermosas que la diosa. Enfurecida de celos, Venus golpeó a las doncellas hasta que éstas se pusieron azules, y, así, se transformaron en violetas.