Citrus aurantium (naranjo amargo)

Nombre científico: Citrus aurantium.

Citrus, del latín, nombre con el que los romanos llamaban al cidro “Citrus medica”. Aurantium, palabra latina que hace referencia al color del fruto. El genero Citrus es más abundante en el parque, tanto en número de pies, como en diversidad de especies.

Nombre común: naranjo amargo, naranjo de Sevilla, naranjo agrio.

El término naranja procede del árabe naranya, que procede del persa naranay, que, a su vez, viene de la voz dravídica de la india narayan, que significa perfume interior.

Familia: Rutaceae.

El cuento que se puede leer a continuación, es una versión tradicional que narran las abuelas y madres de Cartajima (Serranía de Ronda) a sus hijos y nietos. Está recogido de la página web http://www.cartaxima.com/

Este cuento, originario de oriente, se narra con diferentes versiones en muchas regiones de Europa. Basándose en una versión de esta narración, Serguéi Prokófiev escribió el libreto y la música de su ópera el "Amor de las tres naranjas"

El amor de las tres toronjas

En un reino muy, muy lejano, hace mucho, mucho tiempo... Vivía un rey bondadoso que amaba a su pueblo, y por este motivo tras la recogida de las aceitunas y su posterior molienda, repartía entre su población ese bien tan preciado llamado aceite, el aceite era llevado en grandes tinajas al centro del patio de armas del castillo, donde los soldados del rey repartían a todos los que guardaban cola portando cacharros que querían llenar de aceite, la cola era un caos, empujones, pisotones, todos querían llegar pronto al preciado óleo. Una viejecita intentaba en vano que nadie se le colara, pero sus fuerzas no se lo permitían, una de las veces recibió tal empujón que cayó al suelo, rompiendo el vaso de barro que llevaba, aturdida se levanto y rompió a llorar lamentando tan terrible perdida, qué podía hacer ahora sin nada para contener el aceite, por suerte encontró el cascarón de un huevo enorme en el suelo, lo cogió y se puso al final de la gran cola, cuando llegó le dijo al soldado:

- Póngame un poquito en este cascarón.

El soldado le respondió:

- No queda señora, se ha terminado, ya hasta el año que viene.

- Por favor déjeme al menos pasar este pañuelo, por la tinaja para poder luego escurrirlo y recoger algo- Respondió la viejita.

El soldado no puso impedimento y la viejita pudo llenar su cascaroncito de aceite, contenta se marchaba a su casa, cuando de pronto, Chaasss... el cascarón se le rompió entre las manos, mirando a todos lados enojada, localizó a un joven en una ventana con un tirachinas, era él quien le había privado de su preciado aceite,

- Maldito, maldito seas, y en las tres toronjas te veas....

Se escucho vociferar al chico - Apresad a esa vieja, guardia, apresadla...- Era el príncipe.

Apresando la guardia a la pobre anciana la llevó ante el príncipe, quien le pidió explicaciones sobre sus maldiciones.

-Qué significado tiene eso de las tres toronjas, contesta vieja...

A lo que esta le contestó:

- A varios días de camino, recorriendo valles y traspasando montañas enormes, en la dirección por donde se pone el sol, hay un monte, en su cima un gran naranjo, en el naranjo tres grandes naranjas, y ya no te puedo contar más, si resuelves el enigma tendrás mi perdón y serás feliz, si no lo resuelves serás infeliz toda tu vida...

- Tonterías, dejadla que se marche- grito el príncipe con cara de asombro.

Pasaban los días y el joven príncipe no dejaba de pensar en la maldición de la vieja, se preguntaba si sería verdad, o si solo era una de esas leyendas de viejos, pero por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en ello.

Hasta que una noche sin avisar a nadie, cogió el caballo más rápido que tenía y se dispuso a averiguar el enigma.

Llevaba tres días de camino, preguntaba a todos lo que encontraba sobre las tres toronjas, pero nadie sabía nada. Se encontraba cansado ya sin comida, su caballo necesitaba descansar. Divisó un gran valle con pastos y agua y decidió pasar allí la noche para descansar. Por la mañana le despertaron los cencerros de un rebaño de cabras que pastaba por allí, se acercó al pastor para preguntarle si conocía el monte del naranjo. Cuando se acercó, el pastor con las manos en la cabeza gritaba - que mala suerte se me ha caído al río mi cuchillo, sin el estoy perdido. El príncipe la dijo: - Tanta historia por un cuchillo.

A lo que este replico: - sin él no puedo hacer nada, es mi bien más preciado.

- Toma el mío- Sacó el príncipe un hermoso cuchillo con una bonita funda y se lo entrego al pastor.

- No, no puedo aceptarlo, es muy valioso.

- Bueno, hagamos un trueque, te lo cambio por comida, hace un día que no como.

El pastor cogió el cuchillo entusiasmado, comieron hasta llenar sus barrigas, y el pastor le entregó al príncipe un zurrón con un queso de cabra, un gran pan y una bota de vino.

El príncipe le dio las gracias y prosiguió su camino. A las tres días, ya sin comida de nuevo, tuvo la suerte de encontrar a unos monjes, quienes no sabían nada del naranjo, paro lo llevaron al convento donde pudo comer pollo asado y pasar la noche en un catre que le pareció la más cómoda de las camas, al alba compró de nuevo víveres a los monjes, y les regalo un gran anillo de piedras preciosas para poder reparar el techo de la abadía, los monjes le desearon la mejor de las suertes en su aventura.

Tras otros tres o cuatro días persiguiendo al sol, comenzó a llover a mares, se refugió en una cueva, y allí pasó otros dos días, cuando cesó de llover todo estaba cubierto por una espesa niebla. Se encontraba cansado, muerto de frío, sin comida...

Estaba a punto de regresar a casa, cuando de pronto, el viento fue apartando las nubes que quedaban tras la tormenta, y justo debajo del sol pudo ver un gran monte verde, y hasta le parecía divisar en su cima lo que le parecía un gran árbol. Sin pensarlo, montó en su caballo y todo lo rápido que pudo subió al monte, era un gran naranjo, y con tres hermosas naranjas, - tenía razón la vieja- . Estuvo un rato mirando el naranjo y sus frutos sin saber qué hacer, entonces arranco una naranja y la miró, como tampoco pasaba nada, comenzó a mondarla y entonces... de la naranja salió una joven preciosa, parecía un ser divino. Y la joven hablo: -¿Tienes Pan?- le pregunto.

- No me queda- dijo el príncipe.

-¿Tienes agua?

- No, tampoco me queda.

- Pues entonces me marchó- tras decir esto la princesa desapareció en medio de un resplandor.

El príncipe sorprendido se frotó los ojos, dudando si soñaba o estaba despierto.

Decidió entonces arrancar del árbol otra naranja, y comenzó a mondarla, y de nuevo apareció otra joven, más bella aun que la primera, que le pregunto al rey: -¿tienes pan?

- No.

-¿Tienes agua?

- No, pero por favor no te vayas.

- Pues entonces me marcho- Y diciendo esto desapareció la joven en una luz blanca.

El príncipe no se lo creía, estaba aturdido, que podía hacer ahora.

Decidió coger su caballo y cabalgar a toda prisa, llegó a una pequeña casa donde cambió su capa por pan y agua y regresó al monte. Cogió la naranja que quedaba, y se dispuso a abrirla cuando de ella salió una joven más bella aun que las anteriores, que le pregunto: -¿Tienes pan?

- Si, toma. Le dijo el príncipe ofreciéndole.

Comió un poco la joven y le dijo -¿Tienes agua?

- Sí, Toma.

Bebió un poco, y le contó que era una princesa a la que una malvada bruja había hechizado hasta que viniera un príncipe, que siendo bueno, la rescatara y se casara con él. El príncipe sorprendido, la monto a su caballo con el propósito de llevarla a palacio y tomarla por esposa.

El camino se le hizo corto, en tres días divisaban el reino, cuando la ida le costó al menos quince días.

A la entrada de palacio había una fuente en la que se pararon para beber y asearse un poco, el príncipe miró a la joven, y le dijo: -Mejor voy al palacio, recojo un vestido para ti y un coche de caballos, para que entres al palacio como debes -. A la princesa le pareció buena idea, pero le dijo: - Que nadie te abrace, pues si alguien te abraza me olvidarás para siempre.

Llegó el príncipe a palacio, todos contentos le querían abrazar por la gran alegría de verlo tras tanto tiempo sin saber de él, el repetía:- Por favor no tocar, en unos minutos os lo explicaré- , todos le hicieron caso, todos menos su abuelita que era un poco sorda, y desoyendo a su nieto, lo abrazó por la espalda, olvidando este a su princesa, quien por miedo se había subido a una gran higuera que había al lado de la fuente.

Pasaron los días y el príncipe no recordaba nada.

Un día una bruja fea, fue a buscar agua a la fuente, y al mirar el agua se vio reflejada y exclamo: La gente dice que soy fea, pues yo me veo hermosa, sin saber que a quien veía era a la princesa; entonces la princesa estornudo, la bruja la vio y le dijo que bajara. Bajo la joven y le contó lo sucedido a la bruja, la bruja lejos de ayudarla la clavó un alfiler en la frente y le convirtió en paloma. Asustada marchó volando.

La bruja se presentó en el palacio, pidiendo audiencia al príncipe, quien se entrevisto con ella, La bruja le contó que era la princesa del naranjo, que tras tantos días al raso había envejecido, ya que el hechizo solo se rompería tras casarse con él. El príncipe, aunque sorprendido, decidió casarse con la bruja sin saber que lo era. Se había comprometido con la princesa.

El día de la boda, en la ventana de los aposentos del príncipe apareció una paloma, el príncipe se acerco y la tomo en su mano, mirándola vio como la paloma lloraba, queriéndola consolar la acarició suavemente, y acariciándola encontró algo en su frente, tiro y la paloma se convirtió en su verdadera princesa. La princesa le contó el encantamiento de la bruja.

Apresaron a la bruja y la encerraron de por vida en un molino de aceite, para que no pudiera hacer mal a nadie.

Los dos se casaron y fueron felices, y siguieron repartiendo el aceite de sus campos entre los habitantes de su reino.

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