5. La nueva sociedad industrial

La era de los imperialismos: la nueva sociedad industrial

Hemos visto en el tema anterior cómo un grupo social, la burguesía, protagonizaba cambios económicos y políticos que harán tambalear la estructura social y llegarán a detentar el poder que lo utilizarán para sus propios intereses. Se apropiarán del proceso científico y técnico del siglo XVIII para sus propios intereses para acabar con las viejas estructuras productivas (gremios) y comerciales (mercantilismo) e introducirán esta tecnología y los inventos al servicio de una producción mucho más racional que les permitiŕá una mayor acumulación de riquezas y excedentes. El capitalismo económico y el liberalismo político serán sus herramientas ideológicas que utilizarán para incrementar su capital y propiedades.

La otra cara de la moneda venía representada por el proletariado urbano, la mano de obra para las nuevas fábricas que generó un nuevo perfil social. Era la otra cara de la moneda. Inicialmente trabajadores sin ningún tipo de derechos ni acceso al poder político se vieron en la necesidad de organizarse en sindicatos para mejorar sus situación laboral y por unas condiciones de vida dignas. También tuvieron sus ideologías en defensa deuna igualdad política, social y económica: los socialistas utópicos en primer lugar y el socialismo científico y el anarquismo a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Eran los "revolucionarios".

1. La época de la burguesía

La sociedad del siglo XIX salida de la industrialización era una sociedad urbana donde el poder económico y político lo tenía la burguesía. Pero dentro de este grupo existían grandes diferencias desde aquellos que ocupaban altos cargos y controlaban la banca y las industria hasta los que se dedicaban bien a profesiones cualificadas, al comercio y al funcionariado. Sin embargo todos tenían en común un concepto de vida contrario a las revoluciones y reivindicaciones del proletariado, la defensa del orden y la propiedad privada y su oposición al intervencionismo del estado en la economía y la sociedad. A todos les unía en mayor o menor medida un mismo patrón de vida: el ideal burgués.

Por lo general gozaban de una vida acomodada donde los hijos estaban sometidos a una educación muy estricta y las mujeres que tenían como principal objetivo el matrimonio tenían escaso protagonismo público. Estaba mal visto que estudiaran y por supuesto que realizaran trabajos ni actividades remuneradas limitándose a acompañar al marido en determinadas situaciones sociales. Aparte de supervisar el funcionamiento de las tareas domésticas, sus ocupaciones se limitaban a la costura, la pintura y la música en el mejor de los casos

La Burguesía

La nobleza:

2. Nuevos tiempos, nuevos problemas sociales

Tal vez la imagen que puedes haberte hecho hasta el momento de los enormes cambios que se vivieron en la mayor parte de Europa durante el siglo XIX es positiva. Si es así, puede que tengas razón, pero sólo en parte.

Nadie pone en duda que si miramos a grandes rasgos la situación de los países europeos a comienzos y a finales del siglo XIX las mejoras y avances habían sido notables en casi todos los terrenos:

  • La producción económica se había multiplicado.

  • La población de Europa había aumentado notablemente, gracias sobre todo a las mejoras en la producción y distribución de alimentos y a los avances sanitarios e higiénicos.

  • La producción a gran escala de nuevos bienes de consumo hacía la vida más confortable a muchas personas.

  • La revolución de los medios de transporte favorecía el intercambio de mercancías, personas e ideas.

  • .... y muchas cosas más.

Vale. Damos por buenos todos estos avances y mejoras. Pero ¿qué crees que opinarían del liberalismo y de la Revolución Industrial las personas, hombres y mujeres, adultos y niños, que trabajaban en las primeras fábricas que se iban construyendo, o en las primeras minas de carbón a gran escala? ¿Vivían mejor que sus antepasados campesinos? ¿Se beneficiaban en algo del crecimiento de la economía? ¿Disponían en sus casas de los productos cada vez más variados e ingeniosos que salían de las fábricas en las que trabajaban?

En este tema vamos a tratar el lado oscuro de la Revolución Industrial y del liberalismo del siglo XIX. Oscuro de una parte en un sentido figurado, porque trataremos sobre personas que vivían en condiciones infrahumanas, sometidas a una explotación bestial que comenzaba en su más tierna infancia. Pero oscuro también en un sentido literal, porque el negro era el color que impregnaba los sucios harapos de esta gente, las tristes fachadas de sus miserables viviendas e incluso sus pulmones, debido al humo constante que vomitaban a su alrededor las chimeneas de las primeras fábricas, que quemaban constantemente carbón.

EL Proletariado:

Y es que el siglo XIX, entre tanto invento y novedad, trajo también una nueva categoría de personas a la que se dio el nombre de proletariado. Aunque la burguesía puso el dinero y el conocimiento que se necesitaba para invertir en el progreso, nada se hubiera avanzado si millones de trabajadores y trabajadoras de Europa no hubieran puesto al servicio del progreso su única posesión, sus cuerpos, que eran explotados en los primeros tiempos de la industrialización en jornadas laborales de 14 horas y más a cambio de salarios que, con suerte, permitían a las familias proletarias no morir de hambre, siempre y cuando todos los miembros de la familia, niños y niñas incluidos, trabajaran.

Vamos a abordar en este tema aspectos duros, que deberían herir la sensibilidad de cualquier persona. Entre otras cosas porque en España mucha gente de la generación de nuestros mayores vivió situaciones de explotación y miseria no muy distintas a las que veremos. Ya nada puede hacerse por ellas, salvo rendirles un sentido homenaje por lo mucho que debemos los españoles y españolas de hoy a su sacrificio.

Pero todavía más debería herir la sensibilidad de cualquier persona el constatar que en el siglo XXI casi dos terceras partes de la humanidad vive en condiciones no mucho mejores que el proletariado europeo del siglo XIX.

Fragmento de la magnífica película Germinal (1993), basada en la obra del novelista Emile Zola que nos sitúa en las luchas mantenidas por la clase obrera en Francia en plena industrialización del siglo XIX. Dirigida por Claude Berri y protagonizada Gerard

Escenas de la película Daens, seleccionadas por el profesor Franciso Ayén:

Historia biográfica del sacerdote católico Daens en la ciudad belga de Aalst a finales del siglo XIX. Al llegar descubre la brutal situación en la que vive el proletariado. Trabajo de menores, salarios de subsistencia, largos horarios, continuos accidentes laborales, ausencia total del más mínimo derecho laboral, prostitución infantil, alcoholismo, etc. Todo ello le hace reaccionar y se enfrenta a la burguesía propietaria de las industrias, primero desde el púlpito, luego en las elecciones. Para ello se apoya en la encíclica “Rerum Novarum" del Papa León XIII. La jerarquía de la Iglesia, cediendo a las presiones de los burgueses católicos, le dará la espalda.

1.1. Jornada laboral, salarios y coste de la vida. ¡Echa cuentas!

En los primeros tiempos de la industrialización, la ausencia de leyes estatales que regularan las condiciones de trabajo hacía que éstas quedaran en manos de lo que los patronos estuvieran dispuestos a exigir y los obreros dispuestos a aceptar. Partiendo de la base de que no faltaba gente en situación desesperada que competía por conseguir un empleo a cualquier precio, las condiciones de trabajo en cuanto a jornada laboral y salarios eran penosas para la clase obrera.

La jornada normal de trabajo en las primeras fábricas y minas modernas duraba entre doce y catorce horas (a veces más). En las sociedades campesinas del Antiguo Régimen, por comparar, no era normal trabajar tantas horas, sobre todo porque en el campo era la luz solar la que establecía la duración de la jornada. La expresión "trabajar de sol a sol", por dura que pueda sonar, se refiere a una jornada de trabajo inferior a la de los primeros tiempos de la Revolución Industrial, ya que en las fábricas y minas la luz artificial permitía prolongar las jornadas de trabajo. El único límite era la capacidad de resistencia física de los trabajadores y trabajadoras.

En cuanto a los salarios de la clase obrera, como puedes imaginarte, eran tan bajos como alguien pudiera llegar a aceptar. Podrías pensar que los obreros iban teniendo subidas salariales a medida que aumentaban los beneficios de sus patronos, pero sucedía todo lo contrario. A mayores beneficios, los patronos tenían más posibilidad de invertir en nuevas máquinas que permitían reducir el número de trabajadores necesarios. Ante la posibilidad del despido, normalmente, los trabajadores aceptaban reducciones de sus salarios, ya de por sí bajos.

Los datos que conocemos sobre los salarios de la clase obrera en el siglo XIX te dirían muy poco por sí solos, ya que si no puedes comparar con el coste de la vida en la época es difícil establecer hasta qué punto eran bajos. Lo mejor es reflexionar con datos reales de salarios y coste de la vida en España a mediados del siglo XIX y que pongas a prueba tu competencia matemática para hacer cálculos.

1.2. Derechos de la clase trabajadora.

Presentación sin título

Desgraciadamente para los obreros y obreras de los primeros tiempos de la Revolución Industrial, podemos liquidar este apartado con una sola palabra....

NINGUNO

Si quieres podemos repasar algunos derechos básicos de los trabajadores y trabajadoras actuales, tan básicos que tal vez pienses que han existido desde siempre. Imagina un mundo en el que los trabajadores y trabajadoras carecieran de:

Un salario mínimo fijado por ley.

Una jornada laboral máxima establecida por ley.

Descanso dominical pagado.

Algún día de vacaciones pagadas al año.

Atención sanitaria pública y gratuita.

Unas condiciones mínimas de seguridad e higiene en el trabajo.

Una pensión, por mínima que sea, tras la jubilación.

Un subsidio, por poco que sea, en caso de paro o enfermedad.

Derecho de asociarse para defender sus intereses.

Derecho a la huelga.

Derecho a votar en las elecciones.

Si el salario de la época apenas daba para que una familia pagara la vivienda y la alimentación, imagina la situación de las personas en paro, incapacitadas para el trabajo por algún accidente o con una edad en la que sus cuerpos no podían ya soportar más trabajo. La única alternativa en estos casos era la caridad, que los primeros gobiernos liberales supieron dejar en manos de instituciones religiosas (católicas o protestantes) de sus respectivos países.

1.3. Los centros de trabajo.

A comienzos del siglo XIX Gran Bretaña era el país más avanzado en la Revolución Industrial y su paisaje se iba poblando de fábricas. En grandes naves mal ventiladas se acumulaban obreros, obreras y máquinas a vapor, con sus calderas quemando continuamente carbón. Puedes imaginarte las condiciones higiénicas en esas primeras fábricas, pero mejor lee este testimonio escrito por un médico de Manchester en 1819:

Las condiciones de trabajo en las fábricas textiles descritas por un médico de 1819.

Declaraciones efectuadas por el Dr. Ward, de Manchester, en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles en marzo de 1.819

Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el doctor Clough de Preston y con el señor Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación, no puedo llegar a concebir cómo los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo periodo de tiempo.

Habrás visto que nuestro doctor se preguntaba cómo podían soportar los trabajadores permanecer en esos lugares durante jornadas tan largas. Se me ocurren dos posibles respuestas, piensa tú alguna y comprueba si coincidimos.


1.4. Los barrios obreros.

Tras doce o catorce horas de jornada en una fábrica inmunda, soportando altas temperaturas y un aire viciado, o en las entrañas de una mina de carbón o de hierro sin ver la luz, los primeros obreros y obreras, niños y niñas, volvían a sus hogares a pasar esa media jornada de descanso. HOGAR ¿DULCE HOGAR...?

No tenían que andar mucho, porque sus casas estaban en las inmediaciones de las fábricas y minas donde trabajaban, zonas, por otra parte, en las que las malas condiciones higiénicas y sanitarias hacían que nadie en su sano juicio y con medios suficientes quisiera vivir. Los barrios obreros del siglo XIX y comienzos del XX eran sin duda deprimentes, rincones apartados de las zonas "nobles" de la ciudad.

2. El nacimiento del movimiento obrero y sus ideologías.

En el apartado anterior hemos visto las miserables condiciones de vida y trabajo del proletariado en los inicios de la Revolución Industrial. Como habrás imaginado, esa situación de explotación salvaje no podía mantenerse eternamente. La clase obrera tardó un tiempo en tomar conciencia de su fuerza y en desarrollar estrategias de lucha para mejorar su condición, pero todo llega... Debido al mayor desarrollo de la industria, Gran Bretaña fue el primer país en el que la clase obrera comenzó a organizarse y a luchar por sus derechos. Esta lucha permanente es lo que conocemos con el nombre de movimiento obrero. A continuación tienes una definición más teórica del movimiento obrero. No es para memorizarla, sino para que te habitúes aun lenguaje más formal y veas cómo en nuestro camino iremos desgranando esta definición y tocando sus distintos aspectos.

Se denomina movimiento obrero a la lucha organizada de la clase trabajadora para mejorar sus condiciones de vida, por medios pacíficos normalmente y violentos en ocasiones, con objetivos a veces revolucionarios (transformación total de la sociedad) o simplemente reivindicativos (mejora de la situación de la clase trabajadora aceptando el modelo social vigente).

Los tres primeros ejemplos de acciones que podemos encuadrar dentro del movimiento obrero proceden de Gran Bretaña. Se les conoce con el nombre de ludismo, Trade Unions y cartismo. Debes ver la siguiente presentación para conocer en qué consistió cada uno de estos movimientos y que repercusiones tuvieron.

  • La destrucción de máquinas por parte de los obreros ingleses a comienzos del siglo XIX puede considerarse el inicio del movimiento obrero. Esta primitiva y desorganizada forma de lucha obrera se conoce como ludismo, en honor del primer obrero al que se atribuye haber atentado contra las máquinas de la industria textil: Ned Ludd.

  • Las primeras asociaciones obreras nacieron en Inglaterra a comienzos del siglo XIX y se denominaron Trade Unions (Unión de Oficios). Son el origen de nuestros actuales sindicatos.

  • Se conoce como cartismo al movimiento de demanda del derecho a la participación política de la clase obrera, debido a que en 1838 se presentó al Parlamento inglés un documento denominado Carta del Pueblo, firmado por más de un millón de personas, en el que se exponía esta petición


2.1. Las primeras ideologías obreras: El socialismo utópico

Hemos visto que el movimiento obrero nació en Gran Bretaña con fines puramente prácticos: mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y ampliar sus derechos. Sin embargo, pronto comenzaron a surgir propuestas de cambio del modelo social, económico y político que estaba creando el liberalismo. En gran parte, estas primeras ideologías que planteaban un cambio radical vinieron de pensadores que no pertenecían a la clase obrera, pero que simpatizaban con ella y se preocupaban por su situación.

Los historiadores han agrupado con el nombre de socialistas utópicos a una serie de pensadores, británicos y franceses sobre todo, que en la primera mitad del siglo XIX plantearon la necesidad de crear una nueva forma de organización social más justa e igualitaria que acabara con la explotación de la clase obrera.

¿Por qué el término socialismo utópico?

En general, estos primeros ideólogos del movimiento obrero compartían una serie de puntos en sus propuestas de lo que debería ser una sociedad más justa. Entre otros, destacaba la consideración de que la propiedad privada de los medios de producción (fábricas, minas, tierras agrícolas) era la causa de la desigualdad económica. Con distintos matices planteaban que la propiedad privada debía ser sustituida por una nueva forma de propiedad colectiva, es decir, sería la sociedad en su conjunto la propietaria de todos los medios de producción. De ahí el término socialismo.

No existiendo propiedad privada de los medios de producción, no existirían clases sociales, ni burguesía ni clase obrera, porque todos los seres humanos compartirían el trabajo, cada uno en la medida de sus posibilidades, y los beneficios. En esta sociedad imaginaria el Estado dejaría de ser necesario, porque las colectividades de personas libremente unidas compartirían la toma de decisiones y el control del funcionamiento de la sociedad. En definitiva, una sociedad justa e igualitaria, sin ricos ni pobres, sin opresores ni explotados, formada por seres humanos que compartirían los beneficios del progreso tecnológico.

Los diferentes modelos alternativos de organización social, económica y política que propusieron los socialistas utópicos nos pintan un mundo feliz, perfecto y amable, pero... ¿Crees que sería posible que funcionara? ¿Cómo podría construirse esa nueva sociedad?

La falta de rigor en los planteamientos económicos y sociales de estos pensadores, y la imposibilidad de cambiar pacíficamente el sistema liberal, hizo que otros pensadores del movimiento obrero consideraran utópicos estos planteamientos.

2.2. El movimiento obrero se internacionaliza: anarquismo y marxismo.

A medida que avanzaba el siglo XIX y la revolución industrial se extendía por Europa, aumentaba el número de integrantes de la clase obrera, que en todos los países nacía sujeta a la misma explotación que se le había dado en Gran Bretaña.

Idénticos problemas, idénticas respuestas del movimiento obrero. Primero lucha contra las máquinas, luego creación de asociaciones sindicales y finalmente lucha en el terreno político para eliminar la sociedad capitalista y crear un nuevo sistema social más justo. Sólo que cada vez las propuestas eran menos utópicas, más revolucionarias y, sobre todo, apostando por el uso de la fuerza para transformar la sociedad.

Una muestra de la maduración del movimiento obrero europeo es que en 1864 representantes de asociaciones obreras de distintos países lograron fundar la primera Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.). Esta asociación pretendía integrar a las asociaciones obreras de todos los países para plantear estrategias comunes de lucha.

En la mente de los grandes pensadores del movimiento obrero empezaba a estar claro que la construcción de una nueva sociedad era un problema mundial, y que sólo podría conseguirse mediante la acción conjunta del proletariado de todos los países.

Imagen a comentar:

Textos a comentar:

Comunismo y Anarquismo

Las internacionales obreras

Los primeros objetivos concretos que se planteó la A.I.T. incluían:

la lucha por una jornada laboral de 8 horas,

la supresión del trabajo infantil,

la mejora de las condiciones laborales de la mujer,

la supresión de los ejércitos y

la socialización de los medios de producción.

También se dijo que la huelga era el medio más eficaz para alcanzar estos objetivos.

2.3. El movimiento obrero español en el siglo XIX.

Como hemos visto anteriormente, la revolución industrial llegó a España con cierto atraso respecto a los países más avanzados y con mucha dependencia de las inversiones extranjeras. En el siglo XIX la industria, y con ella la clase obrera, sólo era importante en Cataluña y el País Vasco, mientras que en el resto de España la agricultura seguía siendo la base de la economía y, por tanto, del empleo de las clases trabajadoras. Por su parte, la minería moderna, desarrollada mediante inversiones extranjeras, tuvo un gran desarrollo en Andalucía, sobre todo en Huelva y Almería.

El movimiento obrero español, desarrollado con cierto atraso respecto a los países pioneros de la revolución industrial, va a tener una evolución parecida a la del resto de países europeos.

Las primeras manifestaciones de protesta, desorganizadas y carentes de proyecto político, se expresaron en forma de atentados contra las máquinas, en la línea del ludismo inglés que vimos con anterioridad.

Posteriormente, el intento de conseguir el derecho al voto para todos los hombres fue asumido por grupos políticos minoritarios, que durante el reinado de Isabel II no tuvieron ninguna opción de llegar al poder. Estos grupos políticos, denominados demócratas, no eran específicamente proletarios.

Durante el reinado de Amadeo de Saboya y la I República (1870-1874), la Asociación Internacional de Trabajadores había enviado a España agentes que hicieron propaganda de sus ideas y ayudaron a organizar asociaciones obreras que siguieran las propuestas del movimiento obrero internacional. Las primeras asociaciones obreras españolas afiliadas a la Asociación Internacional de Trabajadores formaron la denominada Federación de Trabajadores de la Región Española, cuyos integrantes eran mayoritariamente seguidores del anarquismo.

Tras la caída de la I República y la vuelta al trono de la dinastía Borbón, en la persona de Alfonso XII, se volvió a imponer un sistema electoral con sufragio restringido, en el que la clase obrera, por tanto, no podía participar. Sin embargo, hubo cierta tolerancia y se permitió el asociacionismo obrero, siempre que no usara medios violentos. A finales del siglo XIX el régimen permitió el sufragio universal masculino, y con ello la clase obrera volvió a recuperar el derecho a la participación política.

Las ideas anarquistas, difundidas en España por el italiano Giuseppe Fanelli, hombre de confianza de Bakunin, tuvieron mucha aceptación entre la clase obrera de Cataluña y, sobre todo, entre las masas de trabajadores del campo de Andalucía.

Aunque el anarquismo español adoptó en algunos casos la vía violenta, en forma de revueltas campesinas y atentados terroristas, finalmente se consolidó un gran sindicato anarquista que intentó organizar la lucha obrera de un modo más sistemático. A comienzos del siglo XX nació la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que llegó a contar con más de un millón de afiliados en España, siendo la organización más representativa del movimiento obrero español en ese momento.

Por su parte, las ideas marxistas, que fueron difundidas en España por el francés Paul Lafargue, tuvieron una mayor aceptación en Madrid y el País Vasco. Como la Federación española de la AIT optó por seguir la línea anarquista, los marxistas españoles decidieron abandonarla y fundaron en 1879 el Partido Socialista Obrero Español y en 1888 un sindicato marxista, la Unión General de Trabajadores. Su fundador, Pablo Iglesias, era trabajador de imprenta, pero desde los primeros momentos el socialismo español contó con miembros destacados que no pertenecían a la clase obrera (intelectuales, médicos, empleados de clase media...).

Aunque sin renunciar a su aspiración de crear una sociedad socialista, el PSOE aceptó participar en el juego electoral. En 1910 Pablo Iglesias consiguió un acta de diputado y llevó a las Cortes españolas, por primera vez, la voz de las clases trabajadoras.

Esquema resumen dela unidad:

Otros enlaces de interés:

Actividad quiz sobre el movimiento obrero.

Actividad sobre la unidad en Testeando.

Webquest sobre el movimiento obrero.

Profesor Francisco Ayón.

Claseshistoria.