3. La Revolución Industrial.

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Volvamos un momento al inicio de nuestro recorrido: el siglo XVIII. Mientras el pensamiento ilustrado ponía las bases de lo que sería la primera gran revolución política del mundo contemporáneo, la Revolución Francesa, en Inglaterra comenzaba una revolución de un tipo muy distinto: una revolución económica. Una revolución económica es un proceso más lento y a veces menos visible que una revolución política. Muchos de los que la viven ni siquiera se dan cuenta hasta que no ha pasado un tiempo. Pero sus efectos a largo plazo pueden ser incluso más importantes.

La revolución económica de la que hablamos es la Revolución Industrial y su importancia es enorme. De hecho, es la revolución económica más importante que ha experimentado la humanidad desde la Revolución Neolítica, es decir, desde la invención de la agricultura y la ganadería.

Pero antes de seguir, ¿qué es la Revolución Industrial?

Importante

Llamamos Revolución Industrial a un proceso de profundo cambio económico que consistió en introducir en los procesos productivos el uso a gran escala de máquinas movidas por energía no animal.

El proceso se inició en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII, se extendió por el resto de Europa y algunos países de otros continentes a lo largo del siglo XIX y se impuso en todo el mundo en el siglo XX.

Llamamos industrialización al proceso por el que la revolución industrial se impone en un territorio.

1. Factores de la Revolución Industrial

¿Por qué la Revolución Industrial surgió precisamente en la Inglaterra del siglo XVIII? Porque en ese lugar y en ese momento coincidieron varios factores que ayudaron a ello:

1) El Reino Unido se había convertido en la primera potencia marítima y comercial del mundo, gracias al comercio con sus colonias en América, Asia, África, Oceanía y el Mediterráneo. Por eso en todo el Reino Unido, especialmente en Inglaterra, se habían acumulado grandes riquezas en manos de empresarios dispuestos a invertirlas en obtener más riquezas. Además estos empresarios, gracias a la Revolución Inglesa del siglo XVII, tenían mucha influencia política.

2) La Ilustración, que defendía el uso práctico de la Razón, había contribuido a reforzar la mentalidad capitalista de estos empresarios y les había convencido de la necesidad de aplicar la ciencia y la tecnología a sus negocios.

3) Por las razones anteriores, Inglaterra experimentó en el siglo XVIII una revolución agraria, consistente en un enorme aumento de la productividad (o sea, la producción obtenida con respecto a los medios empleados para ello) gracias a la introducción de nuevas técnicas como la rotación de los cultivos o prácticas como el cercado de los campos. El aumento de alimentos disponibles mejoró el nivel de vida y permitió aumentar la población. A cambio, muchos campesinos quedaron sin trabajo. De esa forma, la revolución agraria aportó a la revolución industrial más demanda y más mano de obra.


O sea, que ya entendemos un poco por qué la Revolución Industrial comenzó en Inglaterra. Pero ¿por qué se extendió al resto del mundo?

Una vez que la revolución industrial arraigó en el Reino Unido, la búsqueda de nuevos mercados y de materias primas por parte de los empresarios ingleses permitió que otros países con sociedades y economías desarrolladas conocieran los nuevos métodos de producción. Como estos métodos eran más eficaces, los que lo adoptaban solían tener más éxito en los negocios. Eso permitió que la revolución industrial se extendiera por otros países y acabara triunfando a nivel mundial.

2. Características de la Revolución Industrial

Como recordarás, la característica esencial de la Revolución Industrial fue la introducción a gran escala de máquinas movidas por energía no humana, que permitieron producir mucho más a menor coste.

Dentro de la Revolución Industrial podemos distinguir dos fases.

En un primer momento, durante la llamada Primera Revolución Industrial, la fuente de energía de estas máquinas fue el vapor. La máquina de vapor convertía en movimiento la presión creada en su interior por el vapor de agua calentada mediante la combustión de carbón.

Al principio las máquinas de vapor se emplearon en máquinas para hilar algodón y telares para hacer tejidos a partir de esos hilos. La industria textil algodonera fue, así, el primer sector industrial.

Pronto la máquina de vapor se usó para los transportes, apareciendo el ferrocarril y los barcos de vapor. El resultado fue una revolución de los transportes, que permitió acortar las distancias entre las distintas regiones.

Como la fabricación de máquinas necesitaba de una gran cantidad de hierro y su funcionamiento exigía el empleo de mucho carbón, la industria siderúrgica y la minería de hierro y carbón se convirtieron también en sectores económicos punteros.

Fuente: VV.AA. Historia del mundo contemporáneo, Anaya, 2000

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Textos a comentar:

"Cada individuo en particular pone todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés, no el de la sociedad en común; pero esos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el empleo más útil a la sociedad como tal. (...)

Ninguno por lo general se propone primariamente promover el interés público, y acaso ni aún conoce cómo lo fomenta cuando no lo piensa fomentar. Cando prefiere la industria doméstica a la extranjera sólo medita su propia seguridad; y cuando dirige la primera de modo que su producto sea del mayor valor que pueda, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido como por una mano invisible a promover un fin que nunca tuvo parte en su intención."

Adam Smith. La riqueza de las naciones, 1776

"Lord Townshend, embajador inglés en Holanda y Secretario de Estado, abandonó su carrera política en 1730 y se retiró a sus propiedades en Norfolk. Inspirándose en los métodos que había visto practicar en los Países Bajos, drenó el suelo, lo abonó con estiércol, inició los cultivos que se sucedían en rotaciones regulares sin agotar nunca la tierra ni dejarla improductiva, sembró prados y forrajes para el ganado. Algunos llamaban a este par de Inglaterra "Lord Nabo". Al caballero del siglo XVII, que había sacado la espada en las guerras civiles, le sucede el "Gentleman Farmer".

Mantoux. La revolución industrial en el siglo XVIII.

“La población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas.

Para que se cumpla la ley de nuestra naturaleza, según la cual el alimento sea indispensable a la vida, los efectos de estas dos fuerzas tan desiguales deben ser mantenidos al mismo nivel.

Esto implica que la dificultad de la subsistencia ejerza fuerza sobre el crecimiento de la población una fuerza y constante presión restrictiva. Esta dificultad tendrá que manifestarse y hacerse cruelmente sentir en un amplio sector de la humanidad”.

T. R. Malthus. Primer ensayo sobre la población.

"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y aprendo a leer. (...) Me enseñan a rezar (...) He oído hablar de Jesucristo muchas veces. No sé por qué vino a la tierra y no sé por qué murió, pero sé que descansaba su cabeza sobre piedras. Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la mina."

Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.

En la segunda mitad del siglo XIX se experimentaron cambios tecnológicos tan importantes que permiten hablar de una Segunda Revolución Industrial. La máquina de vapor fue sustituida por nuevas fuentes de energía. Entre ellas destacan el petróleo y la electricidad.

El uso del petróleo se debe a la invención del motor de combustión interna, que crea movimiento a partir de la inflamación de derivados del petróleo. Pronto se empleó en la maquinaria industrial y en los transportes. Junto a las nuevas locomotoras y barcos, aparecieron el automóvil y el avión.

La electricidad se aplicó al motor eléctrico, también empleado en maquinaria y transportes (tranvías, metros, trenes eléctricos, ascensores...). Asimismo, la iluminación eléctrica cambió por completo la vida de las personas.

Los estudios sobre electromagnetismo dieron como resultado una revolución de las telecomunicaciones, gracias a la invención del telégrafo, el teléfono o la radio. A esta revolución de las telecomunicaciones debemos sumar invenciones surgidas de otros campos científicos, como la fotografía o el cine.

En América, el montaje de las cerraduras se hace de la manera siguiente: se colocan en una caja todas las piezas que componen la cerradura, la caja pasa ante una serie de obreras que montan una pieza cada una y, al final de la serie, el montaje está terminado. […]

Para el montaje de relojes y despertadores, se procede de otra manera.

Cada obrera tiene delante una caja que contiene las piezas que debe montar. La primera obrera ensambla una pieza sobre la pieza principal, pasa el conjunto a su vecina, que monta una segunda pieza, y así sucesivamente hasta llegar a la última, donde el reloj queda terminado.

[...] El principio es fijar la pieza principal al transportador y hacerlo pasar delante de cada hombre, que fija en él otra pieza, de suerte que el órgano se encuentra completamente montado al final del transportador. […] El principio de trabajo en la fábrica Ford es hacer un taller o una sección de taller por pieza; las máquinas están agrupadas por operaciones y entre cada máquina hay instalados transportadores.

Archivos Renault, (1918), en El taller y el cronómetro.

Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en masa, Siglo XX

Fuente:VV.AA. Historia del mundo contemporáneo, Santillana, 2008

Fuente: VV.AA. Historia del mundo contemporáneo, Vicens Vives, 2008

“Europa occidental y, en 1870, principalmente Gran Bretaña, eran el taller industrial del mundo. Un economista inglés se maravillaba en 1866 de que Inglaterra tuviera entonces sus graneros en Chicago y Odessa, sus bosques en Canadá y en el Báltico, sus ovejas en Australia y sus minas de oro y plata en California y en el Perú, mientras tomaba el té que le llegaba de China y el café de las plantaciones de las Indias Orientales.

(...) Los artículos, los servicios, el dinero, el capital, las personas se movían en todas direcciones sin tener en cuenta las fronteras nacionales. Los negociantes en trigo, por ejemplo, seguían los precios en Mineápolis, en Liverpool, en Buenos Aires y en Danzig, por la información telegráfica y cablegráfica cotidiana. Compraban donde estaba más barato y vendían donde estaba más caro.

Palmer y Colton de su Historia Contemporánea.

3. La industrialización en España

La industrialización en España fue un proceso que empezó tarde y avanzó lentamente.

Esa industrialización tardía y débil es común a otros países de la Europa mediterránea. ¿Por qué ocurrió así en España? Varios factores contribuyen a explicarlo:

1) La geografía de la Península Ibérica no facilitaba la industrialización. La situación de la Península en un extremo de Europa y su forma maciza encarecía el comercio con el resto de Europa, especialmente en las zonas interiores. Su relieve accidentado y la disposición paralela de los principales ríos dificultaba las comunicaciones terrestres y fluviales. Además, España no tenía grandes yacimientos de carbón.

2) España partía de una situación de atraso con respecto a los países del norte de Europa.

3) Al contrario que en Inglaterra, la burguesía española era débil, poco emprendedora y tenía poca influencia política.

4) En parte por eso mismo, no hubo revolución agraria en España. Los grandes señores de tierras (sobre todo los nobles y la Iglesia, pero también la burguesía terrateniente) no invertían para mejorar la productividad. El pequeño campesino no tenía con qué invertir. Así que el sector agrario español no fue capaz de tirar de la industrialización como hizo en Inglaterra y otros países.

5) Desde finales del siglo XVIII España sufrió una gran inestabilidad política y numerosas guerras, lo que no favorecía la inversión.

La Revolución Industrial empezó en España en la década de 1830, pero no tomó fuerza hasta mediados del siglo XIX.

El sector industrial más potente de España fue la industria textil catalana. Esta se basó en la existencia en Cataluña de una burguesía muy activa ya desde antes del siglo XIX. Además se benefició de sus buenas comunicaciones con el resto de Europa y de políticas proteccionistas (es decir, políticas que protegían al sector textil catalán de la competencia exterior imponiendo impuestos a las importaciones).

Ya desde los años 30 la industria textil catalana incorporó la máquina de vapor, pero el gran despegue se produjo a partir de los años 40. Como resultado, Cataluña se convirtió en la región más industrializada de España y Barcelona en su ciudad más moderna.

En Andalucía también existió una importante industria textil algodonera, que floreció durante los años centrales del siglo XIX en Málaga y Sevilla. Pero no pudo alcanzar un desarrollo comparable al de la industria catalana.

La industria siderúrgica fue otro sector fundamental. Atravesó varias fases antes de asentarse del todo.

1) Entre 1830 y mediados del siglo XIX dominó el sector la industria siderúrgica malagueña. De hecho, Málaga fue pionera en la Revolución Industrial española: los primeros altos hornos industriales de España fueron los que instaló Manuel Agustín de Heredia en Marbella (Málaga). Los protagonistas de esta temprana industrialización andaluza fueron representantes de una burguesía muy activa, dedicada al comercio colonial y a la exportación de productos agrícolas como el aceite y el vino. Pero la siderurgia malagueña no tenía buenos yacimientos de carbón cerca. El empleo de leña como combustible resultó inviable y la compra de carbón de zonas alejadas acabó encareciendo sus productos frente a la competencia, lo que acabó provocando la decadencia del sector.

2) A partir de mediados del XIX el predominio en el sector siderúrgico comenzó a pasar a Asturias, que poseía los mejores yacimientos de carbón de la Península.

3) Pero a partir de 1880 el sector siderúrgico acabó concentrándose en Vizcaya, en el País Vasco. Lo curioso es que Vizcaya no tenía carbón, pero sí tenía mucho hierro, y este era fácil de exportar a Gran Bretaña. De esa forma, los barcos que navegaban a Gran Bretaña cargados de hierro de Vizcaya volvían cargados de carbón británico. Los altos hornos de Vizcaya lograron así carbón a precios muy bajos y un gran mercado para su hierro, gracias a lo cual barrieron a su competencia.

Otro sector de gran importancia fue la minería. España es excepcionalmente rica en yacimientos mineros y Andalucía está entre las regiones mineras más ricas de España: cobre de las minas de Huelva, plomo de las minas de Jaén...

Pero el desarrollo de una minería competitiva necesitaba grandes inversiones en capital y tecnología, lo que hizo al sector muy dependiente de las inversiones extranjeras. Este capital extranjero protagonizó el gran boom de la minería que se produjo en el último tercio del siglo XIX, gracias a una legislación que daba grandes libertades a quienes invirtieran en minas. El ejemplo más extremo fue la venta a perpetuidad del subsuelo de las minas de Riotinto (Huelva) a una empresa británica en 1873.

El ferrocarril fue el gran motor de la industrialización en buena parte de Europa. Primero porque acortaba las distancias entre los sitios, integrando los mercados. Segundo, porque su construcción movía mucho dinero y tiraba de la minería y la industria siderúrgica.

En España la primera línea se construyó en 1848 y era muy corta (línea Barcelona-Mataró). En los siguientes años se construyeron algunas otras líneas similares. Pero el gran impulso a la construcción de ferrocarriles vino con la Ley General de Ferrocarriles de 1855, que dio grandes facilidades y ventajas a las empresas privadas que quisieran construir nuevas líneas.

El resultado fue un boom de los ferrocarriles, sobre todo a partir de 1860. Pero pasó algo parecido a lo que pasó en la minería. Las empresas con más capital y tecnología para construir líneas eran extranjeras, sobre todo francesas e inglesas. La ley les permitía importar todo lo que necesitaran. Y el problema es que les salía más barato importar el hierro y la maquinaria que comprarlos en España, donde la producción aún era poco competitiva. Así que el ferrocarril sirvió en España para integrar los mercados, pero no logró tirar tanto de la industria siderúrgica como habría sido deseable.

Hubo otros sectores importantes durante la industrialización. En el caso de Andalucía, tuvieron mucha importancia las industrias agroalimentarias, es decir, las industrias dedicadas a la transformación de productos agrarios destinados a la alimentación: industria del aceite, la industria vitivinícola, industria azucarera, fábricas de harinas...

Uno de los grandes problemas de la industrialización española es que se concentró en zonas muy localizadas. Prácticamente las únicas regiones realmente industrializadas a finales del XIX eran Cataluña y el País Vasco. Aparte de esas regiones la industrialización afectaba a núcleos muy concretos (zonas mineras, grandes ciudades como Málaga o Sevilla...).

En aquella época había mucha pobreza en el campo y muchos campesinos se quedaron sin tierras. Así que muchos emigraron a las ciudades buscando trabajo. A esa emigración del campo a la ciudad se llama éxodo rural.

Los sitios donde había más trabajo eran las zonas industrializadas, las ciudades costeras, donde había más comercio, y las capitales administrativas, especialmente Madrid. A esas zonas emigraron muchísimos jóvenes del campo o de ciudades pequeñas.

El resultado fue que aumentaron los desequilibrios regionales en España. La mayoría de la población se concentraba en la costa y en Madrid, mientras las zonas rurales del interior perdieron población y se vaciaron de jóvenes.

En este mapa puedes ver cómo ha crecido proporcionalmente la población de las provincias de España en el período de mayor auge de la revolución industrial. Si te fijas, las partes que menos han crecido están sobre todo en las regiones interiores de la mitad norte peninsular. Las zonas que más han crecido están en el sur, en las provincias cercanas a la costa o en Madrid.

Tienes que tener en cuenta que algunas provincias que no crecen demasiado es porque ya tenían mucha población en la primera mitad del XIX. Es el caso de Málaga, Alicante, Tarragona o Gerona