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Hoy en día pedir un crédito rápido es tan sencillo como hacer una compra online. Desde tu móvil o tu ordenador, sin moverte del sofá, puedes solicitar financiación y tener respuesta en cuestión de minutos.
Pero que sea rápido no significa que sea aleatorio. Detrás de ese “aprobado” (o ese “lo sentimos”) hay un sistema que analiza tu perfil en tiempo récord para decidir si prestarte el dinero es una buena idea.
Las empresas de préstamos online funcionan con un patrón bastante parecido. Lo primero que miran es si tienes capacidad real para devolver el dinero en el plazo acordado. Y eso se traduce en una revisión rápida de tus ingresos y tus gastos.
No basta con que ganes bien, también quieren asegurarse de que tus finanzas estén equilibradas y que el nuevo préstamo no te vaya a ahogar. Después, echan un ojo a si tienes otras deudas abiertas, cómo te has portado con otras entidades y, por supuesto, si apareces en ficheros de morosidad como ASNEF.
El segundo paso es un vistazo a la CIRBE, que es como el archivo de “historial de préstamos” del Banco de España. Aquí pueden ver si has pedido financiación recientemente o si tienes ya varios préstamos activos que pongan en duda tu capacidad de pago.
Lo mejor es que todo este chequeo se hace de manera automática. Tú apenas notas nada: envías la solicitud, y mientras estás preparando un café, el sistema ya ha hecho el análisis y te está mandando la respuesta por correo, junto con el contrato si todo ha salido bien.
Ahora, para que ese correo lleve la palabra “aprobado” en grande, tienes que cumplir unos mínimos. El primero: ser mayor de edad (aunque hay empresas que piden 21 años como mínimo).
El segundo: vivir en España y tener tu DNI o NIE al día. No es imprescindible tener nómina, pero sí unos ingresos estables y suficientes para devolver el dinero sin apuros. Da igual si vienen de un trabajo, de tu actividad como autónomo o de otras fuentes regulares.
Y aquí viene algo que mucha gente desconoce: estar en ASNEF no te cierra todas las puertas. Hay prestamistas que aceptan clientes con deudas, siempre que no sean muy altas (normalmente entre 1.000 y 3.000 euros) y que no estén relacionadas con un banco tradicional. Si cumples el resto de condiciones y encajas dentro del riesgo que la empresa está dispuesta a asumir, tu solicitud puede seguir adelante.
El proceso en sí no tiene misterio. Rellenas el formulario online, indicas tus ingresos y gastos, adjuntas la documentación que lo demuestre… y listo. El sistema cruza tus datos con las bases de verificación y, en muy poco tiempo, recibes la respuesta. No hay que hacer colas, ni pedir cita previa, ni enfrentarte a entrevistas interminables. Lo pides por la mañana y, en cuestión de horas, puedes tener el dinero en tu cuenta para resolver ese imprevisto que no podía esperar.
Esta rapidez es, sin duda, la gran baza de los créditos rápidos. Sirven para cubrir emergencias, para arreglar el coche, para hacer frente a una reparación en casa o para cualquier gasto que no puedes posponer.
Pero conviene tener presente que, aunque la respuesta llegue en minutos, detrás hay un proceso serio y bien medido. No es que la empresa dé el dinero “porque sí”, sino porque los números dicen que podrás devolverlo.
Si quieres aumentar tus posibilidades de que te digan que sí, hay algunos trucos que ayudan. Por ejemplo, no acumular varias solicitudes de préstamo en poco tiempo, porque eso salta en la CIRBE y puede dar la impresión de que tu situación financiera es más delicada de lo que es.
También es buena idea reducir tus deudas pendientes antes de pedir un crédito nuevo, ya que un nivel de endeudamiento bajo siempre da más confianza. Y, por supuesto, aportar siempre datos reales y documentación clara, porque cualquier error o información dudosa puede frenar la aprobación.
Eso sí, estos préstamos no están pensados para usarlos de manera habitual, como si fueran una tarjeta de crédito infinita. Lo ideal es recurrir a ellos solo cuando realmente lo necesites y tengas claro cómo vas a devolver el dinero. Si los usas con cabeza, no solo te sacarán de más de un apuro, sino que además estarás construyendo un historial positivo que puede abrirte más opciones de financiación en el futuro.
Solicitar un crédito rápido en España es un proceso cómodo, ágil y sin papeleo, pero no deja de ser una operación seria. Cumple con los requisitos, mantén tus finanzas bajo control y presenta la información de forma clara y honesta. Así, la próxima vez que pulses el botón de “solicitar”, lo más probable es que la respuesta llegue rápido… y con un sí por delante.
Si tienes un préstamo personal mayor que un microcrédito y prevés dificultades para cumplir con las cuotas mensuales, existen opciones que te permiten obtener un respiro financiero temporal y evitar el impago.
Una de estas opciones es la carencia, que te permite posponer el pago completo o abonar solo los intereses durante un período específico. Aunque esta alternativa puede ayudarte a estabilizar tus finanzas, siempre es bueno recordar que aumentará las cuotas futuras.
Para los microcréditos rápidos, también es posible renegociar los términos de devolución, aunque esto dependerá de las políticas de la empresa y tu capacidad de negociación.
Todos hemos pasado por ese momento incómodo en el que, de repente, aparece un gasto que no estaba en los planes. Puede ser que el coche decida dejar de arrancar justo cuando más lo necesitas, que llegue una factura inesperada o que surja una oportunidad que no quieres dejar escapar.
En esos casos, esperar a que el banco procese mil papeles y te dé una respuesta no es opción.
Y ahí es donde entran en juego los préstamos sin nómina: rápidos, sencillos y pensados para quienes necesitan dinero ya, sin dar explicaciones ni entregar media enciclopedia de documentos.
Hoy en día hay empresas que han entendido perfectamente que la vida no avisa, y que a veces lo que hace falta no es un gran préstamo, sino una ayuda pequeña pero inmediata.
Una de ellas es Simpleros, que, además de ser ágil en su proceso, tiene el detalle de premiar a sus nuevos clientes con un cupón del 15% de descuento en los intereses del primer préstamo. No es mucho dinero lo que se puede pedir, hablamos de hasta 300 €, pero suficiente para resolver un apuro, y con un plazo de devolución de hasta 33 días.
Lo bueno es que puedes elegir en cuánto tiempo quieres devolverlo; lo no tan bueno, que cuanto más tardes, más intereses pagarás. Pero claro, ahí ya depende de la urgencia y de cómo prefieras organizarte.
Otra opción que suena mucho es Vivus, que se ha ganado su fama por la rapidez y la transparencia. Aquí no hay letra pequeña que maree, y además tienen un gancho irresistible: el primer préstamo es gratis, sin intereses.
Sí, has leído bien, si pides por primera vez, devuelves exactamente lo que te prestaron. Los importes van de 50 € a 300 €, y puedes elegir devolverlo en un plazo de 1 a 30 días.
Ideal para cubrir un gasto inesperado, como una reparación de última hora o esa matrícula que no sabías que había que pagar ya. Todo el proceso se hace online y en cuestión de minutos, así que nada de colas, citas ni papeleo interminable.
Y si hablamos de opciones flexibles, CréditoZen es otro nombre que conviene tener en el radar. Lo más interesante de esta empresa es que ofrecen el primer minicrédito gratis y, atención, aceptan a personas que están en ASNEF, algo que no todas las entidades hacen. Eso sí, la condición es clara: antes de pedir otro préstamo, tienes que haber pagado el anterior.
Puede parecer una obviedad, pero es su manera de garantizar que el sistema funcione para todos. Los intereses cambian a lo largo del año, así que siempre viene bien echar un ojo a las condiciones actualizadas antes de lanzarse.
La gran ventaja de estos préstamos sin nómina es que no te piden justificar ingresos fijos ni pasar por una larga lista de requisitos. Pero ojo, que no dejan de ser un compromiso: es fundamental comparar opciones, leer bien las condiciones y asegurarse de que se podrá devolver el dinero en el plazo acordado. Usados con cabeza, son una ayuda perfecta; usados sin control, pueden convertirse en una carga difícil de llevar.
En momentos en los que el reloj corre en tu contra y el dinero no espera, soluciones como Simpleros, Vivus o CréditoZen pueden sacarte de un apuro sin grandes complicaciones.
Son rápidos, directos y están pensados para que la burocracia no te robe tiempo ni paciencia. Porque a veces, lo que realmente marca la diferencia no es pedir mucho, sino tenerlo justo cuando lo necesitas.