El feudalismo

El feudalismo

El sistema feudal

El feudalismo fue el sistema de organización más característico de la Edad Media. Se trató de un sistema contractual de relaciones políticas, militares y económicas entre el rey, la nobleza, los campesinos e incluso los eclesiásticos.Este sistema de vasallaje cruzaba toda la escala social, desde el más humilde campesino hasta el más encumbrado duque.

Su principal característica fue la concesión de feudos o territorios que el monarca otorgaba a los vasallos que se hubieran destacado en la guerra o en otra forma de servicio. Pero esta donación no obedecía solamente a la generosidad de los soberanos, sino que constituía una manera de asegurar la defensa y la unión del reino. Su entrega se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad que se dividía en tres etapas: homenaje, juramento de fidelidad e investidura.

Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo noble debía cumplir con las de ayuda y consejo. La ayuda era el servicio militar, y como los señores feudales contaban con muchos vasallos campesinos, se aseguraban las fuerzas necesarias para su defensa. El consejo comprendía la ayuda en pleitos donde el noble servía como juez.

Cuadro que representa a los artesanos y burgueses medievales.

La iglesia en la Edad Media

Es difícil comprender la Edad Media sin conocer la relevancia que la Iglesia tuvo en esta época. Por esta razón, debes saber que en este período histórico todo el mundo occidental aceptaba la fe y las creencias de la Iglesia como verdades absolutas, y quienes se atrevían a cuestionarlas llegaban a ser sometidos a severos castigos.

La Iglesia era una institución muy bien organizada. A la cabeza se encontraba el Papa, representante de Jesucristo en la Tierra; después, y en grados menores, se situaban los arzobispos, obispos y sacerdotes.

En este período, los papas contaron entre sus conquistas la independencia de la Iglesia de la monarquía, y el intento de transformarse en autoridades políticas universales para gobernar igual que reyes y emperadores.

El clero desempeñó un papel muy importante, imponiendo el principio del orden, prestando ayuda a los más débiles y conservando los restos de civilización grecolatina, pues gran parte de ella había sucumbido ante los ataques bárbaros.

Los países cristianos se encontraban divididos en diócesis, cada una de las cuales era dirigida por un obispo. Los obispos, sacerdotes y párrocos vivían entre los fieles, y por eso se les denominaba seculares o seglares (pertenecientes a la sociedad). Junto al clero secular existían los llamados regulares o monjes, que habitaban en los monasterios o abadías y cuya forma de vida se regía por reglas muy estrictas.

La agrupación de estos monjes se conocía como orden, siendo las más conocidas la de los benedictinos, fundada por San Benito en el 529, que sirvió de modelo a las demás órdenes. Su labor intelectual fue muy destacada, puesto que cada día debían destinar dos horas a leer y escribir.

Otras órdenes fueron

Los franciscanos, basada en el ideal de humildad de Francisco de Asís, hijo de un comerciante italiano que recibió el mandato divino de abandonar las comodidades de la vida para ayudar a los más pobres. Fue fundada en 1209.

Los dominicos, cuya principal orientación estuvo dirigida hacia la enseñanza y el estudio teológico en las universidades.

La labor de los regulares se extendió, asimismo, al ámbito de la asistencia social, pues eran ellos los encargados de preocuparse de las condiciones de vida de los pobres, enfermos, viudas e indigentes. Para tal efecto se crearon numerosos hospitales o casas de Dios. Fue fundada en 1206.

Como ya dijimos, los regulares tuvieron honda repercusión en la enseñanza y la cultura. De hecho, todos los textos y libros que se conservan de la literatura latina proceden de los manuscritos copiados por ellos, así como también las crónicas que nos narran las formas de vida durante la Edad Media.

Las escuelas públicas, cuyos conocimientos eran impartidos por los regulares en latín, hicieron posible que personas de muy baja condición económica pudieran educarse y aprender materias como gramática, aritmética, astronomía y música.

A fines del siglo XI (Salerno) y en el siglo XII (Bolonia, París y Oxford) surgieron las universidades en Europa, como consecuencia de la evolución de las escuelas eclesiásticas.

Por qué se adoptó el feudalismo

Con la desintegración del imperio carolingio, Europa quedó expuesta a la anarquía, debido a la enorme cantidad de señores que gobernaban a sus pueblos con completa independencia respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una cooperación eficaz.

Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y complejidad.

¿Sabías que?

El Papado, es decir el gobierno de la Iglesia, se organizó durante la Edad Media. Las catedrales comenzaron a construirse en la Alta Edad Media.

El feudalismo reconocía dos valores esenciales: el hombre y la tierra

Características del feudalismo

Así nació la relación de vasallaje, en donde un vasallo (vasallus) se encomendaba a un señor (dominus o senior) a cambio de la concesión de un beneficio (beneficium) o también, para emplear el término germánico, feudo, que acabó de designar casi de manera exclusiva el beneficio en tierras. Por tanto, el régimen feudal nació de la combinación de vasallaje y feudo.

La concesión del feudo se consumaba con un solemne rito conocido como investidura. Este contrato feudal era de por vida y mediante él el vasallo prometía fidelidad a su señor y el cumplimiento de una serie de funciones en su nombre. Sus deberes más importantes eran: el servicio militar, reclutar soldados para el ejército de su señor y proveerlo de ingresos.

Por su parte, el señor debía garantizar protección a su vasallo y entregarle medios de subsistencia. Con este fin, el vasallo recibía el control de un feudo, que consistía en una gran extensión de tierra, aunque también podía dedicarse a funciones administrativas y de responsabilidad, como recaudador de impuestos o agente de aduanas. De esta manera, un señor con muchos vasallos disponía de fuentes seguras de ingresos, además de un ejército.

Al principio, los feudos no eran hereditarios, lo que constituía una gran ventaja para el señor. Pero en el transcurso de la Edad Media, los vasallos encontraron oportunidades para convertir sus feudos en hereditarios, dejando a sus señores con un número menor para disponer como recompensa.

En cualquier caso, los poderes de los grandes feudatarios llegaron a ser tantos, que los feudos acabaron por constituir auténticos estados en el seno de las monarquías europeas.

¿Como era el feudo?

El feudo más típico comprendía tierras cultivables, bosques, fincas, villas e incluso varias parroquias.

La parte más importante del feudo era el castillo o fortaleza que lo delimitaba. Al medio del castillo se elevaba una torre señorial con su atalaya. Además, contaba con edificios y patios rodeados por gruesos muros provistos de almenas y un profundo foso. Para entrar al castillo había que bajar un puente levadizo y subir un grueso portón.

Al lado del castillo se emplazaban los almacenes, talleres, establos, hornos y molinos. En las cercanías estaban la villa, las modestas casas de los siervos y la capilla.

Los campesinos cultivaban la tierra en beneficio del señor o bien en beneficio propio, pero pagando un censo (pago en especies). Los villanos (vecino que habita una villa o aldea, a distinción de noble o hidalgo) elaboraban el pan, la cerveza y el vino, hilaban y confeccionaban sus muebles.

Desarrollo y apogeo del feudalismo

El régimen feudal fue una organización del poder político que correspondió al contexto especial de la Edad Media. Y aunque no pudo garantizar plena estabilidad política en tiempos de escaso desarrollo económico y de mucha violencia, como sucedió en esta época, ofreció ciertas condiciones de paz.

Para muchos historiadores, el feudalismo representó una respuesta práctica a los problemas surgidos en esa época en ámbitos como las relaciones sociales, las estructuras económicas y productivas y las dependencias políticas.

Con todo, el feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rhin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra, y ocupar Tierra Santa en la Primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales.

España también adoptó un tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa central y oriental conocieron el sistema feudal durante un período de tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio Bizantino se feudalizó tras la Cuarta Cruzada.

La crisis del feudalismo

Los vínculos del señor con las monarquías se fueron debilitando; al mismo tiempo, se iban reduciendo los poderes reales y aumentando los de la nobleza. Así, por ejemplo, los vasallos ya no se sentían obligados a prestar su esfuerzo militar al rey, sino a su señor.

Sin embargo, ya en siglo XII comenzó a producirse el incremento de la población y el aumento de los rendimientos agrícolas, lo que generó excedentes productivos y de mano de obra, propiciando el auge de las ciudades. Así, muchos campesinos se instalaron en las ciudades, escapando de la servidumbre y los cargos feudales.

Al mismo tiempo, en el siglo XII, las monarquías europeas empezaron a imponer su autoridad sobre los señores feudales, para lo cual se aliaron con la creciente clase burguesa, compuesta por artesanos y comerciantes de los centros urbanos.

Fue así como, entre los siglos XII y XIII, se produjeron muchos conflictos entre los señores y sus vasallos, por los servicios que estos últimos debían prestar.

Lentamente se produjo el asentamiento de las grandes monarquías, especialmente en Francia, lo que sumado a las epidemias, como la terrible peste negra llegada desde Asia, provocaron una depresión en el mundo europeo (siglo XIV), cuyas consecuencias se vieron multiplicadas por hambrunas generalizadas, descenso demográfico, guerras, revueltas campesinas e insurrecciones urbanas.

Esta crisis afectó profundamente la vida de las naciones europeas y fue el motor que desencadenó los grandes cambios del siglo XV que permitieron un nuevo equilibrio económico y social.