Antonio Martínez de Cala y Jarana, su nombre de pila, nació en Lebrija (Sevilla) en 1444.
No conocemos la fecha exacta, día y mes, de su nacimiento. Lo que sabemos es gracias a los datos que él mismo nos ofrece en diferentes prólogos de sus obras; por otra parte, confusos o no coincidentes. Nos dice: "Nací un año antes que en tiempos del Rey don Juan el Segundo fue la próspera batalla de Olmedo". Así pues, lo situamos en 1444, dado que dicha batalla fue en 1445.
No obstante, también nos cuenta que fue a Bolonia a los 19 años, que estuvo allá diez y luego tres al servicio del Arzobispo Alonso Fonseca, hasta su muerte en 1473. Unas sencillas operaciones señalarían su nacimiento en 1441. Esta opción ha llevado a equívocos a estudiosos y biógrafos, hasta que posteriores investigaciones han demostrado que fue a Bolonia a los 21 años, no a los 19; y que los años de estancia en Italia no fueron 10, sino cinco, por lo que esta última opción quedaría descartada.
Sus primeros estudios los realiza en su ciudad natal, Lebrija, con aquellos primeros maestros, probablemente clérigos o escribanos contratados por la parroquia, las cofradías o por aquellos hombres buenos sabedores del valor de la cultura, quienes orientaron a la familia en la conveniencia de darle la oportunidad de estudiar en Salamanca.
De 1458 a 1463, realiza, y finaliza, sus estudios de Bachiller en Artes, en Salamanca.
En 1465, marcha a Bolonia (Italia), con una beca del Cabildo Catedral de Córdoba, para estudiar Teología, alojándose en el Colegio de San Clemente de los Españoles. Allí permaneció hasta 1470.
Regresa a España en 1470 para hacerse cargo de la educación de don Juan Rodríguez de Fonseca, sobrino y protegido de don Alonso de Fonseca, Arzobispo de Sevilla, hasta la muerte de éste en 1473.
En junio de 1475 se incorpora a la Universidad de Salamanca como lector de Oratoria y Poesía. Posteriormente ocuparía las cátedras de Prima de Gramática y de Oratoria, hasta 1486. Aquí finaliza su primera etapa como docente en Salamanca.
A comienzos de 1487, Nebrija se incorpora, en Extremadura, a la Academia humanística de don Juan de Zúñiga, exalumno suyo en Salamanca, último Gran Maestre de la Orden de Alcántara. Esta colaboración con Zúñiga duraría casi dos décadas, hasta que éste, ya Cardenal Arzobispo de Sevilla y Primado de España, muere en 1504.
Muerto Zúñiga, Nebrija se incorpora de nuevo a la Universidad de Salamanca, ocupando las cátedras de Gramática y, posteriormente, Retórica hasta 1513. Nebrija abandona definitivamente Salamanca, para no volver jamás.
En octubre de 1513, ocupa brevemente la cátedra de Gramática del Estudio de San Miguel, germen de la Universidad de Sevilla, vaca por el fallecimiento de Juan de Trespuentes, su anterior titular.
A finales de 1513, Nebrija ocupa, a requerimientos del Cardenal Cisneros, la cátedra de Retórica, vacante de Hernando Alonso de Herrera, en la recién creada Universidad de Alcalá de Henares.
Cisneros al Rector Balbás: “que lo tratase muy bien […], y que leyese lo que él quisiese, y si no quisiese leer que no leyese; y que esto no lo mandaba dar porque trabajase, sino por pagarle lo que le debía España.”
En Alcalá, Nebrija consume sus últimos días de vida en sus clases, y en una variada actividad intelectual. Con frecuentes paseos a la calle de la Imprenta (hoy Nebrija), donde se encontraba la oficina del impresor Arnao Guillén de Brocar, “su segunda casa.”
El propio humanista explica por qué adoptó el praenomen Elio en el prólogo de sus Introductiones latinae:
"Como en Lebrija y en toda su comarca se encuentran muchas lápidas romanas, en que aparecen los nombres de Elios y Elianos, me he permitido anteponer ese nombre al de pila, como descendiente de una familia romana muy conocida en toda Andalucía y de la que salieron emperadores tan gloriosos como Elio Adriano y Elio Trajano, que puede decirse que fueron coterráneos míos. Pero no de tu familia, me dirán, sino romanos de hace quince siglos. A esto respondo que, si no soy pariente de ellos por naturaleza, lo soy por adopción."
El apellido "Nebrisense o de Lebrija", lo toma de su mítico lugar de nacimiento, Lebrija, la antigua ciudad romana de Nabrissa Veneria, como era costumbre en la época. Recordemos a Erasmo de Rótterdam, Tomás de Aquino, Francisco de Asís, Teresa de Ávila, Fray Luis de León, Ignacio de Loyola o Isidoro de Sevilla. Lugares de renombre universal, gracias a estos hijos ilustres, que hubiesen pasado posiblemente desapercibidos,
Elio Antonio de Nebrija era plenamente consciente de que había puesto a Lebrija en el mapa universal.
"Recíbeme en tus brazos; no tengas a menos recibir en ellos al hijo que ha inmortalizado su nombre... Ella hubiera quedado olvidada, Dios sabe hasta cuando, y mi nombre no hubiere salido nunca de la oscuridad. Ahora, en cambio, gracias a mis letras, los dos somos conocidos en todo el mundo, y durará muchos siglos nuestra gloria."
El humanismo renacentista hace referencia al movimiento cultural, filosófico e intelectual que tuvo lugar durante el Renacimiento. Tuvo su origen en los siglos XIV y XV en Italia, principalmente en las ciudades de Florencia, Venecia y Roma, y se extendió por toda Europa, hasta finales del siglo XVI. Su propósito fue el de revivir los ideales y el pensamiento filosófico y artístico del Mundo Antiguo, grecorromano, rompiendo con la tradición escolástica de la Edad Media.
La pedagogía del humanismo renacentista pretendía formar un ideal de hombre en plenitud física, ética, estética, intelectual y religiosa, a través de los Studia humanitatis, que son las cinco disciplinas clásicas de gramática, retórica, poética, historia y filosofía moral.
En este contexto histórico y cultural, Nebrija era un hombre que participó plenamente del humanismo renacentista. Su preocupación por los problemas morales y políticos le hizo plantearse el objetivo de que nada de lo humano le sería ajeno.
En Bolonia (Italia), bebió con avidez de la fuente del naciente humanismo, que estaba mucho más avanzado que en España, probablemente debido a la no presencia de la Inquisición, que, aquí, temía y perseguía las nuevas ideas. Allí, durante cinco años (1465-1470), se consagró al estudio de la teología, el latín, el griego, el hebreo, y también, la Medicina, el Derecho, la Cosmografía, las Matemáticas, la Geografía, la Historia y, por supuesto, la Gramática, materia en la que tuvo como maestro a Martino Galeotto.
En 1470, Nebrija regresó a España como portador del humanismo renacentista, "para desbaratar la barbarie por todas partes de España tan ancha y luengamente derramada."
Dominador de las lenguas latina, griega y hebrea, la teología, el derecho, la historia y la cosmografía, Nebrija dedica el resto de su vida intelectual y docente a luchar por el nacimiento de un hombre nuevo que domine su propio universo.
Nebrija murió en los primeros días del mes de julio de 1522, de parálisis o apoplejía, en su casa de Alcalá de Henares, junto a la Universidad. No hay acuerdo entre investigadores y biógrafos sobre el día exacto de su muerte.
Sí sabemos que el Claustro de la Universidad, reunido el 5 de julio de 1522, acuerda otorgar a Nebrija, para su enterramiento junto al sepulcro de Cisneros, la Capilla de Santiago (lado de la epístola, junto a la reja del presbiterio), en la iglesia de San Ildefonso de la Universidad; erigir un sepulcro “donde siempre haya memoria de él, tan sumptuoso y en tal logar adonde después del Cardenal, que es en gloria, no haya otro mejor”; conmemorar anualmente su aniversario “en el mesmo día de su enterramiento, que será a dos días del mes de julio”; asimismo, se le otorga, a favor de sus descendientes, retención vitalicia de la casa frontera a la iglesia del Colegio, y la finca de recreo, extramuros de la Puerta de Guadalajara.
Nebrija fue enterrado en la Capilla de Santiago en la nave de la Epístola, junto al presbiterio de la iglesia de San Ildefonso, cerca del sepulcro de su mecenas y amigo, el Cardenal Cisneros.
El 4 de julio de 1522, se celebraron exequias solemnes y multitudinarias, predicadas por el profesor Ciruelo, el mismo que predicó las de Cisneros, en 1517. Se dice, que los estudiantes tapizaron su tumba con versos.
"[...] el doctor Ciruelo predicó sus honras fúnebres en el Colegio “[…] vió este testigo la capilla e tumba donde el dicho Antonio de Librija estaba enterrado, e vio puestos encima de la dicha tumba muchos versos escritos en latín en alabanza del dicho Antonio de Librija”
El sepulcro, de bulto, no se realizó nunca, se quedó en lápida y retablo, desaparecido en el siglo XVIII.