Municipio al sur de la provincia de Sevilla, en la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Antonio Martínez de Cala y Jarana, nació en Lebrija (Sevilla), en 1444. Vino al mundo en la calle de los Mesones, rebautizada en 1860 como calle Antonio de Nebrija. Sus padres, Juan Martínez de Cala “El Viejo” y Catalina de Jarana, formaban una familia de clase media alta, dedicada a la agricultura, con cuatro hijos, Juan, Antonio, Martín y Antonia, y otras dos “hermanitas muertas en flor” o prematuramente, Marina y Juana, algo muy frecuente en aquella época.

Desde muy pequeño, daba muestras de su precocidad y adhesión al estudio a aquellos primeros maestros, probablemente clérigos o escribanos contratados por la parroquia, las cofradías o los referidos hombres buenos sabedores del valor de la cultura, quienes supieron orientar sus pasos y alentar a la familia en la conveniencia de darle la oportunidad de estudiar en la universidad de Salamanca, centro de irradiación de la cultura, con gran prestigio europeo.

En el prólogo de su obra Vocabulario español-latino (1494) nos da a conocer con cierto orgullo cómo fueron sus primeros estudios en Lebrija, de latín, matemáticas y razonamiento filosófico, fundamentalmente, que le proporcionaron un bagaje adecuado como para encarar con éxito su aventura universitaria.

“Y dexando agora los años de mi niñez pasados en mi tierra debaxo de bachilleres y maestros de Gramática y Lógica ...”

A los 15 años dejó su patria chica, en busca de su formación universitaria en Salamanca. Sólo volvería circunstancialmente a lo largo de sus 78 años de vida. Sus vínculos con Lebrija no se rompieron nunca, ni dejó de anidar en su interior el sentimiento de pertenencia a esta venerable urbe romana de la Bética, de donde tomó el nombre de Elio Antonio de Nebrija.

A ésta, su patria chica, dedicó dos de sus más afamados poemas: Salutatio ad Patriam Suam, un canto exaltado dedicado a sus padres y a su patria chica, Lebrija; y De Patriae Antiquitate, en la que canta los orígenes de la fundación mitológica de Lebrija. Nebrija introduce por primera vez estos textos en el manuscrito de la segunda edición de las Introductiones latinae, dedicado a don Juan de Zúñiga, de 1487. Ambos poemas, son verdaderos testamentos vitales de nuestro humanista universal.