Sin aliento la tarde se hace irrespirable
Si ustedes, mis muertos y los pocos vivos que amo,
No acudís a mi memoria
Para aliviarme cuando,
Desde la soledad, comprendo, solo en la tarde.
Giuseppe Ungaretti de Últimos coros para la tierra prometida en El cuaderno del viejo (Il taccuino del vecchio) [1960]
Traducción por Juan José Podestá