Alejandra Pizarnik

Mucho más allá

¿Y qué si nos vamos anticipando

de sonrisa en sonrisa

hasta la última esperanza?


¿Y qué?

¿Y qué me da a mí,

a mí que he perdido mi nombre,

el nombre que me era dulce sustancia

en épocas remotas, cuando yo no era yo

sino una niña engañada por su sangre?


¿A qué, a qué

este deshacerme, este desangrarme,

este desplumarme, este desequilibrarme

si mi realidad retrocede

como empujada por una ametralladora

y de pronto se lanza a correr,

aunque igual la alcanzan,

hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida.

Pues esto es la vida,

este aullido, este clavarse las uñas

en el pecho, este arrancarse

la cabellera a puñados, este escupirse

a los propios ojos, sólo por decir,

sólo por ver si se puede decir:

«¿es que yo soy? ¿verdad que sí?

¿no es verdad que yo existo

y no soy la pesadilla de una bestia?».


Y con las manos embarradas

golpeamos a las puertas del amor.

Y con la conciencia cubierta

de sucios y hermosos velos,

pedimos por Dios.

Y con las sienes restallantes

de imbécil soberbia

tomamos de la cintura a la vida

y pateamos de soslayo a la muerte.


Pues eso es lo que hacemos.

Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa 

hasta la última esperanza.