Alejandra Pizarnik

Cenizas

Hemos dicho palabras,

palabras para despertar muertos,

palabras para hacer un fuego,

palabras donde poder sentarnos

y sonreír.


Hemos creado el sermón

del pájaro y del mar,

el sermón del agua,

el sermón del amor.


Nos hemos arrodillado

y adorado frases extensas

como el suspiro de la estrella,

frases como olas,

frases con alas.


Hemos inventado nuevos nombres

para el vino y para la risa,

para las miradas y sus terribles

caminos.


Yo ahora estoy sola

—como la avara delirante

sobre su montaña de oro—

arrojando palabras hacia el cielo,

pero yo estoy sola

y no puedo decirle a mi amado

aquellas palabras por las que vivo.