Experiencia Autónoma

Valores de la experiencia autónoma

Este juego admite ser usado desde una edad en la que no haya peligro de ingestión de las bolas, lo cual, entre otros factores, depende del tamaño de las mismas. Así, bolas de 3 cm o más pueden ser usadas por niños de un año o más (es imposible tragarlas) mientras que para bolas de menor tamaño habría que esperar hasta que el niño tenga el juicio suficiente para no correr dicho riesgo (3 años o más).

Este juego totalmente autónomo aporta valores educativos de autonomía personal, coordinación óculo-manual, conocimiento del espacio, formas, tamaños y colores, y puede ser realzado mediante la interacción con un adulto, en la que éste le proponga pruebas como colocar una cierta torre en un cierto agujero, cambiar una bola de un color por otra de otro, etc.

En el momento en el que conozcan los números, este juego puede ser usado como refuerzo educativo de los mismos, permitiendo comparaciones de tamaño y número, realizar sumas y restas sencillas con las torres, etc. 

También se pueden realizar formas geométricas sencillas con las torres sobre una superficie lisa (triángulos, cuadriláteros, etc)

Tanto la base como cada torre tienen números (de 1 a 7), lo que permite realizar actividades de identificación, suma, resta, ordenación, etc.

La estructura material del juego, en edades superiores, facilita la comprensión y familiarización con elementos de geometría tridimensional como puntos, líneas, ángulos, triángulos, planos, sólidos, etc. El triángulo equilátero, siendo la figura más simple en dos dimensiones, aparece de forma ubicua en esta estructura (hay un total de 70 combinaciones de 3 torres que resultan en un triángulo equilátero). Su equivalente tridimensional, el tetraedro, es también uno de los sólidos que aparece de forma natural en esta estructura, lo que permite explorar de forma autónoma sus características.

Valores de la experiencia de juego

Se considera que el juego de tres-en-raya es el primero en el que un niño entra en contacto con el concepto de estrategia, es decir, con la necesidad de plantear nuestras acciones para conseguir un objetivo y, a  la vez, impedir que nuestro oponente lo consiga antes que nosotros. En su versión más simple, el juego 11Torres constituye una versión del juego de tres-en-raya tridimensional que ofrece la misma experiencia estratégica con el valor añadido de desarrollarse en un entorno espacial. 

Las habilidades estratégicas requeridas por el juego van en incremento a medida que nos adentramos en sus diferentes concreciones (hasta 11 en total). 

Esta profundidad se desarrolla en varias direcciones, y podemos modular el aprendizaje en cualquiera de ellas: 

Estrategias triples

Los juegos de tres jugadores, sin variar la esencia geométrica, añaden una complejidad estratégica derivada del hecho de que no solamente debemos anticipar lo que pueda hacer el jugador siguiente en relación con nuestro objetivo, sino también su respuesta al tercer jugador, la cual a su vez depende de la nuestra. El bucle de posibilidades se enriquece enormemente, y al mismo tiempo siempre cabe la posibilidad de establecer alianzas (temporales e implícitas) entre dos jugadores para evitar que el tercero alcance el objetivo. En la vida, aparecen situaciones de este tipo, en las que nos sentimos marginados o relegados por otras personas, y superarlo en experiencias como las que ofrecen las modalidades del juego de las 11Torres para tres jugadores puede ser una manera saludable de preparación para la vida en sociedad.

Juegos cooperativos

El juego cooperativo contribuye a desarrollar capacidades como la colaboración, la empatía, la aceptación del otro, la negociación o el consenso, que son muy importantes para el desarrollo de una personalidad adaptada a la vida en sociedad. Aunque se presenta un juego de este tipo, la misma estructura es susceptible de diseñar otras opciones de juego cooperativo, por ejemplo,proponiendo desafíos o retos para resolver de forma colectiva, repartiendo instrucciones individuales  que solamente conoce el jugador que las recibe.

Solitarios

Los juegos en solitario aportan valores educativos como la paciencia, concentración, seguimiento de reglas, consecución de objetivos, autoestima, etc.

Aunque hay un par de versiones del juego específicas para jugar en solitario, también es posible plantearse desafíos, tanto a uno mismo como a los demás, que deben ser resueltos de forma solitaria sobre la estructura del juego (por ejemplo, intentar conseguir la mayor cantidad de líneas rectas, o triángulos, rombos, pirámides, o combinaciones de las mismas)