¿Qué contar?

Dicen que todo el mundo tiene una gran historia que contar. Puede que sea cierto; el caso es que para escribir hay que empezar siempre por fijarse en uno mismo. Todos los escritores coinciden en que para lanzarse al mundo de la escritura lo que se necesita son experiencias y memoria. No hay que entender la experiencia como haber vivido grandes acontecimientos, basta con la vida cotidiana; eso sí, hay que tener en cuenta que “lo vivido” es también lo que hemos visto que les ha sucedido a otros, lo que hemos leído, lo que hemos escuchado. Todo vale para un escritor, cualquier cosa que nos haya llamado la atención, aunque no nos haya ocurrido a nosotros, se puede convertir en material para una historia.

En cuanto a la memoria, es fundamental porque necesitamos que esté activa para poder “rescatar” esas experiencias de las que hablábamos antes y que nos sirvan de motor para nuestro texto literario. Una definición estupenda de este primer trabajo del escritor la dio José Luis Sampedro, que decía que un escritor es como un minero que cada día tiene que penetrar en sí mismo para poder extraer el material más puro.

Sin embargo, por más que nos digan que cada uno lleva, no una, sino muchas historias que podría contar, la verdad es que resulta difícil sentarse y ponerse a escribir. Por eso, a veces, tomar como punto de partida lo que ya han hecho otros es un buen ejercicio para desbloquear nuestra capacidad creadora porque, así, tenemos ya hechos esos elementos de los que hablábamos antes y una línea argumental a la que podemos seguir aportando ya nuestras propias ideas.


ejercicios de desbloqueo

Ejercicios de desbloqueo

Te proponemos unos ejercicios para que le pierdas miedo a escribir y para que, al mismo tiempo, puedas ejercitar la muñeca, como si fuera un músculo, y mantengas abierta la conexión entre tu cabeza y tu bolígrafo.


1. (Individual. Escrita) Escribir a partir de un comienzo: Si tienes el comienzo de una novela, tendrás parte del trabajo ya hecho porque el autor que la escribió ya seleccionó un tiempo, un espacio y más o menos presentó un personaje que tú tendrás que recoger y desarrollarlo. Selecciona uno de estos comienzos y amplíalo contándonos la historia que crees que se esconde detrás de este personaje. Recuerda que tu narración, aunque aún no seas muy riguroso, debe responder a las preguntas básicas de toda historia: quién, qué, dónde, cuándo y por qué.

  • Los hombres de la Tierra llegaron a Marte. Llegaron porque tenían miedo o porque no lo tenían, porque eran felices o desdichados, porque se sentían como los Peregrinos, o porque no se sentían como los Peregrinos. Cada uno de ellos tenía una razón diferente. (“Los colonos”. Ray Bradbury: Crónicas marcianas).
  • Había yo soportado hasta donde me era posible las mil ofensas de que Fortunato me hacía objeto, pero cuando se atrevió a insultarme juré que me vengaría. (Edgar Allan Poe: El tonel del amontillado).
  • A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde, y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. (La noche boca arriba. Julio Cortázar).


2. (Individual. Escrita) Escribir a partir de un final: Las ventajas de este ejercicio son las mismas expuestas anteriormente. Te proponemos hacer el mismo ejercicio anterior, pero eligiendo esta vez un final.

  • Él friega los platos con la esponja Scotch Brite, los deja en la pila, que es de azulejo verde y amarillo, y, mientras los enjuaga, Rosa dice: Nunca viene nadie a visitarnos. (“Fregando platos”. Quim Monzó. El mejor de los mundos).
  • La luna entraba poniendo una película de talco en el pasillo y guantes blancos sobre mis dedos, y entonces, la música cesó, se terminó del todo. El tren comenzaba a tomar velocidad cuando me senté a su lado. (“Los puntos cardinales”. Eloy Tizón: Velocidad de los jardines).
  • El capitán me dijo el otro día: “Hay ciertas cosas que no encontrará jamás en un libro”. Por mi parte, creo que, para ser un hombre tan estúpido, supo salir muy bien del apuro. (Joseph Conrad, Historial del mar. Tifón).