El diálogo

Parece que todos los escritores coinciden en que para que un diálogo funcione tiene que resultar natural y, por otro lado, tiene que ser “revelador”. Es decir, la forma de hablar de un personaje tiene que parecerse lo más posible a la forma de hablar de la gente real, teniendo en cuenta, por supuesto, todo aquello de lo que hemos hablado antes y que puede afectar a la manera de expresarse de nuestro personajes: nivel de estudios, personalidad, si usa o no algún tipo de jerga (las juveniles o las profesionales, etc.). No olvides que la situación comunicativa también modifica nuestra manera de expresarnos: no hablamos igual cuando estamos en familia que cuando buscamos un trabajo.


Que un diálogo tenga que ser “revelador” significa que gracias a él tenemos que conocer algún aspecto básico del personaje: algún rasgo de su personalidad, algún acontecimiento importante que marcó su vida, etc. En una obra literaria siempre que los personajes dialogan no es por casualidad, sino para “contarnos” en la voz de los propios personajes algo fundamental.



Ejercicios sobre el diálogo:

1. (Individual. Escrita) Retoma el ejercicio anterior y desarróllalo en forma de diálogo, es decir, ahora nuestro personaje está dialogando con alguien a quien cuenta que haciendo una mudanza, de pronto, encontró aquel objeto que tan importante era para él. Ten presentes estas necesidades:

- Tenemos que ver a dos personajes hablando.

- Piensa primero en la personalidad del protagonista.

- Elige a quién le está contando su hallazgo.

- Escoge situación comunicativa. Por ejemplo, no será igual si se lo cuenta a su hija en casa que si se lo cuenta a un policía en una comisaria.


2. (Individual. Escrita) Selecciona un fragmento de El guardián entre el centeno y “actualiza” el vocabulario perteneciente a la jerga juvenil que usa el protagonista; antes de ponerte a ello tendrás que seleccionar uno de los “tipos” de jerga juvenil que existen (por ejemplo pijo, pasota, etc).