De ratones y hombres

De ratones y hombres, de John Steinbeck

Sinopsis:

Años treinta: siglo XX. Estados Unidos padece las consecuencias de la Gran Depresión económica iniciada a partir del famoso “crack del veintinueve”. En la costa oeste del país, California se ha convertido en el estado al que emigran miles de campesinos empobrecidos. La novela empieza al sur de San Francisco, al atardecer de un jueves soleado, cuando dos temporeros abandonan el sendero por el que marchan camino de su nuevo lugar de trabajo, para descansar en un claro que se abre en el valle del Río Salinas.


Contenidos temáticos de la constelación:

  • Frente a la dificultad de encontrar empleo en momentos de crisis
  • Frente a la dificultad de un discapacitado para salir adelante
  • Frente a la adversidad: la amistad y el sueño utópico como mecanismos de defensa.


Contenidos específicos del arte de la ficción:

  • Construcción de personajes a partir de sus acciones y actitudes que nos llegan por medio del narrador y de los propios diálogos de los personajes.
  • La construcción de personajes a partir de la adaptación de un arquetipo: variaciones a partir de la pareja de héroe y acompañante.
  • El arte del diálogo: utilidad para rellenar lagunas de información, función diégética, espacio propicio para las descripciones indirectas de personajes, recursos de progresión dialógica (la réplica breve, pares de pregunta respuesta, la anáfora, réplicas con eco, reiteraciones, negación de la condición de interlocutor, etc).
  • Recursos para la intriga y la cohesión: la introducción de presagios.

antes de leer

Gran grupo. Oral. (Tiempo previsto: 10 minutos). ¿Qué estaríais dispuestos a hacer por un amigo, por una amiga? ¿Qué esperáis que un amigo haga por vosotros? En una relación de amistad entre una persona con algún tipo de discapacidad y quien no la sufre, ¿qué puede aportar cada una?

Tráiler 1

Este texto pertenece al momento inicial de la novela en el que los dos protagonistas de la historia entran en escena por primera vez.


El primer hombre se paró de repente en el claro, y el que lo seguía casi lo atropelló. Se quitó el sombrero, limpió el sudor de la badana con el dedo índice y lo sacudió. Su descomunal compañero dejó caer sus mantas, se echó al suelo y bebió de la superficie de la verde charca; bebió a largos tragos, resoplando en el agua como un caballo. El hombre bajo se acercó nervioso a él.

- ¡Lennie! —dijo con acritud—. ¡Lennie, por el amor de Dios, no bebas tanto!— Lennie siguió resoplando en la charca. El bajo se inclinó y lo sacudió por el hombro—. Lennie, que te vas a poner malo como anoche.

Lennie metió la cabeza entera bajo el agua, sombrero incluido, y a continuación se sentó en la orilla con el agua goteándole sobre su chaqueta azul y corriéndole por la espalda.

- Está buena—dijo—. Bebe tú, George. Bebe un trago grande—y sonrió feliz.

George se descolgó el hato y lo dejó caer suavemente en la orilla.

- No sé si es buena—dijo—. Parece verdosa.

Lennie sumergió su manaza y meneó los dedos de manera que el agua saltaba en forma de pequeñas salpicaduras; los círculos se propagaron por la charca hasta el otro lado y regresaron. Lennie los observó desplazarse.

- Mira, George. Mira lo que hago.

George se arrodilló junto a la charca y bebió con la mano ahuecada, en rápidos movimientos.

- Sabe buena —admitió—. Aunque no parezca que tenga corriente. No bebas nunca agua que no corre, Lennie —dijo sin esperanzas—. Tú beberías de un desagüe, si tuvieras sed.

Se echó agua con la mano a la cara y se la frotó; luego continuó por debajo de la barbilla y la nuca. Seguidamente volvió a colocarse el sombrero, se apartó del río, levantó las rodillas y se las abrazó. Lennie, que había estado observando a George, lo imitó puntualmente: retrocedió, levantó las rodillas, se las abrazó, y miró a George para ver si lo había hecho igual. Se echó el sombrero un poco más sobre los ojos, tal como tenía el sombrero George.

George se quedó mirando el agua, malhumorado. El resplandor del sol le teñía de rojo el borde de los ojos.

- Podíamos haber continuado hasta el rancho si el cabrón del conductor del autobús hubiera sabido lo que se decía —comentó irritado—. «Está a un paso de la carretera», dice; «a un paso». ¡Seis kilómetros, eso es lo que hay! Lo que pasa es que no quería parar en la entrada del rancho. Demasiado manta para llegarse hasta allá. Milagro sería si no pasa de largo por Soledad. Nos echa de una patada y va y dice: «Está a un paso de la carretera». Seguro que son más de seis kilómetros. ¡Qué calor hace hoy!

Lennie lo miró con timidez:

- George.

- Sí, ¿qué quieres?

- ¿Adónde vamos, George?

El bajo dio un tirón al ala de su sombrero y miró a Lennie con ceño.

- Ya lo has olvidado, ¿verdad? Te lo tengo que repetir, ¿no? ¡Dios, y qué chalado estás!

- Se me olvida —dijo Lennie débilmente—. Intento no olvidar. Te lo prometo, George, de veras.

- Vale, vale. Te lo repetiré. No tengo nada que hacer. Podría pasarme la vida diciéndote cosas, y tú olvidándolas, y yo repitiéndolas otra vez.

- Lo intento y lo intento, George —dijo Lennie—, pero no puedo. Me acuerdo de los conejos.

- A la mierda los conejos. Lo único de lo que te acuerdas siempre son los conejos. ¡Bueno, vale! Pues escucha, y esta vez métetelo bien en la sesera para que no haya líos. ¿Te acuerdas de cuando estábamos en el basurero aquel de Howard Street leyendo la pizarra?

La cara de Lennie esbozó una sonrisa de alegría.

- ¡Claro, George! Me acuerdo de eso...Pero...¿qué pasó después? Me acuerdo de unas chicas que pasaban. Y vas tú y dices...dices...

- A la mierda lo que dije. ¿Te acuerdas que entramos en Murray & Ready, y que nos dieron las cartas de trabajo y los billetes para el autobús?

- Claro, George. Ahora me acuerdo de eso —las manos de Lennie fueron rápidamente a los bolsillos laterales de su chaqueta, y dijo blandamente—: George...no tengo la mía. Seguro que la he perdido— y miró para el suelo, desesperado.

- No las has tenido nunca, chalado. Las tengo yo las dos aquí. ¿Crees que iba a dejarte llevar tu carta de trabajo?

Lennie sonrió con alivio.

- Creía...creía que me la había metido en el bolsillo.

Se llevó la mano al bolsillo otra vez. George lo miró con severidad.

- ¿Qué te has sacado del bolsillo?

- No tengo nada en el bolsillo —dijo Lennie con astucia—.

- Ya sé que no tienes nada en el bolsillo. Lo tienes en la mano. ¿Qué estás escondiendo en la mano?

- No tengo nada, George. De veras.

- Venga, trae aquí.

Lennie mantuvo la mano cerrada apartada de George.

- Es un ratón nada más, George.

- ¿Un ratón? ¿Un ratón vivo?

- No, un ratón muerto, George. Yo no le matado. ¡De veras! Me lo he encontrado muerto. Me lo he encontrado muerto.

- Tráelo —dijo George.

- Anda, déjame tenerlo, George.

- ¡Tráelo!

Lentamente, la mano cerrada de Lennie obedeció. George cogió el ratón y lo arrojó al otro lado de la charca, a la maleza.

- ¿Se puede saber para qué quieres un ratón muerto?

- Puedo acariciarlo con el pulgar, mientras caminamos —dijo Lennie.

- Bueno, pues no vas a acariciar ratones mientras caminas conmigo. ¿Recuerdas adónde vamos ahora?

Lennie miró con sobresalto; luego, avergonzado, ocultó la cara entre las rodillas.

- Se me ha olvidado otra vez.

- Vaya por Dios —dijo George con resignación—. Bueno, escucha: vamos a trabajar a un rancho como el que hemos dejado, en el norte.

- ¿En el norte?

- En Weed.

- Ah, claro. Ya me acuerdo. Weed.

- El rancho al que vamos está como a medio kilómetro. Entraremos a ver al patrón. Ahora atiende: le daré las cartas de trabajo, pero tú no vas a decir palabra. Te estarás ahí callado. Como se dé cuenta de lo chalado que estás, nos quedamos sin el empleo; pero como te vea trabajar antes de oírte, nos contrata seguro. ¿Lo has cogido?

- Claro, George. Claro que lo he cogido.

- Vale. Ahora veamos: cuando entremos a ver al patrón, ¿qué tienes que hacer?

- Yo...yo —Lennie meditó. Se le puso la cara tensa de pensar—. Yo...no voy a decir palabra. Me estaré allí callado.

- Buen chico. Así me gusta. Ahora dilo dos o tres veces; para que no se te olvide.

Lennie murmuró débilmente para sí:

- No voy a decir palabra...No voy a decir palabra...No voy a decir palabra.

- Vale —dijo George—. Y tampoco harás trastadas como en Weed.

Lennie le miró desconcertado.

- ¿Cómo en Weed?

- Ah, con que también se te ha olvidado eso, ¿no? Bueno, no te lo recordaré, no sea que vuelvas a hacerlo.

De repente se le iluminó el semblante a Lennie:

- De Weed nos echaron —estalló triunfal.

- Y una mierda, nos echaron —dijo George indignado—. Echamos a correr nosotros. Nos estuvieron buscando, pero no nos cogieron.

Lennie dejó escapar una risita, feliz:

- Eso no se me ha olvidado, palabra.”

ACTIVIDADES TRÁILER 1

1. (Gran grupo. Oral) Para contextualizar los hechos narrados en De ratones y hombres, publicada en 1937, puede ser útil analizar los primeros veinticinco minutos de Las uvas de la ira (1940), versión cinematográfica de John Ford a partir de la novela de Steinbeck del mismo título escrita en 1939. Las dos novelas reflejan las consecuencias en el medio rural del oeste norteamericano de la "Gran Depresión" que siguió al "Crack" económico de 1929.

  • ¿Qué fuerza a los protagonistas a marcharse del lugar en el que han vivido y trabajado tanto tiempo?
  • Selecciona tres momentos (escenas, planos, fragmentos de audio) que reflejen bien el sufrimiento de los protagonistas de las secuencias.


2. (Gran grupo. Oral) Recopilemos en la pizarra ámbitos profesionales donde en la actualidad se dé empleo a personas con algún tipo de discapacidad. Es importante que es esos ámbitos sean visibles.


3. (Individual. Escrita) Recopila rasgos físicos y rasgos de carácter de George y Lennie aportados por el narrador, y deducidos de las acciones y los diálogos de los dos protagonistas.

George Lennie


Narrador


Acciones


Diálogos

3. (Gran grupo. Oral) George y Lennie recuerdan a otras muchas parejas protagonistas (Don Quijote y Sancho, los dúos amo / criado del teatro clásico, Cyrano y Christián, Asterix y Obelix, Sherlock Holmes y el Dr.Watson y las parejas de clowns narizroja y carablanca). Steinbeck va a aprovechar la diferencia de físico y de capacidades mentales de los protagonistas para adensar la historia y provocar conflictos e inquietud. Es curioso analizar la utilización de este tipo de parejas en contextos cercanos a Steinbeck, casi siempre contextos cómicos, aunque retraten las dificultades de los años treinta. De este análisis nace la siguiente actividad.


  • Visionad el fragmento inicial (9’54’’) del cortometraje de Stan Laurel y Oliver Hardy, One good turn ((«Los vagabundos», 1931) y a continuación incluid en el cuadro que sigue los aspectos compartidos por la secuencia y el texto seleccionado de De ratones y hombres.

De ratones y hombres Los vagabundos


Físico de los protagonistas


Rasgos de carácter


Acciones (sketches)


Espacio de la acción


Marco histórico


tráiler 2

Tras pasar la noche junto al río, George y Lennie llegan de mañana al rancho en el que van a trabajar, entran en el modesto barracón habilitado para los temporeros y se instalan. Al poco rato, algunos de los trabajadores de la finca empiezan a desfilar por el cobertizo, entre ellos el viejo Curley, que es el patrón, su hijo, un tipo desafiante y peligroso, y el viejo barrendero Candy, que les contará a los recién llegados algunas cosas útiles para su supervivencia.


En ese momento entró un joven en el barracón; un joven delgado, moreno de cara, ojos castaños y pelo muy rizado. Llevaba un guante de trabajo en la mano izquierda y, como el patrón, calzaba botas altas.

- ¿Habéis visto al viejo? —preguntó.

- Hace un momento ha estado aquí, Curley —dijo el barrendero—. Iba a la cocina, creo.

- Voy a ver si lo alcanzo —dijo Curley.

Su mirada pasó por encima de los nuevos peones, y se detuvo. Miró fríamente a George y luego a Lennie. Sus brazos se doblaron gradualmente por los codos y sus manos se cerraron con fuerza. Se puso tenso, ligeramente encorvado. Su mirada se volvió a la vez calurosa y pugnaz. Lennie se sintió violento ante esta mirada, y movió los pies con nerviosismo. Curley se acercó a él con cautela.

- ¿Sois los tíos que esperaba el viejo?

- Acabamos de llegar —dijo George.

- Deja que hable el grandullón.

Lennie se encogió con embarazo. George dijo:

- ¿Y si no quiere?

Curley giró su cuerpo violentamente:

- ¡Por Dios que hablará cuando se le hable! ¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro?

- Viajamos juntos —dijo George con frialdad.

- Ah, con que es eso.

George estaba tenso, inmóvil.

- Sí, es eso.

Lennie miraba suplicante a George en espera de instrucciones.

- Y tú no quieres que el grandullón hable, ¿no es así?

- Puede hablar, si quiere decir algo —hizo un leve gesto de asentimiento a Lennie.

- Acabamos de llegar —dijo Lennie débilmente.

Curley le lanzó una mirada penetrante.

- Bueno, la próxima vez contesta cuando te hablen.

Se volvió hacia la puerta y salió, con los codos todavía un poco flexionados.

George lo observó salir, y luego se volvió hacia el barrendero.

- Oye, ¿qué mosca le ha picado a ese? Lennie no le ha hecho nada.

El viejo se asomó precavidamente a la puerta para asegurarse de que no había nadie escuchando.

- Es el hijo del patrón —dijo en voz baja—. Pelea muy bien. Llegó muy alto, en el ring. Es peso ligero, y pelea bien.

- Bueno, pues que lo sea —dijo George—. No tiene por qué tomarle con Lennie. Lennie no le ha hecho nada. ¿Qué tiene en su contra?

El barrendero meditó un momento.

- Bueno..., verás. Curley es como montones de bajitos. No puede ver a los altos. Anda siempre a la greña con ellos. Es como si le sacaran de quicio porque no es como ellos. Seguro que has visto tipos pequeños de esa clase, ¿verdad?, siempre buscando pelea.

- Desde luego —dijo George—. He visto montones de bravucones bajitos. Pero será mejor que ese Curley no se equivoque con Lennie. Lennie no sabe pelear muy bien; pero como ese idiota se meta con él, lo va a lamentar.

- Bueno, Curley sí que sabe pelear —dijo el barrendero con escepticismo—. A mí nunca me ha parecido justo. Supón que Curley provoca a un tío grande y le zurra. Todos hablan de lo valiente que es. Y supón que hace lo mismo, pero que el alto le zurra a él: entonces todos dicen que el grandullón debería buscarse a uno de su talla; y puede que le den una paliza entre todos. Nunca me ha parecido justo. Por lo visto Curley no da oportunidad a nadie.

George observaba la puerta. Dijo en tono agorero.

- Pues que se tiente la ropa antes de meterse con Lennie. Lennie no es boxeador, pero es fuerte y rápido, y no entiende de reglas.

Fue a la mesa cuadrada y se sentó en uno de los cajones. Juntó unas cuantas cartas y se puso a barajarlas.

El viejo se sentó en otro cajón.

- No le digas a Curley nada de lo que te he contado. Me liquidaría. A él no le iba a importar. Como el patrón es su padre, no pueden echarlo.

George cortó la baraja y empezó a girar las cartas, mirándolas una a una y echándolas a un montón.

- Me da que ese Curley es un hijo de puta —dijo—. No me gustan los tíos pequeños con mala sangre.

- Parece que últimamente ha empeorado —dijo el barrendero—. Se ha casado hace un par de semanas. La mujer vive en la casa del patrón. Parece que Curley gallea más desde que está casado.

- Querrá pavonearse delante de su mujer —gruñó George.

El barrendero se animó a seguir con su chismorreo:

- ¿Has visto el guante que llevaba en la izquierda?

- Sí, lo he visto.

- Bueno, pues lo tiene lleno de vaselina.

- ¿De vaselina? ¿Para qué?

- Bueno, verás: Curley dice que conserva esa mano suave para su mujer.

George examinó las cartas, absorto:

- Es una indecencia, andar diciendo esas cosas por ahí —dijo.

El viejo se sintió tranquilizado. Le había sacado a George un juicio condenatorio. Ahora se sintió seguro, y habló con más confianza.

- Espera a ver a la mujer de Curley.

George volvió a cortar la baraja, e inició un solitario, lenta, precavidamente.

- ¿Es guapa?

- Sí, es guapa. Pero...

George estudió las cartas.

- Pero, ¿qué?

- Pues que echa miradas.

- ¿Eh? ¿Dos semanas de casada, y ya echa miradas? A lo mejor es eso lo que tiene a Curley sobre ascuas.

- Yo le he visto echar miradas a Slim. Slim es un carretero de primera. Un tío cojonudo. Slim no necesita llevar botas de tacón alto para mandar una cuadrilla de la trilla. Bueno, pues la he visto echarle miradas. Curley no se dio cuenta. Y también le he visto echarle miradas a Carlson.

George fingió no tener interés.

- Parece que nos vamos a divertir.”

ACTIVIDADES TRÁILER 2

1. (Gran grupo. Oral) Los valores dominantes en el rancho al que han llegado George y Lennie, no les ponen las cosas fáciles, sobre todo a este último: todo se expresa en términos de hombría, dotes de mando y superioridad económica.


  • ¿Qué personajes que aparecen de una forma u otra en el fragmento encarnan estos valores? ¿Con qué cuentan George y Lennie para defenderse en esta situación?
  • Recopilad dos ejemplos (fotografías, anuncios y slogans publicitarios, secuencias de ficciones audiovisuales, extractos de entrevistas a personajes públicos, etc) que nos permitan comprobar la vigencia o no de esos valores.



2. (Pequeño grupo. Oral) De ratones y hombres constituyó el primer intento de Steinbeck de crear una obra de teatro con la técnica de la novela. El resultado de este intento fue un relato que mantenía el perfil novelesco y que a los pocos meses de su publicación en 1937 conoció su primera versión teatral. Uno de los rasgos de teatralidad que poseía la novela y que facilitó su paso al teatro fue la omnipresencia de la técnica del diálogo.


Para lograr que la conversación fluya, es decir, para obtener la llamada «progresión dialógica» los autores manejan una serie de recursos de los que vamos a encontrar ejemplos en este texto del Tráiler 2 que hemos adaptado. Tras el fragmento se recopilan los recursos en cuestión.


CURLEY.- (A Lennie) ¿Sois los tíos que esperaba el viejo?

GEORGE.- Acabamos de llegar.

CURLEY.-Deja que hable el grandullón.

GEORGE.- ¿Y si no quiere?

CURLEY.-(A George, con violencia)¡Por Dios que hablará cuando se le hable! ¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro?

GEORGE.- ( Con frialdad) Viajamos juntos.

CURLEY.- Ah, con que es eso.

GEORGE.- (Tenso, inmóvil) Sí, es eso.

CURLEY.- Y tú no quieres que el grandullón hablé, ¿no es así?

GEORGE.-(Con un gesto de asentimiento a Lennie) Puede hablar, si quiere decir algo.

LENNIE.- (Débilmente) Acabamos de llegar.

CURLEY.- (Mirándolo penetrantemente) Bueno, la próxima vez contesta cuando te hablen.


(Se vuelve hacia la puerta y sale)



Así nos encontramos con:

- Réplicas cortas

- Pares de pregunta-respuesta

- Negación de la condición de interlocutor a uno de los sujetos de la enunciación (Deja que hable el grandullón)

- Recurso de coherencia de la anáfora (formas del verbo hablar)

- Réplicas con eco (Curley.- Ah, con que es eso./George- Sí, es eso.)

- Reiteración de palabras (el grandullón) y de réplicas completas (Acabamos de llegar)



  • Localizad en este fragmento teatralizado de la novela ejemplos de los recursos para la progresión del diálogo.


CANDY.- No le digas a Curley nada de lo que te he contado. Me liquidaría. A él no le iba a importar. Como el patrón es su padre, no pueden echarlo.

GEORGE.- (Cortando la baraja, haciendo girar las cartas con atención y echándolas en un montón) Me da que ese Curley es un hijo de puta. No me gustan los tíos pequeños con mala sangre.

CANDY.- Parece que últimamente ha empeorado. Se ha casado hace un par de semanas. La mujer vive en la casa del patrón. Parece que Curley gallea más desde que está casado.

GEORGE.- Querrá pavonearse delante de su mujer.

CANDY.- ¿Has visto el guante que llevaba en la izquierda?

GEORGE.- Sí, lo he visto.

CANDY.- Bueno, pues lo tiene lleno de vaselina.

GEORGE.- ¿De vaselina? ¿Para qué?

CANDY- Bueno, verás: Curley dice que conserva esa mano suave para su mujer.

GEORGE.- (Absorto en las cartas) Es una indecencia, andar diciendo esas cosas por ahí.

CANDY.- Espera a ver a la mujer de Curley.

GEORGE.- (Iniciando un solitario) ¿Es guapa?

CANDY.- Sí, es guapa. Pero...

GEORGE.- (Estudiando las cartas) Pero, ¿qué?

CANDY.- Pues que echa miradas.

GEORGE.- ¿Eh? ¿Dos semanas de casada, y ya echa miradas? A lo mejor es eso lo que tiene a Curley sobre ascuas.

CANDY.- Yo le he visto echar miradas a Slim. Slim es un carretero de primera. Un tío cojonudo. Slim no necesita llevar botas de tacón alto para mandar una cuadrilla de la trilla. Bueno, pues la he visto echarle miradas. Curley no se dio cuenta. Y también la he visto echarle miradas a Carlson.

GEORGE.- (Aparentemente desinteresado) Parece que nos vamos a divertir.

TRÁILER 3

George y Lennie se animan el uno al otro recordándose que trabajan para lograr en el futuro un pedazo de tierra en el que poder instalar una granja. Ese sueño les permite aguantar las duras condiciones de vida en las que se desenvuelven y, a pesar de las críticas del mozo de caballos Crooks, es tan seductor que acaba atrapando a compañeros de barracón como Candy, el barrendero.


Crooks los interrumpió con brutalidad:

- Estáis soñando. Todos habláis de un maldito terreno, pero jamás tendréis un solo palmo. Tú seguirás barriendo aquí hasta que te saquen en una caja. Joder la de tíos que he visto como vosotros. Dentro de un par de semanas o tres, Lennie cobrará su sueldo y volverá a la carretera. A lo que se ve, todo dios va con el terreno metido en la cabeza.

Candy se frotó la mejilla irritado:

- Pues estáte seguro que lo vamos a conseguir, me cago en la. George dice que desde luego. Ahora mismo tenemos el dinero.

- ¿De veras? -dijo Crooks-. ¿Y dónde está George en este momento? En el pueblo, en una casa de putas. Ahí es donde va a parar vuestro dinero. Bah, lo he visto ya demasiadas veces. He visto demasiados tíos con el terreno metido en la cabeza. Nunca llegan a tener un solo palmo de tierra entre sus manos.

- ¡Pues claro que todos lo quieren! -grito Candy-. Todos quieren un trocito de tierra, no mucha. Algo que sea suyo. Algo donde poder vivir, y de donde nadie les pueda echar. Yo nunca he tenido nada. He sembrado cosechas para casi todo dios, pero no eran mis cosechas; y cuando las recogía, nada era mío. Pero ahora lo vamos a tener, así que desengáñate. George no se ha llevado el dinero al pueblo. El dinero está en el banco. El mío, de Lennie y de George. Y vamos a tener un cuarto para nosotros. Y vamos a tener un perro, y conejos y gallinas. Y vamos a tener maíz, y a lo mejor una vaca o una cabra.

Calló, abrumado por su descripción. Crooks preguntó:

- ¿Dices que tenéis dinero?- Eso es. Casi todo. Falta una pequeña cantidad. Lo tendremos todo dentro de un mes. George tiene ya escogida la tierra.

Crooks estiró el brazo hacia atrás y se exploró la espina dorsal con la mano.

- No conozco a nadie que lo haya conseguido -dijo-. He visto tíos que casi se han vuelto locos de soledad por la tierra; pero lo que ganaban se lo ha llevado siempre la casa de putas o la partida de cartas -vaciló-: si...si queréis a alguien que trabaje sin sueldo, en fin, por la mantenencia nada más, yo podría ir a echar una mano. No estoy tan lisiado como para no trabajar como un cabrón, si me da la gana.


ACTIVIDADES TRÁILER 3

1. (Individual. Escrita) Para que Candy y Lennie dejen de fantasear con ser propietarios de una granja, Crooks recurre a su experiencia de años como mozo de caballos en la finca de los Curley.

  • ¿Qué ha visto durante todo ese tiempo?


2. (Individual. Escrita) El sueño de una tierra propia posee una gran capacidad de seducción y eso lo apreciamos en la evolución de la actitud de Crooks con respecto a los planes de George, Lennie y Candy.

  • Describe cómo cambia dicha actitud a lo largo de la conversación.


3. (Individual. Escrita) Tanto Candy como Crooks reiteran sus argumentos y repiten sus obsesiones. Así por ejemplo, el sustantivo "tierra" y su derivado "terreno" se citan siete veces y hasta once un verbo que encierra perfectamente las aspiraciones de los temporeros. ¿Cuál?.


4. (Individual. Escrita) Para cerrar las actividades relacionadas con De ratones y hombres te proponemos escribir un diálogo. Vamos a titular la actividad "¿Cuál es tu sueño?" y necesitamos, como en las recetas de cocina, los siguientes ingredientes: un sueño que cumplir, alguien que te lo ponga difícil, razones o argumentos para creer que ese sueño pueda cumplirse, razones o argumentos para creer que ese sueño no pueda cumplirse, un lugar o decorado en el cual se va a hablar sobre ese sueño. Aquí va un ejemplo:

INGREDIENTES EJEMPLOS

Un sueño que cumplir Veranear en la playa con tus amigos por primera vez.

Alguien que te lo ponga difícil Tus padres


Razones para que se cumpla - Has aprobado todo

- Tienes 17 años

- La familia de tu mejor amiga tiene un apartamento en la playa

- Tus amigos son gente de confianza.

- Solo es una semana

Razones para que no se cumpla - Tienes 17 años.

- Tienes poco dinero y los apartamentos son caros.

- Anuncian lluvia.

- Eres un chico/a.

- Tu abuela está enferma

Un lugar para hablar En torno a la mesa de la cocina

Escoge ahora tu sueño, tu contrincante y defiéndete. Puedes introducir frases de tipo narrativo o descriptivo del tipo de: "Apoyó los brazos sobre la mesa y me respondió:...", " Me dijo mientras masticaba el pan de ayer...", etc. Utiliza también recursos como los que hemos analizado en la actividad 2 del Tráiler 2. Por último, recuerda que queremos un final. No nos dejes con la duda de si tu sueño se cumplirá o no.

Para seguir leyendo/viendo

Son muchas las novelas que abordan las consecuencias de la Gran Depresión. Aquí tenéis tres:

- La ruta del tabaco, Erskine Caldwell (versión cinematográfica de John Ford, Tobacco Road, 1941)

- Las uvas de la ira, John Steinbeck (versión cinematográfica de John Ford, The grapes of the wrath, 1940)

- Tortilla flat, John Steinbeck (versión cinematográfica de Victor Fleming, Tortilla flat, 1942)


Algunos relatos presentan el clima previo. Así por ejemplo:

- El Gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald (versión cinematográfica de Jack Clayton, The great Gatsby, 1974)


Y otros convierten la gran crisis económica en decorado de fondo de un cuento de miedo:

- La noche del cazador, Davis Grubb (versión cinematográfica de Charles Laughton, The night of the hunter, 1955)


Es interesantísimo y conmovedor el reportaje periodístico, que mezcla narración periodística, fotorreportaje y lírica, titulado:

- Elogiemos ahora a hombres famosos, de James Agee y Walker Evans


Y cerramos con la mirada de un español hacia la ciudad que encarnó la conmoción del "Crack del 29":

- Poeta en Nueva York, Federico García Lorca