La vida ante sí

La vida ante sí, de Romain Gary (Émile Ajar)

Sinopsis:

En Belleville, un suburbio parisino lleno de inmigrantes ilegales y miseria, sobrevive Momo, un niño musulmán huérfano, acogido por doña Rosa, una anciana judía superviviente de Auschwitz, junto con otros hijos de prostitutas. Momo nos cuenta en primera persona aspectos de su vida, entremezclados con pensamientos y reflexiones sobre su mundo, la soledad, el miedo, los afectos... hasta llegar a un final que nos conmueve y nos confirma la hondura humana de la obra. Todo ello escrito con un lenguaje muy directo donde se mezclan el humor, la ingenuidad y la ternura.

Contenidos temáticos de la constelación:

  • Frente a la miseria y el desamparo.


Contenidos específicos del arte de la ficción:

  • El punto de vista: la mirada infantil. Entre la ingenuidad y la ironía.
  • La presentación de personajes.
  • El espacio: el paisaje humano en los barrios desfavorecidos.
  • El lector en el texto.

antes de leer

Gran grupo. Oral. (Tiempo previsto: 10 minutos). En nuestras sociedades –nuestros pueblos y ciudades, nuestros institutos- convivimos a menudo gentes de distinta procedencia cultural y geográfica. ¿Diríais que en general predomina la unión, el mestizaje, la cooperación, o más bien el aislamiento de unos grupos con respecto a otros?


tráiler 1

Este fragmento corresponde al comienzo de la novela.


Lo primero que puedo decirles es que vivíamos en un sexto sin ascensor y que para la señora Rosa, con los kilos que llevaba encima y solo dos piernas, aquello era toda una fuente de vida cotidiana, con todas las penas y los sinsabores. Así nos lo recordaba ella cuando no se quejaba de otra cosa, porque, además, era judía. Su salud tampoco era buena, y también puedo decirles que esa mujer merecía un ascensor.

La primera vez que vi a la señora Rosa tendría yo tres años. Antes de esa edad, uno no tiene memoria y vive en la ignorancia. Yo dejé de ignorar con tres o cuatro años y a veces lo echo de menos.

Había en Belleville otros muchos judíos, árabes y negros, pero la señora Rosa tenía que subir los seis pisos ella sola. Decía que el día menos pensado se moriría en la escalera, y todos los chiquillos se echaban a llorar, que es lo que se hace cuando se muere alguien. Unas veces éramos seis o siete los que estábamos allí y otras veces puede que más.

Al principio, yo no sabía que la señora Rosa solamente me cuidaba para cobrar un dinero que recibía a fin de mes. Cuando me enteré, tenía ya seis o siete años y, para mí, saber que era de pago fue un golpe. Creía que la señora Rosa me quería sin más y que éramos algo el uno para el otro. Estuve llorando toda una noche. Fue mi primer desengaño.

Al verme tan triste, la señora Rosa me explicó que la familia no significa nada y que incluso hay gente que se marcha de vacaciones dejando a sus perros atados a un árbol y que cada año tres mil perros mueren así, privados del cariño de los suyos. Me sentó sobre su regazo y me juró que yo era lo más valioso que tenía en el mundo. Pero entonces me acordé del dinero que llegaba todos los meses y me fui llorando.

Bajé al café del señor Driss y me senté delante del señor Hamil, que era vendedor ambulante de alfombras en Francia y había visto de todo. El señor Hamil tiene unos ojos tan bonitos que da gusto verlos. Cuando lo conocí era ya muy viejo, y desde entonces no ha hecho más que envejecer.

- ¿Por qué sonríe siempre, señor Hamil?

- Para dar gracias a Dios todos los días por mi buena memoria, Momo.

Yo me llamo Mohamed, pero todos me llaman Momo porque es más corto.

- Hace sesenta años, cuando era joven, conocí a una muchacha que me quería y a la que yo también quería. Aquello duró ocho meses, hasta que ella se mudó de casa, y ahora, al cabo de sesenta años, todavía me acuerdo. Yo le decía: No te olvidaré nunca. Pasaban los años y no la olvidaba. A veces tenía miedo, porque aún me quedaba mucha vida por delante y ¿cómo podía yo, un pobre hombre, mantener mi palabra cuando es Dios quien tiene la goma de borrar? Pero ahora estoy tranquilo. No voy a olvidar a Djamila. Ya me queda poco tiempo, me moriré antes.

Pensé en la señora Rosa, dudé un momento y le pregunté:

- Señor Hamil, ¿se puede vivir sin amor?

No contestó y bebió un poco de té de menta que es bueno para la salud. Desde hacía una temporada, el señor Hamil llevaba siempre una chilaba gris para que, si le llegaba la hora, le pillara con la americana puesta. Me miró y guardó silencio. Seguramente pensaba que yo todavía era un menor y que había cosas que no debía saber. Entonces yo tendría siete años o tal vez ocho, no puedo decírselo con exactitud porque yo no tengo fecha, como verán cuando nos conozcamos mejor, si consideran que vale la pena.

- Señor Hamil, ¿por qué no contesta?

- Eres muy joven y cuando se es tan joven es mejor no saber ciertas cosas.

- Señor Hamil, ¿se puede vivir sin amor?

- Sí - dijo, y bajó la cabeza como si le diera vergüenza.

Yo me eché a llorar.

Durante mucho tiempo no supe que era árabe porque no me habían insultado. No me enteré hasta que fui a la escuela. Pero nunca me peleaba con nadie; cuando se pega a alguien siempre duele.

La señora Rosa había nacido en Polonia, como judía que era, pero se había buscado la vida muchos años en Marruecos y en Argelia, y hablaba el árabe como usted y como yo. Por este motivo, sabía también judío y hablábamos a menudo en esa lengua. La mayoría de los inquilinos de nuestro edificio eran negros. Hay tres casas de negros en la calle Bisson y en otras dos calles más, en las que viven como tribus, como en África. Los más numerosos son los sarakollé y luego vienen los touscouleurs, que no son pocos. Hay otras muchas tribus en la calle Bisson, pero no tengo tiempo de nombrarlas a todas. El resto de la calle y del bulevar de Belleville es principalmente árabe y judío. Y hasta la Goutte d´Or, donde empiezan los barrios franceses.

Al principio, yo no sabía que no tenía madre ni tampoco que hiciera falta tener una. La señora Rosa evitaba hablarme de ello para no darme ideas. Yo no sé por qué nací ni qué pasó exactamente. Mi amigo el Mahoute, que tiene algunos años más que yo, me dijo que eso es por la higiene. Él nació en la Alcazaba de Argel y después vino a Francia. En la alcazaba todavía no había higiene y él nació porque no tenían bidé, ni agua potable, ni nada. El Mahoute lo supo más tarde, cuando su padre trató de justificarse y le juró que no había habido mala voluntad por parte de nadie. El Mahoute dice que ahora las mujeres que se buscan la vida tienen una píldora para eso de la higiene, pero que él había nacido demasiado pronto.

Una o dos veces por semana venían a casa bastantes madres, pero siempre era para ver a los otros. En casa de la señora Rosa casi todos éramos hijos de putas y cada vez que alguna se marchaba a provincias para buscarse la vida durante unos meses, pasaba a ver a su crío antes y después del viaje. Así fue como empezaron los problemas con mi madre. Me parecía que todos tenían una menos yo.


ACTIVIDADES TRÁILER 1

1. (Pequeño grupo. Escrita) "Puede afirmarse que elegir el o los puntos de vista desde el cual o los cuales va a contarse la historia es la decisión más importante que el novelista debe tomar, pues influye enormemente sobre la reacción, tanto emocional como moral, de los lectores frente a los personajes ficticios y a sus acciones" (David Lodge). La vida ante sí es, como podéis imaginar, un libro que duele a veces, pero al que la mirada infantil y hasta cierto punto despreocupada de Momo resta dureza.


  • La novela está ambientada en un barrio de París donde conviven muchas personas víctimas de lo que llamamos "exclusión social". Es la mirada de Momo, el humor y la ironía con que nos cuenta las cosas, lo que nos hace soportable caer de bruces en un entorno que de otra manera nos resultaría hostil. El acierto en la elección del punto de vista nos permite aproximarnos a la brutal injusticia que subyace a lo que aquí se retrata, sin escamotear tampoco la parte de responsabilidad que les cabe a los propios vecinos de Momo en la imagen social que proyectan. Para hablar de todo ello os proponemos que rellenéis primero en pequeño grupo este cuadro y que luego lo pongáis en común con el gran grupo.


Situación social:

  • ¿Cómo es el barrio en que vive Momo?
  • ¿Quiénes lo habitan?
  • ¿Qué imagen social se presenta de sus gentes?


Situación personal de los protagonistas:

  • ¿Qué sabemos de Momo?
  • ¿Qué sabemos de la señora Rosa?


  • El autor, Romain Gary, juega constantemente con la ambigüedad del punto de vista infantil adoptado y la distancia irónica de su relato. Momo ve las cosas con ingenuidad, pero las cuenta de una manera mucho más adulta, sin descartar la elaboración literaria de lo narrado. Subrayad algunas frases en que se muestra la ingenuidad infantil del protagonista, y otras que revelen que estamos ante un lenguaje distanciado y elaborado desde el punto de vista artístico.


2. (Pequeño grupo. Oral) La elección de la primera persona para el narrador conlleva a menudo que aparezca también una segunda persona a quien éste se dirige ("Lo primero que puedo decirles...". o "como verán cuando nos conozcamos mejor, si consideran que vale la pena"). Cuando esto sucede, la narración suele tener un tono próximo a la oralidad, pero no siempre queda claro quién se esconde tras ese "tú" o ese "ustedes".


  • ¿A quiénes creéis que se puede estar dirigiendo Momo, a los lectores o a algún personaje que forme parte del relato? Si os inclináis por la segunda opción, precisad a quién.
  • ¿Qué efecto nos causa esto como lectores? ¿Nos aproxima, nos aleja? ¿Recordáis algún otro ejemplo, de la literatura o del cine, en que esto ocurra?
  • ¿Qué expresiones propias del lenguaje oral más que del escrito encontramos en este fragmento?



3. (Pequeño grupo. Escrita) En La vida ante sí, el narrador es Momo; los protagonistas, Momo y la señora Rosa; pero... ¿y el autor, quién es? En la cubierta del libro aparece el nombre de Romain Gary y, entre paréntesis, el de Émile Ajar. ¿Qué quiere decir esto? ¿Son dos personas? ¿Una sola? Buscad la información que podáis de Gary y de Ajar. Os encontraréis con una peripecia verdaderamente novelesca.


TRÁILER 2

En su deambular por la ciudad, Momo conoce a una mujer rubia muy amable con la que cruza unas palabras. A los pocos días la vuelve a ver y la sigue, por curiosidad, hasta su lugar de trabajo, que resulta ser una sala de doblaje. Momo se queda fascinado ante la pantalla.


La rubia que me había plantado estaba de pie junto a un micrófono, en medio de la sala, delante de unas butacas, y al encenderse las luces me vio. Había tres o cuatro tíos en los rincones, pero no estaban armados. Yo debía de tener cara de idiota con la boca abierta, porque así me miraban ellos. La chica me reconoció y me sonrió, esto me subió la moral. Le había causado impresión.

-¡Pero si es mi amigo!

No éramos amigos, pero no era el momento de discutir. Se me acercó y se quedó mirando a Arthur *, pero yo sabía que quien le interesaba era yo. A veces las mujeres me dan risa.

-¿Qué es eso?

-Un paraguas viejo que he disfrazado.

-Es gracioso, con ese traje. Parece un fetiche. ¿Es tu amigo?

-¿Me toma por un retrasado? No es un amigo, es un paraguas.

(...)

- Está guapo con su cara verde. ¿Por qué le has hecho la cara verde?

Olía tan bien que pensé en la señora Rosa, por la diferencia.

-Eso no es una cara, es un trapo. Las caras nos están prohibidas.

-¿Por qué prohibidas?

Tenía los ojos azules, muy alegres y bastante cariñosos. Estaba agachada delante de Arthur, pero era por mí.

-Soy árabe. En nuestra religión están prohibidas las caras.

-¿Quieres decir representar una cara?

- Es ofender a Dios.

Me miró rápidamente, como si nada, pero yo comprendí que la había impresionado.

-¿Cuántos años tienes?

-Ya se lo dije la primera vez que nos vimos. Diez años. Hoy los he cumplido. Pero la edad no importa. Tengo un amigo de ochenta y cinco años y ahí sigue.

-¿Cómo te llamas?

-Ya me lo preguntó antes. Momo.

Después tuvo que trabajar. Me explicó que aquello era una sala de doblaje. Los de la pantalla abrían la boca para hablar, pero eran los de la sala los que ponían la voz. Hacían lo mismo que los pájaros: les metían directamente la voz en el buche. Cuando la voz no entraba en el momento justo, había que volver a empezar. Y entonces venía lo bueno: todo iba hacia atrás. Los muertos volvían a la vida y ocupaban otra vez su puesto en la sociedad andando hacia atrás. Apretaban un botón y todo se alejaba. Los coches circulaban al revés, los perros retrocedían y las casas que habían sido derruidas volvían a levantarse de repente. Las balas salían del cuerpo y se metían en las metralletas y los asesinos se retiraban y salían de espaldas por la ventana. El agua subía otra vez al vaso. La sangre volvía a entrar en el cuerpo sin dejar rastro y la herida se cerraba. Uno que había escupido se tragaba el salivazo. Los caballos galopaban hacia atrás y uno que se caía de un séptimo piso volvía a entrar por la ventana. Era el mundo al revés, lo mejor que he visto en mi puñetera vida. Hubo un momento en que vi a la señora Rosa joven y fresca con sus piernas. La hice retroceder un poco más y se puso aún más guapa. Se me saltaban las lágrimas.

Me quedé un buen rato porque no me esperaban en ningún sitio, y lo que me divertí. Lo mejor era cuando mataban a la mujer, que se quedaba muerta un momento para dar lástima y luego se levantaba del suelo, como si una mano invisible tirase de ella, retrocedía y volvía a la vida. El tío a quien ella llamaba “amor mío, pobre amor mío” tenía cara de cerdo, pero allá ellos. Los presentes vieron que aquello me gustaba y me explicaron que se podía ir para atrás desde el final hasta el principio, y uno con barba me dijo guaseándose: “Hasta el paraíso terrenal”. Luego añadió: “Lo malo es que cuando vuelves a empezar todo es lo mismo”. La rubia me dijo que se llamaba Nadine y que su trabajo consistía en hacer hablar a la gente del cine con voz humana. Yo estaba tan a gusto que no tenía ganas de nada. Figúrense, una casa que se incendia y se hunde y que luego se levanta y se apaga. Uno tiene que verlo con sus propios ojos para creerlo, porque si lo ve otro no es lo mismo.

Entonces me ocurrió algo fantástico. No puedo decir que volviera hacia atrás y viera a mi madre, pero me vi sentado en el suelo y delante de mí había unas piernas con unas botas que llegaban hasta los muslos y una minifalda de cuero. Tuve que hacer un esfuerzo terrible para mirar hacia arriba y verle la cara, sabía que era mi madre, pero ya era tarde, los recuerdos no pueden mirar hacia arriba. Conseguí retroceder todavía un poco más. Siento unos brazos calientes que me acunan, me duele la barriga, la persona que me sostiene va de un lado a otro canturreando, pero a mí me sigue doliendo la barriga y suelto un zurullo que va a parar al suelo. Ya no me duele nada, estoy a gusto y la persona que me lleva en sus brazos me da un beso y se ríe con una risa alegre que todavía oigo, oigo, oigo…

-¿Te gusta?

Estaba sentado en una butaca y en la pantalla ya no había nada. La rubia se había acercado a mí. Encendieron las luces.

-No está mal.


(* Arthur es un paraguas al que Momo disfraza con trapos, le pinta una cara y sale con él por la ciudad para sacarse unas monedas actuando ante la gente)

ACTIVIDADES TRÁILER 2

1. (Pequeño grupo. Oral) La elección del punto de vista de un niño es frecuente en la narrativa infantil; no tanto en la literatura adulta. ¿Qué aporta a la narración que sea esta y no otra la mirada con que el lector se asoma al universo de ficción? Quizá, por ejemplo, la de ofrecer una "mirada extrañada" de las cosas, despojarnos de la naturalidad con que asumimos artilugios, hechos, costumbres, etc. a los que hemos acabado por acostumbrarnos, y poder mostrarnos así su absurdo, o su injusticia, o su magia. Es el caso, por ejemplo, de la sala de doblaje a la que asiste Momo.

  • ¿Qué es lo que le llama la atención extraordinariamente?
  • Como nos ocurre a menudo con la las novelas o la películas, hay un momento en que apartamos los ojos del libro o de la pantalla y los volvemos a nosotros mismos, trasladando a nuestro mundo lo que acabamos de ver en la ficción.¿En qué se centra este "viaje interior" de Momo? ¿Qué sensaciones provoca en el lector?


2. (Pequeño grupo. Oral) También vemos a través de Momo el universo adulto, y a través de los diálogos que mantiene con los mayores vemos el respeto o la ironía con que los trata.

  • Comparad los dos diálogos intercalados en cada uno de los dos fragmentos y comentad la imagen que Momo tiene de cada uno de los dos adultos con quienes conversa. Podéis fijaros en los siguientes aspectos: quién abre la conversación, con qué propósito, quién pregunta y quién contesta, de qué hablan, etc.


3. (Individual. Escrita) Vamos a ejercitarnos ahora en cómo ofrecer la mirada infantil sobre las cosas a partir del inicio de una película protagonizada también por un niño y basada en el relato de Manuel Rivas titulado "La lengua de las mariposas".

  • Escoged la perspectiva de cualquiera de los niños que aparecen en la escena.
  • Imaginad que le está contando a otra persona, algunos días más tarde, lo que ocurrió (y lo que sintió) esa mañana.
  • Decidid a quién se lo está contando (su madre, su amigo del alma, un conocido, etc.).
  • Escribid ese relato sin que aparezca en el texto la persona con la que está hablando (como pasa en el fragmento que hemos leído). Bastan unas 20 líneas.

PARA SEGUIR LEYENDO/VIENDO

  • Le gone du Chaâba es una novela de Azouz Begag, escritor francés de origen argelino, que relata desde una óptica infantil su propia experiencia al ir creciendo en las afueras de la ciudad de Lyon siempre a caballo entre los códigos familiares y los de la sociedad francesa. Cuenta con una estupenda versión cinematográfica dirigida por Christophe Ruggia en 1998.
  • El gran cuaderno, primera parte de la trilogía Claus y Lucas, de la autora Agota Kristof, es un libro durísimo que trata de la infancia de dos hermanos gemelos a los que su madre tiene que dejar en medio de la guerra en manos de la abuela, un personaje muy cercano a la bruja de los cuentos infantiles. Los niños aprenderán, no sólo a sobrevivir a base de un autoaprendizaje férreo, sino también a endurecer su corazón ante la crueldad y el horror de la guerra. Y todo ello escrito con un estilo sencillo, seco, directo.


  • El señor Ibrahim y las flores del Corán, la novela de Eric-Emmanuel Schmitt, tiene muchos puntos en común con La vida ante sí. Ambientada también en un barrio parisino deprimido, donde conviven armoniosamente árabes, judíos y subsaharianos, narra en primera persona la historia de Momo, un niño judío que se queda huérfano a los trece años, y su amistad con el tendero árabe de la calle Azul, el señor Ibrahim. Juntos comienzan un viaje que cambiará sus vidas. En el año 2003 la novela fue llevada al cine.


  • El callejón de los milagros, del premio Nobel egipcio Naguib Mahfuz, nos describe el “microcosmos” de un céntrico callejón de El Cairo en los años cuarenta por el que transitan una serie de personajes, meticulosamente descritos, con sus pasiones, deseos y frustraciones. A través de ellos, el autor retrata una sociedad cerrada, frustrada y llena de anhelos imposibles. De fondo aparecen los problemas sociales, como los coletazos finales de la Segunda Guerra Mundial, la presencia británica en Egipto y el inestable sistema económico.


  • Lo que el día debe a la noche, de Yasmina Khadra (seudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul) os ofrece la historia de Younes, un muchacho de diez años que abandona el pueblo en el que vive tras perder su padre las tierras que posee. Younes y su familia marchan a Orán y se ven obligados a llevar una vida miserable en una barriada de esa ciudad argelina. Allí conviven con ladrones, prostitutas, emigrantes que pelean por salir adelante y gentes con oficios imposibles. De este barrio Younes saldrá gracias a su tío, que lo pone a trabajar en la farmacia que regenta. Este nuevo cambio permitará a Younes relacionarse con la colonia occidental de Orán entre cuyos miembros está Émile, una joven fascinante.


  • Lazarillo de Tormes, un clásico de la literatura española del siglo XVI, narra las desventuras de un chaval perteneciente también a los grupos sociales más desfavorecidos del momento al que su madre, viuda, deja en manos de un ciego. De amo en amo, Lázaro irá convenciéndose de que ha de mirar exclusivamente por sí en lo que será una historia paralela de cierta ascensión social y un profundo desaprendizaje moral.


  • Por último, aquí tenéis un tráiler de la película, en versión original, basada en la novela La vida ante sí, dirigida por Moshé Mizhari en el año 1977, y protagonizada por la genial Simone Signoret: