EL SECTARISMO POLÍTICO PRODUCE CEGUERA



JOSÉ VICENTE SOLER

Catedrático Emérito de la Universidad de Murcia

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Versión ampliada el 29/8/20

Nunca creí que podría escribir una teoría sobre el "virus de la intolerancia" pero cada vez se consolida en mí la impresión de que hay suficientes hechos similares con los que formularla.

Tengo un móvil de los que pueden usarse solo para comunicarse y, además, como martillo y, por tanto, no puedo participar en los múltiples foros de familia, amigos, colegas, etc. (ni quiero) pero recibo información de alguno de ellos. Cierto es que haciendo uso del correo electrónico puedo participar en otros foros. Empezaré por contar mi experiencia cuando decidí difundir un correo que había recibido enviándoselo a un conocido. En él se informaba de la posibilidad de que se anulara la celebración del Mobil World Congress en Barcelona entre los días 24 y 27 de febrero de 2020 y se criticaba la oposición de los políticos a esa anulación. El correo decía que la celebración era una temeridad, dado el riesgo que existía de contagio del coronavirus. Había quienes mucho antes del 15 de Marzo intuían que algo malo se podía producir; no es pues cierto que nadie podía prever lo que pasaría. Mi amigo, al leer el correo, me respondió lacónicamente que aquello era "un panfleto de VOX". Sin embargo, pronto recibí un nuevo correo en el que me informaba de que su médico le había dicho que lo de ese virus era como una gripe, que no me preocupara. Su ciudad acaba de ser confinada en la segunda ola de la pandemia. Como prueba de que no soy rencoroso no le he escrito el mensaje que cualquiera le hubiera enviado, diciéndole ¡con que una gripe, eh! Para rematar se ha contagiado en la sexta ola y yo sigo en plan prudente.... aunque ¡me quedo con unas ganas!

Finalmente, ¿nadie se preguntó cómo es posible que los más interesados en la celebración del Mobil World Congress, los que venían a hacer negocios a Barcelona, decidieran no asistir, provocando la anulación del acto, para evitar el posible (o tal vez cierto) riesgo para ellos y, por tanto, para España? ¿Ningún político ni científico experto reflexionó sobre este hecho?

Me cuentan que en un foro de amigos, a uno de los participantes (de derechas) se le ocurrió enviar un mensaje poniendo verde a todos, repito a todos, los políticos. El izquierdoso del foro (A) salió en tromba diciendo que en ese foro no se debía de hablar de política. Es decir, que había que seguir enviando mensajes de coros y danzas, niños prodigio, chistosos y el último plato preparado, incluyendo receta. Cuando otro del mismo foro (sin afiliación conocida) arguyó lo de la libertad de expresión, (A) insistió en su opinión. Hace algunos meses (A) confesó que se había borrado de un foro porque se hacían demasiadas alabanzas a cierto partido ideológicamente diferente del suyo. ¡Con lo que se disfruta llevando la contraria!

En otro en el que participo alguien envió una entrevista a un eminente científico. Como éste no se manifestaba en ella muy elogioso con el tratamiento que nuestro Gobierno había seguido en la pandemia, sino todo lo contrario, surgió una polémica iniciada por uno de la izquierda moderada (A'). Hasta aquí casi normal: no apreció el interés científico de la entrevista y, además, comentó que había algunas observaciones con las que no estaba de acuerdo. Sin embargo, como a uno de extrema izquierda (A") le pareció que A' no cargaba contra el científico con suficiente virulencia intervino para decir que se difundían cuestiones políticas que no eran apropiadas en ese foro. Discutir sobre el tratamiento de la pandemia es, claro está, un tema político. La historia se repetía. Dicho esto, pasó a lanzar un incendiario discurso eminentemente político. ¡Y se quedó tan ancho!

En otro foro del que conozco lo que pasa de oídas, uno de los intervinientes, de la izquierda moderada y que reconoce públicamente que "no puede soportar una crítica al Gobierno" (¡chapó!) se siente ofendidísimo porque alguien (de carácter político neutro) desliza una suave crítica al Gobierno. El discurso del sectario, el bien conocido: "este foro no es el adecuado para ese tipo de comentarios". Unos pocos foreros han dejado de participar (¡objetivo conseguido!), otros pocos hacen algunos comentarios crípticos y no pasa nada por su enorme habilidad para sortear al censor (como cuando Franco) y algún despistado sube el tono de la crítica, recibe el rejón y humildemente se disculpa. En este país terminaremos balando todos.

Mencionaré el penúltimo. En un foro alguien invita a leer un texto en el que se analiza la pandemia. Como resulta imposible tratar este tema sin que se aprecie alguna crítica al Gobierno se produce una tremenda avalancha de mensajes con lo de "... este tema no es apropiado en este foro".

Para acabar: en otro foro se invita a leer un artículo sobre la apertura de los colegios en el periodo de la "nueva normalidad". Como es en un muy prestigioso periódico y no puede usarse el argumento de que se trata de una fuente poco fiable (ya saben, uno de esos periódicos que no hay ni que abrir) se recurre al carácter del periodista calificándolo de "resentido". En este foro no se menciona la clásica frase "en este foro no es...." porque ya había sido formulada anteriormente.

Otro denominador común en los cinco foros mencionados es la propuesta de que debería crearse un subforo para los mensajes con cierto cariz político (léase críticos con el Gobierno; no con la oposición o contra Trump) para que la gente "sensible" no sufriera mucho. En algún caso los "sensibles" han decidido crear un foro independiente en el que no penetre la información inadecuada. A mi esta situación me recuerda los viejos tiempos en los que nuestros padres nos decían aquello de "... hijo, no te metas en política..."

Hay que añadir que los "sensibles" a las críticas que se formulan a los responsables de la tragedia no se privan, en cambio, de formular teorías exculpatorias de los responsables (como si éstas no fueran puramente políticas), como que lo que pasa es por el clima (Grecia, Portugal, Corea de Sur, etc., etc. parece que tienen un clima más saludable que el nuestro), o que somos demasiado cariñosos o indisciplinados o que culpan al virus, cuando no a la oposición de los desastres diarios. Y así un largo etc. que solo consigue que el "sensible" llegue al más alto nivel de ridículo e incompetencia.

Si en tan corto periodo de tiempo se han producido tantos hechos similares, que observa alguien que no está permanentemente colgado de las redes sociales, hay que concluir que hay mucha gente a la que le ha atacado un virus intelectual que tiene como síntoma no aceptar la expresión de opiniones políticas contra la izquierda (no ocurre lo mismo sobre las de centro, derecha o extrema derecha para las que hay vía libre). No es fácil imaginar que solo lo haya observado yo. Estoy por creer que los afectados siguen, conscientemente o, sin saberlo, la consigna gubernamental de que hay que dejar el análisis de los hechos relacionados con la pandemia para cuando se resuelva el problema. Claro que para entonces habrá más culpables de modo las culpas serán para repartir entre más. Algunas decisiones para compartir responsabilidades ya ha habido. Le llaman cogobernanza y acaba de ser declarada inconstitucional.

Los casos recogidos arriba no son más que unos modestos ejemplos de lo que un grupo de intelectuales denunciaba en un un artículo aparecido en varios periódicos con el título "Intelectuales españoles alzan la voz contra la censura, la corrección política y el pensamiento único". El artículo se posiciona ante «Las reacciones hostiles al manifiesto de “Harper’s” en EE.UU, animando a un grupo de izquierda liberal (no autoritaria) a escribir la carta de apoyo y recabar firmas, a ser posible también entre mucha gente que no sea de izquierdas, buscando firmantes cuyas ideas políticas estuvieran en las antípodas porque, como explica Juan Soto Ivars, uno de los promotores el respeto a la libertad de expresión es previo al enfrentamiento político.

El pasado 7 de julio un grupo de unos 150 intelectuales, escritores, periodistas y músicos publicaban una carta en la revista «Harper’s» manifestando su preocupación por el clima de intolerancia y censura, de pensamiento único, que se está imponiendo peligrosamente en todo el mundo, y muy especialmente en Estados Unidos, tratando de eliminar cualquier derecho a discrepar. Entre los firmantes, nombres como Salman Rushdie, Martin Amis, John Banville, Francis Fukuyama, Noam Chomsky, Margaret Atwood, JK Rowling o Wynton Marsalis. Esa carta provocó una agria polémica, especialmente furibunda en las redes sociales.

Solo dos semanas después, vio la luz el artículo de los intelectuales españoles (Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, César Antonio Molina, Mercedes Monmany, Luis Alberto de Cuenca, José Manuel Blecua, Adela Cortina, Arcadi Espada, Ignacio Martínez de Pisón, Juan Soto Ivars, Sabino Méndez, José María Merino, Carmen Posadas, Elvira Roca Barea, Borja Sémper u Óscar Tusquets, entre otros) adhieriéndose a ese manifiesto («porque contiene un mensaje importante»).

Reza así la misiva: «Queremos dejar claro que nos sumamos a los movimientos que luchan no solo en Estados Unidos sino globalmente contra lacras de la sociedad como son el sexismo, el racismo o el menosprecio al inmigrante, pero manifestamos asimismo nuestra preocupación por el uso perverso de causas justas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas o, más en general, para introducir la censura, la cancelación y el rechazo del pensamiento libre, independiente, y ajeno a una corrección política intransigente. Desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables. Así, lamentamos que se hayan producido represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del #MeToo o del antiesclavismo new age; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes».

Aunque no se cita en la carta, nos viene a la mente el «miserable ninguneo» al que fue sometido Juan Marsé por el nacionalismo catalán (políticos, TV3...) por escribir en castellano siendo catalán, del que hablaba Arturo Pérez-Reverte en ABC.

«(...) Por si fuera poco, la intransigencia y el dogmatismo que se han ido abriendo paso entre cierta izquierda, no harán más que reforzar las posiciones políticas conservadoras y nacionalpopulistas y, como un bumerán, se volverán contra los cambios que muchos juzgamos inaplazables para lograr una convivencia más justa y amable», prosigue el texto.

Mercedes Monmany explica a ABC el porqué de este manifiesto: «La radicalización de la censura, que cada vez es mayor y limita la libertad de expresión. Es un problema global. Empezó en Estados Unidos, pero ocurre en Francia, en España, en Gran Bretaña (el caso de JK Rowling)... Hubo una demonización de una autora que yo admiro muchísimo, Margaret Atwood. Estamos llegando a unos niveles de histeria exagerados, copiando los métodos totalitarios de las dictaduras. En éstas, la censura se hacía a las claras, y en las democracias es encubierta, la mordaza es sutil. A ello se suma el problema de las redes sociales, donde todo es muy agresivo, blanco o negro. El insulto es lo primero que se utiliza, en vez del argumento. Son sociedades que han perdido la capacidad de argumentar, de debatir, de intercambiar opiniones... y produce la autocensura, gente acobardada, una sociedad que baja la cabeza. Se pide partido único, pensamiento único, tendencia única».

Monmany denuncia la existencia de listas negras en «zonas calientes» de Europa con nombres contra los que se actúa de muchas formas: demonización, no aparición en medios de comunicación... Se ha llegado a un punto de delirio: derribar y pintar estatuas, la petición de que Colón no descubra América... Un proceso que nos lleva directos al analfabetismo cultural, volver a las cavernas y a las dictaduras».

Por su parte, Fernando Savater cree que «hay que denunciar ese truco de apellidar “fobia” a toda aquella crítica que molesta por lo acertado y se refiere a lo supuestamente intocable. Así que hay homofobia o xenofobia, pero nadie habla de “nazifobia”».

Luis Alberto de Cuenca subraya la importancia de este manifiesto: «Es necesario, porque el valor máximo que tiene un hombre en este mundo es la libertad. Todo lo que pueda coaccionarla o coartarla debe ser extirpado de raíz. Estamos en un momento poco proclive a la libertad, en general. La corrección política ha hecho de este mundo un paisaje desolado. Hay cierto clima de represalia sobre aquel que se escapa de la corrección política».

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06/07/2020

La ideología y las creencias son el núcleo de la identidad y de la identificación con un determinado grupo, por lo que existe una tendencia humana a descartar lo que las contradice e incluso a sentirse atacado ante la información que las cuestiona.

Alertan del peligro de los antivacunas en la lucha contra la Covid-19

Por qué es irracional negar el cambio climático

En un artículo publicado ayer, dábamos algunas posibles explicaciones a por qué el coronavirus ha podido poner contra las cuerdas a medio planeta. Según Miguel Pita, autor de « Un día en la vida de un virus», las causas están en las triquiñuelas del propio virus, pero también en algunas limitaciones de la psicología humana. ¿Por qué si no algunos gobernantes tardaron tanto en reaccionar cuando la epidemia se disparó? ¿Por qué buscamos malos a los que culpar o no asociamos la expansión del virus a nuestros propios hábitos?

Adrian Bardon, Profesor de Filosofía en la Universidad Wake Forest, en Carolina del Norte, Estados Unidos, señala otra posible causa para explicar el impacto del virus. En un artículo que ha publicado en «The Conversation», Bardon destaca el «sesgo anticientífico» o el negacionismo científico que impera en Estados Unidos.

«Anthony Fauci (máximo asesor del gobierno de Trump en EE.UU. en la respuesta frente a la COVID-19) recientemente culpó de la respuesta ineficaz del país frente a la pandemia al "sesgo anticientífico" americano», ha escrito. «Dijo que este sesgo es inconcebible, porque "la ciencia es verdadera" y comparó a los que restan importancia a las mascarillas y al distanciamiento social con los "anti-vacunas" en su "sorprendente "rechazo de escuchar a la ciencia».

«Su manifestación de sorpresa es lo que me sorprende a mí», ha continuado Adrian Bardon. «Tan bien versado como está en la ciencia del coronavirus, (Fauci) ha pasado por alto el bien establecido "sesgo anticientífico"».

Universos de información y de sesgos

En su opinión, no es nada nuevo que los estadounidenses vivan en comunidades altamente polarizadas e informativa e ideológicamente aisladas, «ocupando sus propios universos de información».

Por eso algunos consideran que el cambio climático es una farsa o tan incierto que no merece una respuesta. O lleva a que las evidencias sobre la seguridad de las vacunas o el consumo de transgénicos «sean distorsionadas o ignoradas». En cuanto al coronavirus, este tipo de islas también llevan a que se deposite más o menos confianza en las mascarillas y en la distancia social en función de la afiliación política.

La impotencia de los hechos

«En teoría, resolver disputas sobre hechos debería ser relativamente sencillo», ha escrito Adrian Bardon. «Sencillamente, hay que presentar fuertes evidencias o un fuerte consenso de expertos».

Sin embargo, mientras que esto es eficaz para cuestiones poco polémicas, como el peso atómico del hidrógeno o el comportamiento de un agujero negro, «no es igual cuando la información científica presenta una imagen que amenaza los intereses o la visión ideológica del mundo de alguien».

«En la práctica, resulta que la identidad política, religiosa o étnica predice con bastante eficacia la disposición de alguien a aceptar la palabra de los expertos en un asunto politizado concreto», ha proseguido el autor.

Según explica Bardon en su libro «La verdad sobre el negacionismo», el proceso de decidir qué evidencia se acepta basándose en la conclusión que uno prefiere recibe el nombre de «razonamiento motivado»: «Esta tendencia humana afecta a todo tipo de hechos sobre el mundo físico, la historia de la economía o los hechos actuales».

Razonamiento motivado sobre el cambio climático

En contra de lo que pueda parecer, este fenómeno no nace de la falta de información. Para Bardon, su origen está en la «convicción política». En apoyo de esta idea, el autor recuerda que un metaestudio mostró en 2015 que la polarización ideológica sobre el cambio climático se incrementa cuanto mayor es el conocimiento sobre política, ciencia o energía.

«La probabilidad de que un conservador sea un negacionista de la ciencia del cambio climático es significativamente mayor si ha recibido formación en la universidad». Por otra parte, aquellos con mayor puntuación en exámenes de sofisticación cognitiva o razonamiento cuantitativo «son más susceptibles a adoptar un "razonamiento motivado" sobre el cambio climático».

Esto no solo le ocurre a los conservadores. Los progresistas también son menos propensos aceptar el consenso de los expertos acerca de la seguridad del almacenamiento de los residuos nucleares.

La causa está en la tribu

¿Por qué ocurre todo esto? Para el Profesor de Filosofía, estos sesgos son producto de muchos cientos de miles de años de adaptación: «Nuestros ancestros evolucionaron en pequeños grupos, donde la cooperación y la persuasión tenían tanto que ver con el éxito reproductivo como tener creencias ajustadas sobre hechos objetivos. La asimilación con la tribu propia requería la asimilación con el sistema de creencias del grupo, sin importar si estaba basado en ciencia o en superstición. Por tanto, los sesgos instintivos en favor del grupo y de su visión están profundamente arraigados en la psicología humana».

Por otra parte, «el autoconcepto está fuertemente vinculado con la identidad de grupo y las propias creencias», ha proseguido Baron. «Por eso no sorprende que la gente responda automática y defensivamente ante las informaciones que amenazan la visión del mundo de los grupos con los que se identifican».

Esta respuesta instintiva se racionaliza y lleva a escoger selectivamente las evidencias que nos interesan, cayendo en lo que se conoce como « sesgo de confirmación»: con base en esto, «le damos credibilidad a los testimonios de expertos que nos gustan pero rechazamos el resto».

La información es un ataque contra las creencias

Según ha proseguido el filósofo, este sesgo lleva al pensamiento inflexible cuando se viven situaciones de dificultad, tal como estipuló John Post: «Por ejemplo, las poblaciones que experimentan tensiones económicas o una amenaza externa con frecuencia se vuelven hacia líderes autoritarios que prometen seguridad y estabilidad».

Además, tal como ha proseguido, «en situaciones cargadas ideológicamente, los prejuicios de uno acaban afectando a las creencias sobre los hechos». Hasta el punto de que la información que amenaza el sistema de creencias, como los efectos negativos de la producción industrial sobre el medio ambiente, «amenazan tu propio sentido de la identidad»: «Si los líderes políticos de confianza o los medios partidistas te dicen que la crisis de la COVID-19 está magnificada, la información sobre los hechos y el consenso científico en dirección contraria puede sentirse como un ataque personal».

En resumen, el negacionismo de la ciencia es, según Adrian Bardon, resistente a los hechos, porque fundamentalmente «es una expresión de la identidad normalmente frente a amenazas percibidas al status quo económico y social, que típicamente se manifiesta en respuesta a los mensajes de las élites». Por ello, aboga por responder precisamente prestando atención a lo que la ciencia dice sobre el negacionismo de la ciencia.


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En una reciente tertulia radiofónica (Julia Otero; un poco de paciencia para ver los anuncios; son solo unos minutos) se comentaba la noticia de que 7 de las 10 Jefas de Gobierno que existen en el mundo han demostrado ser muy eficaces durante la crisis del coronavirus. Esta noticia ha sido muy comentada en otros foros y, en algunos casos, ha servido para comparar las diferencias entre cómo han llevado a cabo ellas la lucha contra el virus y cómo lo han hecho otros. En la tertulia una destacada feminista, nos sorprende opinando que no está de acuerdo con que la razón del éxito sea debida a la condición femenina de las gobernantas. ¡Inmensa sorpresa! Reconoce que ha estado dándole vueltas al asunto (un tipo de inspiración idéntico al de la Vicepresidenta que propuso que el virus se ha cebado con los países que están en el paralelo 40N) para tratar "de dar una explicación científica" que no sea aplaudir a Angela Merkel, usando el muy científico argumento de que fue quien, en otra época, trató duramente a los países del sur. Un grave lapsus que pone en evidencia la verdad sobre lo que pasó en varios países europeos como consecuencia de la anterior crisis económica. Se ha repetido hasta la náusea que en España (y en los demás países afectados) hubo, como consecuencia de la crisis, muchos recortes que aquí se le apuntan a Rajoy (olvidando al que empezó, que fue durante 2 años Zapatero y que fue obligado, además, a cambiar un artículo de la Constitución para impedir un exceso de déficit) cuando lo que pasó de verdad, como dice imprudentemente nuestra tertuliana, es que la UE ordenó que había que hacer recortes bajo todo tipo de amenazas. Es decir, que la verdad enunciada por la tertuliana sobre Merkel pone en evidencia a quienes repiten como loros lo de los recortes llevados a cabo por los Gobiernos.

Siguiendo con el tema: queda claro que según nuestra tertuliana el procedimiento usado por Merkel para luchar contra el virus, que ha sido exitoso, no puede servir de ejemplo por razones políticas: en otro otro tiempo fue muy mala; malísima. ¡Y se queda tan fresca! De paso, el asunto pone también al descubierto, inadvertidamente, otra mentira como es que el actual Gobierno ha cambiado el anterior procedimiento de los recortes por el apoyo a la economía y a los más necesitados. Olvidando que ahora es también la UE, y no el Gobierno, la que usando fondos europeos va a luchar contra la actual crisis generada por los que ahora pretenden apuntarse el tanto y cuyo único mérito es poner la mano para recibir subvenciones y préstamos en lugar de los anteriores recortes. ¡La desvergüenza no tiene límites!

Volviendo otra vez al tema. La propuesta "científica" encontrada por la imprudente tertuliana establece que lo que ha determinado los buenos resultados tal vez sea la alta temperatura de unos países o la escasa densidad de población de los otros. Nada que ver, por tanto, con la políticas sanitarias no sea que alguien comente lo letales que han sido algunas. Es decir, que lo que ocurre es porque se ha tenido la mala suerte de nacer en el país equivocado. ¿Cabe mayor ceguera sectaria? Cuando le comentan los malos resultados obtenidos en otros países con similares características de temperatura y población pero gobernados por hombres, improvisa una nueva teoría que devuelve al feminismo su papel esencial y que merecería ser incluida en los libros de Epidemiología: ¡se trata, dice, de sociedades capaces de elegir a mujeres como Jefas de Gobierno y, por tanto, son más avanzadas! ¡Ahí queda eso! De nuevo, ninguna alusión a la política sanitaria adecuada cuando, sin ella, la madurez del pueblo sirve de poco. ¡Y le pagan por ello!

Otro ejemplo: con los virus tenemos dos problemas: 1) su existencia y 2) cómo luchar contra ellos. Los que no están interesados en que se hable del segundo solo insisten en que hay que considerar la lucha contra el cambio climático o favorecer la biodiversidad. Obviamente, hay que tratar de superar estos dos retos, y no solo para evitar la aparición de nuevos virus. Mientras que llega la victoria en esas guerras, a los familiares y amigos de los 240.000 muertos en el mundo, a los empresarios en riesgo de ruina, a sus trabajadores que se van a quedar en paro, a los ancianos y a los que piensan que, en un futuro, habrá otras pandemias hay que explicarles por qué en unos países, como España, se tiene más probabilidad de ser afectado por el virus, aunque algunos correligionarios queden mal parados.


++++++(5/7/20) Dice el Presidente en RTVE (decenas de veces en 24 h) "Que estemos detectando ahora precozmente rebrotes demuestra que el Sistema Nacional de Salud está mejor preparado que lo estaba en Marzo". Es decir, que lo que pasó en Marzo fue culpa del Sistema Nacional de Salud del que él era responsable. Nada que ver con el hecho de que ahora es más fácil porque hay pocos casos y entonces miles, y eso era porque (1) en Marzo hubo una explosión de contagios debida a la realización de muchos actos multitudinarios autorizados para no poner en riesgo en toda España la celebración del 8M y (2) porque a ello se sumó la falta de material sanitario debida a no tener en cuenta las advertencias de la OMS y la UE. ¡Los culpables buscan coartadas!++++++




¡Esta batalla la vamos a ganar!