semana 48

Continuemos esforzándonos

LUNES: EVANGELIO

El Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. 

Continuemos esforzándonos por dejar todo aquello que nos estorba: la soberbia, el egoísmo, la vanidad, la falta de sinceridad, la falta de generosidad y la falta de caridad. La única manera de amar a Dios en la eternidad, en esa continua y permanente suma de amor, es esforzándonos en el día a día; haciendo simple y sencillamente lo que podemos hacer. Dios no nos pide que hagamos todo, quiere que lo hagamos todo juntos, en comunión con Él. Es por eso que debemos pedirle su ayuda, haciendo a un lado la soberbia que nos susurra que lo rechacemos con indiferencia y, por otro lado, dejemos atrás esa voz que nos dice que no se puede. 

Mateo 11, 11-15

Esperando al Adviento

MARTES: VÍDEO

Dios busca insistentemente hombres y mujeres capaces de abrir el corazón como Él lo hizo..

 El Adviento nos permitirá acercarnos a esos hombres y mujeres que, antes que nosotros, hicieron de su vida un auténtico latido del Corazón de Dios: los pastores, María, Isabel, Juan Bautista, Isaías, José, Melchor, Gaspar, Baltasar...

Son días repletos de esperanza, alegría y novedad, no dejes pasar este tiempo. .

A veces, todo lo que necesitamos es PARAR, y respirar...

MIÉRCOLES: PARADA

Damos gracias

MIÉRCOLES: GRACIAS

CUENTO PARA REFLEXIONAR

VIERNES: REFLEXIÓN

EL ARQUERO Y LA LUNA


Cuentan que un día, el mejor arquero del mundo, recibió la visita de un joven que deseaba convertirse en un arquero tan bueno como él.

– Maestro- le dijo- ¿Qué puedo hacer para convertirme en el mejor arquero del mundo?

El hombre, ya mayor, le dijo:

– En el momento en el que consigas llegar a la luna con una de tus flechas, te habrás convertido en el mejor arquero del planeta, ya que todos se asombrarán ante tal logro.

El joven arquero agachó la cabeza y asintió, aunque un poco preocupado… ¿cómo conseguiría llegar con una de sus flechas hasta tan lejos? Sin embargo, lejos de asimilar su derrota, el joven arquero comenzó a practicar con su arco cada noche.

Disparaba desde lo alto de una colina a la luna cada día. A la luna llena, crecida o menguante. Todos le observaban entre obnubilados y burlones. Comenzaron a llamarle ‘el loco de la luna’.

Pero él no se rendía, y seguía cada noche disparando a la luna. Años después, regresó a la casa del maestro y le dijo:

– Lo intenté, Maestro, pero ninguna de mis flechas consiguió llegar a la luna… he fracasado.

Pero el anciano le respondió:

– Ahora sí, ahora te convertiste en el mejor arquero del mundo. Prueba tu destreza a la luz del día y comprobarás que eres imbatible.

Y fue entonces cuando el arquero se dio cuenta de que efectivamente, su esfuerzo y perseverancia, su práctica constante en medio de la noche, le habían convertido sin darse cuenta en el arquero con mayor precisión de todo el planeta.

Y TÚ..., ¿Ves recompensado tu esfuerzo?