Anatomía y desarrollo del sistema nervioso

I. EL ESTUDIO DEL CEREBRO

II. CÉLULAS NERVIOSAS Y CONDUCTA.. 2

II.1. La neurona

II.2. Las células gliales.

III.3. La comunicación entre neuronas.

III. Áreas y funciones cerebrales. 5

IV. Torrentes en el cerebro o cómo estar enamorado no es más que una variante de un Desorden Obsesivo Compulsivo (DOC). 8

IV.1. La química del amor y el DOC.

I. EL ESTUDIO DEL CEREBRO

Los estudios que legaron a conocerse como «frenología» tienen su origen en los trabajos de Franz Joseph Gall a finales del siglo XVIII. Fue en Europa donde se empezaron a desarrollarse y tuvieron un gran éxito en los círculos intelectuales de Viena, Weimar y París, hasta que posteriormente se desplazaron Norteamérica, donde fue introducida por el discípulo de Gall, Johann Gaspar Spurzheim. La frenología comenzó como una mezcla entre neurología temprana, psicología temprana y filosofía práctica. Su influencia fue notoria en la ciencia y en las humanidades a lo largo del S. XIX. Las ideas de Gall fueron muy adelantadas para su época llegando a afirmar que el cerebro era el órgano del espíritu. También sostenía que el cerebro era un agregado de órganos, cada uno de los cuales cumplía tenía una facultad psicológica específica. Estas afirmaciones de Gall le colocan en las antípodas del dualismo que dominaba el campo de la psicología; sin embargo, algunas de sus afirmaciones resultaban no sólo polémicas, sino incluso grotescas. Así, por ejemplo, sostenía que cierta protuberancia que se encuentra en la base del cráneo indicaba el lugar del «órgano de la amorosidad», el órgano encargado de «generar el sentido sexual». Un poco más arriba se encuentra el «órgano de la combatividad». Lo que le llevaba a afirmar que las personas de carácter pacífico deberían de tener más aplanada esta segunda región.

Pese a que las conclusiones y los métodos de la frenología resultaran erróneos, no todo lo era, algunos de los «órganos» mencionados por Gall han resultado tener un correlato real en el cerebro. Lo interesante de la frenología era la idea de que el cerebro está compuesto por módulos funcionales separados.

Paradójicamente, las críticas a la frenología llegaron cuando se descubrieron módulos reales en el cerebro. A finales del S. XIX los neurólogos empezaron a usar estímulos eléctricos localizados y a estudiar las lesiones cerebrales. Durante esta primera época de la cartografía cerebral se identificaron zonas del cerebro que se asociaron con funciones importantes. Por ejemplo, las zonas del cerebro descubiertas por Pierre Broca y Carl Wernicke se corresponden con las facultades del lenguaje.

En el S. XX la teoría modular fue abandonada a favor de la teoría de la «acción en masa», teoría que sostiene que el comportamiento complejo es el resultado de la acción de todas las células a la vez. Como resultado, a mediados del S. XX se abandonaron los proyectos de identificar enfermedades mentales o alteraciones del comportamiento como consecuencia de daños cerebrales. De todos modos en 1935 el neurólogo Egas Moniz aplicó a humanos los experimentos que se habían realizado en chimpancés consistentes en la lesión de ciertas fibras en el lóbulo frontal. Esta operación se denominó leucotomía. A los chimpancés agresivos a los que se les practicaba una leucotomía se volvían tranquilos. Esta técnica evolucionaría hacia una forma más radical llamada lobotomía frontal se llegó a volver rutinaria en los hospitales par tratar diversos problemas mentales. Se calcula que durante los años cuarenta se llegaron a realizar veinte mil operaciones en EE.UU. Esta práctica se aplicó a casi cualquier trastorno mental –depresiones, esquizofrenias, manías– aunque no se tenía ni la menor idea de los síntomas o de las relaciones causales entre la actividad cerebral y los procesos mentales. La falta de una metodología apropiada, de un conocimiento más detallado de lo que se estaba realizando, así como la falta de escrúpulos de muchos de los cirujanos llevó a muchos pacientes a un estado de eliminación total de sus emociones y una extraña sensibilidad que los dejaba en un estado parecido a la muerte. Además, tampoco había una garantía de curación de los pacientes lobotomizados, lo que generó un descrédito tanto de la práctica como de los estudios de neurología en general. Fue en la década de los sesenta, con la aparición de los fármacos psicotrópicos, cuando se abandonó la práctica quirúrgica para conocer y tratar los trastornos mentales.

A finales del S. XX renace la idea de volver a estudiar el cerebro para el conocimiento tratamiento de los fenómenos y procesos mentales, pero en este caso lejos de la chapuza realizada hasta entonces. Las diversas técnicas de Exploración Funcional del Cerebro (EFC) permiten a los investigadores explorar las funciones cerebrales en vivo, esto es, observando el cerebro mientras está funcionando. Estas técnicas ofrecen una nueva visión tanto de las enfermedades mentales como de la naturaleza de nuestras experiencias cotidianas. Por otro lado, las técnicas en EFC nos permiten comprender como algunas funciones que en apariencia parecen simples, resultan ser extremadamente complejas; y por el contrario, ciertas cualidades de la mente que parecían no ser cuantificables resultan ser sorprendentemente mecánicas. Cómo podremos ver, las creencias y las experiencias religiosas que parecían quedar fuera de la exploración científica han sido abordadas con ayuda de estas técnicas de exploración, permitiendo localizar las zonas del cerebro que se ven involucradas en estas experiencias. En este sentido son especialmente llamativos los trabajos de Ramachandran, o los del neurólogo Michael Persinger de la Laurentian University ha conseguido incluso hacer surgir estas sensaciones en personas no religiosas al estimular una zona del lóbulo temporal.

II. CÉLULAS NERVIOSAS Y CONDUCTA

Todos los animales obtienen información del entorno gracias a sus receptores sensoriales. La información se transforma en el encéfalo en percepciones o en órdenes para el movimiento. Todas estas funciones, desde un simple acto reflejo hasta las complejas emociones de las que somos capaces, se consiguen solamente con la utilización de células nerviosas y las conexiones que entre ellas se establecen.

Las unidades básicas del encéfalo, las células nerviosas, son muy simples. El encéfalo puede generar comportamientos extremadamente complejos gracias a sus, aproximadamente, 100.000 millones de células nerviosas que se comunican entre sí mediante conexiones específicas. Hay que tener en cuenta que la capacidad para producir conductas complejas no depende tanto de la variedad de células nerviosas, sino de su número y sus conexiones.

Existen dos tipos de células en el sistema nervioso: las células nerviosas o neuronas y las células gliales o glía.

II.1. La neurona

Una neurona tipo tiene cuatro regiones definidas morfológicamente:

El cuerpo celular

Las dendritas

El axón

Terminales presinápticos

Cada una de estas regiones tiene una función distinta en la génesis de las señales que emite una neurona.

El cuerpo celular (soma) es el centro metabólico de la neurona. Contiene el núcleo, que almacena los genes de la célula y los órganos que sintetizan las proteínas. Del soma nacen habitualmente dos prolongaciones: las dendritas y el axón. La mayoría de las neuronas tienen varias dendritas que se dividen como las ramas de un árbol y sirven de aparato receptor de las señales procedentes de otras células nerviosas. El axón crece a partir de una región especializada del soma denominada cono de arranque axónico. El axón es la principal unidad conductora de la neurona, capaz de transmitir las señales eléctricas a distancias variables. Algunos axones se dividen en varias ramas y por tanto pueden transmitir información a varías células dianas diferentes. La señales eléctricas propagadas a lo largo del axón se denominan potenciales de acción, son impulsos rápidos y transitorios que siguen la ley del todo o nada, y se caracterizan por tener una amplitud de 100 milivoltios y una duración de un ms. La velocidad a la que se propagan los potenciales de acción oscila entre 1 y 100 m/s.

Una de las claves para entender el funcionamiento del encéfalo es que la información transmitida por un potencial de acción se determina no por la forma de la señal, sino por cómo la señal viaja a lo largo del encéfalo. La tarea del encéfalo será la de analizar e interpretar los patrones que exhiben las señales eléctricas.

Para asegurar la conducción de los potenciales de acción a gran velocidad, los axones están recubiertos de una vaina grasa denominada mielina. El axón se divide cerca del final en finas ramas que contactan con otras neuronas. El punto de contacto se llama sinapsis. La célula que transmite la señal se llama célula presináptica, y la que recibe la señal célula postsináptica. En las ramas axónicas existen unas dilataciones especializadas que sirven como lugar para la transmisión de la célula presináptica. En la sinopsis existe un espacio de separación entre las dos células denominado hendidura sináptica.

II.2. Las células gliales.

Tienen varias funciones:

Sirven como elementos de soporte, proporcionando consistencia y estructura al encéfalo. También permiten separar y aislar grupos de células entre sí

Dos tipos de células gliales producen mielina

Algunas actúan como “basurero”, recogiendo los restos de neuronas tras una lesión.

Durante el desarrollo del cerebro ciertas clases de células gliales guían la migración de las neuronas y dirigen el crecimiento de los axones.

Actúan como barrera ante ciertas sustancias tóxicas presentes en el torrente sanguíneo.

II.3. La comunicación entre neuronas.

Para producir una conducta las células generan, secuencialmente, cuatro tipos de señales, en diferentes sitios de la célula:

Una señal de entrada (input)

Una señal de integración (activación)

Una señal portadora

Una señal de salida (output)

Para comprender cómo se produce el tránsito de una señal eléctrica de una neurona a otra es necesario conocer las propiedades eléctricas de la membrana celular. En el interior de la membrana de una célula nerviosa está cargado negativamente en relación con el exterior. La diferencia de carga eléctrica es de 65mV. Dado que el exterior de la membrana se define arbitrariamente como cero, se dice que el potencial de membrana de reposo es de -65mV. La diferencia de iones se mantiene gracias a una proteína específica que actúa como una bomba, transportando sodio al exterior de la misma y el potasio al interior. La cantidad de sodio en el interior de la célula es muy baja (una diez veces más baja que en el exterior) mientras que la concentración de potasio en el interior es muy elevada (unas veinte veces más que en el exterior).

La alteración de la membrana de reposo permite la comunicación entre las células nerviosas. La reducción de potencial de membrana de una célula nerviosa en 10mV indica un potencial de acción que reinvierte el potencial de la membrana. El potencial de acción es un pequeño cambio eléctrico, que se propaga a lo largo del axón.

Cuando el potencial de acción alcanza el terminal de la neurona, estimula la liberación de paquetes de transmisores químicos. Los transmisores pueden ser moléculas pequeñas, como el ácido L-glutámico o la acetil-colina, o pueden ser péptidos, como las encefalinas. Las moléculas transmisoras se almacenan en orgánulos subcelulares denominados vesículas que se agrupan en sitios especializados en su liberación denominados zonas activas. Las vesículas liberan su contenido en esos lugares al fusionarse con la superficie de la membrana.

La liberación de un transmisor químico sirve como señal emitida (output). De la misma manera que la señal de entrada, la señal de salida está graduada. Esto quiere decir que la cantidad de neurotransmisor liberado se determina por la amplitud de la despolarización de los terminales nerviosos, que a su vez está determinada por el número y la frecuencia de los potenciales de acción del axón. El trasmisor liberado por la neurona presináptica difunde a través del espacio sináptico hasta las moléculas receptoras situadas en la membrana de la célula postsináptica. La unión del transmisor a las moléculas receptoras hace que la célula postsináptica genere un potencial sináptico, que será exitatorio o inhibitorio, dependiendo de los receptores presentes en dicha célula.

III. ÁREAS Y FUNCIONES CEREBRALES

Gran parte de la complejidad cerebral reside en la diversidad estructural, funcional y molecular de las neuronas, unida a su espectacular plasticidad, esto es, la capacidad que poseen las sinapsis neuronales para tejer nuevas redes como consecuencia de la propia actividad cerebral. A este universo interior en continua actividad se refirió Ramón y Cajal como "las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas, quien sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental".

Nuestro cerebro está formado, aproximadamente, por 1 billón de células, de las cuales unos 100.000 millones son neuronas que tejen una red formada por 100 trillones de conexiones sinápticas. El conjunto de conexiones que cada individuo consigue formar va a determinar cómo su cerebro reacciona ante la información sensorial, cómo genera estados emotivos y cómo planifica su conducta. En estas conexiones estarán implementadas las convicciones religiosas, morales y científicas de cada sujeto. Cuando un grupo de individuos comparte un mismo diseño o un mismo mapa neuronal, entonces decimos que esos individuos pertenecen a una misma cultura.

Una descripción muy básica del sistema nervioso lo suele dividir en dos grupos o componentes:

El primero es el sistema nervioso periférico, formado por grupos neuronales denominados ganglios y nervios periféricos que se sitúan en el exterior de la médula espinal y del encéfalo. El otro grupo es el sistema nervioso central, compuesto por el encéfalo y la médula espinal. Ambos sistemas están anatómicamente separados; sin embargo, funcionan interconectados. Dado que es en el sistema nervioso central donde se produce el procesamiento de la información que se recibe a través de los sistemas periféricos, nos centraremos en su descripción.

El sistema nervioso central se divide en siete regiones principales: La médula espinal que se extiende desde la base del cráneo hasta la primera vértebra lumbar. La médula espinal recibe información sensorial de la piel, las articulaciones y los músculos del tronco y las extremidades, así mismo, contiene las motoneuronas responsables de los movimientos voluntarios e involuntarios. El bulbo raquídeo; es una prolongación de la médula espinal y comparte con ella ciertas funciones. Participa en la regulación de la presión arterial y de la respiración. El puente de Variolo; situado junto al bulbo raquídeo, lo forman un gran número de neuronas que distribuyen información desde los hemisferios cerebrales al cerebelo.El cerebelo; recibe información sensorial de la médula espinal, información motora desde el córtex, e información sobre el equilibrio desde los órganos vestibulares del oído interno. La convergencia de toda esta información capacita al cerebelo para la coordinación y planificación de los movimientos. El mesencéfalo, situado encima de la protuberancia; participa en el control de los movimientos oculares y el movimiento de los músculos esqueléticos. A su vez, es una estación de relevo esencial para las señales auditivas y visuales. El diencéfalo; lo componen el tálamo y el hipotálamo. El tálamo procesa y distribuye toda la información sensorial y motora que llega al córtex cerebral. Al parecer, también interviene en regular el nivel de conciencia y los aspectos emocionales de las sensaciones. El hipotálamo tiene como misión regular el sistema nervioso autónomo y la secreción hormonal de la hipófisis. Por último, los hemisferios cerebrales. Estas dos grandes regiones del encéfalo están compuestas por la sustancia blanca, los núcleos, constituidos por un grupo de neuronas que están funcionalmente conectadas formando los ganglios basales, la formación hipocámpica y la amígdala, y el Córtex cerebral.

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