Según Números 21:4–9, El pueblo de Israel, harto de tanto vagar por el desierto, sin llegar nunca a esa Tierra Prometida, y golpeado por el cansancio y la falta de comida, empezó a protestar y hasta muchos judíos preferían ser esclavos de los egipcios.
Dios se cansó de tanta protesta y envió serpientes.
Moisés, que ya había realizado varios milagros para calmar los ánimos, le pidió a Dios que se apiadara de su pueblo, y Dios le ordena colocar una serpiente en una cruz. Así si alguien era mordido por una de las víboras, conseguiría la salvación simplemente mirando la serpiente de bronce.