El ADN se compone por cuatro distintos monómeros que se unen de manera lineal, y producen una estructura polimérica. Dicha estructura o esqueleto de ADN se constituye de unidades repetidas de azúcar-fosfato. Estos azúcares son moléculas de desoxirribosa que dan el nombre al ácido desoxirribonucleico (ADN). Cada desoxirribosa se une a dos grupos fosfatos mediante enlaces covalntes. La orientación de cada azúcar es de la misma manera, por lo que, cada hebra de ADN es polar. A cada azúcar se puede unir una de estas cuatro bases: adenina (A), citosina (C), guanina (G) o timina (T).
Bases que se unen al azúcar de ADN (tomado del libro Bioquímica)
Estas bases están conectadas a los componentes glicídicos del esqueleto del ADN mediante los enlaces covalentes, como se muestra en la siguiente figura.
Estructura covalente del ADN (tomado del libro Bioquímica)
Dos hebras sencillas de ADN se emparejan para formar una doble helicoide (dos hebras superenrolladas) dispuestas de manera tal que el esqueleto azúcar-fosfato se encuentra en el exterior y las bases en el interior. La clave, tal y como lo propusieron J. Watson y F. Crick, radica en que se forman pares específicos de bases (pb) unidos por puentes de hidrógeno. Así, la adenanina se empareja con la Timina (A-T) y la Guanina (G) con la Citosina (C). Si bien los enlaces por puentes de hidrógeno son mucho más débiles que los enlaces covalentes, cuando se forman varios a la vez, son los suficientemente fuertes como para ayudar a estabilizar la estructura del ADN.
Estructura doble helicoidal del ADN propuesta por Watson y Crick. El esqueleto de azúcar-fosfato de las dos cadenas se muestra en rojo y azul, y las bases en verde, morado, naranja y amarillo. Las hebras son antiparalelas y transcurren en direcciones opuestas. (tomado del libro Bioquímica)
Una excelente visualización y manipulación de esta extraordinaria macrobiomolécula la podemos observar aquí.