c) La tecnología en el mundo actual

El impacto de la tecnología en el mundo actual

Se ha bautizado a nuestro tiempo como “era tecnológica”.

Definimos tecnología como el conjunto de procedimientos y recursos de gran complejidad y sofisticación. La diferencia fundamental con respecto a la técnica es la aplicación de las teorías y los avances científicos.

Ventajas: La eficacia y la productividad. La revolución tecnológica tuvo como efecto más evidente el aumento de la eficacia y la productividad, pues gracias a la introducción de máquinas especiales y a la reorganización de los procedimientos y recursos fue posible fabricar más, más rápido y mejor. Es fácil comprobar que con una máquina excavadora es mucho más cómodo y rápido excavar una zanja que hacerlo con una pala, o que la maquinaria textil permite fabricar más jerséis que si lo hacemos a mano.

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La máquina misma no tiene exigencias ni fines; es el espíritu humano el que tiene exigencias y establece las finalidades. Para reconquistar la máquina y someterla a los fines humanos, primero hay que entenderla y asimilarla. Hasta ahora hemos adoptado la máquina sin entenderla por completo, o como los más pobres románticos, hemos rechazado la máquina sin ver primero hasta qué punto podríamos asimilarla de forma inteligente.

La máquina misma, sin embargo, es un producto de ingenio humano y de su esfuerzo, por ello, entender una máquina no es un mero paso para orientar de otra manera nuestra civilización, es también un medio para entender la sociedad y para conocernos a nosotros mismos.

Mumford, L, “Técnica y Civilización”.

La humanización de las condiciones laborales. El empleo de maquinaria y el perfeccionamiento de los métodos de trabajo permiten descargar al trabajador de las tareas más duras y pesadas. Esto constituye un adelanto, pues supone liberarlo de las tareas más agotadoras físicamente y reservarle los trabajos más gratificantes y creativos, aquellos que requieren la participación de cualidades esencialmente humanas: inteligencia, espontaneidad.

El tiempo libre. El aumento de la productividad supone fabricar más en el mismo tiempo y con los mismos recursos. Esto significa que las personas necesitan trabajar menos para producir lo mismo. Es un hecho que, desde el inicio del capitalismo hasta ahora, se ha producido una disminución considerable de la jornada laboral. Al principio, no había horarios fijos, por lo que, dependiendo de la producción, incluso se podían superar las quince horas diarias.

La reducción de la jornada laboral conlleva evidentemente, un aumento del tiempo que las personas pueden dedicar al descanso, al ocio, a la diversión….es decir, un aumento del tiempo libre y de la calidad de vida.

Inconvenientes: La sobreproducción y el consumismo. Producir más y mejor lleva, en algunas ocasiones, a fabricar más de lo que la sociedad necesita en determinado momento. Entonces, se da una situación de sobreproducción: hay más oferta de un producto que personas interesadas en adquirirlo. Este fenómeno es muy perjudicial para las empresas porque si no venden, pueden llegar a tener pérdidas y a necesitar reducir la plantilla de trabajadores. Uno de los mecanismos para solventar el problema de la sobreproducción es fomentar el consumismo; es decir, promover la compra de determinados productos, aunque no exista una necesidad real de ellos.

Una ética del consumo que intente responder a la pregunta “qué se debería consumir, para qué se debería consumir y quién debería decidir lo que se consume” en sociedades que se precian de afirmar que toda persona es igual en valor, debería tener en cuenta dos grandes dimensiones de la moral, es decir, que el consumo debe ser justo y propiciar a las personas una vida buena.

Será justo, si las personas están dispuestas a aceptar una norma mínima, según la cual, sólo se consumirán los productos que todos los seres humanos pueden consumir y que no dañen ni al resto de la sociedad ni al medio ambiente (……).

Ahora bien, los consumidores carecen de la información necesaria sobre las consecuencias de los productos para el conjunto de la sociedad y para el entorno (….), en este sentido las organizaciones de consumidores podrían ampliar su papel reivindicativo al consiliativo, potenciando una opinión pública crítica, que mantenga una amplio debate sobre qué tipo de productos podrían consumirse sin atentar contra la sustentabilidad social y medioambiental.

Cortina, Adela. “Ética de Consumo”.

La deshumanización y alienación. La introducción y utilización de máquinas no siempre supone una humanización del trabajo. En ocasiones su empleo provoca que el trabajo de las personas se convierta en un auxilio de la máquina y se reduzca, por ejemplo, a apretar un botón o subir una palanca al ritmo que éste impone.

Cuando el trabajo resulta tan repetitivo y automático que se vuelve similar al funcionamiento de una máquina, entonces pierde su dimensión humana y hablamos de deshumanización o mecanización del trabajo. Marx fue uno de los pensadores que denunció esta situación. Según este pensador, el trabajo es una actividad esencial para el ser humano; sin embargo, en determinadas condiciones produce alienación. La palabra alienación proviene del término latino “alienus”, que significa “otro”. Para Marx, estar alienado es estar enajenado, estar fuera de sí, ser extraño a uno mismo. Alienarse supone, en definitiva, no reconocernos en lo que hacemos, como si, en realidad, lo hiciese otra persona. Así en la actividad productiva, si el individuo participa como una pieza anónima más de una compleja maquinaria y pierde la conciencia de la dignidad y el valor del trabajo, entonces, el trabajador no se siente en absoluto identificado con lo que hace ni con lo que produce, dicho de otro modo, se encuentra alienado.

El fraude del tiempo libre. Para algunos pensadores, el tiempo libre supone un fraude, porque aunque consideremos que es un tiempo libre de trabajo, en realidad forma parte del ciclo reproductivo. Para mantener la eficacia y el rendimiento, la producción debe combinarse con momentos de descanso; un trabajador relajado y descansado trabaja más y mejor. Por esta razón, algunos pensadores sostienen que el tiempo libre responde a los intereses productivos y no, como pensamos, a los del trabajador. Los filósofos que han estudiado este fenómeno señalan además que el tiempo libre también contribuye a aumentar el crecimiento económico e industrial, convierten en consumidores de la industria del ocio: cine, restaurantes, salas musicales, teatros, estadios,…., etc.

El desempleo. Otras de las posibles repercusiones de la introducción de máquinas puede ser el aumento del desempleo. La sustitución de trabajo humano por trabajo mecánico puede suponer fabricar más con menos personas y, en consecuencia, comportar una disminución de los puestos de trabajo. El temor a una consecuencia de este tipo se dio desde el inicio de la Revolución Industrial, por eso, la introducción de maquinaria en algunos sectores, como el textil, se vio acompañada de protestas y revueltas de los trabajadores que veían peligrar sus puestos de trabajo.

Tomado de “Filosofía y Ciudadanía”, pag 286/288 (selección).