LA RETÓRICA
El arte de persuadir
El poder de la palabra
Todos los pueblos han sido conscientes del enorme poder que tiene el lenguaje para influir en los pensamientos y en las acciones de los demás. En muchas culturas se asigna una destacada posición social a las personas que sobresalen por su destreza en el uso de las palabras, como los narradores de historias, los depositarios de la memoria colectiva, los oradores o los consejeros.
La antigua cultura grecorromana también mostró mucho interés por el uso del lenguaje, considerado como un instrumento al servicio de la persuasión. Tanto los griegos como los romanos otorgaban gran importancia al arte de convencer mediante las palabras, ya que muchas decisiones se adoptaban tras una deliberación pública en la que la elocuencia y la persuasión resultaban fundamentales. Esto explica que fueran ellos los primeros en elaborar una teoría detallada sobre el arte de pronunciar discursos en público.
La retórica es una disciplina teórica que estudia el arte de utilizar el lenguaje para persuadir al público mediante un discurso.
Conviene señalar que los autores antiguos distinguían, por un lado, el estudio teórico del arte de convencer al público y, por otro, el desarrollo práctico de este arte. La retórica se refiere al análisis teórico de la persuasión, mientras que se llama oratoria a la capacidad de ejecutar un discurso elocuente en la práctica.
Los discursos dirigidos al público no son el único ámbito en el que resulta crucial el uso elocuente de la palabra. También es importante saber usar el lenguaje para convencer a nuestro interlocutor en un diálogo. Los antiguos griegos y romanos también prestaron mucha atención a la dialéctica que es como llamaron al arte de dialogar de manera convincente.
La dialéctica estudia el arte de usar el lenguaje para convencer a nuestro interlocutor en una conversación o una controversia.
Para que te hagas una idea de la importancia que han tenido estas disciplinas a lo largo del tiempo, basta con recordar que durante toda la Edad Media la retórica y la dialéctica fueron, junto con la gramática, la base de la educación. Estas tres disciplinas (retórica, dialéctica y gramática) formaban un trívium, que era el comienzo del programa de estudios seguidos por los estudiantes europeos durante siglos.
Fíjate
El término dialéctica tiene una larga tradición en el lenguaje filosófico, aunque no todos los pensadores han asignado a esta palabra el mismo significado. Como sabes, Sócrates concedía una gran importancia a la dialéctica, entendida como el arte de dialogar. Para Sócrates el diálogo era la forma más adecuada para investigar en filosofía. Por eso, tanto Sócrates como Platón creían que solo se puede alcanzar la verdad mediante un proceso de indagación dialéctica.
Debes saber que esa palabra también se usa en filosofía con un significado bastante distinto. Muchos siglos después, Hegel-uno de los principales autores del idealismo alemán- volvió a emplear la palabra dialéctica como un concepto central en su filosofía. Para Hegel, el concepto dialéctica está asociado a la confrontación de posiciones contrarias que suelen aparecer en una conversación. Llevando la analogía más allá de los límites de un diálogo entre dos interlocutores, Hegel propone que toda la realidad es, en el fondo, un proceso inacabable de enfrentamiento entre contrarios. Hegel empleó el término dialéctica para describir esta evolución progresiva caracterizada por el enfrentamiento de los opuestos, un proceso que en su opinión, explicaba el desarrollo en el tiempo de toda la realidad.
Por otra parte, Karl Marx recogió en sus escritos este sentido hegeliano de la palabra dialéctica para describir la evolución de la realidad socioeconómica a partir de la lucha de elementos contrarios. La posterior influencia de la filosofía de Marx explica que este significado del sustantivo dialéctico haya tenido una presencia muy relevante en el pensamiento contemporáneo hasta nuestros días.
LA RETÓRICA
Los tipos de discursos retóricos
Siguiendo a Aristóteles, los pensadores antiguos distinguieron básicamente tres tipos diferentes de discurso. El primer tipo es el de los discursos deliberativos o políticos, que están relacionados con la toma de decisiones en un proceso deliberativo. El segundo tipo es el de los discursos forenses o judiciales, en los que tratamos de acusar a alguien o de defendernos ante un tribunal. El tercer tipo es el de los discursos epidícticos, en los cuales el orador hace una exhibición de su habilidad retórica alabando o criticando a alguien.
LOS ELEMENTOS DE LA RETÓRICA
Las tareas necesarias para elaborar un buen discurso
Según los antiguos estudiosos de la retórica, como Aristóteles o Cicerón, para elaborar un discurso convincente debemos tener claro qué es lo que debemos decir, cuál es el orden en que conviene decirlo y cómo es más adecuado expresarlo. Para facilitar esta labor se suelen distinguir cinco tareas distintas en la preparación del discurso.
La primera tarea recibe en latín el nombre de inventio (invención). Para crear un buen discurso debemos tener claro de qué vamos a hablar. Por eso debemos empezar por encontrar los medios adecuados para convencer, que serán la base sobre la que construiremos el discurso. Para lograrlo conviene recurrir a ideas y planteamientos que resulten familiares y que cuenten con la aprobación de nuestro público. A éstos principios que actúan como recursos para la elaboración del discurso los retóricos griegos y latinos los llamaron tópicos o lugares comunes.
La segunda tarea para crear el discurso se denomina dispositio (disposición). Consiste en distribuir y ordenar los contenidos del discurso para que el efecto global sea el adecuado. Por lo general, un discurso bien organizado suele estructurarse en cuatro partes diferentes.
Conviene comenzar con una introducción (conocida como exordio en latín) en la que el orador presenta el tema sobre el que va a disertar. La segunda parte, llamada narratio (narración), incluye la descripción de los hechos y los datos sobre los que nos apoyaremos para elaborar nuestro discurso. La tercera parte, llamada argumentatio (argumentación) constituye el núcleo más importante del discurso porque en ella se desarrollan los razonamientos que conducen a las afirmaciones principales que queremos transmitir. Algunos autores distinguen aquí dos procesos distintos: por un lado tenemos que saber refutar las opiniones que no compartimos, y por otro lado hay que ofrecer pruebas convincentes que confirmen nuestras propias ideas. Finalmente, conviene finalizar con una conclusión (peroratio en latín) para hacer una recapitulación y cerrar el discurso.
Una vez aclarado de qué vamos a hablar y cómo vamos a ordenar nuestro discurso, tenemos que encontrar la mejor manera de expresar que queremos decir, dotando a nuestras palabras de un estilo adecuado. Esta tercera tarea es el momento de la elocutio (elocución). De nada sirve haber encontrado excelentes argumentos o haberlos ordenado magníficamente si luego no somos capaces de transmitir nuestras palabras de un modo eficaz. Por eso, cuando pronunciemos el discurso debemos prestar mucha atención para no cometer errores gramaticales, para ser claros y comprensibles y para que nuestras palabras resulten atractivas y elegantes.
Una vez elaborado el discurso, conviene aprenderlo de memoria para poder ejecutarlo después con soltura y naturalidad. Esta cuarta tarea se llama en latín memoria.
Finalmente, la quinta tarea, que los retóricos denominan actio (actuación), consiste en pronunciar nuestro discurso en la práctica. A la hora de la verdad, cuando estamos hablando ante el público, es muy importante expresarse con nitidez y corrección, acompañando nuestras palabras con las inflexiones de la voz y los gestos más adecuados para que el discurso llegue al auditorio y resulte convincente.
LOS TIPOS DE DISCURSOS.
Las especies de la retórica son tres en número, pues otras tantas resultan ser las de los oyentes de los discursos. Y es que en el discurso se implican tres factores: quién habla, de qué habla y para quién, y es este mismo, es decir, el oyente, quien determina su objetivo. Y el oyente es forzosamente o espectador o juez, y el juez ha de serlo de lo que ya ha ocurrido o de lo que va a ocurrir. Ejemplo de quien juzga sobre lo que va a ocurrir es el participante en la Asamblea, y de quien juzga sobre lo ocurrido, el juez, de modo que por fuerza tendría que haber tres géneros de discursos retóricos: deliberativos, forense y de exhibición. En la deliberación puede haber exhortación o disuasión, y es que siempre tanto los que aconsejan en privado como los que pronuncian un discurso público hacen una de las dos cosas. En el juicio puede haber acusación o defensa, ya que forzosamente los litigantes han de hacer una de las dos cosas. Y en cuanto al discurso de deliberación, puede haber alabanza o reprobación. Y es el tiempo al que se refiere cada uno es, para quien delibera, el futuro (pues se delibera acerca de lo que va a suceder, para quien juzga, el pasado, pues es siempre de hechos ocurridos de los que uno acusa y otro se defiende, y para el que hace una exhibición, el más apropiado es el presente, pues todos alaban o reprueban acontecimientos actuales, aunque recurren muchas veces lo sucedido y a conjeturar sobre lo venidero. La finalidad de cada uno de ellos es distinta, y hay tres porque son tres los géneros: para el que aconseja, lo que es conveniente y lo perjudicial (pues el que exhorta aconseja algo en la idea de que es mejor , y el que disuade , disuade de algo en la idea de que el peor). Lo demás lo considera un añadido: si es justo o injusto, honroso o deshonroso, y también ellos subordinan a esto lo demás. ARISTÓTELES: RETÓRICA.
1) ¿Cuáles son los factores que tiene en cuenta el autor del texto para clasificar los diferentes tipos de discursos?
2) ¿Cómo denomina Aristóteles a los tres tipos de discurso que existen?
3) ¿Qué relación establece el autor entre el tiempo y cada uno de estos tres tipos de discurso?
4) ¿Cuál es la finalidad que tiene cada uno de los tres tipos de discursos?
Tomado de Unidad 10: Lenguaje, retórica y argumentación, pagina 226-7.
FILOSOFÍA: de C, Prestel Alfonso, Editorial Vicens Vives, Aula 3D.