Orpheus et Euridice Op 2

Introdución:

Ola, pais e nais. Estamos aquí para presentarvos un acto dunha obra de teatro romana. En Roma estaba moi de moda ir ao teatro entre os patricios, a clase dominante, e os plebeos máis cultos. Os espectáculos destinados á o pobo inculto eran as peleas de gladiadores e as carreiras de cuádrigas, nos anfiteatros e nos circos.

Os teatros eran edificios especiais, que tiñan unha escena e un espazo para o coro, a orquestra, e un gran espazo semicircular para as gradas. En todas as cidades importantes do Imperio había teatro: o máis conservado que nos queda é o Teatro Romano de Mérida, que aínda está en uso.

As obras clásicas, como esta de Orfeo e Eurídice, eran traxedias que acababan mal. Trataban de deuses e de heroes e as súas relacións cos humanos. Moitas veces eran adaptacións de mitos gregos que romanizaban. Lembramos que os romanos eran politeístas así que o teatro tiña tamén significación relixiosa para eles.

Esta traxedia da que representamos o primeiro acto, narra as desventuras de Orfeo:

Que comece a función!

Música de Greensleves. Aparece el coro cantándole al público

 

CORO:

Somos romanos, vosotros no,

que vosotros sois unos bárbaros.

Rendíos a nuestro emperador

o si no mandará a la legión.

 

Somos cultos y finos,

y vosotros sois unos cochinos.

Nos va mucho la diversión.

¡Somos una civilización!

 

Llamadnos clásicos, que es verdad,

 nos llamamos así con los griegos,

pues inventamos lo de votar,

el teatro y los primeros juegos.

 

Somos cultos y finos,

y vosotros sois unos cochinos.

Nos va mucho la diversión.

¡Somos una civilización!

 

El coro se coloca en las escaleras, o en los laterales de la escena y está allí presente durante toda la representación. Gesticulan con brazos, manos y cuerpo durante las canciones y sus intervenciones, pero no se mueven.

 

NARRADOR: Hola, romanos. Por los dioses que estamos muy contentos de que vengáis a esta obra de teatro, en la que se narra la desgracia de Orfeo y Eurídice.

NARRADORA: Orfeo era hijo del gran dios Apolo y de una pastorcita. Desde pequeño se le dio requetebién la música... ¡y sin ir al Conservatorio ni nada!

NARRADOR: Se enamoró de una chica monísima, llamada Eurídice, pero tuvieron muy mala suerte.

NARRADORA: Y es que parece que los dioses dan la mala suerte a los guapos.

(Salen Orfeo y Eurídice y desfilan por delante de todos)

CORO: ¡Qué guapos!

N: Las peores cosas les pasan los buenos.

C: ¡Qué buenos!

N: Qué mal les salen las cosas a los que se portan bien.

C: ¡Qué bien!  (Se miran y dicen que no con la cabeza) ¡Qué mal!

NN: Que empiece la tragedia.

C: ¡Qué tragedia!



 

 

 

 

Acto1



PASTOR:   ¡Qué contento está Orfeo, mira!

                ¡No para de cantar

                ni de tocar la lira!

 

PASTORA:  Es que está enamorado

                 y se nos va a casar

                 por eso está así atontado:

                 ¡no deja de alborotar!

                                    

PASTORCITO: Enamorado Orfeo, ¡qué emoción!

                     Veamos todos lo que va a pasar.

                     ¡Escuchemos atentos su canción!



 

ORFEO (cantando con música “Yo soy Willie” de la Abeja Maya): 

 

Soy Orfeo y soy el mejor

y me voy a casar con mi amor

solo quiero cantar y cantar,

lo demás ya no me importa:

¡todo me da igual!



CORO 

Es Orfeo y es el mejor

y se va a casar con su amor

solo quiere cantar y cantar,

lo demás ya no le importa:

¡todo le da igual!



(Estribillo)

Qué bien que canta Orfeo,

es muy feliz Orfeo,

cantando entre las flores

en un jardín de colores.



Todos le quieren mucho,

como la trucha al trucho,

pues canta muchas canciones

con arpas y con violones.





EURÍDICE:

Soy Eurídice

 y muy guapa soy,

con Orfeo me voy casar.

Nada trágico

 me puede pasar,

lo demás ya no me importa:

¡todo me da igual!



CORO :

Es Eurídice

 y muy guapa es

con Orfeo se va a casar,

nada trágico

 le puede pasar,

lo demás ya no le importa:

¡todo le da igual!



(estribillo)

Que mona es Eurídice,

a mí me cae simpática

y todo le sienta bien

con ese pelo pantén.



Todos la quieren mucho,

como la trucha al trucho

y cantan muchas canciones

con liras y saxofones.





NARRADOR:  Los novios se casaron, pero el destino, que es un dios muy caprichoso, hizo que se rompiera el botijo de bodas durante la ceremonia.

Eso era una señal de mal agüero (que significa malísima suerte).



(El sacerdote casa a Orfeo y Eurídice, que agarran entre los dos un cacharro pero se les cae y se rompe).



CORO:

            ¡Oh! ¡Ah!

            ¡El botijo se ha roto,

            qué calamidad!

          

 

PASTOR:               ¡Los dioses van a darles mala suerte!

PASTORA         ¡Espero que solo sea un susto,

                            aunque es un susto de muerte!

 

PASTORCITO:    ¡Por el gran dios Mercurio,

                             a esto se le llama un mal augurio!

           

 

SACERDOTE:

          ¡No se preocupe la gente!

          Que habrá sido solamente

          un tontísimo accidente.

           Seguimos con la boda fijo,

          pero, claro, sin botijo.

          

            Que nadie diga de esto nada

            a ver si es solo una bobada.



CORO:               ¡Qué calamidad!

                        Digo... ¡Qué felicidad!

                        ¡Que vivan los novios

                        y nos  inviten a merendar!



NARRADOR: Después de la boda y mientras Orfeo se quedaba con los chicos cantando un rato...

 

CHICOS:

Somos romanos, vosotros no,

que vosotros sois unos bárbaros.

Rendíos a nuestro emperador

o si no mandará a la legión.

 

Somos cultos y finos,

y vosotros sois unos cochinos.

Nos va mucho la diversión.

¡Somos una civilización!

 

Llamadnos clásicos, que es verdad,

 nos llamamos así con los griegos,

pues inventamos lo de votar,

el teatro y los primeros juegos.

 

Somos cultos y finos,

y vosotros sois unos cochinos.

Nos va mucho la diversión.

¡Somos una civilización!

 

 



NARRADORA: Todas las chicas se fueron al arroyo para bañar y poner guapa a Eurídice y ponerle el pijama.

 

 

CORO :

Es Eurídice

 y muy guapa es

 muy limpita se va a quedar,

nada trágico

 le puede pasar,

lo demás ya no le importa:

¡todo le da igual!



(estribillo)

Que mona es Eurídice,

a mí me cae simpática

y todo le sienta bien

con ese pelo pantén.



Todos la quieren mucho,

como la trucha al trucho

y cantan muchas canciones

con liras y saxofones.

 

 

CHICA:   

             Entonces vino una serpiente venenosa

             de una especie muy mala y peligrosa

             y picó en un pie a nuestra amiga

             cuando estaba más desprevenida.

 

SERPIENTE: 

 ¡Eh! que yo sólo pasaba por allí,

  y no tengo la culpa de ser así.



MENSAJERA: (Chillando y llorando).

                        ¡Oh, dioses bárbaros que nos tratáis tan mal,

                         yo soy la mensajera de este suceso fatal!

 ¡Dioses crueles de Grecia, de Roma y de Galicia!

 ¿Cómo le daré al pobre Orfeo la triste noticia? 

 

 

ORFEO:              

¿Qué pasa, querida?

¿Qué es ese frenesí!

¡Sea lo que sea, chica,

 no te lo tomes así!

 

¿Y por qué lloras

 con ese triste llanto?

¡Venga mujer, que seguro

que no será para tanto!

 

 

 

 

 

MENSAJERA:

¡Oh, destino despiadado!

 Estábamos las doncellas

 y Eurídice a nuestro lado,

y yo estaba allí con ellas,

tomando un baño a nuestro rollo

en el puro y fresco arroyo,

cuando una traicionera víbora ha picado

 a la hermosa Eurídice en un pie

sin poder decir cómo ni por qué.

 

Y sin poder evitarlo tu hermosa amante

 ha muerto entre nuestros  brazos al instante.

 

SERPIENTE:      

                      ¡Bueno, señora!  Eso de traicionera vamos a dejarlo,

                     que bien que avisé yo silbando y resilbando

                     y quien avisa no es traidor. ¡No es para tanto!

 

ORFEO:         

                     ¡Oh dioses romanos y helenos!

                      ¡Sin Eurídice esta obra no me gusta!

                      Pero a mí la muerte no me asusta,

                      que soy el hijo de Apolo, nada menos.

 

                      A  los dioses infernales desafío,

                      iré al Infierno mismo y le diré a Plutón

                      que no se lleve así a Eurídice a traición

                      que me la devuelva sin decir ni pío,

                      que en el dios Apolo, mi padre, yo confío.

                     

                     

 

 

 

 

 

ACTO II

Música de Greensleves más lenta y triste.

 

CORO:

   Sim                    La

El cuento se vuelve triste aquí,

Sim                      Fa#

si  cambiáis de canal, nada que decir.

Sim                      La

El pobre Orfeo muy triste está

  Sim                   Fa#

pero nunca se conformará.

 

  Re*                  La*                                   

Este Orfeo es muy cabezón

  Sim                             Fa#

y se va a hablar con el dios Plutón

Re*                         La*

para que devuelva a su amor

  Sim            Fa#  Sim

*va a hacer un viaje de horror. (Bis)

 

 

NARRADOR: Decidido a rescatar de la muerte a Eurídice, Orfeo se va a las       

                       puertas del Infierno (el Averno para los romanos). Dice que  

                       quiere hablar con el mismísimo Plutón.

 

NARRADORA:  ¡Bueno! Es que tiene enchufe porque es hijo del dios Apolo.  

                      Así que sabe dónde están las puertas del Infierno.

                

NARRADOR: Pero claro, ahí no entra cualquiera. Para entrar hay que ser un

                       fantasma, un esqueleto, o como mínimo un zombi.

 

NARRADORA:  En la puerta está el Can Cerbero que es un perro con tres   

                       cabezas que no deja  entrar a los vivos. ¿Qué hará Orfeo?

                    

 

CERBERO:    ¡Guau, guau... guau!

                        Soy un can, soy un can,

                        soy un perro.

                        Pero tres, pero tres,

                        sólo tres...

                        cabezas tengo.

                        Yo no voy, yo no voy

                         yo no voy...

                         a dejar, a dejar

                         a dejar...

                         que Orfeo, Orfeo

                         el muy feo...

                         pueda pasar.  

 


 


ORFEO:  Yo soy Orfeo, y soy genial

                 de la música soy un gran amante

                 como yo no canta ni Bisbal

                 ni tampoco David Bustamante.

                      

                   Para al Averno poder yo pasar

                he tenido una idea maestra:

                a este perro le voy a cantar

                y le dejo durmiendo la siesta

                

(Música de Willie).

                

Soy Orfeo y soy el mejor

y voy a rescatar a mi amor

del Averno la voy a sacar,

lo demás ya no me importa:

¡todo me da igual!



CORO 

Es Orfeo y es el mejor

y va a rescatar a su amor

del Averno la va a sacar,

lo demás ya no le importa:

¡todo le da igual!



(Estribillo)

Qué bien que canta Orfeo,

a ver si sigue Orfeo,

cantando entre las flores

en un jardín de colores.



Todos le quieren mucho,

como la trucha al trucho,

pues canta muchas canciones

con arpas y con violones.