Patatas fritas
Se pelan, se lavan y pican como se desee: en pequeños dados, en tiras, en trozos desiguales más o menos gordos...
Se echan sobre aceite ya caliente, operación que se puede hacer en sartén o en freidora. Se deja que se frían a fuego fuerte unos minutos y luego se pone el fuego al mínimo, en donde se las mantiene unos veinte minutos, de forma que se pongan muy blanditas. Entonces se apaga el fuego, y la sartén, con las patatas dentro –y el aceite–, se aparta; lo más fácil es meterla al horno, si no se está usando. Si se utiliza freidora se apaga, simplemente, y se dejan las patatas dentro del aceite.
Cuando se quieran comer, porque las patatas fritas se deben comer recién acabadas, se recupera la sartén y, tal cual, se pone al fuego a todo meter; en cinco minutos estarán perfectamente doradas. Se sacan, se escurren, se salan y a la mesa. Si se ha utilizado la freidora se saca la cesta con las patatas, se pone el aparato al máximo y, cuando el aceite está caliente, se sumergen durante dos o tres minutos hasta que se doren por fuera. Luego se deja que se escurran antes de salarlas.
De esta forma (fuerte, suave, fuerte) quedan blandas por dentro y doradas por fuera (que es como le gustan a todo el mundo) y se tarda una media hora –aunque no hay que estar mirando, ni mucho menos. Sin embargo, también se pueden hacer en treinta segundos (lo hacen en las cafeterías), lo que se consigue cortándolas muy finas (patatas paja) y friéndolas en aceite muy caliente durante esos treinta segundos. Vamos, se puede hacer, aunque el resultado es completamente diferente.
Patatas con ajo
Se cuecen patatas peladas y cortadas en trozos, unos diez minutos. Se escurren del agua y se fríen, a continuación, en algo de aceite con mucho ajo picado; se echa todo junto, las patatas y el ajo. Se fríen a fuego muy lento bastante rato, dándoles la vuelta de vez en cuando, pero dándosela con cuidado porque al estar cocidas tienden a desintegrarse, y si uno lo hace a lo bestia lo que tiene al final es puré. Se debe dejar que se agarre un poco el fondo para que cojan un cierto saborcillo a requemado. Una vez bien rehogadas, porque esto es más rehogarse que freírse, se pueden comer solas, freír un huevo encima o utilizarlas como aderezo para otra cosa, puesto que acompañan bien a casi todo.
Patatas en salsa verde
En una cazuela, y con bastante aceite, se fríe lentamente una cebolla picada y dos o tres zanahorias gordas peladas y cortadas en rodajas.
En una sartén pequeña se hace un aliño universal español bastante requemado.
Sobre la cebolla y las zanahorias se rehogan durante diez minutos un kilo de patatas peladas en trozos medianos; se agrega el aliño y se revuelve todo.
Se añade alrededor de un litro de agua fría, pero si se tiene caldo, mejor. Deben quedar caldosas, pero no en exceso. Se añade sal, se tapa la cazuela en cuanto hierva y, a fuego lento, se deja que se hagan durante veinte minutos, más o menos. Se sabe cuando están hechas al probarlas, o al pincharlas. Si falta sal, se añade.
Como añadido: se echan en la cazuela hirviente dos huevos para que se pongan duros (o sea, que se echan enteros, sin romper). Al estar hecho el guiso se sacan, se pelan y se parten en trozos por encima, que queda muy bien.
Si, además, se añade un poco de tomillo y otro poco de orégano, saben a las que hacen en el reino de León.
Patatas rellenas
Se hace el relleno: carne (mejor de un redondo ya hecho o algo así, pero si no se tiene se puede usar carne picada) que se pica no demasiado, más jamón duro y picado, un poquito de chorizo desmigado, etc. En aceite se pocha zanahoria, cebolla y ajo. Cuando está, se rehoga la carne un poco (si ya está hecha; si no, se deja más rato). Le va bien un poco de pimiento verde. Perejil también, pero muy frito.
Se cogen patatas de tamaño parecido, se moldean ad hoc (o sea, se cortan a lo ancho, no a lo largo, de forma que queden como cilindros gordos y no como barcas) y se semivacían con el útil adecuado (una especie de cucharilla que venden en las ferreterías), teniendo cuidado de que la pared resultante en las patatas sea más o menos uniforme. Se pasan por harina y se fríen un rato y por todas partes con aceite no muy fuerte, tras lo cual se rellenan con el relleno descrito. Por fin, se tapan con la tapa, que debe ser una de las piezas sobrantes del vaciado (de las patatas).
A continuación se sumergen en una salsa española (previamente hecha) de cebolla, zanahoria, ajo, etc., es decir, la de siempre. Se meten las patatas en la salsa, de pie y con la boca (tapada con un trozo de patata) hacia arriba, con cuidado de que no se rompan, y se tienen cociendo veinte minutos a fuego borboteante o hasta que estén hechas. Pinchándolas con una aguja se nota perfectamente.
Así se pueden hacer calabacines, cebollas, pimientos, tomates, etc.
Con todo lo que haya sobrado al vaciar las patatas se puede hacer puré –cociéndolo un rato y metiendo la minipimer al resultado final–, que está buenísimo.
Patatas a la importancia (con fotos)
Se pelan patatas y se cortan en discos no excesivamente gordos. Estos discos se rebozan en harina y huevo...