5. Autonomía y heteronomía

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AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA MORAL

Cuestiones iniciales

· ¿Qué entendemos por "conciencia moral"?

· ¿Ser autónomos es hacer lo que nos viene en gana?

· ¿Vivimos como creemos que es nuestro deber?

· ¿Tenemos que ser responsables, no sólo de nosotros mismos, sino también de los demás?

1. LA CONCIENCIA MORAL

Qué afirmamos en expresiones tales como «tengo la conciencia tranquila», «me remuerde la conciencia», «allá cada cual con su conciencia» o «he obrado según me dictaba la conciencia». Parece que reflejan claramente el significado moral y la importancia que concedemos a esta capacidad para orientarnos en nuestra vida cotidiana y juzgar la bondad o maldad de las acciones, tanto propias como ajenas. La conciencia.

En todos estos ejemplos el lenguaje popular habla de una especie de voz interior que inspira, obliga y sanciona la moralidad de nuestras acciones. Sin embargo, en su formulación habitual, esta voz aparece como algo demasiado misterioso; por eso la ética intenta aclarar qué es y cómo se desarrolla la conciencia en la vida de los individuos y las sociedades.

Heteronomía y autonomía

Para juzgar sobre la bondad o maldad de las acciones o de las normas, la conciencia se sirve

de principios en virtud de los cuales la persona rige su vida. En ocasiones no nos percatamos muy bien de cuáles son nuestros principios, pero lo cierto es que cualquier persona se atiene a algunos, se de cuenta o no de ello.

Estos principios pueden venirle impuestos o dárselos ella a sí misma, racional y libremente. En el primer caso hablamos de heteronomía y en el segundo, de autonomía.

- Una conciencia es heterónoma cuando se guía por:

a) los dictados del instinto o las apetencias;

b) por la tradición;

c) por la autoridad de otros, sean personas concretas, sea una mayoría.

Si la conciencia acepta los principios emanados de cualquiera de estos tres supuestos sin haber reflexionado sobre tales principios y sin haber decidido si su orientación es buena, entonces esa conciencia es heterónoma.

- Una conciencia es autónoma, par el contrario, cuando es ella la que propone las normas morales que deben regir su acción, habiendo reflexionado y decidido sin coacciones.

Sin duda, las personas empezamos par aprender las normas en la sociedad en la que vivimos: en la familia, en la escuela, en el grupo de amigos de distintas edades. Es decir, que en principio nos vienen de «fuera». Pero eso no significa que seamos heterónomos.

Actuamos de forma autónoma si somos nosotros los que decidimos reflexivamente qué normas consideramos buenas y si somas capaces además de crear otras nuevas. Obramos de forma heterónoma, por el contrario, si nos guiamos par las apetencias o por lo que otros nos dictan, sin haber considerado por nuestra parte qué es lo propio de perso­nas verdaderamente humanas.

Autonomía y universalidad

Pero, en cuanto hablamos de leyes, estamos indicando que valen para un grupo a bien universalmente, porque una ley no puede valer para una sola persona. En el caso de la moral, las leyes han de valer universalmente porque son aquellas que cualquier persona debería cumplir para ser verdaderamente humana y no inhumana.

Par eso, con la expresión «autonomía moral» nos referimos a la capacidad que tenemos las personas de guiarnos par aquellas leyes que nos daríamos a nosotros mismos porque nos parecen propias de seres humanos. No tiene, pues, nada que ver can «hacer lo que me de la gana», ni tampoco can la independencia frente a toda norma.

• EI desarrollo de la conciencia

Comportarse de forma autónoma es una posibilidad que cada ser humano puede realizar o no. Si repasamos la historia, podremos observar que las conductas heterónomas están siempre relacionadas can situaciones de servidumbre en sus distintas formas, mientras que los seres autónomos se comportan como seres dueños de sus propios actos, porque en definitiva el término «autonomía» es sinónimo de libertad: es libre quien se da a sí mismo sus propias leyes y las sigue, siempre que entendamos por «sus propias leyes» aquellas que extendería a todos los seres humanos.

Los individuos tenemos una conciencia capaz de progresar, pero también las sociedades tienen una conciencia que puede ir madurando desde la heteronomía a la autonomía: desde regirse par tradiciones, autoridades y costumbres no asumidas reflexivamente desde principios humanizadores, hasta guiarse por ese tipo de principios. En el caso de las sociedades, Habermas ha elaborado lo que él llama una «Teoría de la evolución social» en la que muestra que las sociedades han ido aprendiendo moralmente. Sin embargo, en este momento vamos a ocuparnos sólo de la evolución de la conciencia individual hacia la autonomía.

CUESTIONES

l. ¿Qué significado tiene la expresión “he obrado según me dictaba la conciencia”?

2¿Qué papel desempeña la conciencia moral en el comportamiento humano? Razona la respuesta.

3. La conciencia moral, ¿es algo innato o aprendido? ¿Por qué?

2. JUZGAR CON JUSTICIA

La voz de la justicia en el desarrollo moral

No nacemos con una conciencia ya hecha, sino que va conformándose a través de un proceso de aprendizaje en el que desempeñan un papel fundamental los factores socioculturales, el tipo de educación recibida y la experiencia emocional. Sin embargo, según algunos autores actuales como Lorenz Kohlberg, en la conformación de la conciencia es fundamental la evolución que se produce en el aspecto cognitivo, es decir, en el modo de razonar acerca de las cuestiones morales y de juzgar sobre ellas. Por eso analiza la estructura del crecimiento moral de la persona teniendo en cuenta cómo formula juicios, y muy concretamente los juicios sobre lo que es «justo o correcto».

De ahí que podamos valorar el tránsito de la heteronomía a la autonomía como un progreso, como un ganar en madurez, que puede lograrse individual y socialmente.

«Autonomía» equivale entonces a «autolegislación», a darse a sí mismo leyes propias.

Kohlberg establece una secuencia de tres niveles y seis estadios (dos por cada nivel) en la evolución moral de la persona, desde la infancia hasta la edad adulta.

-Los niveles definen las perspectivas de razonamiento que la persona puede adoptar en relación a las normas morales de la sociedad.

-Los estadios expresan los criterios mediante los que la persona emite su juicio moral, lo cual muestra la evolución seguida dentro de cada nivel.

Los niveles del desarrollo moral según la teoría de Lorenz Kohlberg son los siguientes:

-Nivel preconvencional: el egoísmo como principio de justicia

Este nivel representa la forma menos madura de razonamiento moral. Una persona se encuentra en él cuando enjuicia las cuestiones morales desde la perspectiva de sus propios intereses. En este sentido, la persona tiene por justa lo que le conviene egoístamente.

En un principio, el niño sigue las normas establecidas por la autoridad adulta para evitar el castigo. Posteriormente, ve las normas de un modo «mercantil e individualista»: lo justo es ahora lo que satisface las propias necesidades e intereses y las de los demás cuando satisfacen las propias. Las relaciones humanas se entienden de un modo similar a las del mercado.

Según Kohlberg, este primer nivel caracteriza principalmente el razonamiento moral de los niños, aunque muchos adolescentes y un buen número de adultos persisten en él.

Una persona en este nivel enfoca las cuestiones morales de acuerdo con las normas, expectativas e intereses que coincidan con el «orden social establecido», porque le interesa ante todo ser aceptada por el grupo, y para ello está dispuesta a acatar sus costumbres.

AI principio, lo justo es lo que gusta a los demás, lo que el grupo acepta, que suele plasmarse en los modelos sociales vigentes y en lo que hace la mayoría.

Posteriormente, el juicio moral se orienta hacia el respeto a la autoridad establecida, hacia la conformidad con las normas vigentes y la justificación del orden social «tal cual está». Lo justo consiste ahora en que cada uno cumpla con sus obligaciones sociales, adoptando así el punto de vista del colectivo social y situándose por encima de los intereses individuales.

-Nivel convencional: conformismo con las normas sociales

En este sentido, la persona tiene por justo lo que es conforme a las normas y usos de su sociedad. Por eso considera que es valioso en sí mismo desempeñar bien los «roles» o papeles sociales convencionales, es decir, adaptarse a lo que su sociedad considera bueno.

Según Kohlberg, este segundo nivel surge normalmente durante la adolescencia y es dominante en el pensamiento de la mayoría de los adultos. No superarlo supone plegarse a lo que el grupo desee, lo cual tiene serios peligros, porque los grupos tienden a generar endogamia, prejuicios frente a los diferentes e intolerancia ante los que no se someten al rebaño, de forma que pueden acabar ahogando a los individuos. Par eso es preciso acceder al nivel supremo de madurez: el postconvencional.

-Nivel postconvencional: la autonomía moral

En este nivel, la persona distingue entre las normas de su sociedad y los principios morales universales, y enfoca los problemas morales desde estos últimos. Esto significa que es capaz de reconocer principios morales universales en los que debería basarse una sociedad justa y con los que cualquier persona debería comprometerse para orientar el juicio y la acción. La medida de lojusto la dan los principios morales universales desde los cuales puede criticar las normas sociales.

En un principia, lo justo se define en función de los derechos, valores y contratos legales básicos reconocidos par toda la sociedad, de manera constitucional y democrática. La legalidad se apoya, además, en cálculos racionales de utilidad social (“el mayor bien para el mayor número posible”).

Posteriormente, la persona puede ir más allá del punto de vista contractual y utilitario para pensar en la perspectiva de principios éticos de justicia válidos para toda la humanidad. Se trata de reconocer los derechos humanos en la igualdad y el respeto por la dignidad personal de todos los seres humanos. Lo justo se define ahora par la decisión de la conciencia de acuerdo can tales principios. La conquista de la autonomía es considerada así como la meta del desarrollo moral de la persona.

Según Kohlberg, este nivel es el menos frecuente, surge durante la adolescencia a al comienzo de la edad adulta y caracteriza el razonamiento de sólo una minoría de adultos.

CUESTIONES.

¿En qué se diferencian la autonomía y la heteronomía?

  1. Define con tus propias palabras cada uno de los niveles del desarrollo moral que señala Kohlberg.

3. JUZGAR CON COMPASIÓN.

No sólo justicia y autonomía.

La teoría de Kohlberg es quizá la formulación más completa del desarrollo moral con la que contamos actualmente. Sin embargo, como cualquier teoría, tiene puntos débiles. Aquí nos limitaremos a comentar las objeciones de aquellos que consideran, con toda razón, que en el desarrollo de la conciencia moral es preciso contar con otros componentes además de la justicia y la autonomía.

Compasión y responsabilidad

En este sentido, Carol Gilligan, discípula de Kohlberg, insiste en que hay al menos dos formas de conciencia moral: la que juzga sólo desde la justicia y la autonomía, y la que tiene en cuenta también la compasión y la responsabilidad. Alcanzar la madurez moral no consiste sólo en llegar a ser justo y autónomo, sino también en lograr ser compasivo y capaz de responsabilizarse de aquellos que nos están encomendados.

La indiferencia ante las demás personas y la convicción de que no somos responsables de ellas son muestras claras de falta de madurez.

Dos voces diferentes

Carol Gilligan llegó a estas conclusiones al percatarse de que la mayoría de los psicólogos (Freud, Piaget, Kohlberg) cuentan en sus investigaciones sólo con varones y no con mujeres, y además con varones occidentales, nacidos en democracias liberales. Como un nutrido número de mujeres no responde a sus investigaciones como ellos desean para respaldar sus hipótesis, concluyen que las mujeres muestran una conducta «desviada», en vez de reconocer que es sencillamente diferente.

Normalmente se educa a los varones en Occidente para que se hagan cargo de la vida pública, y por eso se entiende que han de ser individuos autónomos, con un sentido de la justicia que les permita hacer contratos y cumplirlos. A las mujeres, por el contrario, se les educa en la compasión y la responsabilidad para que se queden en la vida privada y atiendan al esposo, los hijos y los parientes incapacitados.

CUESTIONES

1. ¿En qué consiste “la voz de la compasión” en el desarrollo de la conciencia moral?

2. ¿Por qué tenemos que ser responsables de los demás y de nosotros mismos?

• La voz de la justicia, que consiste en juzgar sobre lo bueno y lo malo situándose en una perspectiva universal, mas allá de las convenciones sociales y el gregarismo grupal. Esta perspectiva recibe el nombre de «imparcialidad».

• La voz de la compasión por los que precisan de ayuda, que son responsabilidad nuestra, empezando por los más cercanos.

Al fin y al cabo, no hay verdadera justicia sin solidaridad con los débiles, ni auténtica solidaridad sin una base de justicia.

PARA SABER MÁS...

LOS DILEMAS MORALES

En sus investigaciones sobre el desarrollo moral, Lorenz Kohlberg se sirvió preferentemente del método de los «dilemas». Un dilema moral es un caso, real o inventado, en el que el protagonista se encuentra ante una situación que debe resolver escogiendo entre dos alternativas de acción que representan valores morales mutuamente incompatibles y conflictivos entre sí. La mayoría de estos dilemas presentan conflictos entre normas legales y valores morales o entre valores morales de distinta importancia o jerarquía. La muestra de sujetos a los que se les presentaba el dilema debían colocarse imaginariamente en el lugar del protagonista, elegir la alternativa que consideraban más correcta y justificarla mediante un razonamiento moral. Kohlberg analizaba, a continuación, las respuestas dadas con el convencimiento de que no es tanto la solución escogida sino las razones esgrimidas para justificarla lo que informa, en realidad, del estadio y nivel de desarrollo moral en que se encuentran los sujetos.

Desde que Kohlberg lo utilizara, el método de los dilemas se ha venido practicando tanto en el terreno de la investigación como en el de la educación en valores morales ya que se considera un buen medio para estimular la toma de conciencia, el diálogo reflexivo y la creatividad de respuesta ante los problemas éticos que se presentan en nuestras sociedades. EI desarrollo de la autonomía moral de los sujetos se ve por todo ello favorecido e impulsado.

Hay, pues, muchas situaciones en la vida ante las que no podemos volver la espalda y cerrar los ojos: hay que dar una respuesta en conciencia. ¿Qué conflicto de valores plantea cada uno de estos dilemas?

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· El dilema de Heinz

En Europa hay una mujer que padece un tipo especial de cáncer y va a morir pronto. Hay un medicamento que los médicos piensan que la puede salvar. Es una forma de radio que un farmacéutico de la misma ciudad acaba de descubrir. La droga es cara, pero el farmacéutico está cobrando diez veces lo que le ha costado a él hacerla. EI pagó 200 euros por el radio y está cobrando 2.000 euros por una pequeña cantidad del medicamento. EI esposo de la mujer enferma, Heinz, acude a todo el mundo que conoce para pedir prestado el dinero, pero sólo puede reunir unos 1.000 dó1ares que es la mitad de lo que cuesta. Le dice al farmacéutico que su esposa se está muriendo y le pide que le venda el medicamento más barato o le deje pagar más tarde. EI farmacéutico dice: «No; yo lo descubrí y voy a sacar dinero de él». Heinz está de­sesperado y piensa en atracar el establecimiento para robar la medicina para su mujer.

Si hace Heinz lo que está pensando, ¿actuará correctamente? ¿Debe o no debe Heinz robar la medicina? ¿Por qué? Si se tratara de un desconocido, ¿debería Heinz robar la medicina para salvarlo? ¿Por qué?

· La buena vida

Siddharta Gautama (563-483 a.e.) era hijo de un rey, estaba casado con una hermosísima princesa y todo su anhelo era disfrutar de los placeres que puede proporcionar la vida. Pero un día, al verse de pronto separado de sus guardaespaldas, por vez primera en su vida, decidió lanzarse a vagar por su cuenta entre la gente corriente de su India natal.

Encontró a un viejo, cubierto de arrugas, que sesteaba a la sombra de un árbol, mientras contemplaba el suelo con mirada perdida y balanceaba mecánicamente una mano. Encontró una casa, de la que provenían unos ruidos espeluznantes, y, al asomarse por una de las ventanas, en una habitación sucia y oscura, vio una figura encogida sobre un mugriento lecho, a la que una enfermedad hacia retorcerse de dolor. Con un estremecimiento reemprendió rápidamente la marcha, decidido a regresar a las frescas fuentes de su palacio. Pero incluso cuando ya se hallaba cerca de la seguridad de su hogar, tuvo que hacerse a un lado y meterse en una sucia alcantarilla para dejar paso a un cortejo fúnebre.

Esa misma noche, escarmentado por la experiencia, Siddharta hizo examen de su vida y sus proyectos. ¿No podía ser que la vida, en realidad, no respondiera a aquella imagen optimista que él se había hecho de ella, que no fuera esa interminable sucesión de acontecimientos placenteros, fiestas, cacerías de elefantes y opíparos banquetes entre amigos? ¿No seria más bien una fútil sucesión de banalidades, decepciones y tragedias? ¿Un proceso que desemboca de forma inevitable en la decadencia y el derrumbe: el dolor, la tristeza y, finalmente, la muerte?

Unas semanas más tarde, mientras su mente sigue ocupada con tan melancólicos pensamientos, un monje, con la cabeza afeitada y ataviado con su característica toga naranja, se cruza en su camino; y en la calma y el sosiego que desprende su figura, Siddharta cree ver un signo, quizás incluso una respuesta. Hace saber a todo el mundo que tiene la intención de abandonar para siempre el palacio y adoptar en adelante los rigores del ascetismo monacal. Esa es la auténtica «vida virtuosa». Pero este no es el final de la historia. Tras un período de ayuno y renuncias, cae enfermo, y, un día acaba desmayándose en medio de la calle. Por fortuna, gracias a los cuidados de algunos amigos recupera la salud, y, ahora, convalece sentado al aire libre bajo una higuera en flor. Mientras permanece allí sentado, meditando, se da cuenta de que, en cierta manera, lo que había intentado hacer no respondía a unos «principios» más elevados que los que regían la vida vacía, complaciente y privilegiada que llevaba antes; el ascetismo se había vuelto simplemente otra forma de autocomplacencia.

Y ahora, ¿qué camino habrá que seguir para alcanzar la buena vida?

Martin COHEN: 101 dilemas éticos. Alianza, Madrid, 2005

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· Bebés de diseño

La doctora Eleanor Frankenstein es una experta en ingeniería genética. Como parte de un programa de pruebas genéticas prenatales, puesto en marcha por el servicio de salud del gobierno de Diktatia, se le ha encomendado la tarea de discernir entre aquellos genes que son beneficiosos y aquellos otros que no lo son tanto.

EI programa de la doctora Frankenstein es muy ambicioso. Para empezar, tiene la intención de eliminar todas las enfermedades y discapacidades graves -en las sociedades modernas no hay lugar para los enfermos-. Hoy en día, ya no existe justificación alguna para seguir trayendo al mundo personas discapacitadas. En lugar de ello, se introducirán mejoras que permitirán aumentar la esperanza de vida y se favorecerán aquellos genes que contribuyan a incrementar la fortaleza, la virilidad y muchas otras cosas, entre ellas la propia inteligencia. A partir de un menú de «genes de diseño», los padres podrán elegir no sólo el color de los ojos, sino incluso el de la piel, así como la altura, el tipo de estructura ósea y otras cosas más, utilizando como guía orientativa un conjunto de «plantillas» de bebes, basadas en gente famosa. Con objeto de cumplir los requisitos establecidos por el Ministerio del Interior, se fomentarán aquellas características que tengan mayor utilidad social, como la honradez, el respeto a los demás y el buen carácter. Asimismo, para satisfacer al Ministerio de Minorías, se creará un servicio de conservación de defectos, gracias al cual las parejas que así lo deseen podrán eliminar algunas de las mejoras, eligiendo por ejemplo un hijo que nazca con asma y tenga muy mal carácter a uno que sea sordo, si lo prefieren. Siempre y cuando esas características se hallen presentes en el embrión original, se tratara tan sólo de elegir.

Todo se hará de una forma muy democrática. Pera, aun así, el párroco de Diktatiaville no las tiene todas consigo. Si bien algunos de los defectos de los embriones pueden corregirse, muchos otros acaban conduciendo a la eliminación de un bebé en potencia.

Martin COHEN: 101 dilemas éticos. Alianza, Madrid, 2005

Tomás Moro nace en Londres el 7 de febrero de 1478, cuando la Edad Media se encuentra próxima a su fin y la sociedad europea muestra ya rasgos que caracterizaran al Renacimiento.

Después de la formación inicial, pasa a ser pupilo de Juan Morton, cardenal-arzobispo de Canterbury y canciller del rey Enrique VII. Su estancia en el séquito de Morton sirvió a Moro para profundizar en sus estudios teóricos y formar su carácter. Aconsejado por el propio cardenal, Moro continúa sus estudios en Oxford, donde consolida su formación intelectual con los estudios clásicos y el conocimiento de la Biblia. Más tarde, presionado por su padre, cursa la carrera de abogado en Londres.

A pesar de ello, no eran las leyes su verdadera pasión, sino el humanismo. Aquí será decisivo su contacto con Erasmo de Rotterdam, personaje clave entre los humanistas y autor de la famosa obra Elogio de la locura, que dedica a Moro en prueba de amistad. EI humanismo de Moro combina la formación c1ásica, la afición literaria y la devoción cristiana. Erasmo lo presenta como un modelo para la “inteligencia europea”.

Moro fue hombre de familia y concebía a esta como una “escuela de virtud”. En efecto, allí se cultivaba la formación religiosa, el estudio de las lenguas clásicas y la instrucción humanista y científica. Moro ejercía de educador principal en este ámbito académico­ familiar.

La obra mas importante de Moro lleva por título Utopía, cuyo significado literal es “en ningún lugar”. Esta obra tiene dos partes: en la primera, Moro se ocupa de criticar la política de su tiempo, especialmente la tiranía absolutista y la avidez de riquezas y de poder de los gobernantes; en la segunda, describe una sociedad ideal, la de “la isla de Utopía”, en la que las instituciones y la política están enteramente gobernadas por la razón.

Los habitantes de Utopía practican una economía sin propiedad privada, basada en el cultivo de la tierra y en la distribución equitativa de los bienes. Trabajan seis horas diarias y dedican el resto del tiempo al ocio y a la formación cultural. Entre ellos reina el pluralismo religioso y son tolerantes en materia sexual.

En definitiva, los valores básicos de esta Comunidad Humanista son la igualdad, la libertad y el cultivo del espíritu. En la isla de Utopía reina un poder superior al del Estado, a saber, el del hombre.

-Seleccionar y escoger entre los bebés es una tarea que le corresponde a Dios, no al Estado -ruge furibundo desde el púlpito.

¿Es eso cierto?

TOMÁS MORO: UN HUMANISTA COMPROMETIDO CON LA SOCIEDAD DE SU TIEMPO

Dos voces complementarias.Sin embargo, esto no significa que realmente se pueda adscribir a cada uno de los sexos una forma de entender la moral, porque los cuatro ingredientes mencionados (justicia, autonomía, compasión y responsabilidad) son indispensables para alcanzar la madurez moral. Por tanto, que predomine uno u otro en una persona es una cuestión individual, más que una característica del sexo entero.

Lo que es bien cierto es que hay al menos dos voces morales, en las que han de expresarse tanto las mujeres como los varones:

La obra de Moro

Una brillante carrera política

En 1504, Moro es elegido miembro del Parlamento y allí ataca con vigor la rapacidad, el poder absoluto y la tiranía del rey Enrique VII. Moro defiende la monarquía, pera limitada por la ley y el Parlamento. Ello le acarrea una multa de 100 libras, una corta estancia en la prisión de la Torre de Londres y la retirada temporal de la vida pública.

AI acceder al trono Enrique VIII, del que Tomas Moro era buen amigo, vuelve a la vida pública: se le nombra alguacil de Londres, cargo con importantes poderes administrativos y judiciales. Interviene asimismo como embajador de Inglaterra en distintas y decisivas misiones diplomáticas, tanto económicas como políticas. Moro siempre abogó por la paz y el entendimiento entre las naciones, aunque el rey no siempre atendiera sus consejos, como en el caso de la guerra contra Francia. Su éxito en tales cargos y el prestigio que adquiere como jurista le llevan a ser nombrado, sucesivamente, presidente de la Cámara de los Comunes y Lord Canciller de Inglaterra, siendo el primer laico en llegar a tan alto cargo.

2. Pon ejemplos en los que haya un conflicto entre normas sociales y principios universales.

4. Redacción: ¿Ser mayor de edad es solamente una cuestión de edad? ¿Por qué?

5. Comentario de texto:

La sociedad es el conjunto de las relaciones sociales. Pero, entre éstas, pueden distinguirse dos extremos: las relaciones de presión, en que lo propio es imponer al individuo, desde el exterior, un sistema de reglas de contenido obligato­rio, y las relaciones de cooperación, cuya esencia es hacer nacer, en el interior de la mente, la conciencia de normas ideales que controlan todas las reglas. Las relaciones de autoridad y respeto unilateral dan lugar a las relaciones de presión y caracterizan la mayoría de los estados de hecho de la sociedad dada y, en particular, las relaciones entre el niño y el ambiente adulto que le rodea. Por el contrario, las relaciones de cooperación definidas por la igualdad y el respeto mutuo constituyen un sistema de equilibrio más avanzado.

J. PIAGET, EI criterio moral en el niño

• ¿Por qué dice el autor que las relaciones de cooperación constituyen «un sistema de equilibrio más avanzado»? Razona la respuesta.

• ¿Qué relación guarda el contenido de este texto con el concepto de autonomía moral?

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• ¿Qué es y en qué consiste la política que critica Moro? ¿Es aplicable su crítica a nuestra época? ¿Por qué?

• Expón tu opinión razonada sobre la vida en Utopía.

• Elabora un informe sobre el humanismo renacentista

· Debate: Organizad un debate sobre la siguiente cuestión: ¿Sirven para algo las utopías? ¿Por qué?

Discutir y decidir en Utopía

A veces el asunto es llevado ante el Consejo de toda la isla. Además el Consejo también tiene la costumbre de no discutir ni razonar ningún asunto el mismo día que se propone o expone por primera vez, sino que lo aplaza hasta la próxima sesión del Consejo, para que nadie, cuando ha hablado allí precipitadamente de lo primero que le ha venido a la punta de la lengua, tenga después que estudiar, más por razones con las cuales defender y mantener su primera imprudente sentencia, que por el bien de la república, como uno que más quiere el malo el impedimento de la república que ninguna perdida o disminución de su propia estimación, y como si se avergonzara (lo cual es una vergüenza muy tonta) de reconsiderar alguna precipitación en el inicio del asunto quien al principio debiera haber hablado con más prudencia que con prisas o temeridad.

La caída en desgracia

Al nombrar canciller a Moro, el rey Enrique VIII pensaba encontrar en él apoyo para conseguir el divorcio de su esposa Catalina de Aragón y el posterior matrimonio con Ana Bolena. Moro se opone a las pretensiones del rey y renuncia a su cargo de canciller alegando motivos de conciencia: había jurado «pensar antes que nada en Dios y después en su soberano». Enrique VIII sigue con sus planes: rompe con la Iglesia de Roma, se casa con Ana Bolena y se autoproclama jefe de la Iglesia de Inglaterra mediante el «Acta de Supremacía». Moro no asiste a la boda y se niega a prestar juramento a un acta que suponía la ruptura de la unidad de la Iglesia y la consolidación del poder absoluto de Enrique VIII.

Las consecuencias no se hacen esperar: Moro es encarcelado en la Torre de Londres, sentenciado como traidor al rey y decapitado el 6 de julio de 1535. Moro afrontó la muerte con serenidad y sin perder en ningún momento el sentido del humor; prueba de ello es que le dijo a su verdugo que no dañase la barba que le había crecido en prisión porque ella «no era culpable de nada».

La ejecución de Moro afectó a todos los humanistas y causó una gran conmoción en Europa. La imagen de traidor nunca fue creída, incluso por los propios protestantes. Moro quedó en la memoria del pueblo inglés como el buen juez y el gran humanista que fue. La Iglesia católica lo canonizó y lo reconoció santo.

EI caso de Tomas Moro ha quedado como ejemplo del hombre que sacrifica su vida para obedecer a la voz de su conciencia. Sus decisiones están orientadas por criterios éticos de carácter universalista, en vez de regirse por principios egoístas y de acomodación al grupo social: no decidió en razón de sus intereses personales, ni buscando la aceptación de las autoridades y de su sociedad. Si lo hubiera hecho así, su vida habría sido, quizás, mas larga y menos accidentada, pero también, seguro, menos satisfactoria.

Tomás Moro en el cine

Título: Tomas Mora, un hombre para la eternidad (1963).

Dirección: Fred Zinnemann. Protagonistas: Vanessa Redgrave y Paul Scofield.

Guión: Robert Bolt, autor también de la novela en la que se basa la película.

• Expresa con tus propias palabras la diferencia entre las «relaciones de presión» y las «relaciones de cooperación».

Argumento: Tomas Moro lucha vigorosamente en defensa de la integridad de su conciencia frente a la presión que el rey Enrique VIII, en otro tiempo buen amigo suyo, ejerce sobre él por venganza.

CUESTIONES FINALES

1. ¿En qué consiste la autonomía moral? ¿Qué relación guarda con la conciencia y con el desarrollo de esta, tal como lo describe Kohlberg?